lunes, mayo 25, 2009

HOMENAJE A DARWIN

Se cumplen ciento cincuenta años de la publicación del libro de Darwin El origen de las especies. Su aparición en 1859 es sin duda un hito en el pensamiento científico, pero ello quiere decir a su vez que lo es en la historia de la cultura humana. Efectivamente, Darwin es un ejemplo de como la ciencia no es un saber especializado, estrecho e instrumental frente a las cacareadas humanidades integradoras, sino un conocimiento indispensable para la emancipación humana. Y el homenaje que este artículo pretende rendir a la obra intelectual del naturalista británico intentará mostrar precisamente el vínculo que une a su idea evolucionista con el discurso de la Modernidad.

La idea de la evolución de Darwin es tan sencilla, aparentemente, que según cuentan hizo maldecir al también naturalista Thomas Huxley sobre cómo no se le había ocurrido antes a él. Pero eso es solo una apariencia que debe ser rápidamente desterrada. Pues detrás de toda la teoría darwinista sobre la selección natural y la evolución que los individuos sufren de forma independiente a su voluntad o a cualquier planificación hay algo profundamente moderno: la negación de la existencia de un plan en la naturaleza, ya divino o ya natural, y, al tiempo y de forma paradójica en su teoría, la emancipación de lo humano de ese mismo estado natural.

En primer lugar, la teoría darwinista niega la idea de esencia del fijismo, paradigma básico en la ciencia biológica de su época -donde ya habían surgido sin embargo ideas transformista- y que aún estaba en el fondo de la clasificación que Linneo habia llevado a cabo. La esencia era, desde la filosofía griega, la idea de aquello inmutable que hacía que una cosa fuera lo que es a pesar de los cambios aparentes, los accidentes, que pudiera tener. La esencia, así, permanecía inmutable y confería a su vez el carácter universal a la especie por participar cada individuo de dicha esencia. Sin embargo, en Darwin el cambio de los individuos, y no de la especie de forma universal, era la regla básica de la naturaleza e implicaba la desaparición del concepto de esencia: cada animal podía atesorar cambios sobre sus ascendentes que podían ser, en escasas ocasiones eso sí, la clave de su éxito. Y de esta forma se unía una nueva característica al mundo: su temporalidad pues los animales así cambiaban.

Pero, podría decir alguien, esto no es nuevo. Ya toda la física aristotélica fue un intento de engarzar el cambio en la naturaleza, y con ella el tiempo, con la esencia. Y para ello instauró, con cierta dosis platónica, la idea de la Teleología: existe un sentido en la realidad y todo es, o está, para algo. De esta forma cada ser, cada desarrollo en dicho ser -el paso de la potencia, lo que una cosa puede llegar a ser, al acto, lo que una cosa es: pasar de semilla a árbol- y cada parte de cada ser tenían una finalidad y la naturaleza poseía un sentido racional como sistema donde todo tenía su función. La naturaleza era racional.

De esta teleología a su vez derivaron dos tesis: la existencia de un plan en la naturaleza -trascendente y con implicaciones divinas mayormente o inmanente y con implicaciones materialistas-; y, segundo y unido a ella, los distintos grados de perfección en la naturaleza -la gran cadena del ser - donde unos seres vivos eran más perfectos que otros. Así, la naturaleza predarwinista era el lugar de la Racionalidad pura aplicada en pos del diseño guay de la creación. Y, lo que es muy importante, el ser humano formaba parte del engranaje crecionista, casi siempre divino, y de esa misma planificación. Tobo estaba en su sitio y desde la metafísica hasta la moral o la política se explicaban de acuerdo a esa esencia natural de una realidad cerrada. El mundo humano y el natural se identificaban y el mundo era lo que debía ser planificado, o al menos fundamentado, por Dios.

Con esta bella visión, sin embargo, ya había roto el pensamiento filosófico moderno. Efectivamente, y con Kant como exponente básico, la filosofía ya había señalado que el lugar de la racionalidad no era la realidad sino el sujeto: este daba, o debía dar, sentido al mundo. Y la revolución industrial había demostrado la posibilidad factica de esto y de la transformación de la realidad. Así la ciencia de la biología estaba por detrás del propio discurso que la había hecho nacer.

Hay dos formas de crítica. En la primera, que podríamos llamar explícita, la crítica aparece formulada como argumentación. En la segunda, la implícita, se presenta una teoría incompatible con otra ya establecida que de ser cierta la nueva hace falsa a la segunda. Darwin eligió esta segunda opción. Pero, ¿cómo hace falsa la evolución a la teoría del tiempo como sentido y a la idea de racionalidad de lo real? ¿Cómo desmiente a la metafísica clasica?

En la teoría de Darwin los seres vivos de una misma especie no nacen todos idénticos sino con modificaciones entre sí. Y estas modificaciones pueden ser de tres tipos: beneficiosas, perjudiciales o neutras. Pero la características citadas no lo son a priori, por esencia, sino por el factor azar. Efectivamente, como demostraba el célebre ejemplo de las polillas claras y oscuras, unas condiciones dadas en la especie podían resultar hoy beneficiosas y mañana, sin embargo, perjudiciales. El fijismo quedaba así roto. Pero a su vez se rompía la idea teleológica clave de la metafísica grecocristiana pues las variaciones no respondían a fin alguno, como aún creía por ejemplo Lamarck, sino que eran producto exclusivo del azar. Cada ser era en realidad ya una variación, un particular frente a su especie, que se enfrentaba a un mundo absolutamente cruel. Y no había, así, seres más perfertos que otros sino solo adaptaciones. Tan bien adaptada está la esponja como el chimpacé y, por tanto, ambos están igual de evolucionados. El mundo resultante lejos de la perfección de la creación era solo un medio en el que sobrevivir. Y si acaso llegaba a ser algo era a ser cruel y triste.

Porque, efectivamente, la crueldad del mundo era otra nueva característica que Darwin añadió a la naturaleza. La madre naturaleza era la más malvada de las madastras. La supervivencia del más apto implicaba la muerte del inaptado: no había piedad ni cuidado en el orden natural. De esta forma, Darwin, quien ya había borrado la idea de planificación de la naturaleza, destruía ahora la de un mundo natural que debía dirigir la racionalidad humana. La vieja idea clásica, grecocristiana, de que la vida humana debía ser regida por la esencia natural, basada en un concepto de la naturaleza como plan racional, sólo conduciría a un mundo cruel. Y por eso el rechazo de Darwin a la derivación que supuso de su teoría el darwinismo social: el mundo natural no debía ser el mundo humano.

Y es ahí donde Darwin culmina, científicamente, el discurso moderno. Mucho se ha hablado de que Darwin redujo al hombre a su condición de animal. Nada más lejos, sin embargo, de la realidad. Al señalar la naturaleza como algo alejado de la condición humana por su crueldad, Darwin emancipó lo humano, lo propiamente humano, de lo natural. Al romper la imagen de planificación racional en la naturaleza y al incluir una crueldad nunca vista como clave del proceso natural, Darwin reducía los valores tradicionalmente morales -como la compasión, la ayuda al débil o la propia racionalidad- al ámbito de lo humano en cuanto a cultura. Y al hacerlo así rompía con la idea de totalidad que exigía la propia creación divina pues el sujeto se emancipaba de ella y sus reglas: se emancipaba del creador divino. El mundo humano, la cultura alejada ya de la naturaleza, era lo único que tenía valor moral y lo único donde habitaba la racionalidad siendo la creación un mundo cruel. De esta forma el sujeto como tal ganaba su autonomía, pues la esfera racional quedaba reducida a él frente al mundo, frente a lo heterónomo que habitaba en la metafísica clásica donde Dios era la racionalidad y el hombre su criatura. Darwin había hecho ciencia así el discurso moderno.

Es una anécdota conocida. Compiten en debate el arzobispo de Oxford y el ya citado Huxley. El obispo ve el debate racional perdido e intenta el chascarrillo: ¿quién fue el mono, su padre o su madre? Y Huxley contesta: prefiero descender de un insignificante mono a ser de la familia de alguien que utiliza su conocimiento y poder para ocultar la verdad. Y es cierto: preferimos tener en nuestro árbol genealógico a un insignificante lemur que ser el fruto de un mal alfarero cruel y sus secuaces. Y tal vez en ese orgullo referido por Huxley de defender la búsqueda de la verdad como moral surja el mayor homenaje posible a Charles Darwin.

7 comentarios:

Don Güapo dijo...

Post pasional que enfrenta, a modo de pugilato, dos versiones que describe antitéticas, con victoria por ko de la más joven.

Yo creo que, tomando la debida distancia, debería observar, sin pasión, cómo el devenir de la humanidad y su consiguiente desarrollo científico, va aprehendiendo poco a poco, a modo de escalera, las distintas "verdades" , razones o explicaciones de lo real.

El avance darwiniano que detalla con relación al hombre, no es más que una subida de escalón. Pero hay más escalones que subir, aunque sospecho que el final de la escalera no está al alcance del intelecto, lo que no significa que no haya que subir, de dos en dos a ser posible.

Un Oyente de Federico dijo...

Cuando Huxley le dijo a Darwin que iba a afilarse pico y garras para defenderle, estoy casi seguro de que no se estaba refiriendo a la Iglesia, sino a algún colectivo de científicos.
Pero es obsesiva la utilización por la izquierda de esta persona (u otras figuras relevantes) para su propaganda anticlerical.
Darwin debería de ser para los escolares, algo más que un falso argumento anticlerical.

He rebuscado para ponerle referencias, pero no he conseguido encontrar donde leí sobre los intensos debates dentro de la iglesia Católica unos a favor y otros en contra.
Estudie (mejor dicho, fuí al colegio) cuando Franco vivía y a la vez que me aprendía el Padre Nuestro, me enseñaban que el Hombre desciende del Mono.
Mi hija estudió en un colegio de Monjas Mercedarias (Hijas de la Caridad) y allí también la enseñaron que el hombre desciende del Mono.
Y mientras a mi hija la enseñaban eso, escuché un prograna de Gomaespuma —muy de izquierdas ellos— en Onda Cero, diciendo lo indignante que era el que en los colegios católicos se enseñara el Creacionismo.

Por contra, ni a mi hija ni a mi nos explicaron en el colegio, que quienes si perseguian y mataban a los Darwinistas y provocaban hambrunas de millones de muertos en su obsesión igualitarista, eran los Comunistas, obedeciendo la doctrina antidarwinista y antigenetista de Trofim Lysenko.
Tampoco nos enseñaron que durante la 1ª Guerra Mundial, Hitler apostolaba en las trincheras con el libro de Darwin en la mano, afirmando de los judios, lo mismo que dice nuestra Ministra Aido de lo que se desarrolla en el vientre de las mujeres embarazadas, que son seres vivos pero no seres humanos.

La Iglesia no utilizó a Darwin para cosificarlo como arma defensiva contra Nazis y Comunistas.

La izquierda, al menos la española, es la prueba incuestinable e indiscutible de que si el Universo se mueve y el hombre progresa es gracias a Dios.

Darwin no intuyó el “apoyo mutuo” que Kropotkin dió como imprescindible para el progreso de cualquier especie. Hace poco en “Redes“ Punset entrevistaba al biólogo Marc Hauser, sobre la Moral Innata ¿Contradice esto, científicamente, la idea de un Dios?

Me parece mucho más cercano al ideal cristiano de Dios, la idea de una “moral innata” que el “flagelo” de los del “Diseño Inteligente”.

odradek dijo...

Este oyente por otra parte es un caso clínico, si él está casi seguro de algo es que es así y jódanse la verdad, Agamenón y su porquero.

No sé Huxley, pero Darwin no era anticlerical y nadie va por las escuelas diciendo lo contrario, una cosa es que su teoría acabase de una vez con buena parte de las patrañas cosmogónicas cristófilas y otra que no respetase una institución como la Iglesia Anglicana, que de la católica pasaba. En el mismo artículo se sugiere: como buen filántropo decimonónico rechazó el darwinismo social que adoptaron por ejemplo los economistas liberales y los imperialistas británicos. Ni Hitler ni Stalin tienen nada que ver con esto.


Darwin es para los escolares cualquier otra cosa que un argumento anticlerical. Al menos en mi instituto, donde lso ateos anticlericales aún no hemos apedreado al profe de Religión e incluso le hablamos y todo. Y añadiría que San Juan de la Cruz es algo más que un argumento anticlerical. A mí cuando me pongo transversal me sirve para explicar que la intolerancia no es exclusiva de colectivos distintos y enfrentados, sino que puede nacer dentro de un mismo colectivo, como es el caso de la Iglesia en tiempos de la Contrarreforma, época en la que quien más cristianos mataba era el clero de la propia Iglesia Católica.

¿"La izquierda, al menos la española, es la prueba incuestinable e indiscutible de que si el Universo se mueve y el hombre progresa es gracias a Dios?" - menuda frase creacionista, eso de que el universo se mueva gracias al tal dios, yo me lo haría mirar, cuando uno se pone místico conviene que lo que diga sea algo bello y bueno, no majaderías de ese calibre. ¿La cuála izquierda, la de los píos Bono y Vázquez, la de Izquierda Hundida o las más radicales, tío tontunas.

Lo que más me jode de sus repetitivas argumentaciones, sin embargo, es esa costumbre tan católica y patológicamente manipuladora que tiene usted en el uso interesadamente impreciso de los conceptos. Veamos:

la idea de una moral innata quedó destrozada sin ir más lejos con los descubrimientos del propio Darwin. Otra cosa es que se estudien ETIOLÓGICAMENTE elementos innatos en la CONDUCTA, que no es lo mismo que la MORAL. Es decir, científicamente se estudia si unos genes predisponen a un tipo de conductas u otras, pero ese constructo cultural que usted llama la moral (sería más preciso hablar de "las morales", dada su variedad) no se estudia desde las ciencias naturales, más que nada porque metodológicamente no se puede, no es su objeto. Así que usted oye a Marc Hauser hablando de la conducta y cree que están hablando de moral. Ha oyentado tanto al tal Federico ése que ya no distingue otras voces, como les pasa a todos los discípulos de cualquier gurú.

En esencia, ese concepto de moral innata no es otra cosa que un intento de seguir propugnando lo que queda de ese naturalismo metafísico precisaqmente suprimido por Darwin que es uno de los pilares de la doctrina de la Iglesia.

Así que, claro, le "parece mucho más cercano al ideal cristiano de Dios, la idea de una “moral innata” que el “flagelo” de los del “Diseño Inteligente”".

No entiendo ni la mitad de lo que significa tan pomposa frase, pero faltaría más, como que ésa de la moral innata es la idea que nos siguen intentando colar cuando ya no pueden colarnos la del naturalismo metafísico totalizante.


Lo que no entiendo de los liberales como usted ha dicho serlo alguna vez, es que siendo tan lúcidos y sensibles a la hora de rechazar una ideología con derivas totalitarias (esto es: que pretende determinar ideológicamente la totalidad de lo real) como es el comunismo, sean luego apologetas del cristianismo: la única ideología occidental junto con los fascismos aún más totalitaria que el comunismo totalitario. Y eso, por más vueltas que uno le dé, sí que no se entiende.

Y ahora, a falta de recursos intelectuales para defender sus indefendibles posturas meapilas, hágame un chascarrillo de los suyos.

Saludos.

Un Oyente de Federico dijo...

Don E.P. Ese niño me ha insultado.

odradek dijo...

era de esperar.

Un Oyente de Federico dijo...

Es que tiene Ud poderes para anormales.

Anónimo dijo...

la pena es que a pesar de todos los años pasados todavía la ciudadanía no llega a comprender las ideas de Darwin. Por increíble que parezca la mayor parte de la gente, aunque acepte la evolución, considera que tiene finalidad, que busca perfeccionar los organismos....y que por supuesto no están al mismo nivel evolutivo una esponja actual y uno de nosotros.....Darwin no ha llegado a la población, se tiene una vaga idea de la evolución, como cambio, pero nada más...es más se considera que los organismos se adaptan al entorno, puro lamarckismo....tampoco se entienden las bases genéticas que permiten la supervivencia de los individuos, vamos que naces ya "adaptado", dentro de un rango claro...y cuanto más amplio mejor, de ahí lo que marca la biología, la especialización conduce a la extinción....

Queda mucho por trabajar todavía en nombre de Darwin

Loligo