lunes, febrero 28, 2011

VIDA INTERIOR/74: VIDA, TIEMPO (un alma inmaterial frente al mundo)

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Hoy es 28 de febrero.
El tiempo.
Cómo pasa el tiempo.
Sin embargo, cuánto queda para la paga extra
de verano.

sábado, febrero 26, 2011

ROMPECABEZAS (o el capitalismo defiende la libertad frente al islamismo)

1.- La imagen:


ITALIA SUSPENDE SU ACUERDO CON LIBIA
GADAFI NO CONTROLA YA LA SITUACIÓN

2.- La pregunta: ¿qué falta?

3.- Y la solución:

Un porque entre ambos titulares.

Debería decir:
Italia suspende su acuerdo con Libia PORQUE Gadafi no controla ya la situación


viernes, febrero 25, 2011

UN GOBIERNO SERIO Y RESPONSABLE GENERA UN PLAN ENERGÉTICO SERIO Y RESPONSABLE

Una vez más el gobierno toma otra medida de hondo calado: baja la velocidad máxima a 110 kilómetros.
Por fin, un Plan Energético Nacional.
Sólo una duda, ¿se lo han dicho antes a Merkel?

miércoles, febrero 23, 2011

23 F: LA DIGNIDAD Y LA DESVERGÜENZA

Hoy es 23-F. Resulta curioso cómo la memoria recuerda fechas. Cuando el intento fallido de golpe estaba en los ultramarinos de mi calle comprando aceitunas sin hueso. El tendero me vio entrar, me las dio y me dijo: ahora, vete a casa corriendo. Yo era un niño obediente.

Hace 30 años, son muchos años, mientras una gentuza disparaba al aire en el Congreso como chulos tabernarios Suárez permanecía sentado en su escaño. Hay un libro imprescindible de Javier Cercas: Anatomía de un instante.

Hoy, el gobierno de este país ha tenido preguntas en el Congreso. Iban a preguntar sobre el tema del bar Faisán y sobre los fraudes de los ERES en Andalucía. Curiosamente, ni Rubalcaba ni Chaves podían estar allí. Es verdad que tampoco estaba, ausencia más notable si se trata de saber qué opina el gobierno español, Merkel. Zapatero, que ya no podía no estar, sí. Y ante la pregunta sobre la situación económica de España ha apelado a que era el aniversario del 23-F para evitar responder.

Este fin de semana vuelvo a comprar aceitunas sin hueso, que voy a hacer albóndigas para congelar.


lunes, febrero 21, 2011

CONTRATO, ESTADO E IZQUIERDA

La reciente pérdida de derechos sociales acaecida tras el pomposamente (a)firmado como Pacto Social entre gobierno y sindicatos no solo debe indignarnos sino, básicamente, debe hacernos reflexionar sobre las relaciones en democracia entre los ciudadanos y el estado. Y pretendemos aquí hacer eso.

Indudablemente lo primero que se presenta ante el pacto es el gravísimo empeoramiento en las condiciones socioeconómicas de y para la jubilación. Efectivamente, haciendo una sencilla comparación con la situación anterior se ha perdido en todas y cada una de las circunstancias dadas: se aumenta la edad de jubilación, se aumentan los años de cotización, se aumentan los años para calcular,… Así, cuando los sindicatos presentan esto como un triunfo la pregunta sería en qué mundo viven –bueno, ellos en uno mejor-. Así, mirándolo desde un punto de vista económico personal, el pacto es un fracaso para los inversores en el sistema de pensiones que somos, curiosamente, de forma obligatoria todos los ciudadanos. Nos han cambiado las condiciones con las que habíamos hecho el contrato y lo importante aquí es que nos lo han hecho unilateralmente. El estado es el único contratista que puede cambiar las condiciones sin necesidad de acordar nada con la otra parte, los ciudadanos, y sin problemas judiciales. El estado me cambia las condiciones de mi, y de su, jubilación y mi única salida es la aceptación pues ni siquiera me vale salirme de la empresa: estado somos todos para pagar cotizaciones pero no para mantener derechos. El estado, en fin, ¿me trata como ciudadano o como súbdito?

Ciudadano. Vayamos un poco más lejos. ¿Tiene el estado legitimidad para cambiar las pensiones cuando a él le interese sin preguntar a la ciudadanía? Alguien podría decir que hay implicados representantes legítimos, pero vamos a negar la mayor. Y lo vamos a hacer no en un plan ingenuo, algo así como pedir una asamblea permanente, sino en un modelo estrictamente democrático representativo.

Veamos a los protagonistas del pacto: por un lado el gobierno del PSOE; por otro los sindicatos de clase –ahora ya sabemos de qué clase- CCOO y UGT.

Primer lado, el partido socialista ganó las elecciones negando la crisis y en todo su programa electoral no hay mención alguna a una degradación del sistema de pensiones. Es más, el mismo presidente del gobierno, con permiso de Merkel, decía el 16 de mayo de 2009 que no habría recortes sociales –añadiendo un uhmmmm de autosuficiencia-. Así, el pacto de los ciudadanos con el gobierno se mantenía en esos términos y no en otros. Y si el gobierno de Merkel, o de Zapatero, rompió el pacto debería haber convocado elecciones pues los ciudadanos son contratistas en clave democrática: el presidente estaba bajo determinadas condiciones, si cambian debe dimitir. Y esa calidad de contratista, es decir: de firmar unas condiciones y no cualquier otra, es clave en la democracia. El gobierno fue elegido, y esos diputados y senadores que votan al berrido borreguil de su agradecido estómago, bajo un contrato que fue su programa electoral ¿Se ha cumplido? No. Admitamos que las circunstancias les pillaron por sorpresa -¿sorpresa?-: pues en regla democrática, y si se quieren cambiar las condiciones del contrato, deberían haber convocado elecciones y presentar un nuevo programa.

Pero algo parecido ocurre con los sindicatos. Ustedes saben que yo era –obsérvese el pasado- afiliado a CC.OO. Revisaba el otro día una revista que me mandaba el sindicato. Era de enero de 2011. Oh, qué espíritu revolucionario. Oh, qué reivindicación. Ah, qué falsedad. La pancarta, miren la foto, ponía un claro no a la jubilación a los 67 años. Quince días después era un claro sí. Hoy publica un periódico que llegará hasta los 69 ¿Realismo de los sindicatos? Yo estaba afiliado, bueno, aún lo estoy porque cobran por trimestre y hasta que no se acabe lo que ya pagué no pienso irme: uno también tiene un precio, y nadie me preguntó mi opinión. El sindicato podía haber hecho un referendo sobre el tema: lo hace cuando se trata del convenio en una empresa ¿Por qué no lo hizo ahora? Imaginen el resultado. No quieren afiliados, quieren militantes. Y que portemos banderolas, ¿hay algo más triste que esa masa aborregada en los mítines que a la voz de ya agitan banderas? Bueno, hay algo igual de triste: esa masa aborregada que a la voz de ya aplaude en un plató de televisión. En eso buscan que termine el movimiento obrero.

Queda un tercer elemento: los diputados. Estos forman parte de la propia organización interna del partido. ¿Ha habido algún voto en contra de la Reforma Laboral? ¿Alguien dirá algo contra el autodenominado pacto social? No. ¿Por qué? Porque de pronto todos, pero todos, han descubierto que hasta ahora estaban equivocados. Es más, han descubierto que el programa electoral por el que cobran su más que elevado sueldo, en vistas a no pensar y solo pulsar un botón –cosa que harían gratis las palomas del conductista Skinner-, era erróneo. Pero ni uno tras esta dura realidad ha dimitido. Es tan dura la vocación de servicio.

Y hay, por último, un cuarto elemento. Todas estas reformas, hablemos claro, han sido impuestas desde la estructura menos democrática posible: la Unión Europea. No se trata solo de que el Parlamento Europeo solo sirva como refugio dorado –estoy por presentarme aunque no me gusten las coles- sino de que toda la política económica europea ha adquirido una realidad ajena a los ciudadanos que ni la eligen ni la votan ni la pueden reelegir o no. Sin embargo, gobierna y dicta la política económica de los países –cuando menos, de los protectorados-.

Somos conscientes de que la idea de un contrato social como origen legítimo del estado nunca fue real. Pero también presentimos que nos alejamos de ella. La ciudadanía no puede reducirse a votar cada cuatro años a unas instituciones cuya finalidad, precisamente, es la negación de esa ciudadanía. Alguien debería comenzar a cuestionar el pacto no para rechazarlo sino para hacerlo real. Porque detrás de la destrucción del pacto, o ya delante, está la destrucción de estado social del bienestar. Y de la democracia.


jueves, febrero 17, 2011

PROFESORES PARA UNA PEDAGOGÍA REAL

Muchos profesores estamos hartos de que gente que no da clase ni en Bachillerato ni en la ESO, sino en la universidad o trabaja desde un despacho, nos explique cómo deberíamos ejercer la docencia.

Frente a eso, la Asociación de Profesores de Filosofía de Madrid, a la que pertenezco, y el Colegio de Licenciados hemos pensado realizar unas jornadas pedagógicas sobre la docencia de la Filosofía. Pretendemos que el protagonismo no esté en aquellos que viven en un mundo aparte de la realidad educativa, sino precisamente en los que cada día nos enfrentamos a un aula con treinta, o más, adolescentes a los que, por cierto como yo cuando tenía su edad, les importa a priori más bien poco lo que explicamos.

La idea es simple. Cada profesor que se apunte como ponente contará lo que hace realmente
para dar la clase,
mantener la disciplina necesaria,
hacer actividades,
o examinar y poner notas,
y los asistentes luego podremos incorporar sus ideas a nuestra práctica, acaso solo una parte de las mismas o pensar, libremente, que eso no nos servirá.
Es en fin, pedagogía real.

Por eso, si alguien lee esto y está intersado en participar, por favor que escriba un correo electrónico a apfm@profesoresfilosofia.es o bien que ponga aquí mismo un comentario y nos pondremos en contacto con él para explicarle más detenidamente el proyecto.

Es verdad que los profesores debemos reflexionar sobre pedagogía real. Es verdad, también, que tenemos que empezar a trabajar en ello. Esto pretende ser una oportunidad.

martes, febrero 15, 2011

ECONOMÍA, IDEOLOGÍA Y CAMBIO SOCIAL

Las recientes rebeliones ciudadanas en el norte de África han generado un interesante debate. La idea de ciertos autores viene a ser que la religión musulmana es incompatible con la democracia, nunca dicen nada de la católica por ejemplo, y por tanto, piensa la derecha, todo esto acabará en una dictadura islamista. Esta idea delata una idea doble. Por un lado, una miseria moral y, por otro, una teoría sociológica sobre el cambio social. Ambas merecen ser analizadas.

Empecemos por la miseria moral. La mayoría de las reflexiones, y ahí está lo grave en que no son producto de la espontaneidad, se han preocupado más del orden en eso que se llama occidente que de la libertad de las personas que vivían bajo dictaduras. La idea era así simple: una posible dictadura islamista no nos –es importante como usaban la primera persona del plural- interesa. La primera persona del plural: es ingenuo pensar que la existencia de los ciudadanos occidentales –admitamos la palabra- no comparta intereses con sus oligarquías, pero lo es también que sus intereses se identifiquen plenamente con los de la oligarquía. Por supuesto, la oligarquía occidental –y, por cierto, no solo la occidental- estaba interesada en mantener las dictaduras norteafricanas, pero si era así no lo era por temor al islamismo como ideología terrible negadora de derechos –volvemos a decirlo, miren a Arabia- sino por temor a la pérdida del negocio de los combustibles fósiles o a tener que renegociarlos. Así, lo que subyacía al mensaje era que lo importante no eran los habitantes de aquel país, sino los intereses de la oligarquía occidental –y en la parte proporcional, los nuestros-. Una dictadura era, de esta forma, buena o mala por su servidumbre a occidente y no por la situación en que tenía a sus súbditos. Es la auténtica objetivización de las personas y su reducción a barriles de petróleo o metros cúbicos de gas –por cierto, ¿va a seguir subiendo? Pues entonces menos libertad a esa gente-.

La teoría sociológica es más especulativa y está implícita. Viene a decir que son los elementos ideológicos los que marcan el destino de los pueblos. Por eso, se señala, un país de religión musulmana no podrá ser una democracia pues el elemento ideológico (en este caso, su religión) se lo impide. Ante esto cabe analizarlo de dos modos.
El primero sería ver si es cierto que el Islam es incompatible con la democracia. Para nosotros esto es cierto pero por una razón más general: toda religión es incompatible en sí misma con la democracia (y no porque la religión no admita el relativismo moral sino porque le es imposible admitir la idea de sujeto). Pero ahora eso no lo vamos a desarrollar –esta vez se han librado- sino que nos interesa el otro análisis: negar la mayor. Efectivamente, si se niega que los elementos ideológicos sean prioritarios se tendría que admitir que cualquier país, independientemente de su cultura, puede ser una democracia. ¿Independientemente? No tan fácil.

Vamos a nuestra tesis. Lo fundamental en la cuestión democrática no es la cultura antropológica sino la condición socioeconómica de un país. Efectivamente, la democracia implica una serie de condiciones socioeconómicas que permitan su desarrollo y si no se dan no puede haber democracia. Iremos por partes, pero antes una observación. Todo lo que viene no se puede aplicar a la realidad de las sociedades avanzadas en el Capitalismo sino solo a su origen histórico y a los países que siempre se han llamado “en vías de desarrollo”.

Las condiciones socioeconómicas para llegar a una democracia son, al menos, las siguientes.

Primero, un tejido social en el cual haya fuerzas contradictorias con suficiente poder para resultar peligrosas unas a otras. Es decir, la democracia solo es posible cuando hay fuerzas divergentes igualadas que necesitan llegar a un pacto para no perder lo que tienen y, a la vez, conseguir más. La burguesía enfrentada a la aristocracia, en el esquema clásico europeo de las revoluciones, implicaba dos clases con poder que no querían perder lo ya ganado y al tiempo aspiraban a más. Por eso cabía el pacto –Inglaterra o Alemania- o la revolución –Francia-. ¿Se da esto en el Norte de África? En un artículo anterior señalábamos que era curioso que las revueltas no hubieran sido en el África subsahariana. Podía ser curioso, pero era un hecho sencillo. Cuando la pobreza alcanza un extremo podrá haber una inmensa masa de desposeídos, de hecho la hay, pero no hay condiciones de pacto posible porque esa masa no tiene poder social. Así, la primera condición es que el desarrollo socioeconómico genere una estructura social donde haya grupos sociales, o clases sin entenderlo necesariamente en sentido marxista clásico, que tengan poder social y necesidad de cambiar algo para lograr desarrollarse.

Por ello, es necesario, en segundo lugar, que esa economía vaya más allá de la subsistencia. Una economía de subsistencia genera una idea de presente continuo en las personas pues los sujetos solo tienen como expectativa mantener su status quo al no haber posibilidad social de ascenso. Sin embargo, una economía de crecimiento genera la posibilidad de medrar, que queda abierta a la conciencia del individuo. Por eso, el desarrollo económico genera condiciones de democracia pues da la idea del ascenso social.

Y a esto se une la tercera característica. Si existe un grupo social poderoso capaz de pactar por el poder y que a su vez tiene la expectativa de mejora social solo puede ser satisfecho o por un sistema corrupto de clientelismo o por una democracia. Pero el sistema corrupto de influencias, como en los países del Norte de África o en la antigua Europa del Este, tiene un problema en el escaso número de posibilidades que permite. Por eso, es mejor la democracia.

Pero entonces, ¿todo esto es un mecanicismo? ¿Significa que la historia está escrita? Ni mucho menos, pero sí que la democracia necesita condiciones socioeconómicas para existir. Y que estas son la condición necesaria, y no otras ideológicas, de la democracia. La religión musulmana es sin duda un impedimento para la democracia, como en su día –revisen sus libros de historia- lo fue la cristiana, pero no implica una imposibilidad: los musulmanes mitigarán su rigorismo -¿no prohibía el cristianismo la usura?- en aras del desarrollo económico. Sin embargo, también hay que señalar, que el hecho de que un país cumpla las condiciones descritas socioeconómicas no implica necesariamente, y por eso no es un mecanicismo, que se realice un cambio. Para ello es necesario, también, un proceso de maduración ideológica en el que esa clase emergente sienta la necesidad de cambiar el orden, de la dictadura a la democracia, para lograr sus aspiraciones. Y ahí, en la actualidad como antes lo fue la imprenta, Internet tiene un papel fundamental, tampoco único, porque enseña en las pantallas del ordenador una expectativa real. Tan real es esta posibilidad que las grandes dictaduras, como China, vigilan su uso y lo restringen.

¿Acabará la revuelta en democracia? Todos esperamos que sí. Pero lo esperamos precisamente porque la historia no está escrita. Ni en las estrellas -¿se han fijado que siempre se puede citar a Shakespeare? ¿Se han fijado que pedante queda?- ni en las suras de el Corán.


viernes, febrero 11, 2011

¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!! (caso Contador)

Zapatero, sin duda el presidente con más fervor patrio de toda la demoracia, ha dicho todo ufano que no hay razón jurídica (sic) para imponer un castigo al ciclista español Contador. No voy a contar el caso Contador –aquí lo tienen en versión patria, ni una duda sobre la version del ciclista-. Sólo resaltar que el ciclista mantiene su inocencia diciendo que se comió un filete de carne contaminada. Como todo el mundo sabe, cuando uno se está jugando el Tour el equipo compra carne en cualquier carnicería que encuentre y, además, como la carne era jugosa –como suele pasar con el solomillo- y para no tirarla –mi abuela cuando me dejaba algo en el plato siempre me decía que pensara en los niños de África- pues vueleves a repetir. Es algo normal y que en el deporte de élite pasa todo los días. Un español nunca se dopa.


Lo interesante del caso no es eso. Lo interesante es que los mismos que han insinuado durante años que Armstrong, ciclista estadounidense, se dopa sin prueba alguna, porque sin duda los estadounidenses sí se dopan, defienden que Contador no se ha dopado. ¿Por qué? Repito: porque un español no se dopa.


Yo tengo una opinión, no una seguridad. Pero de lo que sí estoy seguro es que la nacionalidad no puede ser ni un argumento a favor del caso ni uno en contra. Soy raro. Tal vez, antipatriota. Bueno, tal vez no.


Y se me olvidaba que la española cuando besa es que besa de verdad y a ninguna, pero a ninguna, le interesa besar por frivolidad. Faltaría más: ¡son españolas!


martes, febrero 08, 2011

VIDA INTERIOR/73: ACOGIENDO

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.


La reina Rania (no es un juego de palabras) ha sido criticada por las tribus jordanas (no es un broma). Es política internacional (y esto es una descripción, no un chiste).


Ante este hecho, solo puedo decir una cosa:

¡¡¡¡¡Vente pa´España reina!!!!!


Por cierto, en la foto, la reina es la que lleva la falda corta.


lunes, febrero 07, 2011

EL LADRÓN NO SOLO ESTÁ EN BAGDAD

Hay una diferencia no pequeña entre analizar algo y que algo a uno le llame la atención. El analizar implica pretender explicar un fenómeno de una forma exhaustiva. Cuando uno reconoce que algo le llama la atención quiere decir que no es capaz de explicar cada detalle del tema aunque le resulte llamativo algo en concreto o en general. Los tertulianos, por ejemplo, nunca señalan su perplejidad ante un hecho sino siempre su convicción: es lo bueno de ser periodista, que uno sabe de todo. Periodismo, por ello, debe ser una carrera universitaria extraordinariamente difícil.

Lo primero que llama la atención es la ausencia significativa de elementos islamistas en las revueltas. Ni son causantes ni han tomado la dirección –al menos por ahora-. Incluso en Egipto, donde la organización de los llamados Hermanos Musulmanes tienen una organización fuerte, el núcleo islamista se ha mostrado alejado de la revuelta. Es decir, frente a aquellos que habían generado, y siguen generando, una dualidad exclusiva para estos países entre o dictadura o islamismo ha aparecido un tejido social que va contra la primera sin pretender lo segundo. Se trata, así, de una revuelta cuya pretensión es un régimen democrático y una mejora social y económica. Parece poco pero es mucho. Y gratificante.

Un segundo aspecto. Es una revuelta democrática y social que sin embargo desde occidente es vista con resquemor, especialmente por círculos periodísticos de derecha. Efectivamente las dictaduras de estos países han sido apoyadas con la falacia del freno al islamismo. La traición era doble. Primero, porque la traducción era que esta gente no importaban como individuos pues su existencia era subsidiaria de los intereses occidentales que permitían dictaduras por control petrolífero –generando así, por cierto, argumentos para los islamistas-. Segundo, porque los islamistas claro que ya estaban ahí gobernando como se ve, por ejemplo, en Arabia Saudí. Así, la opción occidental ha sido el recelo: al fin y al cabo las dictaduras no eran buenos gobiernos para los ciudadanos de estos países pero eran excelentes para los intereses económicos occidentales.
Pero incluso en esto ha habido una sutil, y curiosa, diferencia. Mientras que Europa ha callado estrepitosamente -obsérvese la arriesgada imagen- EEUU ha actuado con rapidez dando la impresión de apoyar la revuelta. Parece que la diplomacia estadounidense algo ha aprendido del desastre de Irak con la administración Bush mientras Europa se anquilosa.

Pero hay algún otro aspecto curioso. El fracaso absoluto del multiculturalismo. Lo que quieren los rebeldes no es una adaptación de la democracia a la tradición árabe, eso ya lo tienen y se llama dictadura, sino una democracia occidental. Así, el ñoño ideal falsamente izquierdista, y que en realidad procede del dominio colonial, según el cual las condiciones culturales implican un límite a la extensión de los derechos humanos resulta desmontada por el propio deseo de querer ser occidental y mejorar su nivel de vida. Es el intento de emancipación individual que supera la totalitaria teoría que sitúa a los sujetos como esclavos de las tradiciones culturales. Es algo, en definitiva, que se debe tener en cuenta cuando en Hispanoamérica tanto cuenta esa ñoñería turística del indigenismo y tanta sonrisa boba despierta entre la autoproclamada izquierda.

Y aún hay otra cosa, a un nivel muy interesante, como es el empleo de internet en la protesta. Ese mismo día uno de esos gurús que confunden sin matices forma y fondo, o sea, algo demasiado simple, señalaba como internet, así tal cual, conducía a la desaparicion del pensamiento reflexivo -como todo el mundo sabe, esto aparte, el mundo anterior a internet era profundamente reflexivo, pero una barbaridad oiga-. Sin embargo, las revueltas han comenzado por internet y no es la primera vez. Internet no es, evidentemente, la panacea de la libertad, pero tampoco, por supuesto, su negación absoluta. Las armas de fuego habrán servido, sin duda, para la opresión pero al tiempo igualaron en el campo de batalla al caballero aristocrático medieval con el infante plebeyo a pie. Es ingenua la creencia en un absoluto optimismo tecnológico, es reaccionario su contrario.

Por último, ya acabo, hay otro motivo de asombro. Las revueltas han sido en el norte de África y no en el África subsahariana. Surge una cuestión: ¿por qué? ¿Acaso no hay peores condiciones en el África subsahariana? Un grupo social solo se rebela cuando tiene expectativas reales de mejorar sus condiciones de existencia. En el norte de África hay una clase media que tiene esas expectativas, en el África subsahariana no existe con suficiente sensación, ni realidad, de poder. Por eso, el contenido ideológico en cualquier rechazo social es fundamental. La gente no se rebela cuando tiene hambre, sino cuando piensa que puede comer y no lo hace. No es la pobreza la causa revolucionaria sino la expectativa factible y socialmente compartida por un grupo de poder mejorar sus condicones sociales –por cierto, esto es puro marxismo de Marx-. Así, en los países en desarrollo, por usar esta expresión, la clave de la izquierda no está en el populismo de la llamada a los desheredados sino en la realidad de los sectores sociales que tienen expectativas de prosperar y para hacerlo deben constituir un nuevo orden.

Hay una pregunta que siempre es tachada de tramposa, pero no lo es: ¿preferiría usted vivir en X o en un país occidental? La respuesta es clara: en un país occidental. Y quien se niega a responder es porque también conoce su propia contestación. No sé cómo terminarán las revueltas. Espero, lógicamente, que con un triunfo de la democracia de tipo occidental – ya les digo, no reconozco otra-. Por supuesto, esto no quiere decir que el desarrollo de la sociedad occidental sea maravilloso, pero sí quiere decir, sin duda, que cualquier egipcio o tunecino o yemení o marroquí –se lo aseguro señora Jiménez- quiere ser uno de los nuestros. Excepto sus gobiernos y los islamistas. Y, también es verdad, los gobiernos y la oligarquía occidental.