lunes, abril 30, 2007

domingo, abril 29, 2007

LA NUEVA TELEVISIÓN PÚBLICA O EXTENDIENDO LA ILUSTRACIÓN

Había perdido Redes. Estaba programado, tras varios cambios de día, para grabarse los lunes a eso de las 00:30 y nada. No parecía. Miraba otros días y tampoco. Tal vez fuera despreocupación propia. Para encontrar un programa divulgativo uno tiene que preocuparse en buscarlo.

Hoy ha nacido una niña. Bueno, han nacido muchas. Y, como diría un político en campaña, niños. Suele pasar. Cada día nacen varias personas y mueren más. Hay una sección en los periódicos, al menos en el que yo compro, en que aparecen los muertos de ayer, cualquier día fue ayer, en Madrid. Allí apareció mi padre, allí apareceré yo. Sin embargo esta niña, la pobre, ya ha aparecido en la prensa. Es lo bueno del cruce. Y la televisión pública le ha dedicado a ella, pobre, y a su madre y a su padre un reportaje. Aún no sé qué han hecho aunque espero conocerlo. Pero me he encontrado el programa en horario de máxima audiencia.

Para seguir un programa cultural hay que buscarlo. Y perseverar. Así que he ido a internet y busqué Redes. Ponía que lo echaban los domingos a las 03:00. Esta vez es el lunes a las 02:00 de la madrugada. Luego ponen una película de Truffaut. A mí Truffaut nunca me volvió loco, así que no me quedaré hasta las 05:00 para verla.

GARZÓN, EL PSOE Y EL DESMARQUE

La portada de hoy de El País es muy interesante. En ella se da, por primera vez, el desmarque del periódico sobre la política oficial del autodenominado Proceso de Paz, o sea: la permanente concesión a ETA y sus satélites para ganar elecciones.
Aquí solo ponemos una imagen en miniatura, para que se vea que es real, pero les recomiendo visitarla.

Pone:

1.- TITULAR: Garzón rechaza suspender a ANV al no hallar vinculación con ETA
2.- PRIMER SUBTÍTULO: El magistrado afirma que “no existe el más mínimo indicio” de pertenencia.
3.- SEGUNDO SUBTÍTULO (y este es el interesante en relación con los otros dos): Batasuna utiliza ANV para lanzar la mayor movilización electoral de su historia.

O sea, que el periódico reconoce lo que Garzón, debe ser el único junto con Zapatero y su gobierno y su independiente partido, niega. Y dice así lo que vemos todos. La cosa se pone interesante.

jueves, abril 26, 2007

EL TIEMPO ES ORO

Casi lo vamos a convertir en sección. Algo como las preguntas del millón.

Veamos, si la razón para que el etarra De Juana saliera en un coche particular del hospital, y no en ambulancia, fue para ahorrar dinero, ¿no podría haber llamado la ministra Trujillo a la novia de De Juana para que la llevara a Valencia?

Yo, lo digo por ahorrar.

miércoles, abril 25, 2007

¿SER CRISTIANO (o, tal vez, religioso?)/5

El tema de Dios se puede tratar de varias maneras: su importancia histórica, su papel social, su carácter filosófico… Todas ellas parecen interesantes. Pero creemos que al intentar responder a la pregunta planteada y dar nuestra respuesta ya estamos optando por un determinado aspecto. Nuestra pregunta no pretende responder al papel jugado por la creencia de Dios en la humanidad sino, ahí está lo fuerte de la apuesta, a la propia creencia: responder a la pregunta sobre si Dios existe.

El problema de Dios se puede desarrollar en dos frentes básicos que su vez, el primero de ellos, se dividirá en dos: por un lado, hay un problema, digamos metafísico, en el que Dios sería el fundamento último de la realidad (ontológico) o de la moralidad (ético); en un segundo plano, el personal, Dios representaría el deseo de trascendencia y la mística sería su lugar de encuentro. Así, en esta segunda parte, Dios seria el anhelo de totalidad.

La idea de Dios como fundamentación ontológica es, en realidad ajena a la religión y procede de la Filosofía, más concretamente, y para ser exactos, de Aristóteles. Podemos definir fundamento ontológico como aquella realidad en la cual se pararía la cadenas de preguntas sobre la realidad al dar una explicación última y presentarse ella misma como principio primero. Era, precisamente, lo que buscaba Aristóteles sobre el movimiento. Efectivamente, como según el aristotelismo lo natural era el reposo, tal y como manda el sentido común, entonces no se podía entender cómo había empezado el movimiento pues su origen no podía ser natural. Así, surge el concepto del fundamento último de la realidad en un doble sentido: por un lado, el fundamento último implica una realidad racional, es decir, se aplica por el problema de la causalidad y se niega un hecho mítico; por otro, y muy importante, el fundamento último es un retroceso en el tiempo, funciona hacia atrás, estando situado al principio. Este concepto es una clave de toda la historia de la filosofía y es la clave de, al menos en Filosofía, la idea de Dios. No se trata por tanto de una idea religiosa, un padre para criaturas, sino de una necesidad racional: una explicación última.

En su fundamento ético, Dios sería la respuesta ya no a la realidad sino a la moral: ¿por qué algo está bien o mal? Dios sería así quién respondiera a esta pregunta o bien porque sería la causa, él lo decide, o bien porque él lo descubre a la humanidad y su doctrina revelada sería la revelación del bien.

Por último, en el terreno personal, la fe y la trascendencia, Dios daría la garantía de la vida eterna. Así, el deseo de no morir, lógicamente emparejado con la conciencia de la muerte, sería respondido con la existencia de un ser superior que garantizaría la vida eterna. Dios sería la garantía de la vida eterna.

¿Creemos en Dios? No. Pero la función, si la hay, de esta serie no es por nuestra parte, pues está abierta como ya ha estado antes, mostrar una creencia sino demostrar un hecho: Dios no existe y si existiera, cosa improbable, no merece el más mínimo aprecio por nuestra parte. Y a ello nos ponemos desde ahora y analizando las partes descritas.

Ustedes son libres, como siempre, de seguirnos o no.

jueves, abril 19, 2007

DARFUR

Por si no lo saben, esto es Darfur. Y está lleno de negros pobres.

Como ya hemos dicho, Darfur está lleno de negros pobres y que encima no juegan, ¿se lo pueden creer?, al baloncesto. Así que la administración Bush siempre pendiente de liberar países, pero no aquellos con negros pobres, no ha intervenido para hacer, ¿cómo era?, el mundo un poco más libre. Y eso que el congreso americano lo da definido como un genocidio, pero no tanto, pequeñito o así, como para intervenir pues seguramente, aunque nunca se sabe, no habrá armas de destrucción masivas. Morirán de otra cosa.

Lo peor de Darfur deben ser, sin duda, esos habitantes negros, ¿lo he dicho ya?, y pobres, si es que me repito. Así que la Unión Europea, créanselo: ni tan siquiera Francia que tanto gusto tiene de mandar paracaidistas a África, ha intervenido. A pesar de que eso,¿cómo era?, sería luchar por la libertad. Pero Europa es un parque recreativo y los negros pobres no tienen entrada. Ni abono.

Darfur es aburrido. Imaginen un montón de negros sin saber cantar blues o, pongámonos actuales, hip-hop -¿se dice así?- o descubramos, casi peor, que son negros que no saben bailar: resulta increíble, resultan culpables. Así que nuestros parlamentarios no han hecho ni un minuto de silencio por ellos. Y ese día se libraron de ir como tantos otros: no se lo merecían los negros. Ni los pobres. Mira que no llevar el jazz en su sangre…

¿Y yo? No tenía otra cosa que escribir y si uno quiere que su blog tenga algún éxito debe, dicen los manuales, renovarlo con frecuencia. Y aquí estaba con mi copa de después de cenar y sin nada que decir hasta que caí en ello: ¡hombre, pues Darfur!

domingo, abril 15, 2007

ACALLAR AL DISIDENTE

Lleva tiempo una parte de la derecha -exactamente la comprendida por el PSOE, el nacionalismo y la insustancial IU- cumpliendo una política que consiste en acallar la disidencia. Ejemplos varios, que pasan desde la reciente eliminación de las columnas de Hermann Tertsch en El País –sin que por cierto ninguno de sus columnistas bien pagados y luchadores por la libertad haya dicho nada-, la patada en los testículos propinada a un miembro del Foro de Ermua, la polémica por parte de los que siempre están callados sobre el mismo Foro de Ermua y si puede usar o no ese nombre, o los sucesivos acuerdos para arrinconar a la otra derecha, el PP, dan una idea de la situación. Al fin y al cabo, el poder no gusta del que piensa diferente.
Ahora bien, ¿por qué gente aparentemente democrática está dispuesta, entre bromas claro como Almudena Grandes, a acallar como sea al adversario?

Pues lo primero que cabría tal vez pensar es que no sean muy democráticos. Desde luego la mayoría de su tradición política no lo ha sido. Al fin y al cabo cualquiera que sepa algo de la historia de los movimientos de izquierdas verá que el respeto a la libertad de expresión no figura entre sus virtudes. Ya callaron ante Stalin poniendo luego la excusa que harían célebre los alemanes: ellos no sabían, ¿no sabían?, nada. Y también ocurrió en la República -recientemente se publicó un libro, La prensa en la Segunda República, de Justino Sinova, en la que se decía de una forma bastante explícita que esa imagen que se pretende dar en la actualidad de la República era, cuando menos y al igual que el propio Mark Twain señaló sobre la noticia de su muerte, algo exagerada-.

Así, la idea esa que se presenta en el marketing político, como por cierto esa idea que ahora está surgiendo de un liberalismo político amante de la libertad individual y luchador por ella y cuyo exponente será esa nefasta etapa de la Restauración, es falsa.

Pero, no acaban ahí las cosas. Anclados en esa falsificación histórica perenne, la autoproclamada izquierda siempre ha mostrado una especie de soberbia moral basada en una idea preconcebida: se es de izquierdas por ideales, se es de derechas por interés. Y, tirando del hilo de esa idea y aquí viene lo más falso, se hace un método de análisis distinto para unos y otros. Mientras que cualquier acción de la derecha es analizada de acuerdo a un proceso, correcto por cierto, de maquiavelismo donde la clave está en el interés, y generalmente el interés económico –un criterio objetivo-, la acción de la izquierda es analizada con espíritu ñoño, donde se parte del supuesto, repugnante moral y políticamente, de la confianza en el dirigente y su palabra por tener moral y ser, como en la mafia, uno de los nuestros –un criterio subjetivo-. Así, parece que ser de izquierdas es mejor, per se, que ser de derechas. Y lo repugnante de esto es, precisamente, ese a priori. El mero hecho de ser, o mejor dicho: de autoproclamarse, de izquierdas genera una especie de halo de santidad y, con él, de imagen de autoritas moral y político. De esta manera, y paradójicamente, un principio básico del progresismo, la crítica a la autoritas, desaparece de la propia izquierda encantada de haberse conocido. Pero, hay algo más. Esta autoridad se enmarca además dentro de la criticable división social del trabajo surgiendo así la figura del intelectual profesional. Mientras, la izquierda critica y ridiculiza la existencia de los think tank conservadores cuando ha sido ella la que en su tradición los ha creado. Y además surge el agravante de la formación de una clase social de pensadores profesionales críticos, los intelectuales, cuya mera existencia garantiza su discurso. No se trata por tanto de analizar sus ideas, unas válidas y otras no tanto, sino de determinar que su propia presencia les da la razón a ellos y a sus opiniones por ser intelectuales. Así, la división social del trabajo, es decir: la estructura en la cual la relación social determina la forma de vida, se perpetúa al tiempo que el criterio de autoridad. Se junta, así, una tradición de censura y silencio con la presencia de una élite social que impone las ideas como un think tank conservador. Algo bastante distinto al sapere aude de la Ilustración.


¿Pero cuál es la consecuencia última de esto? Pues dos hechos: la subjetivización del análisis político y la hegemonización social. El análisis político acaba siendo una reflexión no sobre realidades objetivas sino sobre principios ideológicos subjetivos. El discurso se parece cada vez más a los valores subjetivos propios del cristianismo, la caridad, que a los objetivos progresistas relacionados con la justicia. Se da, de esta forma, un cambio en el discurso: solidaridad por justicia social; bienestar por emancipación; ocio por ilustración. Y al acercar el ideal a condiciones subjetivas se hace inmune a las críticas pues estas palabras fetiches no pueden ser discutidas ya que ¿quién podrá decir que ve mal el amor al bien o la mejora social de los humildes? Así, de mano de un discurso moral en realidad insustancial -un a priori de buenas palabras vacías de contenido real y político como se ve, por ejemplo, en la política exterior- surge un discurso que al carecer de significado no admite réplica. La ausencia de contenidos escondida en palabras asumibles por todos –proceso de paz, por ejemplo- lleva a la hegemonización social: el dominio social por la inexistencia de una posible crítica. Surge la desaparición del espectro político, ya no hay contenidos propios de las diversas tendencias políticas, y cualquier crítica puede ser presentada como pensamiento único de la derecha, que nadie sabe definir. Se genera así un lenguaje autoreferencial, sin contenido real pero cargado de contenido ideológico en cuanto a ser falsa conciencia. Quien use ese lenguaje será de izquierdas, quien utilice otro distinto, intente ir más allá o lo desenmascare será de derechas. Dará igual el contenido, el cual no hay que explicar, sino que el mero asentimiento con la fórmula lingüística del poder será la garantía de la aceptación social. Así, la forma social democrática básica, la discusión sobre contenidos, se cierra situando a priori a los elegidos en un bando o en otro.


Y ahora viene lo triste. Usted pensará que soy del PP o, al menos, un liberal. Que formo parte, en fin, de la derecha. Resulta, triste, que soy marxista (vamos, kantiano del siglo XXI) y no formo parte de la derecha política. Pero usted contraatacará diciendo que le hago el juego a la derecha. Y si yo, admita usted el juego, le preguntara por qué usted no explicará nada. Y pensará, autosatisfecho, que no tiene nada que explicar. La hegemonización funciona. Y yo debería callarme.

miércoles, abril 11, 2007

¿SER CRISTIANO (o, tal vez, religioso)?/4

Doña Amanda Blanco Parra, de acuerdo a nuestro público requerimiento, ha tenido la gentileza de enviarnos su artículo sobre la causa, en este caso, que le lleva a ser cristiana. Como no tiene, esperemos que sea momentáneo y pronto podamos disfrutar de él, blog propio, prestamos nuestro espacio a su publicación así como nuestra sección de comentarios.

La pregunta que nos plantea Don E.P. “¿por qué debemos o no ser cristianos?” plantea un grave problema a resolver al llevar implícita la idea de obligación.
La decisión de ser cristiano, que en este caso es la postura que yo defiendo, sólo podría llegar a plantearse como un deber si fuera posible demostrar aquí, de forma irrefutable, la existencia del Dios de la Biblia y la de Jesús de Nazaret como su Hijo Unigénito. Ya que eso es algo que yo, hoy por hoy, no puedo demostrar empíricamente, me abstendré de hacer juicios de valor al respecto de la obligación de adoptar o no dicha creencia, algo que, por no ser racionalmente demostrable, deberá permanecer en el ámbito de lo privado.
Sin embargo, creo que, aún hoy en día, podemos encontrar razones, argumentos racionalmente aceptables, que nos lleven a considerar el ser cristiano como una buena opción.
Cuando hablamos de cristianismo, resulta difícil desprender el concepto de toda una lista de dogmas, ritos y liturgias recargadas que deben ser aceptadas como verdaderas para ser oficialmente reconocidos como cristianos, algo que de forma inevitable requiere de un ejercicio de fe crédula e incondicional que no todo el mundo posee. Es por eso, que no puedo defender el cristianismo sin aligerarlo primero de todo aquello que es, en última instancia, un acto de fe, una experiencia personal difícilmente transportable al mundo de aquellas verdades sobre las que es posible argumentar.
Así, tras despojar al cristianismo de todo aquello que lo convierte en religión, de siglos de transformaciones dogmáticas y discusiones teológicas, lo que me queda es lo que yo considero su esencia, la enseñanza de Jesús, de aquel judío que predicó el amor al prójimo y la búsqueda de la justicia, de quien fue capaz de ver más allá de un puñado de normas y tradiciones y anteponer a ellas el amor y la compasión. En el evangelio según San Lucas se lee lo que sigue:

“Como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman ¿qué mérito tenéis? (…) Y si hacéis bien a los que os hacen bien ¿qué mérito tenéis?(…) Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir ¿qué mérito tenéis? (…). Amad pues a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada”

Luc.6:31-35

Entiendo por ser cristiano el ser seguidor de Cristo. ¿Por qué creo que hay razones para ser cristianos aún hoy en día? Porque creo que si todos siguiéramos su enseñanza, si la hiciéramos nuestra y la lleváramos realmente a cabo, si siguiésemos su ejemplo y pudiésemos ser cada día un poco más como Él, si pudiésemos renunciar a nosotros mismos para enfocarnos primero en los otros y buscásemos la justicia y el amor por encima de todo, si todos lo hiciéramos, entonces quizá sí, el Mundo podría llegar a ser un lugar mejor.

lunes, abril 09, 2007

miércoles, abril 04, 2007

DEFENDIENDO DICTADURAS

Del ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes a la vigilancia del Gran Hermano.
Unos son las élites de un régimen corrupto y dictatorial marxista-leninista, pobre Marx metido tan injustamente en esta basura, al que la autoproclamada izquierda, como hizo antes con la URSS y las dictaduras comunistas pero para eso no habrá memoria histórica, le ha estado riendo y le ríe aún las gracias: las violaciones permanentes a los derechos humanos.
Otros, defienden los intereses de los empresarios turísticos españoles, dedicados a convertir, con la ayuda del propio gobierno cubano, paradojas de la historia, a Cuba en lo que ya era: un inmenso burdel, pero ahora para la clase turística.
Entre medias, la imagen icónica del Gran Hermano, siempre presente en cualquier camiseta de pijo revolucionario o banderita guay de manifa por la paz.

lunes, abril 02, 2007

GUANTÁNAMO: DEMOCRACIA Y VERGÜENZA

Se habrá leído en los periódicos. Un tribunal, por llamarlo de alguna manera, de Guantánamo, donde los presos no tienen derechos y no rige ni la democracia ni la cavilación ha sido condenado, tras torturas, a siete años de cárcel. ¿Son los autodenominados juicios de Guantánamo admisibles en democracia? Respuesta tajante y sencilla: no. De hecho, un gobierno, que no un país, que los permite no es demócrata. Guantánamo no es más que un campo de internamiento ilegal, inmoral y antidemocrático característico de un gobierno dictatorial. Cercano a Cuba no sólo geográfica sino políticamente. Pero, cabe como siempre la pregunta, ¿por qué Guantámano es inmoral y antidemocrático?
En primer lugar en democracia hay una diferencia entre estado y gobierno. El estado es la estructura política, administrativa y judicial que se instituye como guardián y garantía de la libertad. Sin embargo, el gobierno es sólo el administrador, durante un periodo legislativo, de dicha garantía. Cuando el gobierno Bush ha decidido convertirse en estado, es decir en dador y negador de derechos fundamentales y eso explica el hecho de alejar el campo de internamiento de Guantánamo de los propios EEUU, ha roto la primera regla de la democracia. Y ha decidido convertirse en estado al instaurar un régimen penal excepcional para ciertos individuos alejado del régimen penal colectivo. Así, los secuestrados en Guantánamo carecen de derechos porque el gobierno ya no es tal, pues entonces no podría negar los derechos fundamentales de los secuestrados al estar estos por encima de él, sino estado. Y cuando el gobierno y el estado se confunden hay dictadura.
En segundo lugar, porque una clave de la democracia es la desconfianza del ciudadano. La democracia pretende, frente a otras formas de gobierno, ser racional y la racionalidad es cuestionarse. Por eso en democracia hay una desconfianza institucionalizada hacia el poder. Y esta desconfianza se da en un doble sentido: por un lado, la división de poderes que pretende que, por no fiarnos de ellos, ningún poder sea absoluto sino que unos se recorten unos con otros.; por otro, los derechos ciudadanos, que implican precisamente que hay hechos principios absolutos ajenos a la intervención de esos mismos poderes y el principal son los derechos individuales y no el derecho de los poderes. Así, la democracia necesita, para ser tal, que el poder esté permanentemente puesto en entredicho. El demócrata no deja su confianza ciega en el poder y por eso exige las elecciones en cuatro años. Guantánamo no es, sino, la negación de esa misma desconfianza, es decir, la negación de la democracia. En Guantánamo el gobierno americano ha decidido pedir a sus ciudadanos una confianza ciega para hacer y deshacer a su antojo, en pro de la autodenominada por el mismo gobierno seguridad nacional, la libertad. Y para defender la libertad la suprime al tiempo que clama contra quien se opone tildándolo de desleal y antiamericano. Al fin y al cabo, el gobierno Bush, volviendo al primer punto, busca generarse como estado: garantía, y por lo tanto dador o negador, especialmente claro lo segundo, de libertad. Y quien no esté de acuerdo es antiamericano y desleal. Pero así, el gobierno americano solo demuestra su totalitarismo. Demasiada bandera en la solapa resulta sospechosa cuando esa bandera o defiende aquello que siempre significó, sino la dictadura. Frete a ello, la obligación de un ciudadano demócrata es desconfiar de todo: llevar adelante, en definitiva, su pensamiento crítico.
Pero, hay una tercera cuestión. La democracia exige conocimiento. Nada hay tan antidemocrático como la existencia de los autodenominados secretos oficiales. Resulta indudable que estos existen, y de hecho son una garantía democrática su existencia conocida, pero al tiempo que debe haber una ley muy precisa sobre ellos. Y, especialmente, debe quedar claro que nunca un dirigente debe basarse en secretos para actuar de una forma determinada al tiempo que pide comprensión por no poder explicar su acción amparándose en un conocimiento que los demás ignoran. Se trata, otra vez, de pedir confianza ciega porque usted no sabe lo que yo sé. Por eso, es antidemocrático Guantánamo: en él todo es secreto y por lo tanto incognoscible lo que ocurre dentro y, así, no criticable pues la crítica sería rápidamente disuelta con el famoso estribillo de la ignorancia del asunto que se critica. Una democracia no puede permitirse el lujo de ser secreta so pena de dejar de ser democracia pues el desconocimiento implicaría la necesidad de la confianza ciega en el gobierno.
¿Es Guantánamo democrático? Por supuesto que no: es ejercicio de un gobierno dictatorial. Pero no lo es sólo por ilegal, que también, sino fundamentalmente porque su propia existencia es la negación de los principios mismos de la democracia. Guantánamo es el primer caso, hagan cuenta de lo anterior y verán qué sorpresa se llevan al situarlo en otros países y dirigentes, de un nuevo orden, no tan nuevo, que se está intentado dar a la democracia: convertirla en un mero ejercicio de voto y al gobierno en un asunto de confianza en su dirigente principal. ¿Una nueva era de caudillismo? No, de marketing.