domingo, mayo 28, 2017

RELIGIÓN Y NUEVO CAPITALISMO/3: EL SENTIMIENTO RELIGIOSO

En el primer artículo de esta serie analizamos las diferencias que a nivel histórico habían acontecido entre la superstición y la religion. En el segundo,  reflexionamos cómo estas diferencias en la actualidad ya no existían y ambas realidades habían llegado a igualarse. Pero dejábamos a propósito sin analizar un hecho que buena parte de la crítica presenta como incontrovertible: la existencia de un sentimiento religioso en la propia naturaleza humana.

Para analizar esto primero debemos explicar qué se entiende en un sentido general por este sentimiento religioso.

De inicio, se trataría no tanto de un contenido como de un anhelo. Quienes defienden la existencia de semejante sentimiento no hablan por supuesto de que se trate de la presencia de Dios en nuestra alma sino de que hay un anhelo de apertura en nuestra conciencia racional. Una necesidad de algo más.

En segundo lugar,  señalan que este anhelo de  apertura lo es hacia lo absoluto. Y este absoluto implica lo trascendente.

En tercer lugar, careciendo de contenido este anhelo no puede ser satisfecho por la argumentación racional sino que sólo puede expresarse más allá de ella. Así,  este sentimiento no busca una respuesta racional sino una emoción de plenitud. Y esta respuesta es dada no por lo comprensible,  que seria limitado, sino por aquello que está fuera de esa comprensión: lo inefable.

De esta forma,  y como resumen de la teoría del sentimiento de apertura, podríamos decir que según esta teoría existe en el ser humano un sentimiento vital e innato,  en su propia constitución como tal ser humano,  por la que busca ir más allá de sí mismo y su realidad inmanente. A su vez, este sentimiento no puede ser respondido por una argumentación racional y su meta es así inefable. Este sentimiento nos conduce,  por tanto y necesariamente, a la trascendencia.

Nos toca ahora a nosotros analizar esto. Y empezaremos resumiendo nuestra tesis para luego desarrollarla. Nuestra argumentación  es la siguiente. Creemos que sí existe ese sentimiento de apertura,  ahora lo llamaremos así pero luego precisaremos. Pero, consideramos no remite necesariamente a lo trascendente y, a su vez, creemos que dicho sentimiento ha sido perfectamente cubierto por el desarrollo del Nuevo Capitalismo y hace innecesaria la religión.

Vamos a explicarnos. Y para ello lo mejor será ir por partes. Hablemos ahora del sentimiento de apertura.

Admitimos,  en primer lugar,  que en el ser humano existe un sentimiento de apertura. Por tal,  entendemos una tendencia natural y característica de la especie biológica no sólo a relacionarse con el entorno,  como cualquier otro animal,  sino a ir más allá de dicho entorno y explorar lo que está detrás del horizonte. De hecho, esto ya se ve en la Odisea y en ese otro clásico que es Start Trek. Así, en un primer momento, el deseo de apertura implica el anhelo de ir más allá.

Pero en la descripción de los defensores del sentimiento religioso se señala que este anhelo es hacia lo absoluto. Y que este absoluto haya su respuesta en lo trascendente. Y es aquí donde conviene ir con cuidado pues ambas cosas se unen con excesiva alegría.

Efectivamente,  el anhelo de apertura es inagotable. Esto quiere decir que en la especie humana no existe la satisfacción final pues los anhelos se trasladan siempre hacia el futuro. Como bien señalaba Ortega,  el ser humano vive  no en el presente sino proyectado siempre hacia el futuro. Y es por eso mismo por lo que el ser humano ha respondido a este anhelo permanente con la religión. Históricamente,  la religión no sólo ha dotado de sentido, falso pero respuesta al fin y al cabo, al estado presente de la realidad sino que también lo ha hecho para ese futuro.Y esta respuesta en la proyección de futuro no sólo ha sido satisfecha, como cabría pensar en una aproximación superficial,  con la invención de la vida de ultratumba,  lugar común de las religiones intelectualmente más avanzadas, sino en algo más concreto: la  respuesta al sentido del mundo que garantizaba a su vez un mañana. La presencia de una divinidad cuidaba el pasado, el presente y el futuro y el sacrificio era su pago por dicho trabajo.

Además, el éxito de  la religión también fue porque lograba unir el aspecto intelectual con el emocional. El intelectual  con el cada vez mayor desarrollo  cultural del contenido de las religiones, en cuanto a su complejidad que no necesariamente su verdad.  El emotivo por su aspecto tranquilizador y consolador ante la realidad.

De esta forma, la religión daba una respuesta satisfactoria a esa proyección constante al futuro que tiene la propia conciencia humana. Pero, y esto es la parte fundamental del problema, no era porque el anhelo de futuro exigiera necesariamente la respuesta desde lo trascendente sino porque la invención de este más allá lograba responderla en un contexto histórico determinado. Por tanto, si ese contexto cambiara podría surgir otra respuesta que satisfaciera a su vez ese deseo incluso de forma inmanente. Y es importante el empleo del termino satisfacer,  pues lo que importa aquí no es su verdad o no como respuesta sino su capacidad de dar sentido al sujeto.

¿Cual era el contexto histórico que favoreció a la religión como respuesta a la proyección hacia el futuro? La respuesta es la propia limitación de la vida material que solo podía desarrollarse en el presente. Efectivamente,  la vida material de los sujetos a lo largo de la historia ha sido un estado de presente. Los modelos productivos existentes anteriores al Capitalismo se desarrollaban en una vida que carecía de futuro. Y eso era así por dos motivos fundamentales.

En primer lugar, por la escasa proyección vital de los individuos que sabían limitada su existencia a su condición de nacimiento pues la movilidad social era prácticamente nula. Los individuos no eran más que copias de sus abuelos, sus padres e incluso sus hijos, así sin cambio. Los individuos no desarrollaban su vida hacia delante sino en un estado de permanencia que no era sino copiar la vida anterior. Y además, ese era el ideal de vida: la tradición.

En segundo lugar, porque el sistema productivo lo era fundamentalmente de subsistencia y la producción no era sino de productos diarios que carecían de futuro. El sistema productivo mismo carecía  en su desarrollo de la creación de nueva realidad,  limitándose a repetirse. Sólo a raíz del advenimiento del capitalismo, la producción superó la limitación temporal del estado presente pues su límite ya no estaba en la propia,  y fundamentalmente ajena por la explotación de clase, supervivencia sino en la máxima producción posible para un mercado insaciable. El tiempo de la producción se convirtió en un futuro permanente.

De esta forma, en los sistemas anteriores al capitalismo, donde el campesino llevaría una vida idéntica a su padre o su abuela y seria imitada por su hija y su nieto, el futuro solo podía existir para la inmensa mayoría de la población como algo ajeno a la realidad inmanente pues en esta no se atisbaba ni un mínimo rastro de él. La promesa de un futuro que pertenecía a otro mundo creado por la fantasía y que se situaba en lo trascendente, era un éxito garantizado. La religión triunfa en la pobreza material e intelectual.

Pero ahora, situemos ese sentimiento de apertura y proyección al futuro en un mundo material de producción incesante de riquezas,   donde el presenta no sea lo fundamental sino el futuro. Pongamos a los seres humanos en una realidad material,  es decir: un sistema productivo  proyectado hacia adelante ¿Por qué seguir buscando ese anhelo de apertura en algo trascendente cuando está a mano en la vida cotidiana?

Y esa nueva realidad ya no es una utopía inalcanzable sino el mundo diario: el Nuevo Capitalismo. Y así la realidad inmanente puede responder al anhelo de apertura. Y cómo lo hace será objeto de nuestro artículo y ya último,  a Dios pongo por testigo,  de esta serie.

miércoles, mayo 24, 2017

MERECIMIENTO: PEPA PARDO SOCIA DE HONOR DE LA APFM

Cuando una persona se lo merece pues se hace y punto.
Y Pepa Pardo Ortiz, diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid, sin duda se merece este reconocimiento por su defensa de la Filosofía.
Así que la Asociación de Profesores de Filosofía de Madrid la ha nombrado Socia de Honor.
#SalvemosLaFilosofía






martes, mayo 09, 2017

SEGUIMOS LUCHANDO

Seguimos luchando en Madrid.
La diputada Pepa Pardo, PSOE, hace comparecer al Director General de Secundaria, Juan José Nieto, para que explique por qué el gobierno autonómico no cumple ni la Resolución ni la Proposición No de Ley aprobadas en la Asamblea por mayoría absoluta por las que se exige que Ética de 4º ESo e Hª de la Filosofía de 2º de Bto. sean obligatorias.
Luchamos en toda España: bit.ly/1kn6WFC
#SalvemosLaFilosofía
#NoalaLomce




miércoles, mayo 03, 2017

RELIGIÓN Y NUEVO CAPITALISMO/2: ¿ES ACTUALMENTE LA RELIGIÓN UNA SUPERSTICIÓN?

En el artículo anterior de esta serie analizábamos las diferencias históricas entre la religión y la  superstición. Señalábamos allí que había habido tres aspectos diferenciadores básicos entre ambas: primero, la complejidad intelectual en la explicación, siendo esta mucho mayor en la religión; segundo, el carácter socializador de la propia religión que pretendía regir la vida moral e instaurar un modelo de reglas sociales; tercero,  el carácter emotivo y afectivo,  consolador,  del sentimiento religioso.

Toca ahora realizar ya no un estudio histórico sino plantearnos si es posible que por las circunstancias actuales esa misma religión sofisticada haya devenido en nuestros días ya , y a su vez , en superstición. Y para ello lo mejor será analizar si las diferencias anteriormente presentadas siguen permitiéndonos señalar la religión como un modelo intelectual cualitativamente superior a la superstición y capaz de dotar de sentido al mundo. Porque efectivamente,  el triunfo de la religión se debió a su capacidad de donar de un sentido,  aunque falso,  a la realidad. La pregunta por tanto a resolver es si la religión puede ser hoy en dia una respuesta para el sentido del mundo,  en su sentido de mundo natural,  individual  y social,  o bien es ya y solamente pura superstición.

Y si esto fuera una religión aquí esperaríamos una revelación divina y la apertura al misterio, como Íker Jinenez pero en plan místico. Pero como no lo somos nos vamos a enrollar argumentando.

Las donación de sentido tiene una doble faceta. Por un lado, pretende explicar la existencia del mundo físico y sus hechos; por otro,  busca dar un sentido a la existencia personal. Del segundo hecho hablaremos en el siguiente artículo, así que corresponde ahora hablar del primero.

¿Sigue siendo necesaria la religión para explicar el mundo natural? Parece evidente que no. El pensamiento racional, representado aquí en la ciencia, es capaz hoy en día de explicar el mundo físico de manera suficiente, incluso sobresaliente, sin recurrir a la trascendencia. Hace unos doscientos años Napoleón inquirió al astrónomo Laplace sobre cuál era el papel de Dios  en su explicación del universo y el científico respondió que no había necesitado semejante hipótesis. Hoy en día ya ni se plantea la pregunta: Dios resulta superfluo. De esta forma, la religión ya ha perdido su papel como explicación predominante de la Realidad.

El segundo papel que señalábamos era la religión como elemento rector de la sociedad. Efectivamente, decíamos que las religiones habían sido un elemento socializador de primer orden y la clave de las normas sociales. Sin embargo, y afortunadamente, eso ya no es así. Las sociedades actuales desarrolladas no precisan ya de nada parecido a una normativa supranatural. La existencia legislativa de los derechos humanos, cuya creación por cierto es un momento fundamental en la historia de la humanidad, hace superflua la garantía trascendente de las normas sociales. Y eso se  ve muy bien en que en esos mismos países desarrollados donde ya la legislación es laica, incluso los creyentes dejan de cumplir la normativa eclesial  -como queda reflejado en la moral sexual que es el lugar favorito de la  religión para inmiscuirse- para reconvertir la experiencia religiosa en algo subjetivo. Dios como garantía de la normativa social solo brilla con su infinito amor en las decapitaciones del ISIS.
Así, toda la influencia religiosa, tanto en cuanto a la explicación intelectual de la realidad como a la normatividad social ha devenido en prácticamente nula y solo  tiene  vigencia en la barbarie islámica y tribus primitivas. La religión carece de papel institucional en la elaboración del ideal social. Y en esto también se ha igualado con la superstición.

Efectivamente, la religión ha perdido esos elementos que la hacían diferenciarse de la superstición.

Primero, ya no puede desarrollar más su complejidad intelectual pues sus propios principios axiomáticos,  los principios de los que parte, serian lo puesto en duda. De hecho, el intento de continuar analizando intelectualmente los propios principios religiosos,  como bien se dio cuenta el reaccionario y genial  Occam,  llevaron inexorablemente al ateísmo. De esta manera, toda la complejidad intelectual que la religión desarrolló se ha convertido en una parte fundamental del pensamiento humano pero ya agotada como fuente.

En segundo lugar, y como ya hemos explicado, la religión como modelo explicativo de la realidad natural también ha dejado de ser relevante e incluso se ha convertido en falsa. El desarrollo científico ha hecho innecesaria la religión y  la ha reinventado como mito. No hay que recurrir a Dios para explicar  la naturaleza.

Alguien, sin embargo,  ante esta argumentación podría aducir que el tema dios sigue siendo fundamental en la Filosofía y tendría razón. Pero el hecho mismo de que sea así es otra prueba de la propia irrelevancia de la religión  pues implica ya tomarla como objeto de estudio volviéndose por tanto inmanente. Y además se trata de un mero objeto teórico y racional alejado del acercamiento característico a la propia religión que es el de donador de sentido del mundo y de la propia existencia individual. Por decirlo con palabras profundas y para que puedan hacer un meme: Dios como ente deja de ser Dios. Mito y religion como explicación  del mundo son ya lo mismo.

¿Y qué ocurre con el proceso normativo social? Como ya hemos analizado más arriba ha quedado claro que allí donde la religión vuelve a ser el eje normativo, como en la superstición islámica,   la sociedad retrocede a la edad media. Y si el cristianismo no lo hace no es porque no quiera sino porque ya no puede. La religión tiene la misma importancia social que los consejos de la abuela. Y como normativa social se le hace el mismo caso.

Así, perdidas ya las  cualidades que históricamente la diferenciaban de la superstición, la religión ha llegado a convertirse en aquella. Si históricamente podemos diferenciarlas sincronicamente han llegado a ser iguales .

Pero alguien podrá aducir lo siguiente. El sentimiento religioso sigue vigente, incluso con más fuerza aparentemente que nunca. Parece que es algo propio del ser humano y que garantizaría la preeminencia de  la  religión para siempre. Pero solo lo parece. Y eso  el  próximo día...

Si Dos quiere.

lunes, mayo 01, 2017

1 DE MAYO

Qué les voy a contar yo...
Pues que venga, todos a la manifestación.
Eso sí, no me vengan vestidos de hippie...