martes, agosto 29, 2006

INMIGRANTES/1: LA LLEGADA

La reciente, y no tan reciente, oleada de inmigrantes a las costas de Canarias ha traído el problema de la inmigración a un primer plano. Además, a esto se ha unido el nuevo despropósito de las fuerzas políticas, siempre en busca de voto cautivo, proponiendo el derecho de voto de los inmigrantes. Vamos a intentar analizar las dos cosas. Y en primer lugar, la inmigración en general.
Los cayucos llegan a la costa de Canarias de manera desenfrenada: eso es un hecho. Y la única manera de controlar la situación que se le ha ocurrido al gobierno, tan autoproclamado por el mismo y por sus medios afines como progresista, es la de blindar la frontera. Ya se blindó la costa andaluza, ya se subió la valla de Melilla y, ahora, se pretende blindar la costa atlántica africana. O diciéndolo de un modo menos fino: se pretende encerrarles para que mueran sin hacer ruido. Así, un problema social se convierte en un problema de seguridad de una forma característicamente caciquil: los inmigrantes son tratados como delincuentes al tiempo que la ideología oficial presenta la alianza de civilizaciones. Pero no, por lo visto, de personas.
Pero analicemos, por una vez, racionalmente el tema. ¿Cuál es el fundamento para negarle a nadie la entrada a un país? Si tenemos en cuenta que nosotros somos españoles por una cuestión de azar, es decir, de haber nacido en Senegal seríamos senegaleses, uno no entiende muy bien, al menos racionalmente, la idea de fundamento de esto: los emigrantes no tienen derecho a estar aquí.
Pero, ya se escucha la voz: seamos realistas. Y aquí es donde la idea del nuevo pensamiento político, del cual la socialdemocracia por cierto fue pionera, se desvela: ser realista significa desterrar la justicia y situarse en la pragmática. O diciéndolo con palabras de nuestro progre presidente: tener cintura. Efectivamente, ser realista es sencillamente encerrar a los negritos en sus reservas, que se autodenominan países, y dejarles gobernados por políticos corruptos y miserables –recordar por cierto que la responsabilidad de todo esto no es solo del primer mundo- y que allí mueran sin mucho ruido: excepto en los festivales de música “étnica” (o sea, folclore) donde siempre se podrá escuchar aquel comentario, tan racista él, sobre que los negros, o ahora la gente de color como si el blanco fuera incoloro, tienen el ritmo en la sangre. Así, el realismo es la muerte de los africanos, y en general de los habitantes de los países pobres mientras se alianzan las elites.
¿Pero qué hacer? Porque hasta aquí el lector habrá percibido un tono demagógico que ha consistido en decir que la gente tienen derecho a vivir en cualquier lugar del mundo. Demagogia pura, vaya. Y claro, busca soluciones pragmáticas. Pues vamos a ello. Resultan sorprendentes algunas cosas.
En primer lugar, que nadie señale, a las claras, que el drama de la inmigración no es un drama tanto para el país de acogida, mano de obra barata que se asume por parte de un gobierno que suelta a los inmigrantes ilegales a la calle sin más para pasar así a engrosar la larga lista de la economía sumergida, sino que es un drama para el país de salida pues pierde su única riqueza que es el capital humano (o sea, la mano de obra). Así, la emigración implica el cierre del círculo pues no solo condena al inmigrante a entrar en el lumpenproletariado sino que genera una desigualdad creciente entre países y colabora a la existencia de gobiernos miserables en los países tercermundistas. Y por eso, estos gobiernos permiten la inmigración pues saben que es una válvula de escape de situaciones que podían llegar a ser peligrosas para ellos mismos al tiempo que, de vez en cuando, puede cualquiera de sus embajadores corruptos ponerse digno sobre el trato que se les da aquí a sus ciudadanos (que mientras estuvieron allí fueron súbditos). Así, el primer punto que sorprende es la ausencia de crítica hacia los países que procuran emigrantes tanto en la derecha (que siempre los presenta como una especie de hecho exótico a lo Kipling), como en la izquierda (que siempre echa la culpa a los EEUU y por cierto nunca a Francia)
Pero en segundo lugar, ¿por qué se suelta a los inmigrantes ilegales? Resultaría lo lógico que si no se les puede repatriar, y tratándose de seres humanos, se les mantuviera en condiciones dignas internados hasta que se viera qué se puede hacer con ellos. Pues no, bocadillo, orden de expulsión y a la calle. ¿Por qué? Porque en España, según fuetes oficiales, hay un 20% de economía sumergida, es decir, nuestro Producto Interior Bruto depende en un 20% de la economía sumergida. Y ni usted, ni sus hijos ni yo vamos a trabajar ahí. Pero alguien tendrá que hacerlo: moros, sudacas, rusos y los negratas.
Y hay un tercer punto aún más escandaloso. Cuando alguien sale de su país para probar suerte en otro no lo hace de vacaciones ni de turismo (excepto con una beca Erasmus). Lo hace porque tiene la percepción, cierta en este caso, de que en ese país no hay ya ni futuro. La UE, al igual que EEUU, gasta un 35% de su presupuesto en una agricultura donde trabaja, en la mejor de las cifras, el 5% de la población. Una agricultura hipersubvencinada, inútil, con productos de bajísima calidad pero rentable políticamente. Mientras, los países tercermundistas se despueblan. Nadie relaciona ambos hechos. Pero resulta curioso conocerlos.

Hay una historia espeluznante en Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll. En ella, la morsa y el carpintero invitan a cenar aun grupo de pequeñas ostras. Solo hay un pequeño problema: la cena son las mismas ostras. Y mientras las devoran lloran desconsolados porque las engañaron para acudir.

jueves, agosto 24, 2006

DE VALENCIA A PALENCIA

Es extraño.
Dos ferrocarriles se estrellan por la misma, aparente, causa y en cada caso hay una reacción (menos por cierto en los sindicatos que son, a pesar de sus muchos defectos, lo más serio de este país).
En Valencia y en Palencia una baliza con sistema ATP para evitar el aumento de velocidad y que hubiera obligado, independientemente del conductor, a frenar el tren, tal y como en Valencia, pero no en Palencia, exigió el PSOE e IU, hubiera bastado para evitar muertos.
En Valencia y en Palencia un mejor sistema de seguridad, pasar del ASFA (RENFE) o el FAP (Metro de Valencia) al ATP, tal y como exigió en Valencia pero no en Palencia IU y PSOE, hubieran salvado vidas humanas.
En Valencia y en Palencia, en fin, una mayor inversión (del Gobierno o de la Generalidad) en algo fundamental como es el ferrocarril hubiera evitado los accidentes.

Pero no lo hubo.

Uno sabe que a la derecha, de por sí, esto le da igual. Que su escrúpulo es mínimo. Pero ahora viene la pregunta, ¿cuál es la diferencia para la autoproclamada izquierda entre Valencia y Palencia?
Tal vez, una cuestión de nombres: Metro y RENFE.
Quién sabe si solo de letras: Valencia y Palencia.
Quién sabe si solo de siglas: PP y PSOE.
Y tal vez de muchos favores y de muchos, pero muchísimos, borregos.

martes, agosto 22, 2006

LIBERTY VALANCE: LA GLOBALIZACIÓN TRIUNFA


Liberty Valance, al igual que Helios Guevara Castro, se ha hecho colaborador de nuestras páginas. ¿Pero quién es Liberty Valance? Ante todo un español. Y ustedes estarán pensando que al definirse así será de derechas. Porque si se hubiera descrito como ante todo un catalán, ante todo un vasco, ante todo un gallego o de cualquier otro pueblo o tribu sería de izquierdas, pero siendo ante todo español… Pues sí, Liberty Valance es un liberal en lo económico y en lo político: o sea, de derechas. Y ahora que vuelve la memoria histórica Liberty Valance es un fiel defensor de la misma:¡¡Rojos a Moscú!!.

Un nuevo triunfo del hecho liberal. Algo que la canalla progre y vendida al grupo PRISA no destacará en sus páginas ni en sus emisoras rencorosas y brazo armado del dragón marxista. Como señala El País, los obesos son 1000 millones, los desnutridos 800. Les sacamos 200 millones.
En kilos, más.

Un nuevo triunfo del capitalismo, un nuevo triunfo de la iniciativa particular, de la acción personal de hombres y mujeres emprendedoras que a través de sus negocios han logrado que haya 1000 millones de obesos y 800 de desnutridos. Un triunfo, en definitiva, del Capitalismo.
Pero, no lo olvidemos, es también un triunfo de la raza, dejémonos de mariconadas. Porque en estos tiempos de invasión inmigrante y negra conviene estar fuertes. Pues no es que yo sea racista, angelitos negros hay pero Dios es blanco, sino que el hecho de pesar más que ellos es importante en la lucha final: el consumo.
Y lo sé. A mí también me gustan los cuerpos musculosos. Esos hombres con sus abdominales, sus bíceps, sus tríceps, sus anchas espaldas, sus gluteos,… En fin. Yo también voy al gimnasio dos horas al día y me cuido con una estricta dieta. E incluso estoy tentado de ver el nuevo concurso de la cadena del grupo PRISA sobre las modelos. Porque como muy bien dice su lema, la belleza no está en el interior, tan vulgar y tan igual, sino en el exterior: donde nos diferenciamos.
Y yo mismo que tengo un lacoste…

lunes, agosto 21, 2006

NUNCA MAIS (mientras gobernemos nosotros)

Hay en cartelera, al menos en Madrid, una película estupenda. Se llama Caterina va in città y es italiana. Tiene una escena atroz. En ella dos padres, uno de extrema derecha y miembro del gobierno berlusconi y otro de la autoproclamada izquierda y presunto crítico, salen juntos después de impedir, merced a sus influencias, que se realice cualquier acción disciplinaria contra sus hijas en el instituto. Es más, ni siquiera ha hecho falta que hagan nada por ellas. El director, hábil, ya no cumplió con su deber ante las elites. Y a la salida ambos hablan simpáticos frente a aquel otro padre que no es nadie. Y hay algo que se reconoce: grupos de poder.

Hoy viendo la vergonzosa marcha de Nunca Mais uno ha pensado en esa película (aunque era fácil, la vi el viernes). Y así, sorprendido uno ha asistido al patético espectáculo de miles de personas manifestándose contra algo que nadie ha demostrado: que los incendios en Galicia han respondido a una especie de conjura o confabulación que llaman “terrorismo incendiario”. Nadie lo ha demostrado, pero ya dos ministros lo han insinuado y dicho. Y todo sin una sola prueba. Una manifestación convocada por la autoproclamada izquierda, autoproclamada y proclamada por uno de los mayores grupos capitalistas del país por cierto, que lejos de resultar crítica ha resultado laudatoria hacia el desastre de gobernantes que con su inutilidad han reaccionado tarde y mal ante el fuego y han mentido en las cifras para disminuir el desastre.

¿Izquierda? Hubo un miserable ministro del interior que salió un día diciendo, eufórico quizás pensando en la renta electoral, que quien pensara que no había sido ETA era un miserable: ni una prueba entonces. Ni una prueba ahora. Pero, entonces hubo indignación en la autoproclamada izquierda ante la mentira. Hoy sólo hay silencio.
Bueno, se llama silencio cómplice.
Y, por supuesto, no se llama izquierda.

domingo, agosto 20, 2006

UNA DISCULPA

Ustedes se habrán estado preguntado que dónde he estado. Y tal vez alguno haya concluido que de vacaciones, como el gobierno. Pero se equivocan. Sencillamente, he estado desconectado por una avería de este universo virtual que es internet. Y ello me ha permitido pensar en varias cosas, pero, resulta curioso, no tenía donde escribirlas. Así que, he vuelto.
Y disculpen ustedes por la interrupción.

miércoles, agosto 09, 2006

HELIOS GUEVARA CASTRO: PERO QUE NUNCA MAIS!


¿Quién es Helios Guevara Castro? Pues un ejemplar único, inclasificable tal vez, de la nueva y autoproclamada izquierda. Superador de Marx y de todas las corrientes etnocentristas, incluyendo la Ilustración, Helios Guevara preconiza el nuevo talante: tonto, muy tonto. Pero de izquierdas. Porque si no es del PP, es antiglobalización y apoya a Cuba , ¿de dónde podría ser?
Indignación y tristeza. Eso es mi estado ante la situación en la nación galega. La mayor tragedia ecológica desde la extinción del Cámbrico y el gobierno sin reponder.
¿Dónde estaba la Xunta filofascista?
¿Dónde el presidente?
Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh,
(este grito es de indignación, rabia y dolor)
Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
(lo he vuelto a repetir un poco distinto, cuestiones de la indignación, rabia y dolor)
Seguramente de vacaciones mientras el pueblo trabajador lucha contra las llamas de la especulación.
Y encima la campaña mediática en los medios afines al gobierno para hacernos creer que todo ha sido obra de unos pirómanos.
Y encima el ministro Acebes como siempre mintiendo: sospechas de que han sido ex miembros de retenes despechados.
¿Hasta cuándo aguantar la prepotencia del PP que siempre busca culpar a los trabajadores?
¿Hasta cuándo aguantar el gobierno de la derecha que muestra su permanente insensibilidad ecológica?

Movilización ciudadana:
NUNCA MAIS
NUNCA MAIS
NUNCA MAIS

martes, agosto 08, 2006

PENSAMIENTO TOTALITARIO Y FALSO COMPROMISO

D. Ricardo se ha embarcado en una cruzada. Con respecto al conflicto entre el miserable gobierno de Israel y los terroristas palestinos o libaneses ha decidido aquello que los viejos intelectuales aseguraban que había que hacer: tomar partido. Y lo ha tomado por Hezbolá, el Partido de Dios. Dejando a un lado los múltiples e ingeniosos comentarios que se podrían hacer sobre que si hay que tomar partido lo mejor es siempre tomarlo por Dios y sus secuaces, no es esa la intención de este artículo. Nuestra intención es, distinta, al analizar ese tomar partido y ver qué hay de cierto en ello. Pero, no tanto en la idea de terroristas palestinos, libaneses o israelíes, sino en la misma idea que ha alentado a D. Ricardo: tomar partido.

¿Qué es tomar partido? Parte del compromiso necesario del intelectual, se dice desde la autoproclamada izquierda. Efectivamente, desde al menos Zola, quien lo explicitó pero no fue el primero, parece obligación del intelectual tomar partido. Y lo es. Pero no sólo por un imperativo moral sino porque la mera existencia cotidiana ya es tomar partido. Ciertamente, la mera presencia diaria, de un intelectual o de cualquiera, ya es una toma de partido ante la realidad y por lo tanto sería absurdo pretender no hacerlo pues de hecho siempre se está cumpliendo dicha acción. Pero, ahora bien, parece que lo que se requiere es tomar partido explícito: seguir el ejemplo de Zola. Defender unas ideas frente a otras y participar activamente. Y en ese participar activamente está la clave. Pues se debe participar, dicen, con realismo. Es decir, se debe participar de forma tal que resulte acorde con la realidad (eso es, imaginamos, el realismo). Y por eso, en el conflicto del Líbano, D. Ricardo ha decidido tomar partido por una de las partes terroristas frente a la otra parte terrorista en conflicto.

Ahora bien, ¿con realismo?, ¿acorde a la realidad? Sí, dirán los partidarios del compromiso. Muy bien, pero entonces habrá que definir algo: qué es la realidad. Porque resultará difícil entender la primera afirmación si no entendemos todas y cada una de sus palabras. Pero, aquí el político se apresurará a decir que la realidad es…la realidad. Y efectivamente, tiene razón. Porque lo que viene a decir con esa frase, aparentemente absurda, no es tal cosa sino algo peor: por un lado, que la realidad es lo que hay; y, por otro, aún peor, ese célebre confíe usted en mí y no cuestione usted más. Así, sendo la realidad lo que hay y no debiendo cuestionar más, ya se sabe que estos filósofos…, la cosa es sencilla: o se está con los terroristas palestinos o con los terroristas israelíes.

Porque, hay que tomar partido.

Pero, ¿por qué solo entre unos u otros? Por qué no contra los dos? Pues porque detrás de todo esto late la idea positivista de realidad y su definición: realidad es lo que hay (y a callar todo el mundo). Sin embargo, al aceptar que realidad es lo que hay se niegan dos cuestiones de inmediato: por un lado la potencialidad de lo real, es decir que esta no es solo lo que existe sino lo que puede existir; por otro, algo que unido a lo anterior es grave, y que es que si lo real es solo lo que hay cualquier crítica sería imposible, pues todo sería pura descripción. Efectivamente, si las cosas solo fueran lo que son cualquier crítica que exigiera que fueran otra cosa radicalmente distinta sería una crítica fantástica cuyo fundamento estaría de forma exclusiva en la inventiva imaginación. Sin embargo, si la realidad fuera más de lo que meramente hay, por ejemplo, lo que hay y lo que podría/debería haber la cosa cambiaría. Pero, alguien podría decir que el deseo no genera realidad y que cómo podría ser real lo que podría haber y sin embargo no existe.

La filosofía es vieja. Desde siempre fue el intento de la razón de imponerse sobre la realidad. Pero la razón humana tenía un problema doble que era inexistente en la realidad: por un lado, su permanenente e inevitable proyección de futuro (aquello que no es, aún, real); por otro, la conciencia del deber y con ella de que las cosas podrían haber sido y ser ahora de otra manera. Y, tal vez, por eso la filosofía es la historia de la verdad libre. De la verdad entendida como aquello que escapa a la descripción de lo real y exige algo más. Es curioso, a su vez, observar como la filosofía pensó siempre en futuro. Frente al mito, cuyo fundamento es el pasado, la filosofía, ya en Platón con la utopía de la ciudad perfecta, pensó en el fututo: en el tiempo que (en su esperanza, aún) no existía.

Es curioso cómo Marx escribió El manifiesto comunista. Era un libro hecho para ser un panfleto. Algo que debía llamar a la revolución inmediata. Algo que debía ser útil. Y Marx, y Engels, decidieron escribirlo de una manera rara. En primer lugar utilizaron un lenguaje complejo como si pensaran que los lectores no fueran idiotas sino que tenían que pensar en lo que leían. Como si fuera complejo y con ello, huyendo de la consigna, discutible. En segundo lugar, escribieron un extraño apartado III en el que distinguían su pensamiento del de todos los demás. Y tuvieron buen detalle en distinguir bien el tema. Porque el comunismo de Marx no era ninguno de los que él criticaba. Diciéndolo ahora: no tomó partido. Excepto tal vez tomó partido por la verdad.

En 1914 la socialdemocracia alemana votó los créditos de guerra a favor del gobierno alemán. Fue una carnicería. Durante años, los comunistas occidentales, cómodamente instalados, defendieron las dictaduras del este de Europa con al consigna de no hacer el juego y aplaudieron enfervorizados en los congresos de los respectivos partidos dictatoriales. Tomaron partido por la realidad mientras criticaban a todos aquellos que, estando por encima moralmente de ellos como el caso Camus en la guerra de Argelia, no parecían estar en ella.

viernes, agosto 04, 2006

GRAN CONCURSO TONTO DEL VERANO 2006

Una vez más, y van cuatro, D. Imperialista ha lanzado al universo virtual, con el éxito al que él y yo estamos acostumbrados, su gran concurso Tonto del Verano 2006.
Las bases del mismo y los premios otorgados aparecen en su blog. Y como incentivo, haciendo un homenaje liberal al propio D. Imperialista, diré que estoy yo mismo como recompensa. Pero que se tranquilice mi alto número de seguidoras deseosas de satisfacer sus apetitos más concupiscientes con mi apolíneo cuerpo (con lo cansado que es eso): solo lo estoy, una vez más, en lo intelectual. Lo cual, por cierto, me ahorra el ridículo.

jueves, agosto 03, 2006

NO CONFUNDIR

Recuerdo que el 1 de mayo fui a la manifestación. Porque sépanlo ustedes, todavía hay manifestación y todo. Antiguos, quizás. Pero bueno. De hecho, al ser funcionario, o sea: un privilegiado, tampoco tenía que haber ido. Voy así, sin ton ni son. Pero bueno, ya se sabe, aquello de la solidaridad del movimiento obrero, aquello del sindicato de clase, aquello de las condiciones de trabajo, … En fin, cosas de antes. Cosas del movimiento obrero. Pensando en un poco más allá de mis condiciones, pensando en un poco más de mi trabajo. Antiguos, quizás.

Recuerdo un día en el claustro del instituto. Hará unos 3 o 4 años, tal vez 5. Alguien pidió votar que se pidiera a la dirección territorial que se concediera el día 30 de abril como festivo. Yo imaginaba, entonces, que sería para preparar la manifestación con los sindicatos. Me explicaron que no, que era para tener puente. Y todos votaron a favor. Menos yo que siempre estoy, como dijo una vez un insigne miembro de ese mismo claustro, tocando los testículos. Bueno, él dijo huevos pero yo es que soy así, tan antiguo.

Todos tienen carrera universitaria. Sin duda. Y encima la mayoría aprobaron una oposición.
¡Una oposición!
Vamos, como ganar el premio Nobel. Demostrando tantos conocimientos …
Y me comentaron que los sindicatos, todos, y los sindicalistas, todos, estaban vendidos al poder. Y que ellos no, ellos van por libre. Porque ellos son así. Y mientras miraban dónde iban a pasar las vacaciones lo comentaban. Y así ya les comenté que si lo pensaban de verdad la próxima vez que los sindicatos llegaran a un acuerdo con la Consejería de Educación que no lo asumieran. Que negociaran ellos de uno en uno con la Consejería. Y me contestaron con indignación, con estupor, con cierta dosis, tal vez, de orgullo: y tú que sabes. Porque ellos son de izquierdas. Y progresistas. Quizás yo no. Por antiguo, me pasa por antiguo.

Y ahora, los trabajadores de tierra de Iberia del aeropuerto de Barcelona. Para defender sus condiciones han decidido sencillamente tomar las pistas, sembrar el caos y secuestrar a la gente impidiendo sus derechos. Sin avisos, sin reglas, sin medida.

Tal vez una moraleja. Y tal vez muy antigua. No se debe nunca confundir al movimiento obrero con la gentuza.

EL CASO GALLARDÓN

Recientemente el alcalde de Madrid ha casado a una pareja homosexual. El hecho no pasaría de un acto institucional más si no hubiera sido por dos reacciones: la primera, menos grave, la de ciertos miembros del PSOE; la segunda, en su línea habitual entre ridícula y de matones, del PP.

¿Por qué Gallardón casó a una pareja homosexual? No por convicción, según él y que sería precisamente lo censurable por no estar de acuerdo con el matrimonio homosexual, sino porque considera que su cargo implica cumplir la ley. Y es aquí lo que cualquier demócrata no puede obviar: la obligación de cumplir la ley como funcionario, o en este caso cargo electo, público. Precisamente, lo interesante del caso Gallardón, que por cierto es uno de los pocos políticos serios, seguramente junto con Julio Fidalgo de CCOO el más serio, es la inteligente disociación que ha hecho entre su cargo y la persona. Y esto, que bien se podría discutir a nivel filosófico, es sin embargo ejemplar a nivel político y para tanto funcionario, por ejemplo de educación, que cree que la democracia consiste en hacer lo que él quiere obviando e incluso negando la ley. Así, la única cuestión realmente interesante que plantearía el comportamiento de Gallardón es una cuestión ética: ¿hasta dónde en democracia se debe cumplir la ley? Y ahí sí cabría, para demócratas, el debate.

Sin embargo, el debate, como siempre, ha ido por otro lado. En primer lugar, el menos grave pues también ha sido menos aireado, el protagonizado por ciertos integrantes del PSOE al acusar a Gallardón de incoherente. Pero, esa no sería la crítica democrática pues Gallardón ha enunciado que él cumple la ley como es obligación de todo demócrata. O dicho de otro modo, un demócrata no puede ser tachado de incoherente por cumplir una ley con la que no está de acuerdo sino de, precisamente, coherente: eso, entre otras cosas, es también ser demócrata.

Pero, la crítica fuerte ha venido por la derecha. Efectivamente, el PP una vez más, y van tantas, ha demostrado tanto su idea de partido, aunque en eso no se separe de casi ninguna formación pues ya todo partido es un prietas las filas, como, y esto es más peligroso, de estado. Porque lo cierto es que detrás de la crítica del PP late el absoluto desprecio hacia la propia idea de democracia y de ésta como imperio de la ley. Efectivamente, la crítica a Gallardón por cumplir la ley es curiosa porque implica, de suyo, la idea de que la ley solo se cumple cuando se está de acuerdo con ella. Pero eso, lejos de ser una conciencia pública del estado en democracia es en el fondo la apoteosis de la creencia del estado como patrimonio particular. Efectivamente, la crítica dirigida a Gallardón por el tema de la boda homosexual se ampara en el viejo lema: si no estamos de acuerdo con la ley no debemos cumplirla. O dicho de otro modo, en el uso del privilegio que otorga el poder: no se cumple la ley porque se es poderoso. Así, la idea del PP, que es la idea liberal en el fondo, es la de un poder estatal en realidad privado en el cual el privilegio de la ley implica o bien leyes de sesgo determinado para beneficio propio, algo de esto ya está en Locke pero con bastante más grandeza, o bien directamente una ley permanentemente burlada por la posición social privilegiada. Así, el estado se convierte en privado pues el cumplimiento de la legalidad es tomado como razón de conveniencia. Y estando situados en la escala social más alta (y algo de esto sabemos todos los funcionarios) es objeto de fácil burla.

Sin embargo, alguien podría cuestionar si no iría esto contra nuestros propios principios cuando nos presentamos, de forma presuntuosa sin duda, como ilustrados y marxistas. Pues, ¿no estamos diciendo que el cumplimiento de la ley está por encima de la ética personal? Pues sí, eso es precisamente lo que estamos diciendo. Y lo decimos en democracia, y exclusivamente en democracia, por dos motivos: por un lado, porque la existencia de una ley conocida es la mejor defensa del débil ya que de otra forma, sin una ley que haya que cumplir y que obligue a todos por igual, siempre el que ocupa el puesto social más poderoso tiene todas las opciones para imponer sus privilegios; y, en segundo lugar, porque una cosa es el cumplimiento de la ley y otra su desacuerdo. Es decir, y en eso consiste también la democracia, uno puede estar en profundo desacuerdo con una ley e incluso presentar todas aquellas medidas que considere oportunas para su derogación, pero cumplirla. Así, el PP puede, está en su derecho, presentar recursos contra la ley del matrimonio homosexual, con un argumento tan poco racional y consistente como que toda la vida eso no ha sido así -lo que le recuerda a cualquiera, por cierto, los argumentos de nuestras abuelas por no hablar ya del argumento de un dios todopoderoso que dijo hace 2500 o 2000 años, depende de la tradición, cómo debían de ser las cosas- pero no puede exigir su no cumplimiento. Bastante gansada es permitir esa objeción de conciencia médica en el aborto, ¿y por qué no por ejemplo en cualquier otra ocupación de un funcionario público?, para ahora comenzar a pedir a su vez el incumplimiento de la ley del matrimonio homosexual.

Pero además, todo esto no demuestra sino la doble moral del propio Partido Popular quién no duda en pedir la máxima fidelidad a las líneas de actuación de su cúpula dirigente -elegida, no lo olvidemos, en plan monarquía absoluta con herederos del gran líder- mientras a su vez implora por la libertad de conciencia ante el propio estado democrático. Es decir, el partido no puede ser desobedecido pero sí el estado. ¿Por qué? Pues porque el partido defiende el privilegio propio, la ley del fuerte, y el estado en democracia puede sorprender a veces, aunque cada vez menos. Y por eso, es tan necesaria la ley y tan democrático su cumplimiento.