Se está generando la idea de que hay un clima de crispación propiciado por la derecha, o sea el PP, frente a la izquierda, imagínense: el PSOE. Esta idea viene a decir que la derecha ha sido desalojada del poder por la izquierda, y que aquella, los privilegiados, no perdonan los nuevos viento de reforma que recorren el país. Así las cosas, se pide la unión de la izquierda, imaginénse de nuevo: con el gobierno, para parar a la malvada derecha. Y quien no lo haga es un traidor o un tonto útil de la propia derecha. Pero lo que nos interesa analizar aquí es que, curiosamente, la extensión de la idea del hostigamiento, es decir: generar un clima social sobre que existe crispación, no es sólo una estrategia política del PP y sus grupos afines comunicativos, sino, y fundamentalmente, una estrategia del propio PSOE y sus propios grupos de interés.
Si estudiamos los datos de las últimas elecciones generales parece claro que el PP ha alcanzado un techo que no puede superar y que rondaría en torno a los diez millones y medio. Eso mismo, pero distinto, le pasa al PSOE que sabe que también tiene un techo propio pero que puede crecer con voto prestado. Así hay una diferencia en el mercado (pues de eso se trata): mientras que la clientela del PP va a ser fija, y por mucho tiempo, la del PSOE tiene una doble variante. Por un lado, el PSOE puede crecer a través de reducir la abstención -por ejemplo, en las últimas elecciones generales-. Sin embargo, problema de marketing, para que la gente que se abstiene vote tiene que ocurrir algo extraordinario, un hecho de carácter moral, más que una política a al uso, que les haga movilizarse. Y eso, estando en el poder, queda descartado. Por otro, puede darse el crecimiento a costa del electorado de IU, un electorado muy fiel de acuerdo a las dos últimas elecciones generales, que le permitirían al PSOE superar la barrera de los 11 millones de votos y con ello asegurarse una larga permanencia en el poder.
Es la crispación pues una lucha por el mercado, pero con dos estrategias diferentes. El PP sabe que tiene que conseguir un clima de hartazgo político, que no de indignación moral, que implicaría que la abstención volviera a ser lo suficientemente alta como para desactivar una parte del voto del PSOE unido a que el voto de IU no se traspasara por una estrategia de utilidad. Es, más o menos, la misma estrategia que ejerció al final de la época de González y que le trajo óptimos resultados. Este hartazgo en realidad no pretende tanto la creación de un clima entre sus votantes y su movilización, que cree tenerla asegurada, sino, y primordialmente, la generación pública de la idea de que todos los políticos son iguales y, por tanto, la abstención de una parte del electorado que de otra forma podría, vaya usted a saber la causa, votar al PSOE pero nunca, y aquí sí hay motivo conocido, votar al PP de Zaplana y Acebes. Por eso, el PP no pretende regenerar la vida política ni nada parecido pues para ello, y como primera condición, sería imprescindible la desaparición de, por lo menos, los propios Zaplana, Acebes y algunos, varios, tal vez muchos, más. Incluso, en el discurso público resulta curiosa la idea de que la acusación al PSOE y al gobierno es siempre por lo que hacen ahora como ellos lo hicieron antes. Así, la idea básica de la campaña del PP no es que el PSOE sea malo, sino que son iguales que nosotros mismos.
¿Pero esta crispación le interesa al PSOE? Aquí habría que hacer una aclaración y distinguir entre el tonto político Zapatero y el aparato del partido. Que Zapatero es una persona sin proyecto político alguno es algo que consideramos está fuera de toda duda. Es decir: es imposible, racionalmente, defender la labor de Zapatero y su gobierno. Y, el aparato del partido, que como buenos maquiavélicos no son tontos, lo sabe. Así, en la confrontación política reconocen que están perdidos. Pero, como buenos publicistas, han convertido el ataque enemigo en una corriente a su favor. La crispación interesa al PSOE de un modo extraordinario porque sabe que sólo puede mantenerse en el poder si consigue al menos los resultados de las pasadas elecciones. Y para ello, como hemos visto, la única posibilidad es bajar la abstención o conseguir arrastrar el voto de IU. ¿Cómo hacerlo? Con la idea del frentepopulismo: generar una distinción ideológica entre la derecha, el PP, y la izquierda, el PSOE. Y la idea de que la derecha avanzaría porque la izquierda abandona al gobierno y que, por tanto, o se está con el PSOE, y con Zapatero, o con el PP. Así, la totalidad del discurso político se acabaría en la existencia de dos grandes partidos quedando solo, como en los países más avanzados en el dominio social, el poder para cualquiera de los dos y luego, si acaso, el recurso de la queja profunda intelectual, y profesionalmente bien remunerada, pero poco efectiva a nivel político. De esta forma, interesa la crispación al PSOE porque es el medio idóneo, ahí está vergonzosa la campaña sobre la guerra civil, por ejemplo, para mantener viva la unidad de la izquierda, es decir y traduciendo: la hegemonía de su aparato político.
Se llega así a una posición básica para ambas fuerzas. Erradicado el intento de sustraer votos a los partidos nacionalistas, que han hecho del clientelismo una forma de vida y de hacer política y, por lo tanto, se muestran inexpugnables en sus feudos, el estrecho margen de maniobra está en torno a dos millones de votos. Y la crispación es el modelo elegido para conseguir una u otra de las dos propuestas. Además, a esto se une, lo que alimenta la crispación, que actualmente a las únicas fuerzas económicas que les interesa una u otra opción política, pues las otras están ya asentadas, son los grandes grupos comunicativos que, a través de las licencias de televisión, especialmente, y el futuro reparto de Internet, prepárense para lo que se cocerá, toman posiciones alrededor de uno u otro partido en aras de su propio interés. Y precisamente la presencia de los medios hace que la crispación pública, o mejor dicho: publicada, sirva para mostrar la fidelidad y marcar las deudas.
Así, la crispación es una estrategia de marketing. Nada hay en ella de política real, de auténtica lucha ideológica entre los dos partidos, cada día tan cercanos, excepto una cosa: la eliminación social del disidente. Porque el verdadero resultado de la crispación, fuera de su beneficio electoral para uno u otro, no será sino la, por un lado, satanización de quien no está ni con los hunos ni con los otro, parafraseando a Unamuno, y, por otro, la pérdida de un discurso político de izquierdas, al menos de izquierdas, que ya hoy está siendo fagocitado por ese prietas las filas.
Y un último dato sin querer, por ello, hacer de la anécdota categoría. Estaba en el recreo abriendo la sala de informática para que los alumnos que no disponen de internet en casa pudieran hacer su blog, cuando una alumna me preguntó: ¿profesor, tú eres del PP o del PSOE?
Si estudiamos los datos de las últimas elecciones generales parece claro que el PP ha alcanzado un techo que no puede superar y que rondaría en torno a los diez millones y medio. Eso mismo, pero distinto, le pasa al PSOE que sabe que también tiene un techo propio pero que puede crecer con voto prestado. Así hay una diferencia en el mercado (pues de eso se trata): mientras que la clientela del PP va a ser fija, y por mucho tiempo, la del PSOE tiene una doble variante. Por un lado, el PSOE puede crecer a través de reducir la abstención -por ejemplo, en las últimas elecciones generales-. Sin embargo, problema de marketing, para que la gente que se abstiene vote tiene que ocurrir algo extraordinario, un hecho de carácter moral, más que una política a al uso, que les haga movilizarse. Y eso, estando en el poder, queda descartado. Por otro, puede darse el crecimiento a costa del electorado de IU, un electorado muy fiel de acuerdo a las dos últimas elecciones generales, que le permitirían al PSOE superar la barrera de los 11 millones de votos y con ello asegurarse una larga permanencia en el poder.
Es la crispación pues una lucha por el mercado, pero con dos estrategias diferentes. El PP sabe que tiene que conseguir un clima de hartazgo político, que no de indignación moral, que implicaría que la abstención volviera a ser lo suficientemente alta como para desactivar una parte del voto del PSOE unido a que el voto de IU no se traspasara por una estrategia de utilidad. Es, más o menos, la misma estrategia que ejerció al final de la época de González y que le trajo óptimos resultados. Este hartazgo en realidad no pretende tanto la creación de un clima entre sus votantes y su movilización, que cree tenerla asegurada, sino, y primordialmente, la generación pública de la idea de que todos los políticos son iguales y, por tanto, la abstención de una parte del electorado que de otra forma podría, vaya usted a saber la causa, votar al PSOE pero nunca, y aquí sí hay motivo conocido, votar al PP de Zaplana y Acebes. Por eso, el PP no pretende regenerar la vida política ni nada parecido pues para ello, y como primera condición, sería imprescindible la desaparición de, por lo menos, los propios Zaplana, Acebes y algunos, varios, tal vez muchos, más. Incluso, en el discurso público resulta curiosa la idea de que la acusación al PSOE y al gobierno es siempre por lo que hacen ahora como ellos lo hicieron antes. Así, la idea básica de la campaña del PP no es que el PSOE sea malo, sino que son iguales que nosotros mismos.
¿Pero esta crispación le interesa al PSOE? Aquí habría que hacer una aclaración y distinguir entre el tonto político Zapatero y el aparato del partido. Que Zapatero es una persona sin proyecto político alguno es algo que consideramos está fuera de toda duda. Es decir: es imposible, racionalmente, defender la labor de Zapatero y su gobierno. Y, el aparato del partido, que como buenos maquiavélicos no son tontos, lo sabe. Así, en la confrontación política reconocen que están perdidos. Pero, como buenos publicistas, han convertido el ataque enemigo en una corriente a su favor. La crispación interesa al PSOE de un modo extraordinario porque sabe que sólo puede mantenerse en el poder si consigue al menos los resultados de las pasadas elecciones. Y para ello, como hemos visto, la única posibilidad es bajar la abstención o conseguir arrastrar el voto de IU. ¿Cómo hacerlo? Con la idea del frentepopulismo: generar una distinción ideológica entre la derecha, el PP, y la izquierda, el PSOE. Y la idea de que la derecha avanzaría porque la izquierda abandona al gobierno y que, por tanto, o se está con el PSOE, y con Zapatero, o con el PP. Así, la totalidad del discurso político se acabaría en la existencia de dos grandes partidos quedando solo, como en los países más avanzados en el dominio social, el poder para cualquiera de los dos y luego, si acaso, el recurso de la queja profunda intelectual, y profesionalmente bien remunerada, pero poco efectiva a nivel político. De esta forma, interesa la crispación al PSOE porque es el medio idóneo, ahí está vergonzosa la campaña sobre la guerra civil, por ejemplo, para mantener viva la unidad de la izquierda, es decir y traduciendo: la hegemonía de su aparato político.
Se llega así a una posición básica para ambas fuerzas. Erradicado el intento de sustraer votos a los partidos nacionalistas, que han hecho del clientelismo una forma de vida y de hacer política y, por lo tanto, se muestran inexpugnables en sus feudos, el estrecho margen de maniobra está en torno a dos millones de votos. Y la crispación es el modelo elegido para conseguir una u otra de las dos propuestas. Además, a esto se une, lo que alimenta la crispación, que actualmente a las únicas fuerzas económicas que les interesa una u otra opción política, pues las otras están ya asentadas, son los grandes grupos comunicativos que, a través de las licencias de televisión, especialmente, y el futuro reparto de Internet, prepárense para lo que se cocerá, toman posiciones alrededor de uno u otro partido en aras de su propio interés. Y precisamente la presencia de los medios hace que la crispación pública, o mejor dicho: publicada, sirva para mostrar la fidelidad y marcar las deudas.
Así, la crispación es una estrategia de marketing. Nada hay en ella de política real, de auténtica lucha ideológica entre los dos partidos, cada día tan cercanos, excepto una cosa: la eliminación social del disidente. Porque el verdadero resultado de la crispación, fuera de su beneficio electoral para uno u otro, no será sino la, por un lado, satanización de quien no está ni con los hunos ni con los otro, parafraseando a Unamuno, y, por otro, la pérdida de un discurso político de izquierdas, al menos de izquierdas, que ya hoy está siendo fagocitado por ese prietas las filas.
Y un último dato sin querer, por ello, hacer de la anécdota categoría. Estaba en el recreo abriendo la sala de informática para que los alumnos que no disponen de internet en casa pudieran hacer su blog, cuando una alumna me preguntó: ¿profesor, tú eres del PP o del PSOE?
9 comentarios:
Pues me van a permitir una cuestión previa y es que don EPMesa fije el concepto de crispación en la vida pública o publicada. Es que no acabo de verlo claro.
A D. David:
1.- Me paso a su blog de inmediato y ya le cuento.
2.- No sólo no somos populares sino que, créame, somos de derechas. ¿A usted nunca se lo han dicho? Pues a mí a diario. Si no eres del PSOE eres del PP.
A D.Imperialista:
La distinción entre opinión pública y publicada es interesante. Verá, la opinión publicada es la de los medios que tienen sus intereses en la futura concesión de licencias. La pública sería la de la gente normal que, sospecho y no lo digo con agrado, pasa de esto. De hecho, por la 1 ponen el fútbol y por la 2 los debates parlamentarios.
Había entrado a decir que comparto su análisis en buena parte -no en la crítica global-, y ya que lo he dicho, pues dicho queda, pero leídos los comentarios, debo matizar una cosa.
Supongo que cuando don EP dice que le dicen que es de derechas se refiere, al menos a mí, que alguna vez se lo he dicho. Debe don EP admitir que a veces -más cuando se habla que cuando se escribe- se utilizan ciertas licencias que no deben ser tenidas en cuenta literalmente. Sabe don EP que coincido en buena parte de las críticas que realiza a la izquierda. Creo que lo que nos diferencia no se refiere tanto al contenido como a la postura:
1.- Don EP se niega a reconocer como de izquierdas a la izquierda que critica. Yo la reconozco.
2.- Don EP no se siente parte de la izquierda a la que critica. Yo sí me siento parte de esa izquierda.
3.- Creo -don EP no lo cree- que a pesar de las críticas, la izquierda que conocemos no representa lo mismo que la derecha que conocemos. Y, aunque hay que mantener la crítica, hay que trabajar también para que la derecha no vuelva a ocupar el poder.
4.- Creo que pesa sobre don EP cierto prurito intelectual que le impide reconocer nada positivo en la izquierda española. Y es curioso que quien se tiene a sí mismo como de izquierdas haya apoyado varias medidas adoptadas por la derecha cuando gobernaba y se haya esforzado por realizar entonces una crítica que no descalificara globalmente a la derecha, cuando ahora la crítica es absolutamente global: nada hay y nada puede haber de positivo en la izquierda española. hallegado a decir incluso que no se puede defender racionalmente el Gobierno de Zapatero. parece un poco exagerado.
D. Ricardo, le niego la mayor. Todo su análisis, como se ve en el último punto, se basa en el principio de que el PSOE y el gobierno son de izquierdas. Bueno, pues eso es o que habría que discutir. Si, realente, el PSOE es de izquierdasy la acción de gobierno lo es.
Por otra parte, ya le digo que lo de la acusación de que yo, o cualquiera, es de derechas si no apoya a Zapatero no iba con usted, que le considero bastante más inteligente, sino con la generación de una opinión interesada y que se repite entre gente bastante menos reflexiva que usted mismo como, por jemplo, mis queridos compañeros profesores o los tertulianos progres.
Bien, admito el matiz. Sin embargo, habría que decir que, definirse uno mismo o a una formación política como de derechas o de izquierdas no es más que una convención.
El problema es quizás que no hemos definido qué es la izquierda y qué es la derecha, es decir, que no hemos conseguido llegar a esa convención. y ahí ya le digo que estoy en desventaja, porque como he dicho muchas veces, tengo claro qué es lo que no sostengo, pero no tengo claro qué es lo que sostengo. No sé qué es ser de izquierdas. Si sé qué es lo que no es de izquierdas. En otras palabras: sé que soy de izquierdas porque no soy de derechas, y en ese sentido, me siento vinculado a todos aquellos que tampoco son de derechas.
Yo soy consciente de lo endeble de este razonamiento, porque no se puede profundizar en él, ya que me encontraría más cerca de un partidario de la dictadura cubana que de un liberal (de los de verdad, no de los pinochetistas), cuando ésto en realidad no es así.
Es que es todo muy complejo.
por otra parte usted plantea un problema que cree que hay que debatir: si el PSOE y el Gobierno son de izquierdas. Yo no lo sé. Lo que sé es que el PSOE de Zapatero está planteando cosas que me parecen muy interesantes -que se están criticando injusta y racionalmente de manera muy dirigida por el liberalpinochetismo por el que que cierta izquerda se está dejando llevar-. Como las cosas no son blancas ni negras, es difícil decir si lo es o no. Sin embargo, yo sí sostengo que el Gobierno de Zapatero está planteando algunos debates -como el modelo de estado- absolutamente necesarios.
De todas formas, don EP, lo fundamental de mi interven ción no es el de si el PSOE es de izquierdas o no, sino intentar corregir lo global de su crítica. Yo no sé si usted aspira a una izquierda en la que se sienta cómodo porque coincida al 100 por 100 con ella. Si es así, olvídese.
podriamos decir que el PSOE és social-liberal y si me apuras un poco quitamos lo de social.
Brevemente contestando a D. Ricardo: efectivamnete el problema sería definir los términos izquierda y derecha. ¿Cuándo nos ponemos a ello?
Oiga, don EP: es usted muy listo. Así respondo yo también...
Efectivamente parece que al PSOE le interesaria un clima de crispacion para repetir resultados, pero afirmar que la crispacion actual este agitada tambien por el PSOE, es manifiestamente un error ¿interesado?. En mi opinion las causas de la crispacion corresponden mayoritariamente a la actitud del PP y sus aliados mediaticos, religiosos, economicos y ultimamente militares, porque consideran que solo con un trasvase masivo de votos volveran a gobernar. Y asi es, han pasado dos años y siguen solos, ZP en cambio mantiene los apoyos, una legislatura tranquila es lo que le interesa, el puede gobernar sin mayoria absoluta ¿puede decir lo mismo Rajoy?
Considerar que los 10 millones de votos del PP son fijos es una afirmacion arriesgada, y finalmente, sin animo de molestar, parece que las encuestas no te dan la razon cuando en medio de toda la crispacion anuncian que el PP empata o gana al PSOE.
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