Hay, a grandes rasgos, dos modelos sociológicos. El primero, se basa en la idea de que la sociedad es el conjunto final de los elementos atómicos que la conforman y, en última instancia, de los individuos. El segundo, mantiene lo contrario: la sociedad existe como una totalidad que determina a sus componentes y es independiente de elos. Así, escogiendo un modelo u otro, y ahora no analizaremos las razones para ello, se puede y se debe hacer un tipo distinto de análisis.
En el primer análisis, de corte liberal, importan las creencias de los individuos y sus ideas sobre lo que hacen pues en ellas está la clave de su acción. Así, los individuos, o las instituciones, actúan de manera individual, de acuerdo a sus propias creencias y expectativas. Y el análisis de la misma se basa en los objetivos explícitamente marcados por elos mismos. Es decir, si un partido dice que busca “X” el análisis se sitúa sobre si la estrategia emprendida es correcta o no para conseguir ese fin “X”. Y, como mucho, cabe la teoría de la conspiración: aunque diga, por ejemplo, que busca “X” busca en realidad “Y” y nos miente siendo consciente de que lo hace.
En el segundo modelo, sin embargo, el discurso de las instituciones no cuenta: lo importante no es lo que una institución social hace o cree que hace sino lo que realmente hace y lo que socialmente está obligada a hacer para sobrevivir como tal institución. Además, la finalidad última de la institución, y de forma independiente a sus propios miembros, es el mantenimiento como tal estructura social. As estructuras sociales funcionan así de forma independiente a como creen sus propios integrantes individuales e incluso obligan a estos a mantener una doble moral: por un lado la moral que dicen mantener, individual; por otro, la moral que realmente mantienen, la social. Pero, al tiempo, esta necesidad de mantener una doble moral sirve a la conciencia del individuo para la satisfacción: siempre actúa de acuerdo a la necesidad social o, diciéndolo en la terminología weberiana que no esconde sino la moral del tendero, lo hace desde la ética de la responsabilidad.
Hasta ahora, la mayoría de la crítica política se ha establecido de acuerdo al primer modelo: los partidos son entes individuales que tienen ideas determinadas y diferenciadas y, por tanto, su análisis se debe realizar desde dicha particularidad. Sin embargo, hora es de cambiar el método pues este no se ajusta a lo real. Ha llegado, tal vez, el momento de comenzar a analizar a los partidos políticos no como asociaciones atómicas son como entes sociales que buscan mantener el poder independientemente de la buena, o mala, voluntad de sus miembros. Pero, para ello, claro está, no debería bastar un mero cambio de paradigma sino que había que demostrar la lógica y necesidad de dicho cambio. Deberíamos demostrar que el análisis responde mejor al propio objeto, los partidos políticos, que el análisis anterior basado, aún, en las particularidades. Y, creemos que el momento actual es muy propicio. Y, por ello, iniciamos esta serie.
En el primer análisis, de corte liberal, importan las creencias de los individuos y sus ideas sobre lo que hacen pues en ellas está la clave de su acción. Así, los individuos, o las instituciones, actúan de manera individual, de acuerdo a sus propias creencias y expectativas. Y el análisis de la misma se basa en los objetivos explícitamente marcados por elos mismos. Es decir, si un partido dice que busca “X” el análisis se sitúa sobre si la estrategia emprendida es correcta o no para conseguir ese fin “X”. Y, como mucho, cabe la teoría de la conspiración: aunque diga, por ejemplo, que busca “X” busca en realidad “Y” y nos miente siendo consciente de que lo hace.
En el segundo modelo, sin embargo, el discurso de las instituciones no cuenta: lo importante no es lo que una institución social hace o cree que hace sino lo que realmente hace y lo que socialmente está obligada a hacer para sobrevivir como tal institución. Además, la finalidad última de la institución, y de forma independiente a sus propios miembros, es el mantenimiento como tal estructura social. As estructuras sociales funcionan así de forma independiente a como creen sus propios integrantes individuales e incluso obligan a estos a mantener una doble moral: por un lado la moral que dicen mantener, individual; por otro, la moral que realmente mantienen, la social. Pero, al tiempo, esta necesidad de mantener una doble moral sirve a la conciencia del individuo para la satisfacción: siempre actúa de acuerdo a la necesidad social o, diciéndolo en la terminología weberiana que no esconde sino la moral del tendero, lo hace desde la ética de la responsabilidad.
Hasta ahora, la mayoría de la crítica política se ha establecido de acuerdo al primer modelo: los partidos son entes individuales que tienen ideas determinadas y diferenciadas y, por tanto, su análisis se debe realizar desde dicha particularidad. Sin embargo, hora es de cambiar el método pues este no se ajusta a lo real. Ha llegado, tal vez, el momento de comenzar a analizar a los partidos políticos no como asociaciones atómicas son como entes sociales que buscan mantener el poder independientemente de la buena, o mala, voluntad de sus miembros. Pero, para ello, claro está, no debería bastar un mero cambio de paradigma sino que había que demostrar la lógica y necesidad de dicho cambio. Deberíamos demostrar que el análisis responde mejor al propio objeto, los partidos políticos, que el análisis anterior basado, aún, en las particularidades. Y, creemos que el momento actual es muy propicio. Y, por ello, iniciamos esta serie.
4 comentarios:
Muy interesante, don EP, pero muy pesimista.
O no le he entendido bien, o según su análisis no hay remedio: las instituciones sociales, incluidos los partidos políticos, los sindicatos, actúan con el único objetivo de reproducirse y mantenerse en el tiempo, al margen de lo que digan e incluso de lo que crean sus integrantes.
Si eso es así, no hay solución: no hay nada que hacer, el modelo no vale, porque se ha impuesto a los individuos.
Supongo que he entendido mal, porque eso sí que lleva a una postura de claro relativismo moral: no se puede hacer nada, luego voy a preocuparme sólo por lo mío.
Voy a leerlo con más calma.
Un saludo, Enrique.
Que una conclusión sea triste o implica que no sea verdadera. Y, tampoco, que haya que combatirla con el conformismo.
A ver, don EP, que yo creo que sigo entendiéndole mal.
¿Asume usted entonces que su razonamiento lleva al relativismo moral?
Es que si el relativismo mora es verdadero, entonces, todo vale lo mismo, y es aceptable cualquier postura ante la vida, porque todas son iguales.
Entonce, ¿por qué no la poligamia? ¿Por qué no pegar a las mujeres o matar a los guardias? Usted cree que esta mal y es su postura. Lo respeto, pero yo creo que está bien, y es la mía. Respéteme, porque todo es relativo y la verdad no existe.
Yo creía que eso era lo que usted había combatido toda su vida.
Supongo que llevo unos días espeso y no le he entendido.
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