La reciente, y no tan reciente, oleada de inmigrantes a las costas de Canarias ha traído el problema de la inmigración a un primer plano. Además, a esto se ha unido el nuevo despropósito de las fuerzas políticas, siempre en busca de voto cautivo, proponiendo el derecho de voto de los inmigrantes. Vamos a intentar analizar las dos cosas. Y en primer lugar, la inmigración en general.
Los cayucos llegan a la costa de Canarias de manera desenfrenada: eso es un hecho. Y la única manera de controlar la situación que se le ha ocurrido al gobierno, tan autoproclamado por el mismo y por sus medios afines como progresista, es la de blindar la frontera. Ya se blindó la costa andaluza, ya se subió la valla de Melilla y, ahora, se pretende blindar la costa atlántica africana. O diciéndolo de un modo menos fino: se pretende encerrarles para que mueran sin hacer ruido. Así, un problema social se convierte en un problema de seguridad de una forma característicamente caciquil: los inmigrantes son tratados como delincuentes al tiempo que la ideología oficial presenta la alianza de civilizaciones. Pero no, por lo visto, de personas.
Pero analicemos, por una vez, racionalmente el tema. ¿Cuál es el fundamento para negarle a nadie la entrada a un país? Si tenemos en cuenta que nosotros somos españoles por una cuestión de azar, es decir, de haber nacido en Senegal seríamos senegaleses, uno no entiende muy bien, al menos racionalmente, la idea de fundamento de esto: los emigrantes no tienen derecho a estar aquí.
Pero, ya se escucha la voz: seamos realistas. Y aquí es donde la idea del nuevo pensamiento político, del cual la socialdemocracia por cierto fue pionera, se desvela: ser realista significa desterrar la justicia y situarse en la pragmática. O diciéndolo con palabras de nuestro progre presidente: tener cintura. Efectivamente, ser realista es sencillamente encerrar a los negritos en sus reservas, que se autodenominan países, y dejarles gobernados por políticos corruptos y miserables –recordar por cierto que la responsabilidad de todo esto no es solo del primer mundo- y que allí mueran sin mucho ruido: excepto en los festivales de música “étnica” (o sea, folclore) donde siempre se podrá escuchar aquel comentario, tan racista él, sobre que los negros, o ahora la gente de color como si el blanco fuera incoloro, tienen el ritmo en la sangre. Así, el realismo es la muerte de los africanos, y en general de los habitantes de los países pobres mientras se alianzan las elites.
¿Pero qué hacer? Porque hasta aquí el lector habrá percibido un tono demagógico que ha consistido en decir que la gente tienen derecho a vivir en cualquier lugar del mundo. Demagogia pura, vaya. Y claro, busca soluciones pragmáticas. Pues vamos a ello. Resultan sorprendentes algunas cosas.
En primer lugar, que nadie señale, a las claras, que el drama de la inmigración no es un drama tanto para el país de acogida, mano de obra barata que se asume por parte de un gobierno que suelta a los inmigrantes ilegales a la calle sin más para pasar así a engrosar la larga lista de la economía sumergida, sino que es un drama para el país de salida pues pierde su única riqueza que es el capital humano (o sea, la mano de obra). Así, la emigración implica el cierre del círculo pues no solo condena al inmigrante a entrar en el lumpenproletariado sino que genera una desigualdad creciente entre países y colabora a la existencia de gobiernos miserables en los países tercermundistas. Y por eso, estos gobiernos permiten la inmigración pues saben que es una válvula de escape de situaciones que podían llegar a ser peligrosas para ellos mismos al tiempo que, de vez en cuando, puede cualquiera de sus embajadores corruptos ponerse digno sobre el trato que se les da aquí a sus ciudadanos (que mientras estuvieron allí fueron súbditos). Así, el primer punto que sorprende es la ausencia de crítica hacia los países que procuran emigrantes tanto en la derecha (que siempre los presenta como una especie de hecho exótico a lo Kipling), como en la izquierda (que siempre echa la culpa a los EEUU y por cierto nunca a Francia)
Pero en segundo lugar, ¿por qué se suelta a los inmigrantes ilegales? Resultaría lo lógico que si no se les puede repatriar, y tratándose de seres humanos, se les mantuviera en condiciones dignas internados hasta que se viera qué se puede hacer con ellos. Pues no, bocadillo, orden de expulsión y a la calle. ¿Por qué? Porque en España, según fuetes oficiales, hay un 20% de economía sumergida, es decir, nuestro Producto Interior Bruto depende en un 20% de la economía sumergida. Y ni usted, ni sus hijos ni yo vamos a trabajar ahí. Pero alguien tendrá que hacerlo: moros, sudacas, rusos y los negratas.
Y hay un tercer punto aún más escandaloso. Cuando alguien sale de su país para probar suerte en otro no lo hace de vacaciones ni de turismo (excepto con una beca Erasmus). Lo hace porque tiene la percepción, cierta en este caso, de que en ese país no hay ya ni futuro. La UE, al igual que EEUU, gasta un 35% de su presupuesto en una agricultura donde trabaja, en la mejor de las cifras, el 5% de la población. Una agricultura hipersubvencinada, inútil, con productos de bajísima calidad pero rentable políticamente. Mientras, los países tercermundistas se despueblan. Nadie relaciona ambos hechos. Pero resulta curioso conocerlos.
Hay una historia espeluznante en Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll. En ella, la morsa y el carpintero invitan a cenar aun grupo de pequeñas ostras. Solo hay un pequeño problema: la cena son las mismas ostras. Y mientras las devoran lloran desconsolados porque las engañaron para acudir.
Los cayucos llegan a la costa de Canarias de manera desenfrenada: eso es un hecho. Y la única manera de controlar la situación que se le ha ocurrido al gobierno, tan autoproclamado por el mismo y por sus medios afines como progresista, es la de blindar la frontera. Ya se blindó la costa andaluza, ya se subió la valla de Melilla y, ahora, se pretende blindar la costa atlántica africana. O diciéndolo de un modo menos fino: se pretende encerrarles para que mueran sin hacer ruido. Así, un problema social se convierte en un problema de seguridad de una forma característicamente caciquil: los inmigrantes son tratados como delincuentes al tiempo que la ideología oficial presenta la alianza de civilizaciones. Pero no, por lo visto, de personas.
Pero analicemos, por una vez, racionalmente el tema. ¿Cuál es el fundamento para negarle a nadie la entrada a un país? Si tenemos en cuenta que nosotros somos españoles por una cuestión de azar, es decir, de haber nacido en Senegal seríamos senegaleses, uno no entiende muy bien, al menos racionalmente, la idea de fundamento de esto: los emigrantes no tienen derecho a estar aquí.
Pero, ya se escucha la voz: seamos realistas. Y aquí es donde la idea del nuevo pensamiento político, del cual la socialdemocracia por cierto fue pionera, se desvela: ser realista significa desterrar la justicia y situarse en la pragmática. O diciéndolo con palabras de nuestro progre presidente: tener cintura. Efectivamente, ser realista es sencillamente encerrar a los negritos en sus reservas, que se autodenominan países, y dejarles gobernados por políticos corruptos y miserables –recordar por cierto que la responsabilidad de todo esto no es solo del primer mundo- y que allí mueran sin mucho ruido: excepto en los festivales de música “étnica” (o sea, folclore) donde siempre se podrá escuchar aquel comentario, tan racista él, sobre que los negros, o ahora la gente de color como si el blanco fuera incoloro, tienen el ritmo en la sangre. Así, el realismo es la muerte de los africanos, y en general de los habitantes de los países pobres mientras se alianzan las elites.
¿Pero qué hacer? Porque hasta aquí el lector habrá percibido un tono demagógico que ha consistido en decir que la gente tienen derecho a vivir en cualquier lugar del mundo. Demagogia pura, vaya. Y claro, busca soluciones pragmáticas. Pues vamos a ello. Resultan sorprendentes algunas cosas.
En primer lugar, que nadie señale, a las claras, que el drama de la inmigración no es un drama tanto para el país de acogida, mano de obra barata que se asume por parte de un gobierno que suelta a los inmigrantes ilegales a la calle sin más para pasar así a engrosar la larga lista de la economía sumergida, sino que es un drama para el país de salida pues pierde su única riqueza que es el capital humano (o sea, la mano de obra). Así, la emigración implica el cierre del círculo pues no solo condena al inmigrante a entrar en el lumpenproletariado sino que genera una desigualdad creciente entre países y colabora a la existencia de gobiernos miserables en los países tercermundistas. Y por eso, estos gobiernos permiten la inmigración pues saben que es una válvula de escape de situaciones que podían llegar a ser peligrosas para ellos mismos al tiempo que, de vez en cuando, puede cualquiera de sus embajadores corruptos ponerse digno sobre el trato que se les da aquí a sus ciudadanos (que mientras estuvieron allí fueron súbditos). Así, el primer punto que sorprende es la ausencia de crítica hacia los países que procuran emigrantes tanto en la derecha (que siempre los presenta como una especie de hecho exótico a lo Kipling), como en la izquierda (que siempre echa la culpa a los EEUU y por cierto nunca a Francia)
Pero en segundo lugar, ¿por qué se suelta a los inmigrantes ilegales? Resultaría lo lógico que si no se les puede repatriar, y tratándose de seres humanos, se les mantuviera en condiciones dignas internados hasta que se viera qué se puede hacer con ellos. Pues no, bocadillo, orden de expulsión y a la calle. ¿Por qué? Porque en España, según fuetes oficiales, hay un 20% de economía sumergida, es decir, nuestro Producto Interior Bruto depende en un 20% de la economía sumergida. Y ni usted, ni sus hijos ni yo vamos a trabajar ahí. Pero alguien tendrá que hacerlo: moros, sudacas, rusos y los negratas.
Y hay un tercer punto aún más escandaloso. Cuando alguien sale de su país para probar suerte en otro no lo hace de vacaciones ni de turismo (excepto con una beca Erasmus). Lo hace porque tiene la percepción, cierta en este caso, de que en ese país no hay ya ni futuro. La UE, al igual que EEUU, gasta un 35% de su presupuesto en una agricultura donde trabaja, en la mejor de las cifras, el 5% de la población. Una agricultura hipersubvencinada, inútil, con productos de bajísima calidad pero rentable políticamente. Mientras, los países tercermundistas se despueblan. Nadie relaciona ambos hechos. Pero resulta curioso conocerlos.
Hay una historia espeluznante en Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll. En ella, la morsa y el carpintero invitan a cenar aun grupo de pequeñas ostras. Solo hay un pequeño problema: la cena son las mismas ostras. Y mientras las devoran lloran desconsolados porque las engañaron para acudir.
7 comentarios:
Usted se equivoca en varias cosas.
El gobierno español no puede solucionar el problema de la miseria y el atraso africano. Eso es una utopía.
El drama de la inmigración ilegal no se convierte en un problema de seguridad. Es un problema de seguridad. Es un problema sanitario. Es un problema social. Es un problema económico.
Discrepo en su crítica al blindaje de la frontera. Los españoles tenemos derecho a controlar quien entra y quien sale de nuestro territorio.
Dudo mucho que el gobierno "pretenda encerrarles para que mueran sin hacer ruido". Eso me parece demagógico, como usted mismo reconoce. Sin ánimo de ofender. El gobierno intenta solucionar un problema complejo y lo hace dificultando el cruce ilegal de nuestras fronteras.
Efectivamente, los inmigrantes "ilegales" no tienen derecho a estar aquí. Porqué sr. Mesa, se trata de derecho y moral.
Discrepo también con su crítica a la no intervención en África. ¿De verdad tenemos que intervenir en África para deponer dictaduras? ¿Está usted seguro?
Dice usted que aquí se suelta a los inmigrantes ilegales con un bocadillo. ¿Que recomienda usted? Tal vez, devolverlos fuera de las aguas territoriales españolas o sea abandonarlos en pleno oceano atlántico. ¿Expulsarlos? ¿Adonde? Si los muy ladinos ocultan sus nacionalidades. ¿Internarlos?¿Donde? ¿En campos de concentración? Podríamos mantenerlos a pan y a cuchillo, claro. ¿Con que dinero, hacemos una colecta? Le recuerdo que hablamos de millones de personas.
Lo de la agricultura ya es viejo. La UE gasta un 35 % de su presupuesto en mantener el sector primario. ¿Y a cuanto asciende ese presupuesto?¿Se lo ha preguntado? Con las cosas de comer no se juega sr. Mesa. La alimentación es un sector estratégico. Usted, seguramente, puede pasar de un collar de diamantes pero en cambio, necesita comer cada día.
Es muy simple creer que abandonando la agricultura europea a su suerte África iba a beneficiarse de ello. Es pensar, que mientras ellos se dedicarían a la siembra y pastoreo, nosotros les venderíamos los arados y los quads. Eso es absurdo.
La inmigración ilegal se debe rechazar porqué va contra la ley.
Y parafraseando y plagiando a Victor Davis Hanson:
El extranjero procedente de África elige qué leyes españolas juzga convenientes. Quiere que nuestra policía de fronteras le deje en paz, hasta que se pierde en el oceano, es atacado por ladrones o necesita ser atendido en un hospital.
El empresario espera que las leyes de fronteras sean implementadas con el fin de mantener a los vagabundos fuera de sus propiedades, pero a continuación asume que la misma policía vigilante ignorará el estatus de ilegal de su mano de obra barata.
Cuando inmigrantes ilegales conducen coches sin permiso de conducir o sin seguro del automóvil, ¿Por qué deben molestarse otros conductores en sacarse el carnet o contratar una póliza de seguros? Si la policía detiene y multa a los conductores y en cambio ignora a los inmigrantes ilegales ¿Por qué comprobar las órdenes de búsqueda pendientes de sus ciudadanos?
¿Por qué ignoramos las leyes de inmigración?
¿Son las leyes erróneas y crueles, e incluso si lo son, sería moral ignorarlas? Las respuestas son no, y no.
Lo que distingue a España de las naciones de Oriente Medio, África y sí, México, son las leyes, lo sagrado de nuestro sistema legal. El paisaje del norte de Marruecos puede ser indistinguible del horizonte a lo largo de la frontera de Melilla. Pero en lo que respecta a la ley, entre nosotros y ellos hay un Gran Cañón.
Solamente a un lado de la frontera se tiene derecho a la propiedad privada, la policía es responsabilizada de sus abusos y las actividades bancarias se realizan de manera transparente. La contratación pública en España se basa en la ley, y los jueces son autónomos. Y los ciudadanos tienen derecho legal a investigar e incluso denunciar a su gobierno. Ese bloque de legalidad ayuda a explicar mucho, desde porqué es más seguro beber agua en Barcelona que en Rabat, hasta porqué un trabajador gana doce dólares la hora en Fresno pero menos de un dólar en Oaxaca.
No podemos ignorar nuestras leyes cruciales de soberanía y ciudadanía. Si lo hicieramos, entonces no seríamos distintos de aquellas naciones cuyos ciudadanos huyen hoy hasta nuestras costas para escapar de las consecuencias de la falta de ley.
Ese es el motivo por el que Sócrates, hace 2400 años, nos enseñó que la violación deliberada del mandato de la ley habría sido para la Atenas antigua peor aún que perder a su mayor filósofo.
Pobre Enrique, en que jardin te has metido, te van a llover las tortas por todos lados. Yo estoy de tu parte, creo que todos tenemos derecho a todo y si no que se ponga freno a las inversiones de capital en otros paises, pero no, el dinero puede ir y venir como le convenga, las personas, no, porque valemos mucho menos.
No tiene razon de ser que nosotros le vendamos arroz a los africanos, cuando ellos lo pueden producir mas barato que nosotros, pero lo subvencionamos y ala, se lo vendemos.
Me hace gracia que la gente que mas cree en la libertad y el libre comercio no crea en ella para lo que le conviene.
Y si, tienes razon, nada les va a parar, nada, y estan perdiendo lo mas importante, el capital humano, nosotros somos los que nos beneficiamos, como siempre.
Cuando hablan del efecto llamada es que me muero de risa, porque tela tela, en Grecia, en Italia, en Alemania no les regularizan y aun asi siguen teniendo los mismos problemas. Prefiero que todo el mundo pague impuestos, que es de lo que se trata.
Ya no nos acordamos de nosotros, cuando nos vinimos del pueblo a la ciudad y viviamos como ellos, 14 en una casa, pero claro, nosotros eramos nosotros, ellos son unos muertos de hambre. Ya no nos acordamos de nuestros padres, que se fueron a Alemania, alli ellos llegaban con papeles y aun asi les trataban como a chusma.
En fin, lo mejor es que nadie va a parar a los inmigrantes, seguiran llegando y por donde mas entran es por Barajas o Pirineos, no por los cayucos, esos son los mas espectaculares pero no la mayor cantidad.
"Yo estoy de tu parte, creo que todos tenemos derecho a todo" ¿Está usted segura de ello?¿Usted cree que Enrique comparte su argumento? Tal vez, así sea.
"No tiene razon de ser que nosotros le vendamos arroz a los africanos, cuando ellos lo pueden producir mas barato que nosotros, pero lo subvencionamos y ala, se lo vendemos."¿Está usted hablando de Dumping y comercio? Yo no propongo vender comida subvencionada a África. Lo que discuto es que desproteger la agricultura sea la solución a la miseria en el sur. Normalmente, no hay soluciones simples a problemas complicados. La desaparición de la agricultura europea provocaría un aumento del abandono de las zonas rurales y por tanto de los bosques (Incendios, robos en lugares alejados, etc.)y montañas. Y mucho más importante, quedaríamos a merced del mercado internacional para abastecernos de comida. ¿Se imagina usted depender de USA, la CEI, Argentina o Somalia para poder llenar el estómago? ¿Una barrita de pan a 20 euros con el IPC actual? La CEE debe parte de su génesis a la sociedad de postguerra, una sociedad que había conocido el hambre, como la sociedad española en los 50. Si los africanos no quieren importar arroz europeo, lo tienen fácil: que impongan aranzeles y barreras comerciales.
Por otra parte, está usted equivocada. La derecha española o al menos, sus sectores más ideologizados, rechaza la PAC de lleno y fomenta los mismos argumentos que usted suscribe. Sí, usted suscribe los argumentos neoliberales, de la autoproclamada izquierda y de las grandes corporaciones alimentarias norteamericanas(Estas últimas, las grandes beneficiadas de una liberalización de la agricultura a nivel mundial)
" nosotros somos los que nos beneficiamos, como siempre." Será usted la que se beneficía. Yo no me beneficio en nada que yo sepa. Sigo ganando una mierda mensualmente y ahora tengo más competencia en mi puesto de trabajo.
"Prefiero que todo el mundo pague impuestos, que es de lo que se trata."¿Se trata de que todo el mundo pague impuestos? Yo la veía a usted más idealista y ahora veo que se trata sólo de dinero. Vaya, vaya.
"lo mejor es que nadie va a parar a los inmigrantes"Curiosa ideología la suya. Yo me creía que usted pensaba algo como que lo mejor sería menos miseria en el mundo, más libertades, más bienestar, etc. Y en cambio, piensa que "lo mejor" es que venga más y más gente. Independientemente, de pequeños detalles como si habrá comida para todos, espacio para todos, etc..
"y por donde mas entran es por Barajas o Pirineos, no por los cayucos, esos son los mas espectaculares pero no la mayor cantidad." Aquí le doy la razón, pero con un pequeño matiz: no es una cuestión de espectáculo sino de vidas humanas. No se caen de los aviones en vuelo, ni se mueren de frio al cruzar el Pirineo. El problema del Estrecho y la ruta a Canarias es que es un drama humano. Aunque usted prefiera reirse del efecto llamada. Un retorcido sentido del humor el suyo, sí señor.
Antes de nada, disculparme ante D. Pocholo por no haber podido contestar antes a sus críticas a mi artículo pero he tenido varios problemas que no me han permitido responder. Una vez dicho esto, quisiera contestar a sus críticas.
Creo, si no es así me corrige, que sus críticas irían encaminadas en dos bloques fundamentales, aprte de ciertos hechos puntuales que luego analizaremos: uno, el problema económico (la agricultura en concreto); otro, la parte política sobre el problema de derechos y deberes. Como este segund problema pienso tratarlo en artículo aparte (tanto en el tema “voto inmigrante”, con el que no estoy de acuerdo, como en el tema del derechos y, por cierto, deberes) pues si le parece a usted la dejamos de lado. Así que nos centramos en el tema económico.
Veamos, hay dos cosas en su tesis que me interesa: por un lado, la idea de que la agricultura europea sería un sector estratégico y, por otro, que la defensa de una economía agraria no subvencionada sería una idea liberal.
En primer lugar el problema de la agricultura como sector estratégico. Estoy, en parte, de acuerdo con usted. Desde el punto de vista de la situación actual considero que la agricultura europea debería ser un sector estratégico en dos aspectos: por un lado, en cuanto a reserva estratégica y posibilidad de control de precios; por otro, como mantenimiento de una biodiversidad necesaria para el futuro. ¿Cumple ese papel la agricultura europea? Veamos, un sector estratégico alimentario bastaría con los cereales y una pequeña reserva Esta misma reserva bastaría para mantener los precios en su sitio. Sin embargo, la agricultura europea cultiva todo y todo, o casi todo, subvencionado. Y la consecuencia es el hambre del resto. Claro que hay Dumping y creo que el informe anexo al artículo en el vínculo lo explicaba muy bien. ¿No se juega con las cosas de comer? El problema es que sí se juega y los perdedores son los agricultores del tercer mundo.
Ahora bien, nos beneficiamos nosotros. Pues no, y esa corriente de que todos tenemos la culpa de todo es falsa. Primero de todo, cada uno debe asumir su parte de culpa en el estado actual de cosas y, si me lo permite, le pondré un ejemplo. Zapatero es más culpable que yo pero, al tiempo, yo soy más culpable que mi madre que carece de estudios y, por lo tanto, no se le puede exigir lo mismo que a mí. Pero, segundo, lo que tiene que quedar claro es que hay que huir de ese espíritu cristiano del pecado original bien repartido y darse cuenta de que esto no es un problema personal sino real (una vez que lo personal ha pasado a ser absolutamente irreal, pero eso es otra historia). La culpa de todo la tiene la estructura de la realidad del capitalismo y no la mayor o menor subjetividad ciertos individuos.
Pero, ¿significa esto asumir el liberalismo? No, porque no estamos en contra, por ejemplo, de las subvenciones. Creemos que debe haber subvenciones tanto para la agricultura europea en los términos antes descritos y creemos que debe haber subvenciones para la agricultura del tercer mundo. Y creemos, además, que dichas subvenciones nunca deben darse directamente a los gobiernos de esos países, corruptos en su mayoría, sino a proyectos intervenidos directamente por la UE. ¿Es esto un nuevo neocolonialismo? Pues lo será, pero lo pensamos así.
Pero algo más, usted dice que nuestra postura, pues creo inferir que mezcla la de Doña Virginia con la mía cuando considero que no son la misma, es la misma que la de las grandes compañías americanas. Sin embargo, me parece que no es así pues en el mismo informe vinculado en el artículo ya se ve que las posturas de EEUU y de la UE son bastantes parecidas.
Pero, los problemas presentados a nuestro artículo no acaban ahí, sino que continúan en otros puntos que, a continuación nos gustaría tratar ya más brevemente
Señala D. Pocholo que la inmigración no es sólo un problema del gobierno español. Eso está claro y estamos de acuerdo. De hecho, es un problema global de la UE. Pero, el gobierno español, tan líder en otras cuestiones de política exterior como retirar la tropas de Irak o mantener una postura cuando menos antiisraelí, de forma bastante tonta por cierto, en el tema del Líbano, sin embargo aquí no ha actuado así. Aquí, lejos de intentar abrir un debate, lo único que ha pedido ha sido una fuerza de seguridad para cerrar la frontera a la UE Así, el gobierno español sí es responsable de la situación aunque no el único responsable.
¿Debemos intervenir en África? La respuesta tiene truco: porque los gobiernos europeos, y en especial Francia, ya intervienen en África. Lo que pedimos es fácil: intervenir para favorecer la democracia y el desarrollo y no los intereses de las grandes industrias. ¿Hasta llegar a una intervención miliar? Pues considero que sí.
¿Qué hacer con los inmigrantes? Si se les suelta la ley es corrupta, por supuesto. Porque cuando dejas a alguien en la calle con la única posibilidad de la explotación laboral o el robo no parece de recibo luego exigirle bondad infinita. La única solución sería mantenerles recluidos hasta que se les pueda repatriar (al igual que se hace por cierto con violadores, asesinos y demás gente que parecen menos humanas que estos inmigrantes excepto en su DNI). Porque no debemos olvidar que estamos ante un gobierno que se autoproclama, junto con sus medios afines, como progresista. Y no parece muy progresista dar mano de obra barata.
El problema de la falta de tiempo a veces puede ser común. No me extenderé más en la disculpa.
D. Virginia: a veces, el tono de mis textos puede resultar ofensivo. Luego me arrepiento. Pero, el mal ya está hecho. Espero no haberla molestado excesivamente. Los que me conocen, ya saben de tal debilidad.
Sr. Mesa, en ningún caso, he pretendido mezclar su discurso con el de D. Virginia. Espero no haber dado esa impresión en mi texto. Mi respuesta era una crítica al artículo que encabeza este debate. Donde usted hacia un planteamiento descriptivo del problema de la inmigración para abrir la discusión del mismo.
A grandes rasgos estoy de acuerdo con toda su argumentación. Sólo me limitaré a profundizar un poco en el tema a mi juicio más importante. Aclarar la confusión que suscito mi respuesta respecto liberalismo v. proteccionismo en la agricultura. Mi posición es favorable a una apertura del mercado europeo a los países del Tercer Mundo. Siempre y cuando, Europa mantenga esa reserva estratégica, que usted también defendía, que permita asegurar que nuestra población quedará resguardada de una hambruna en casos de crisis. No obstante, los políticos y legisladores europeos no pueden obviar la existencia de compañías transnacionales agroalimentarias, de nacionalidad mayoritariamente norteamericana, que controlan sectores productivos enteros en esas regiones merced a la debilidad de los estados. Compañías depredadoras que serían, si no hubiese un correcto control de la liberación comercial, las grandes beneficiadas de esa liberalización en detrimento de los pobres del Tercer Mundo. Compañías, que desde mi punto de vista, periódicamente alientan la lucha ideológica liberalismo/capitalismo sobre esa cuestión. Me refiero, como no a la United Brands o la Castie & Cook (Propietaria de la marca de bananas Del Monte entre otras), o a la más conocida Monsanto, que vende productos modificados genéticamente, etc. Por esa posición común, me atreví a acusarles de neoliberales, a sabiendas de que usted, Enrique, es un marxista confeso que no suele adoptar posiciones políticas en asuntos importantes de manera irreflexiva.
Espero su artículo sobre la parte de derechos y deberes.
En el artículo anterior hablaba de que las multinacionales agropecuarias intentaban periodicamente influir en los acuerdos comerciales respecto a la liberalización de la agricultura europea. Para ello, he comentado que alientan el debate sobre la lucha ideológica "liberalismo/capitalismo" . Ello no es correcto, a mi parecer, incidirían sobre el debate: Liberalismo versus "Proteccionismo". Es decir, sobre la necesidad de abolir las barreras arancelarias.
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