Antes de nada, una nota. Desde ahora, cuando hablemos del Panfleto antipedagógico nos referimos no al libro, que no hemos leído, sino al documento en PDF que circuló en Internet y que agradecemos desde aquí que su autor colgara. Por ello, todas las citas y textos pertenecen a dicho documento.
Continuemos con la Introducción. Veamos, según el autor, dónde debe estar la clave de la enseñanza: “debe haber una enseñanza en la que cada uno pueda demostrar su valía, su inteligencia y su capacidad de trabajo” (pág. 3)
Observemos las palabras utilizadas: demostrar (por parte de alumno, claro), la valía, la inteligencia y la capacidad de trabajo.
Analicemos el conjunto.
En primer lugar obsérvese que el sistema educativo, la enseñanza, debe permitir en el sentido de aflorar, a uno algo. Obsérvese que no debe obligarle ni tan siquiera debe enseñarle sino permitirle llegar a ser lo que ya lleva dentro cual innatismo, nunca demostrado, de las capacidades. Es decir que el alumno se transforma en protagonista, en cuanto sujeto de acción, de la enseñanza. Y es esta una ironía. Porque resulta que eso mismo que lo que piensa la ñoña LOGSE. Efectivamente, en esa versión tonta, e ignorante, del constructivismo que escogió la ley pseudoprogresista, el alumno recibía la educación según sus intereses y capacidades y aquí, sorpresa, quien está en contra de la LOGSE repite prácticamente lo mismo. Es la vieja cantinela liberal: la igualdad de oportunidades para que, al florecer-permitir, salgan los mejores. Así, el sistema educativo no se postula como un proceso real de educación, de formación, sino de permanencia en el ser: los listos seguirán siendo listos y los tontos, tontos. Pero en el fondo, la única diferencia tal vez entre los teóricos pro y anti LOGSE es una diferencia por la profesión que se ejercita y, por tanto, dónde hay que hacer el corte. Mientras que los teóricos de la LOGSE, profesores universitarios, buscan eliminar a los alumnos justo en el Bachillerato para no tenerlos que soportarlos en la universidad -magníficas las quejas de los profesores universitarios sobre el nivel del alumnado en las carreras, como si los profesores universitarios tuvieran, en general, algún nivel-, los teóricos del Panfleto pretenden eliminarlos antes: durante la ESO. Al fin y al cabo son profesores de instituto. La defensa del privilegio, como siempre, guarda relación con la profesión concreta.
Pero, alguna diferencia entre unos y otros debe haber. Y la diferencia, que luego veremos no es tal, es en el uso de las palabras. Si se observan las palabras utilizadas por el autor del panfleto antipedagogico se verá, frente al espíritu cristiano y ñoño de la LOGSE, ese aire liberal típico que recoge dos cosas: la primera, la idea de competencia, la segunda, la idea de que las formas de relación social guardan estricta relación con el orden natural.
Efectivamente, el alumno asiste a un sistema educativo “para demostrar”. Es decir, la clave del proceso educativo no es educar sino que el alumno deba ser, y ya, sujeto de competencia que debe demostrar su valía. Así, la competencia propia de la realidad laboral capitalista se traslada a la educación que se transforma, aquí sí, en escuela de vida o, yendo a lo más real en mera formación laboral y supervivencia (por cierto, lean el preámbulo de la LOGSE: “la vida activa”). Además, como luego veremos en otro artículo, esta idea se impone en una selección cercana del alumnado que es, como el ganado, seleccionado por su valía, inteligencia y capacidad de trabajo. Y, segundo, la inteligencia, valía y capacidad de trabajo, ¿cómo se miden? Porque parece claro que la capacidad pueda tener un componente objetivo, en condiciones normales la realización o no de las tareas pertinentes, ¿pero la inteligencia y la valía? Uno no entiende, aunque está harto de verlo n cualquier junta de evaluación, bajo qué criterio rigurosamente científico se puede medir la inteligencia y la valía de alguien: ¿por qué no aprueba mi examen?, ¿por qué se aburre en mi clase? Eso podrá ser motivo de suspenso, y de hecho en lo primero debe serlo, pero no de juzgar algo que escapa a las capacidades propias de un profesor como es medir inteligencia y valía. Así, todo el entramado se construye sobre un prejuicio anticientífico.
¿Qué hay detrás de todo esto, como ya veremos? La propia estructura del modelo de empresa, al igual que en la LOGSE por cierto, pero aquí sin ese lenguaje ñoño de los buenistas y demás defensores del buenismo zapateril. Es, efectivamente, el modelo de empresa trasladado al alumnado, aunque curiosamente nunca se pida tal cosa para el propio profesorado liberado de cualquier competencia y demostración de valía, inteligencia y capacidad de trabajo gracias a su condición de funcionarios.
Continuemos con la Introducción. Veamos, según el autor, dónde debe estar la clave de la enseñanza: “debe haber una enseñanza en la que cada uno pueda demostrar su valía, su inteligencia y su capacidad de trabajo” (pág. 3)
Observemos las palabras utilizadas: demostrar (por parte de alumno, claro), la valía, la inteligencia y la capacidad de trabajo.
Analicemos el conjunto.
En primer lugar obsérvese que el sistema educativo, la enseñanza, debe permitir en el sentido de aflorar, a uno algo. Obsérvese que no debe obligarle ni tan siquiera debe enseñarle sino permitirle llegar a ser lo que ya lleva dentro cual innatismo, nunca demostrado, de las capacidades. Es decir que el alumno se transforma en protagonista, en cuanto sujeto de acción, de la enseñanza. Y es esta una ironía. Porque resulta que eso mismo que lo que piensa la ñoña LOGSE. Efectivamente, en esa versión tonta, e ignorante, del constructivismo que escogió la ley pseudoprogresista, el alumno recibía la educación según sus intereses y capacidades y aquí, sorpresa, quien está en contra de la LOGSE repite prácticamente lo mismo. Es la vieja cantinela liberal: la igualdad de oportunidades para que, al florecer-permitir, salgan los mejores. Así, el sistema educativo no se postula como un proceso real de educación, de formación, sino de permanencia en el ser: los listos seguirán siendo listos y los tontos, tontos. Pero en el fondo, la única diferencia tal vez entre los teóricos pro y anti LOGSE es una diferencia por la profesión que se ejercita y, por tanto, dónde hay que hacer el corte. Mientras que los teóricos de la LOGSE, profesores universitarios, buscan eliminar a los alumnos justo en el Bachillerato para no tenerlos que soportarlos en la universidad -magníficas las quejas de los profesores universitarios sobre el nivel del alumnado en las carreras, como si los profesores universitarios tuvieran, en general, algún nivel-, los teóricos del Panfleto pretenden eliminarlos antes: durante la ESO. Al fin y al cabo son profesores de instituto. La defensa del privilegio, como siempre, guarda relación con la profesión concreta.
Pero, alguna diferencia entre unos y otros debe haber. Y la diferencia, que luego veremos no es tal, es en el uso de las palabras. Si se observan las palabras utilizadas por el autor del panfleto antipedagogico se verá, frente al espíritu cristiano y ñoño de la LOGSE, ese aire liberal típico que recoge dos cosas: la primera, la idea de competencia, la segunda, la idea de que las formas de relación social guardan estricta relación con el orden natural.
Efectivamente, el alumno asiste a un sistema educativo “para demostrar”. Es decir, la clave del proceso educativo no es educar sino que el alumno deba ser, y ya, sujeto de competencia que debe demostrar su valía. Así, la competencia propia de la realidad laboral capitalista se traslada a la educación que se transforma, aquí sí, en escuela de vida o, yendo a lo más real en mera formación laboral y supervivencia (por cierto, lean el preámbulo de la LOGSE: “la vida activa”). Además, como luego veremos en otro artículo, esta idea se impone en una selección cercana del alumnado que es, como el ganado, seleccionado por su valía, inteligencia y capacidad de trabajo. Y, segundo, la inteligencia, valía y capacidad de trabajo, ¿cómo se miden? Porque parece claro que la capacidad pueda tener un componente objetivo, en condiciones normales la realización o no de las tareas pertinentes, ¿pero la inteligencia y la valía? Uno no entiende, aunque está harto de verlo n cualquier junta de evaluación, bajo qué criterio rigurosamente científico se puede medir la inteligencia y la valía de alguien: ¿por qué no aprueba mi examen?, ¿por qué se aburre en mi clase? Eso podrá ser motivo de suspenso, y de hecho en lo primero debe serlo, pero no de juzgar algo que escapa a las capacidades propias de un profesor como es medir inteligencia y valía. Así, todo el entramado se construye sobre un prejuicio anticientífico.
¿Qué hay detrás de todo esto, como ya veremos? La propia estructura del modelo de empresa, al igual que en la LOGSE por cierto, pero aquí sin ese lenguaje ñoño de los buenistas y demás defensores del buenismo zapateril. Es, efectivamente, el modelo de empresa trasladado al alumnado, aunque curiosamente nunca se pida tal cosa para el propio profesorado liberado de cualquier competencia y demostración de valía, inteligencia y capacidad de trabajo gracias a su condición de funcionarios.
1 comentario:
Noticia
THE Archbishop of Canterbury today warned family separations and commercial pressures were causing a crisis in modern childhood.
Dr Rowan Williams said a new generation of young parents fail to offer the right example to their children who, in turn, are becoming "infant adults".
His comments come after an inquiry was launched into the state of childhood by the Children's Society, which is concerned about the UK's rising level of child depression.
The independent inquiry by the charity is looking at all aspects of childhood amid growing concern over the health and quality of children's lives.
It is understood the Archbishop fears we are creating a society where adults, having not been properly cared for as children, are themselves unable to bring up their own offspring.
The Children's Society points to higher levels of depression and mental illness in the UK than elsewhere in the European Union.
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