El sábado vi Cimbelino de Shakespeare en el Teatro Español de Madrid. La representación en sí me ha parecido muy buena -debería aprender de ella por ejemplo ese pésimo director que es Calixto Bieito-. Sin embargo, no se trata, a mi parecer, de una gran obra aunque sea de Shakespeare -¡de Shakespeare!-. Y echo de menos en ella un personaje que siempre he admirado en la dramaturgia shakesperiana: el malo trágico. Aquí, el malo es demasiada caricatura -genial, por cierto, una escena de la obra en la cual, aprende otra vez Bieito, el malo canta cual Back Street Boys con sus secuaces una serenata-, le falta la grandeza de los personajes shakespearianos tradicionales: esos que hacen el mal de forma trágica, con una infinita tristeza.
No se deben decir las cosas en caliente. Corre uno el riesgo de emocionarse demasiado. Y las emociones no suelen ser buenas, al menos las precipitadas, para analizar los asuntos. Por eso hay que esperar. Además, es de justicia dar una oportunidad a quien se le va a acusar de miserable. Pudo haberse equivocado en el momento y luego rectificar. Eso, tal vez, no quitaría su culpa, pero sí al menos le haría humano más allá del ADN. Incluso uno podría pensar que no es un miserable.
Zapatero fue a México hacia la segunda semana de julio. Y allí habló. Pudo hablar de muchas cosas, pero allí dijo esto: no hay ni muro ni foso que prevalezcan frente al intento de conquistar un futuro en bienestar. Se refería, imagino, al muro que EEUU está construyendo en la frontera mexicana.
Pocos días después unas 50 personas desaparecían -eso es morir, no dormir, seguro que no soñar- en el muro que España, gobernada por Zapatero, y la UE han construido para evitar que los inmigrantes subsaharianos -o sea: los negros de África- vengan a Europa. Al resto los rescataba -o sea: los detenía, como por otra parte es su obligación- Salvamento Marítimo y la Guardia Civil. Podían haberlo intentado por los muros -cuestión semántica- de Ceuta y Melilla, pero son muy altos. Y cada vez más.
Hay obras mejores de Shakespeare que Cimbelino. Muchas. Y en una de ellas, Macbeth confiesa algo: la vida es una historia contada por un idiota con ruido y furia y que no significa nada. Precisamente ese ruido y esa furia que ya no podrán ejercer, eliminada su vida -o sea: muertos- los inmigrantes subsaharianos mientras se dirigían a la España que gobierna el que criticó el muro de EEUU. Y el ruido y la furia que uno no ha notado en el ambiente progresista. Porque los subsaharianos -o sea: los negros de África- son un poco menos que los espaldas mojadas -o sea, los mexicanos- en un mundo regido por la oferta y la demanda en el brillo de la mercancía -o sea: la oferta electoral-.
No se deben decir las cosas en caliente. Corre uno el riesgo de emocionarse demasiado. Y las emociones no suelen ser buenas, al menos las precipitadas, para analizar los asuntos. Por eso hay que esperar. Además, es de justicia dar una oportunidad a quien se le va a acusar de miserable. Pudo haberse equivocado en el momento y luego rectificar. Eso, tal vez, no quitaría su culpa, pero sí al menos le haría humano más allá del ADN. Incluso uno podría pensar que no es un miserable.
Zapatero fue a México hacia la segunda semana de julio. Y allí habló. Pudo hablar de muchas cosas, pero allí dijo esto: no hay ni muro ni foso que prevalezcan frente al intento de conquistar un futuro en bienestar. Se refería, imagino, al muro que EEUU está construyendo en la frontera mexicana.
Pocos días después unas 50 personas desaparecían -eso es morir, no dormir, seguro que no soñar- en el muro que España, gobernada por Zapatero, y la UE han construido para evitar que los inmigrantes subsaharianos -o sea: los negros de África- vengan a Europa. Al resto los rescataba -o sea: los detenía, como por otra parte es su obligación- Salvamento Marítimo y la Guardia Civil. Podían haberlo intentado por los muros -cuestión semántica- de Ceuta y Melilla, pero son muy altos. Y cada vez más.
Hay obras mejores de Shakespeare que Cimbelino. Muchas. Y en una de ellas, Macbeth confiesa algo: la vida es una historia contada por un idiota con ruido y furia y que no significa nada. Precisamente ese ruido y esa furia que ya no podrán ejercer, eliminada su vida -o sea: muertos- los inmigrantes subsaharianos mientras se dirigían a la España que gobierna el que criticó el muro de EEUU. Y el ruido y la furia que uno no ha notado en el ambiente progresista. Porque los subsaharianos -o sea: los negros de África- son un poco menos que los espaldas mojadas -o sea, los mexicanos- en un mundo regido por la oferta y la demanda en el brillo de la mercancía -o sea: la oferta electoral-.
Y que nadie lo olvide: pum, pum..., cierra la muralla.
1 comentario:
No se a ustedes que les ocurrirá, pero a mi después de leer este articulo me da la sensación que conozco nada o muy poco de Israel y de los judíos.
Sera que tenia una memoria histórica equivocada sobre lo que son y lo que han sido.
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