martes, octubre 02, 2007

NATURALEZA, ECOLOGISMO Y PENSAMIENTO TOTALITARIO

La naturaleza más que madre es madrastra. A ella -y hablamos de ella en cuanto constructo mental o sistema biológico no como, evidentemente, sujeto real y sin darle nunca una finalidad racional ni nada parecido- poco le importan los individuos y ni tan siquiera las especies. La única ley de la naturaleza es la selección natural: los más aptos, aquellos que por condiciones azarosas muestran una mejor adaptación al medio, sobreviven. La naturaleza, en cuanto sistema total de la vida, sobrevive así a costa de la muerte y del sufrimiento de los seres que la pueblan. Los nichos biológicos son crueles lugares donde sólo impera la ley de comer o ser comido, la ley del más fuerte. Por eso, vivir en armonía con la naturaleza es un absurdo. O, aún peor, una locura con ribetes totalitarios.

La idea de vivir en armonía con la naturaleza es siniestra. La naturaleza, aplicada a las sociedades humanas, no sería sino la eugenesia: la aplicación de la selección natural a la especie humana. La selección natural propuesta estaría bastante clara: primero caerían los enfermos, los niños deficientes, los débiles,... eso sería vivir en vivir armonía con la naturaleza. La supervivencia de la vida en la naturaleza necesita de la muerte de aquellos que amenazan a la supervivencia de las especie. El todo es prioritario sobre los individuos. Por eso, todos los regímenes totalitarios, y las religiones, han exaltado la idea de ser ellos mismos resultados naturales, de ser algo que procede o bien de una naturaleza general tomada como si fuera una madre o bien de una específica naturaleza humana propia de la especie en cuanto tal. El totalitarismo político, y su forma religiosa que es la mística, parten del supuesto de sistema –de la totalidad- como clave principal de su ideario y, con ello, y al igual que ocurre en el mundo natural, de la insignificancia de los individuos. Lo que importa es la supervivencia del todo –el estado, la nación, el sistema económico- como algo real del mismo modo que la ideología presenta a la selección natural permitiendo la supervivencia de la especie con la eliminación de los débiles. Además, en estos idearios y en la propia naturaleza, el sistema se pone por encima de los distintos individuos que sólo son perpetuadores de la situación y cuya finalidad última es integrarse en ese absoluto: reproducirse y luego morir. La imitación de la naturaleza, el seguir sus reglas, deja a los individuos desarmados ante la totalidad que los reproduce únicamente como medio de su propia perpetuación y no como fines en sí mismos.

Incluso el capitalismo y su ideología liberal repiten el juego de la naturaleza. Por un lado, el sistema de libre competencia emula la lucha por la supervivencia de los distintos individuos en el mundo natural; por otro, al igual que ocurre con los sistemas totalitarios -porque el propio capitalismo lo es- lo que importa no es tanto la supervivencia de los distintos individuos, su vida personal, sino, precisamente, la del propio sistema como estructura. En realidad, y lejos de lo cree el bien intencionado, y por ello mismo errado, ecologista el problema consiste en que la armonía con la naturaleza en el capitalismo desarrollado está perfectamente integrada. Se podría decir, incluso, que el capitalismo actual es naturaleza realizada tanto en el sentido de estructura totalitaria -donde lo que debe prevalecer es la supervivencia de la misma estructura- como, en segundo lugar, en su conexión con las raíces biológicas de la especie humana y con ello con su naturaleza de primate. Alguien podría argumentar que, sin embargo, el desarrollo industrial está destrozando la naturaleza lo que demostraría que no es natural, pero es que ese alguien lo que no entiende es que para el desarrollo natural del capitalismo la única naturaleza es él, es decir: lo que hace el capitalismo no es sino aplicar a la naturaleza las propias leyes que la naturaleza ha creado: la selección del más apto (indudablemente, en una forma metafórica de hablar pues conocemos que la naturaleza, como tal, ni tan siquiera existe).

Así, el pensamiento emancipatorio, si lo desea ser realmente, no puede desarrollar sus tesis en la naturaleza o desde la naturaleza, sino sólo emancipándose, en todos los aspectos, de ella. Por eso, el ecologismo que pretende no ya el respeto al mundo circundante, indispensable como desarrollaremos a continuación, sino la vivencia en armonía con la naturaleza olvida que dicha armonía se basa precisamente en el sufrimiento de los individuos y su insignificancia. Precisamente, las sociedades conformadas de acuerdo a un pensamiento totalitario –y entre ellas están las orientales o las denominadas ahora, y tan valoradas por una izquierda analfabeta, indígenas- siempre han admitido esta armonía que, en términos de desvelamiento ideológico, no significa sino el dominio de unos sobre otros en un reino de necesidad.

Pero ello no quiere decir que el hombre deba destruir lo natural. El respeto al medioambiente es algo necesario. Y no lo es sólo a niveles egoístas, porque si acaso no se hace acabaremos todos, más tarde o más temprano, mal, sino por algo más profundo: por humanidad. El hecho de infringir el mínimo de sufrimiento posible, e incluso de no infringir ninguno, es una conquista del pensamiento humano emancipado, precisamente, de lo natural. Intentar evitar el sufrimiento y sólo permitir el necesario, y aún con idea de culpa cuando por ejemplo criamos animales para comerlos o los sacrificamos en experimentos, no es estar en armonía con la naturaleza sino al contrario: emancipado de ella. La naturaleza es sufrimiento, en ella el sufrimiento es una constante de la vida de los seres vivos. Y allí, en el mundo natural, a nadie le importa. La razón, ciertamente, es una realidad biológica, en cuanto a la evolución del sistema nervioso y del hombre, pero ella misma busca emanciparse de esa naturaleza que la hizo. Sólo la emancipación de lo natural -que incluye la propia liberación y superación del desarrollo capitalista que ha llegado a ser pura naturaleza en cuanto a que forma parte de toda la realidad, incluida la personal, y da razón a la naturaleza biológica humana- puede conducir a una emancipación de la humanidad y, por tanto, de los individuos en cuanto tales. Y se trata de una emancipación, con el desarrollo científico y técnico, real, material, y del pensamiento. Para decirlo con otras palabras: se trata, en definitiva, de pasar de la prehistoria de la humanidad a la historia de los humanos.

9 comentarios:

Un Oyente de Federico dijo...

A la teoría de “La Evolución de las Especies” de Darwin se le unió, fundamentada en esta, “La Evolución Social’ de Espencer.
La izquierda y la derecha ha utilizado el “evolucionismo social” para justifarse científicamente. Rockefeller se basaba en el para su parábola de la ‘American Beauty”
Salvador Allende en su “Tesis Doctoral (1933)” la unía al determinismo genético para postular que la homosexualidad es consecuencia de tener padres alcohólicos.
Hitler predicaba en las trincheras con el libro de Darwin en la mano y hoy los neonazis de Ezquerra Republicana de Catalunya y los de ETA/Btasuna, lo siguen utilizando para justificar su exclusión genética/cultural.

No hace mucho que la izquierda no podía afirmar nada sin mentar a Chomsky, pero desde que están el el poder persiguiendo a los hispanoparlantes e impidiendo la escolarización en español, no lo han vuelto a mentar.
Chomsky cuando defendía el bilinguismo en USA, lo hacia afirmando la predisposición genética hacía la lengua materna. La “Psicología Evolutiva” nos habla de que venimos programados para cumplir objetivos socio-culturales implícitos en el desarrollo humano.

Pero, quien contradice a los anteriores y un poco a Ud, Don Enrique, es Kropotkin y su “Apoyo Mutuo”.
También, como todos basándose en Darwin, nos cuenta que un factor fundamental en la evolución de las especies y mucho más en la humana es la cooperación y el trabajo en equipo, implicita ya en la naturaleza.

Anónimo dijo...

Después de leerlo un par de veces, y aún coincidiendo con el deseo final como no podía ser de otra forma, disiento de su reflexión.

Los errores que, en mi opinión, comete son:

1.- Identificar la selección natural con un modelo de oprobio "per se", basado en la fuerza olvidando la inteligencia. La especie humana se desarrolló a partir de la utilización de la mano y de su desarrollo cerebral. La inteligencia desarrolla otros aspectos muy positivos como el altruismo. Por eso, su mención al tópico de los enfermos y los ancianos primero, no se ajusta a la realidad. Seguro que conoce la Pirámide de Maslow.

2.- Considerar la naturaleza como algo no mutable, sin principio ni fin y ajena a sus miembros. La historia natural, y la humana en particular dice lo contrario.

3.- Olvidar la simbiosis individualismo-colectivismo y aquel como fuerza esencial en los cambios naturales positivos. Podríamos ejemplarizarlo con un T.A. Edison o un B.Gates.

4.- Considerar la posibilidad de intervenir en el proceso de selección natural, buscando adelantar un fin que la propia naturaleza conseguirá. Salvo el liberalismo, la totalidad de las doctrinas han tratado hacerlo, al menos en su origen, con el resultado nefasto conocido.

Un ámbito de estudio, mucho más concreto e interesante por actual, que el que genérico que propone, debería abarcar la reflexión sobre cómo la economía ha desplazado a la guerra como praxis de dominio.

En vez de tirarte balas, te tiran euros en una OPA. Ventajas de la evolución.

Enrique P. Mesa García dijo...

Por partes:
D. Oyente: la inclusión de la teoría de Darwin, aunque dudo que semejantes personajes la entedieran pues la otorgan una finalidad que no existe en el darwinismo, no quita un ápice al valor de la teoría.
D. Güevos: creo que equivoca usted alguna cosas.
1.- En la teoría de la Evolución, la científica, no hay finalidad alguna. Las cosas no ocurren para algo, sino por algo. No se busca nada con las mutaciones. Por tanto, la naturaleza no tiene fin alguno.
2.- A partir de ese argumento teleológico falso que usted propone como tesis saca sus conclusiones y por eso apoya el liberalismo. Es decir, cuando usted dice"buscando adelantar un fin que la propia naturaleza conseguirá" está sentado una tesis indemostrada que presupone una finalidad en la naturaleza que le permite a continuacióm criticar las teorías politcas excepto el liberalismo. pero, debería usted demostrar la mayor y dar sus argumentos para, si lo he entendido bien, defender ese carácter de finalidad que otorga al sistema natural.

Anónimo dijo...

"Las cosas no ocurren para algo, sino por algo. No se busca nada con las mutaciones. Por tanto, la naturaleza no tiene fin alguno"

Disiento. Carece de sentido racional que las cosas ocurran solo por algo y no para algo. Si no fueran para algo, no ocurrirían o ocurrirían en sentido anárquico. El que no sepamos para qué, no significa que carezcan de finalidad, ni puede convertirse en argumento para su negación.

Quizá, como la clásica dualidad onda-partícula de la física de la luz, que supongo conoce, el "por" y el "para" sean lo mismo y, quizá por esa razón, solo el liberalismo funcione.

Enrique P. Mesa García dijo...

Oiga, D. Güevos, permítame dos cosas.
La primera, creo que sé por donde va aunque no sé si me explicaré bien. Me parece que lo que usted defiende es que el Liberaismo y la Naturaleza tendrian puntos en común y, por ello,esta teoría política sería más cierta, al menos, que las otras. Me gustaría que me afoirmara o desmintiera si es así.
La segunda, si yo fuera una persona normal y culta lo discutiría, pero econozco que no he entendido el último párrafo. No sé qué tiene que ver la mecánica cuántica con la finalidad. Le ruego que si puede, me lo explique.
Por cierto, le cedo gustoso este espacio que es mi blog para que lo haga.

Anónimo dijo...

Lo primero, muchas gracias por su hospitalidad. Pero no. Solo son comentarios al hilo de su reflexión.

Lo segundo, responderle sí a su primera pregunta. El liberalismo político y económico, es lo que más se adecúa al desarrollo natural de la condición humana. El resto de doctrinas se han demostrado nefadas, crueles y destructivas del individuo y de la sociedad. Puede hacer un screening histórico para comprobarlo.

Lo tercero reiterarle que el "por algo" y el "para algo", quizá, sean lo mismo. El ejemplo de la dualidad es sólo una metáfora, un simil aproximado, que siempre me gustó. No es una teoría. Pudiera ser una hipótesis. Ya sabe que la controversia referida a la interpretación filosófica de la dualidad onda-particula sigue viva.

Si no existe un fin como Ud afirma, el liberalismo vale por su adecuación más armoniosa al desarrollo natural. Si existiera dicho fin, cosa que niega, también, pues la propia evolución (el desarrollo de la sociedad capitalista) alcanzaría a aquel.

Antonio dijo...

Pero, cómo, ¿que es eso de que la naturaleza no tiene finalidad?
TODOS los sistemas la tienen. Y ése es un principio básico en la Teoría General de Sistemas y en el pensamiento sistémico.

Tal vez si recordáramos además otra propiedad de los sistemas ---la equifinalidad--- y que en ellos lo importante no son los elementos que lo forman, sino sus relaciones, habŕia que rehacer algunas partes del post de e.p. mesa.

Anónimo dijo...

Yo creo en Dios y por lo tanto en que Él es el creador de la naturaleza. Dios lo hace todo "por" y "para" algo para que las cosas se den según su voluntad.

Anónimo dijo...

bueno, me pierdo en las comparaciones del funcionamiento de la naturaleza y los modelos político/económicos.....quizás con el último término me siento más cómoda, pues encaja con el de ecología y es ahí donde creo que se establece la relación con la supuesta "armonía" con la naturaleza.
Yo no entiendo esa armonía como el dejarse llevar por los procesos naturales, pero tampoco el estar absolutamente en contra, a base de crear en el sistema humano una serie de procesos socio-económicos que terminen esquilmando los propios recursos naturales de los que dependemos.
Esa armonía con el medio natural creo, por lo menos desde mi punto de vista, que hace referencia a la comprensión del funcionamiento de los procesos naturales, para poder valernos de ellos de modo sostenible, es decir, a lo largo del tiempo. En mi limitado entendimiento del modelo capitalista, entiendo que sería sacar el máximo provecho en el menor tiempo posible, sin penar en las consecuencias, y eso es lo que considero que es ir contra esa "armonía".
Así que para mi, esa armonía es necesaria, pero entendiendo por ella la comprensión del medio natural para actuar de tal modo que permita un equilibrio perdurable en el tiempo. (quiero creer que es lo que llama emancipación)

Y ni que decir tiene que la evolución, y los procesos naturales que le suceden no tienen finalidad alguna más allá del "sobrevive si puedes con lo que te ha tocado", pero sin intención de alcanzar ninguna meta.

Loligo