Estaba yo en clase de Bachillerato de mi antiguo centro, de donde me voy y de donde me echan, y explicaba cómo la tecnología ha logrado liberar el trabajo físico humano y la relación fundamental de esto con la emancipación de la mujer. En concreto, hablé, entre otras cosas, del microondas que permitía trabajar a los dos miembros de la pareja y, a la vez, comer en casa guisos hechos previamente, congelados y que mantenían sus propiedades nutritivas. Y, tras levantar la mano, un alumno intervino para explicar que era muy necesario que cuando pusiéramos el microondas saliéramos de la cocina pues sus ondas eran altamente perjuciales para la salud. Asombrado ante el hecho podría haber estallado en santa ira, haberle llamado inculto, haberle catalogado de primitivo. Pero estaba yo de buenas y solo hice una pregunta: ¿de dónde ha sacado usted esa información? Y para mi sorpresa el alumno contestó: del profesor de tecnología. Seguramente en un buen rollito de colegas debí haberme callado, pero solo inquiri otra vez: pues pidanle que les dé un solo informe científico independiente que defienda su afirmación. Aún estoy esperando. Bueno, ya no me lo podrá dar.
Hoy, el senado francés ha decidido prohibir los móviles en las escuelas. No me parece mal –con matices-. Pero el problema es la causa de dicha prohibición: que suponen un peligro para la salud. Seguramente yo debería callarme y como buen miembro de la autoproclamada izquierda ser tecnófobo mientras llamaba a algún colega por el móvil para decírselo: tío, el móvil es malísimo que lo he leído en internet. Tal vez, debería dejarme llevar por la santa ira y llamarles paletos. Pero sólo haré una pregunta: ¿hay algún informe científico que avale dicha decisión?
Hoy, el senado francés ha decidido prohibir los móviles en las escuelas. No me parece mal –con matices-. Pero el problema es la causa de dicha prohibición: que suponen un peligro para la salud. Seguramente yo debería callarme y como buen miembro de la autoproclamada izquierda ser tecnófobo mientras llamaba a algún colega por el móvil para decírselo: tío, el móvil es malísimo que lo he leído en internet. Tal vez, debería dejarme llevar por la santa ira y llamarles paletos. Pero sólo haré una pregunta: ¿hay algún informe científico que avale dicha decisión?
7 comentarios:
Bueno, hasta lo que yo sé el teléfono móvil de por sí no es peligroso ni dañino. El problema deriva de su uso continuado durante mucho tiempo, es decir, hablar por el móvil horas... porque las ondas que emite producen un aumento de la temperatura en la zona próxima al oído, y aquí se encuentra el cerebro. Produce un aumento de la temperatura corporal en esa zona y puede acarrear algún problema de salud, pero vamos, que yo creo que la autorregulación natural de la temperatura corporal es solución al problema. En cuanto a los efectos perjudiciales de las ondas emitidas por los teléfonos, o las antenas de repetición situadas sobre edificios, que yo sepa no existen informes que lo vinculen causalmente con la aparición de cánceres o enfermedades varias. Existen casos documentados de clústers (aparición de casos de una enfermedad concreta por encima de su frecuencia media de aparición sin explicación conocida) en zonas próximas a antenas de repetición, como por ejemplo en un colegio en León, pero no se ha demostrado la relación causal.
Son tiempos de barbarie. Aceptamos los productos derivados de la Ciencia, pero la propia Ciencia nos es ajena. El temor a lo desconocido es libre, pero se cura con un poco de criterio propio y curiosidad racional; aunque lamentable somos más proclives a la estampida cultural en manada.
Para hacerse una buena idea del tema de la influencia de las radiaciones no ionizantes en la salud recomiendo el siguiente enlace:
http://www.icnirp.de/PubEMF.htm
Busca respuestas científicas o razonadas en la época de los pseudocomunicadores y los pseudoentendidos que malgastan el tiempo pululando por el mundo hoy en día Sr Mesa.
La generación del "es lo que hay" como modo de vida no necesita pensar, ya se lo dan todo masticado y si su "bloguer" favorito lo dice, será verdad. Pero que guay y cuan orgullosos hay que estar de los estudiantes, cumplen con su rol como nadie.
Es la actualización para progres de las supersticiones populares.
Hemos tenido una Ministro de la Vivienda, de la izquierda que nos gobierna, que gasto un dineral en acomodar su despacho de 400 m2 a los preceptos de “Feng Shui”.
El gobierno ultraprogre de la Generalidad de Cataluña, pone a cargo de la Sanidad Pública el costo de tratamientos de acupuntura, flores de Bach y homeopatía.
Es el rollito “nueva era” para ignorantes ilustrados que sustituyen el “mal de ojo” por las microondas y que llevan al psicólogo a su gato y están convencidos de que se debería poner música de Mozart a las tomateras.
Yo creo que para andar así, aunque sea algo más ordinario y menos cool, deberían de creer en Dios, al menos está matemáticamente demostrada su existencia.
D. Oyente, con gusto le cedo cualquier espacio de este blog para que nos demuestre la existencia de Dios matemáticamente. Y no es broma.
Insisto en lo anteriormente comentado por D. EPMesa. D. Oyente, tengo gran curiosidad por conocer esa demostración.
Los conocimientos matemáticos de que dispongo, me los dio Dios y son los cinco dedos de cada mano. Ni siquiera tuvo el detalle de ponerme seis como a Ana Bolena.
Pero “doctores tiene la Iglesia“ y en este caso el que se encargó de demostrar que Dios y Dios son cuatro, fue el catedrático Baltasar Rodríguez Salines, el que en el 2003 publicaba en la Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales el artículo “Sobre los Big Bangs y el principio y el final de los tiempos del Universo”
Seguramente Ud. podrá descargarse (yo no he podido) el PDF del Catálogo de la Biblioteca Complutense de Madrid:
———————————————————
Título: Sobre los Big Bangs y el principio y el final de los tiempos del Universo
Autores: Rodríguez Salinas, Baltasar
Revista: Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 2003; 97 (1) MONOGRÁFICO: TRANSICIÓN HACIA LA SOSTENIBILIDAD EN EL SIGLO XXI
Página(s): 147-160
ISSN: 11372141
———————————————————
Publicar un comentario