Hay un misterio que presentábamos el otro día: el mismo país que lidera el mayor número de parados en Europa es, a la vez, quien más gana en la bolsa –rectificación: el país no gana, ganan los que juegan a la bolsa-. La pregunta sería simple: ¿cómo es posible esto? Y la respuesta simple sería al contestar que porque la economía es algo muy complejo. Sim embargo, las respuestas simples suelen ser más simples que respuestas.
En teoría política el liberarlismo es un clásico. Según él, el capitalismo vendría conformado por los intereses individuales en pugna que generarían el máximo beneficio al mayor número de personas a través del mercado. Así, en este ideal, los agentes externos al mercado, como los estados, al intervenir son los causantes del desastre económico pues impiden el libre flujo de ese propio mercado: el cálculo racional que es en realidad el mercado no puede cumplir su misión. Por eso, la permanente petición liberal en España es la reforma del mercado laboral pues implicaría, en la mágica idea del cálculo racional, que al eliminar un elemento distorsionador y ajeno al propio mercado al final la cosa iría sin duda mejor al unificarse los intereses egoístas en algo de común beneficio. Pero lo más falso del liberalismo no es, sin embargo, eso.
El liberalismo tiene un componente metafísico y no en vano necesitó el apoyo intelectual de todo el movimiento filosófico empirista británico de los siglos XVII y XVIII. Así, el liberalismo, situó como fundamento último de lo real a los individuos y sus acciones pues parece lo más sensato y real. Lo empírico, las personas, es lo real era su base metafísica. Pero, precisamente por eso, el paradigma liberal se equivoca al juzgar el capitalismo. Porque lo interesante del capitalismo es que lo empírico no es lo real.
¿No?
No, que va. En el capitalismo lo empírico no es lo real. Lo real en el capitalismo, es decir: su fundamento en cuanto a la célula básica que lo conforma, no son los individuos. Si así fuera, un país con 4 millones de parados, el 20% de la población activa, no podría ganar en bolsa. Pero es más, si así fuera un mundo donde mueren, según las últimas estadísticas, de hambre al día unos 13.000 niños sería la prueba palpable del fracaso capitalista. Y sin embargo el capitalismo gana por doquier y los liberales sonríen. Y ganan por goleada. Ciertamente, resulta ridículo pues seguirse empeñando, y solo se entiende por prejuicio, en que el capitalismo debe estudiarse contando con su fundamento en los individuos pues entonces el capitalismo sería un fracaso. Así, en la realidad, los individuos no son reales en el capitalismo sino meros accesorios. Y tanto los ricos como los pobres, aunque unos sobrevivan(mos) y otros mueran. Por eso, toda teoría, por más revolucionaria que quiera parecer como aquella donde todo se explica por malvados capitalistas personales, que persista en el error de pretender convertir a los individuos concretos en culpables o inocentes se equivoca. El capitalismo no somos usted y yo en cuanto a suma.
Y en su cartera, si tiene suerte y lee este artículo antes del día 25 de cualquier mes, pongamos por caso, está la respuesta. Haga el siguiente experimento –es un clásico-. Coja a un niño pequeño y ofrézcale un billete y una moneda. Y verá asombrado como el niño prefiere la moneda porque es más empírica sin duda que el billete: más sólida. Sin embargo, su trozo de papel tiene, usted y yo lo sabemos que para algo tenemos estudios, más valor. ¿Pero dónde está su valor? No en el objeto en sí, en lo empírico, sino en la relación que dicho objeto tiene con lo real. Así, la ingenuidad liberal es que lo empíricamente inmediato en lo social, los individuos, es la base fundamental de la realidad. Los liberales tienen la ingenuidad del niño, no exenta incluso de su creencia en los reyes magos que es la autoregulación del mercado, pero siendo ya maduros. Eso es infantilismo.
¿Qué es entonces lo real del capitalismo? Lo real del capitalismo es la mercancía: lo real es lo abstracto. Pero no piensen futilidades extrañas, es más simple: lo empírico, lo particular, sólo cuenta en tanto se relaciona de forma determinada con lo real del mismo modo que un trozo de papel del mismo tamaño que un billete no es un billete porque este mantiene una relacion de valor con la realidad que el mero papel no. Así, ya lo hemos dicho, la gente que muere de hambre en África no son reales para el capitalismo y por eso mueren de hambre: son papeles en blanco. Es decir, si hubieran podido integrarse en el capitalismo no morirían de hambre, como no mueren los 4 millones de parados en España no porque sean individuos sino porque son mercancías y las mercancías deben ser protegidas. Así, el hambre el mundo no es por el capitalismo sino, paradójicamente, por su ausencia. De esta forma, lo sorprendente de esto es que el sistema económico supera su estrecho margen de ser mera producción, como lo fueron los anteriores donde lo humano solo era fuerza de trabajo en cuanto a realidad económica, para pasar a ser la única forma de vida: producción de capital y ya no de trabajo. No se trata ya de que exista clase obrera y malvados capitalistas, como aún cree la izquierda ñoña, sino que solo hay mercancias porque la totalidad social hace tiempo se independizó de los elementos particulares, los individuos y sus intenciones. Si la célula básica es la mercancía, los individuos como tales no importan porque solo importan como mercancías. Yo nunca me agacharía para recoger un papel en blanco del tamaño de un billete de 500 euros, pero sin duda perseguiría ansioso -falta de vida interior sin duda- uno, ahora sí le llamaremos así, real.
¿Por qué puede haber ganancia en la bolsa cuando hay 4 millones de parados? Sencillo, por el valor de la mercancía. Y lo que distingue a la mercancía no es su contenido concreto, seres humanos o minerales, sino solo su valor: puede haber 4 millones de parados, pero puede haber ganancias. Así, los negocios pueden ir bien con parados o sin ellos aunque, curiosamente, siempre irán mejor sin paro pues los individuos serán así mercancía con más valor. Esto es una apuesta: algún día, y ponemos de máximo un plazo de unos 50 años, habrá un mundo sin hambre y con unas condiciones de vida como nunca las ha habido. Ya ha empezado en China, la India o Brasil. Seguirá. Y ello no será porque el capitalismo se haya humanizado sino porque ha profundizado aún más en su fundamento. Y su fundamento es la negación de lo humano.
Fue Aristóteles el primero, solo le faltó darle nombre, que comprendió la necesidad explícita de la metafísica. Su importancia, y ahí está la clave de la propia filosofía, estribaba en que al descubrir el fundamento de lo real se descubría porqué el mundo es como es y no es de otra manera: se desencantaba, en cuanto se le quitaba su aspecto mágico y, tal vez también, se le ponía su auténtica cara triste a la realidad. La metafísica así era lo contrario de la fe ciega. Hacer metafísica del capitalismo es la tarea de la filosofía hoy. Y es una tarea concreta. Una vez me invitaron a hablar desde mi presunta condición de filósofo sobre lo que era el lujo para mí. Y yo comencé, tal vez ingenuamente, a hacer desde mi presunta condición de filósofo metafísica: hablé de la producción en serie, de la clase ociosa, del trabajo explotado,… Y harto, mi anfitrión me cortó de forma ingenua. Imagino que esperaba que mi espíritu fluyera. Pero yo intentaba hacer metafísica, o sea: ir al fundamento, y no mala literatura. Al fin y al cabo soy mercancía.
En teoría política el liberarlismo es un clásico. Según él, el capitalismo vendría conformado por los intereses individuales en pugna que generarían el máximo beneficio al mayor número de personas a través del mercado. Así, en este ideal, los agentes externos al mercado, como los estados, al intervenir son los causantes del desastre económico pues impiden el libre flujo de ese propio mercado: el cálculo racional que es en realidad el mercado no puede cumplir su misión. Por eso, la permanente petición liberal en España es la reforma del mercado laboral pues implicaría, en la mágica idea del cálculo racional, que al eliminar un elemento distorsionador y ajeno al propio mercado al final la cosa iría sin duda mejor al unificarse los intereses egoístas en algo de común beneficio. Pero lo más falso del liberalismo no es, sin embargo, eso.
El liberalismo tiene un componente metafísico y no en vano necesitó el apoyo intelectual de todo el movimiento filosófico empirista británico de los siglos XVII y XVIII. Así, el liberalismo, situó como fundamento último de lo real a los individuos y sus acciones pues parece lo más sensato y real. Lo empírico, las personas, es lo real era su base metafísica. Pero, precisamente por eso, el paradigma liberal se equivoca al juzgar el capitalismo. Porque lo interesante del capitalismo es que lo empírico no es lo real.
¿No?
No, que va. En el capitalismo lo empírico no es lo real. Lo real en el capitalismo, es decir: su fundamento en cuanto a la célula básica que lo conforma, no son los individuos. Si así fuera, un país con 4 millones de parados, el 20% de la población activa, no podría ganar en bolsa. Pero es más, si así fuera un mundo donde mueren, según las últimas estadísticas, de hambre al día unos 13.000 niños sería la prueba palpable del fracaso capitalista. Y sin embargo el capitalismo gana por doquier y los liberales sonríen. Y ganan por goleada. Ciertamente, resulta ridículo pues seguirse empeñando, y solo se entiende por prejuicio, en que el capitalismo debe estudiarse contando con su fundamento en los individuos pues entonces el capitalismo sería un fracaso. Así, en la realidad, los individuos no son reales en el capitalismo sino meros accesorios. Y tanto los ricos como los pobres, aunque unos sobrevivan(mos) y otros mueran. Por eso, toda teoría, por más revolucionaria que quiera parecer como aquella donde todo se explica por malvados capitalistas personales, que persista en el error de pretender convertir a los individuos concretos en culpables o inocentes se equivoca. El capitalismo no somos usted y yo en cuanto a suma.
Y en su cartera, si tiene suerte y lee este artículo antes del día 25 de cualquier mes, pongamos por caso, está la respuesta. Haga el siguiente experimento –es un clásico-. Coja a un niño pequeño y ofrézcale un billete y una moneda. Y verá asombrado como el niño prefiere la moneda porque es más empírica sin duda que el billete: más sólida. Sin embargo, su trozo de papel tiene, usted y yo lo sabemos que para algo tenemos estudios, más valor. ¿Pero dónde está su valor? No en el objeto en sí, en lo empírico, sino en la relación que dicho objeto tiene con lo real. Así, la ingenuidad liberal es que lo empíricamente inmediato en lo social, los individuos, es la base fundamental de la realidad. Los liberales tienen la ingenuidad del niño, no exenta incluso de su creencia en los reyes magos que es la autoregulación del mercado, pero siendo ya maduros. Eso es infantilismo.
¿Qué es entonces lo real del capitalismo? Lo real del capitalismo es la mercancía: lo real es lo abstracto. Pero no piensen futilidades extrañas, es más simple: lo empírico, lo particular, sólo cuenta en tanto se relaciona de forma determinada con lo real del mismo modo que un trozo de papel del mismo tamaño que un billete no es un billete porque este mantiene una relacion de valor con la realidad que el mero papel no. Así, ya lo hemos dicho, la gente que muere de hambre en África no son reales para el capitalismo y por eso mueren de hambre: son papeles en blanco. Es decir, si hubieran podido integrarse en el capitalismo no morirían de hambre, como no mueren los 4 millones de parados en España no porque sean individuos sino porque son mercancías y las mercancías deben ser protegidas. Así, el hambre el mundo no es por el capitalismo sino, paradójicamente, por su ausencia. De esta forma, lo sorprendente de esto es que el sistema económico supera su estrecho margen de ser mera producción, como lo fueron los anteriores donde lo humano solo era fuerza de trabajo en cuanto a realidad económica, para pasar a ser la única forma de vida: producción de capital y ya no de trabajo. No se trata ya de que exista clase obrera y malvados capitalistas, como aún cree la izquierda ñoña, sino que solo hay mercancias porque la totalidad social hace tiempo se independizó de los elementos particulares, los individuos y sus intenciones. Si la célula básica es la mercancía, los individuos como tales no importan porque solo importan como mercancías. Yo nunca me agacharía para recoger un papel en blanco del tamaño de un billete de 500 euros, pero sin duda perseguiría ansioso -falta de vida interior sin duda- uno, ahora sí le llamaremos así, real.
¿Por qué puede haber ganancia en la bolsa cuando hay 4 millones de parados? Sencillo, por el valor de la mercancía. Y lo que distingue a la mercancía no es su contenido concreto, seres humanos o minerales, sino solo su valor: puede haber 4 millones de parados, pero puede haber ganancias. Así, los negocios pueden ir bien con parados o sin ellos aunque, curiosamente, siempre irán mejor sin paro pues los individuos serán así mercancía con más valor. Esto es una apuesta: algún día, y ponemos de máximo un plazo de unos 50 años, habrá un mundo sin hambre y con unas condiciones de vida como nunca las ha habido. Ya ha empezado en China, la India o Brasil. Seguirá. Y ello no será porque el capitalismo se haya humanizado sino porque ha profundizado aún más en su fundamento. Y su fundamento es la negación de lo humano.
Fue Aristóteles el primero, solo le faltó darle nombre, que comprendió la necesidad explícita de la metafísica. Su importancia, y ahí está la clave de la propia filosofía, estribaba en que al descubrir el fundamento de lo real se descubría porqué el mundo es como es y no es de otra manera: se desencantaba, en cuanto se le quitaba su aspecto mágico y, tal vez también, se le ponía su auténtica cara triste a la realidad. La metafísica así era lo contrario de la fe ciega. Hacer metafísica del capitalismo es la tarea de la filosofía hoy. Y es una tarea concreta. Una vez me invitaron a hablar desde mi presunta condición de filósofo sobre lo que era el lujo para mí. Y yo comencé, tal vez ingenuamente, a hacer desde mi presunta condición de filósofo metafísica: hablé de la producción en serie, de la clase ociosa, del trabajo explotado,… Y harto, mi anfitrión me cortó de forma ingenua. Imagino que esperaba que mi espíritu fluyera. Pero yo intentaba hacer metafísica, o sea: ir al fundamento, y no mala literatura. Al fin y al cabo soy mercancía.
10 comentarios:
Su sugerente visión, me recuerda a aquella de la genética que dice que nosotros no somos más que una creación de los genes para reproducirse. Si cambiamos mercancía por genes, nos encontramos con ello.
Sin embargo parece más bien que individuo y mercancía, o individuo y genes son una misma realidad, poliédrica, pero análoga.
El capitalismo actual, que describe, con sus beneficios y sus sombras, sólo es el desarrollo lógico de la adaptación evolutiva natural del hombre, pero no una realidad extraña a los individuos, sujeto a los mismos avatares que éstos.
don guapo, eso que dice de que el capitalismo es la adaptación evolutiva natural del hombre es una chorrada que estuvo muy de moda en la inglaterra imperial del siglo XIX formulada por un tal spencer y que se llamó darwinismo social.
sirvió para legitimar el racismo, el liberalismo, el imperialismo y el nazismo. por ejemplo.
luego se dejó atrás por infantilona y cínica, ya que es una extrapolación de una teoría científica de la biología a la totalidad de lo antropológico y social.
los niños son cínicos. no les interesan las explicaciones ni la raíz de los problemas, sólo su bienenstar. parece que a usted le pasa lo mismo. la genética es una cosa y la economía y la política otra. el capitalsimo es una realidad político-económica, no biológica.
pero si a usted eso le sirve, adelante. bla bla bla y los genes, que no falten los genes. ni palabras estériles y esdrújulas como poliédrica y análoga.
y fantástica.
y ridícula.
total, para qué pensar si haciendo como que se piensa uno se queda más tranquilo...
(odradek)
He preparado un comentario, pero me ha quedado larguísimo. Así que mejor dejo el enlace al lugar de mi página personal donde lo he publicado.
«
Este tipo de razonamientos suyos me dejan con la boca abierta, Prof. Mesa.
Le aporto algunas cosas que se me ocurren.
"
(...) la célula básica que lo conforma [al capitalismo], no son los individuos.
"
Una de las claves. Uno de los objetivos prioritarios es la producción de beneficio económico. El bienestar social no es importante per se.
Y, desligados beneficios económicos de bienestar social, de dignidad humana, de ética y/o de humanitarismo, nos encontramos con que pueden producir beneficios económicos cosas tan abyectas como por ejemplo incendiar un bosque (porque sí), o un barrio, y luego reconstruirlo. O maltratar animales por diversión o para fabricar perfumes.
La persona tiene dos "funciones" desde esa lógica capitalista: trabajador y/o consumidor. Eso si tenemos suerte y nos vamos a las tesis más modernas y "humanas", que si no, diríamos "fuerza productiva" y "comprador"
(...)
»
Saludos cordiales,
Un comentario a los comentarios.
La eficiencia es la mejor equidad e imponer la equidad contra la eficiencia, destruye sus progresos y sus logros. El resultado va de peor a nefasto, como la historia demuestra, aunque podemos, no obstante, hacerlo, y postergar descubrimientos científicos, desarrollo tecnológico, avances médicos, progreso social, inventos útiles y otras cosas.
Otro tema es que la sociedad capitalista, para su necesario funcionamiento, necesite de los equilibrios fiscales y tributarios, puesto que la labor del Estado, como garante de la seguridad y del cumplimiento legal en general, requiera de ello.
PD: Odradek, es usted El Roto?
Es curioso constatar cómo los argumentos liberales se cubren con un áura cientifista (i.e. "evolución", "lógica") y sin embargo huyen patológicamente de la realidad empírica. Y es que cuando ésta les contradice encuentran fácil explicación, a la intemporal usanza de todas las religiones. Los males del mundo se deben a que no seguimos fielmente las leyes sagradas de los dioses.
Esa pretensión de totalidad, inmutablidad e inevitabilidad,así como el caracter circular y no falsable de sus argumentos hacen del liberalismo actual un dogma de fe disfrazado de presunta ciencia.
don guapo: no soy el Roto pero no me importaría serlo, él no suele salir por la tangente.
eso de contraponer eficiencia con equidad es un delirio muy divertido que no significa nada y además ni siquiera viene a cuento porque una vez más mezcla cuestiones que no tienen nada que ver.
y el resto igual.
chure lo dijo mejor.
odradek
La eficiencia, en economía, se entiende como la cualidad de que todo aquel que quiera y pueda —tenga capital— comprar o vender algo, sea capaz de hacerlo al mínimo coste posible.
La equidad, en la misma disciplina, se entiende como la cualidad de que que las riquezas producidas por el sistema económico sean repartidas entre los individuos de una manera justa.
Que el capitalismo tal como lo conocemos es eficiente ya se ha demostrado bastante, considero.
Que puede ser equitativo quizá sólo se haya demostrado en los países escandinavos, un poco menos en la Europa germánica y casi que podemos dejar de contar. Quizá los U.S.A. de los años 60, 70 pero a otro nivel.
Creo que podemos considerar que respecto a la equidad el fracaso de este sistema ha sido general salvo esas posibles excepciones.
El liberalismo, como la anarquía, opino que se pasan de utópicos porque para funcionar requieren de un comportamiento de los individuos que difícilmente se dará espontáneamente. Sobre todo en los lugares con mentalidades cívicas democráticas poco evolucionadas donde históricamente no se han respetado las libertades y derechos de los más débiles.
Dejo el enlace a una entrevista que creo vale la pena. El año pasado se habló mucho de la entrega del Premio Nobel de la Paz, pero muy poco de la del Nobel de Economía. Quizá nos estuviese yendo mejor si hubiese sido al revés, visto lo visto.
Una cita del enlace, para ir abriendo boca :-)
"
(...) casi todos los economistas reconocen sólo dos regímenes de propiedad: la privada y la estatal. No les interesa el tertium quid , la propiedad colectiva autogestionada, la que escapa tanto a la garra del gran capital como a la del Estado autoritario.
"
Un saludo a todos,
Hombre, tanto como misterio… No entiendo mucho de “bolsa” —exactamente nada— pero si en bolsa cotizan empresas que explotan yacimientos en el Mar del Norte, o que distribuyen hortalizas importadas de Marruecos, no tienen que ver mucho con el desempleo de mi señora o los parados en El Ejido.
Paro hay y mucho, Don Enrique, por mucho que se gane dinero en bolsa.
Dinero sigue habiendo el mismo, pero alguién ha levantado un lado del plato y las monedas que estaban repartidas por todo el, ahora están escurriendo hacia el otro. O por su propio peso o por la ley de la gravedad, segun creencias.
Pero si que se dan paradojas, durante la crisis del 92, recuerdo que se dijo que se habían vendido más equipos de esquí que nunca.
Este texto suyo añade algún brillo a sus “11 hipótesis sobre el capitalismo” y me pasa igual. Creo que la verdadera revolución moderna, además sin reivindicar por nadie, se da en el instante del capitalismo en que el trabajador deja de ser un elemento sustituible para ser imprescindible.
La ecología es una forma de autoregulación del capitalismo, si se estropea la lonja se vende poco y lo mismo pasa si el comprador no se encuentra agusto. La mejora de las condiciones de vida de las personas, favorece al sistema.
El ecologismo no se dió, ni tan siquiera elementalmente en los paises socialistas que más se desarrollaron, se consideraba antirrevolucionario. En el Capitalismo de Estado el individuo siempre fué prescindible y sus condiciones no tenían/tienen porqué superar la pura subsistencia.
Curioso lo que comenta don ElSrM de la entrevista a Ostrom, yo diría, sin mucho criterio por mi parte, que son planteamientos del anarquismo, las colectividades en Aragón y en Levante durante la guerra Civil, los Kibutz en Israel (hoy todos convertidos en S.L.), o el cooperativismo que impulsó la Yugoslavia soviética.
Hace no mucho compré en el Rastro un libro que al ojearlo me sorprendió “El Capitalismo Sovietico” de Abrahan Guillen. No lo he leido completo, pués se me hacía muy denso, pero iba en la linea del Sr. Ostrom. y me sorprende los planteamientos del Nobel similares a los anarcosindicalistas del Sr. Guillen. Lo retomaré.
Acabo de ojear algo, me falta leerlo con detenimiento, que quizá, digo quizá, resulte ser de algún modo la otra cara de la moneda a lo escrito en esta página. Si aquí se habla sobre empirismo aplicado a liberalismo y capitalismo, quizá en el enlace que adjunto y sobre todo en un enlace contenido a su vez allí a una fuente en inglés (el de Cognition and culture), se apunte a lo empírico de la socialdemocracia (nórdica, no "la del P.S.O.E.").
Citan unos estudios médicos que analizan niveles de salud y los cruzan con niveles de equidad de renta, comparando por países.
Cordialmente,
Tal como yo le veo solo existen dos opciones, resumidas en las distopías del s XX. Creo que ganará un mundo feliz, pero también podemos llegar a la de george orwell, (tal como pasa con Israel-Palestina). A lo mejor estoy diciendo una tontería pero a grosso modo solo veo que se cumplen esas dos tendencias.
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