Sin duda alguna, y como ya hemos señalado aquí otras veces, la esencia del Capitalismo es la explotación. Sin embargo, esto no es decir mucho. Porque parece claro, al menos desde que existe la civilización, que cualquier sociedad ha tenido la explotación de los seres humanos como una constante en su desarrollo histórico e incluso como una condición de posibilidad: la civilización, y con ella la cultura, se ha construido sobre esa misma explotación. Efectivamente, si repasamos la historia de la humanidad veremos que todas las sociedades se han mantenido del trabajo de un inmenso colectivo, las clases –valga el término general- populares, que han mantenido a otras clases –vuelva a valer- poderosas: no hay que ser marxista para señalarlo sino solo saber de historia. Así, tal y como empieza el Manifiesto Comunista, parecería que la historia de la humanidad ha sido esa historia de explotación de unas clases sobre otras: unos han mantenido si duda con su trabajo a otros. Mucho de cierto hay. Pero los que tuvimos la suerte de ver Barrio Sésamo –y aunque la vimos ya crecidos nunca olvidaremos a Espinete- aprendimos a su vez algo: hay un largo trecho entre mucho y todo. Triqui, comedor insaciable de galletas, tenía razón.
Si, efectivamente y como estamos dispuestos a admitir, cualquier civilización anterior humana se ha mantenido sobre la explotación de unos hombres sobre otros parecería que el Capitalismo es igual, cualitativamente, a ellas y la esencia, lo inmutable, de la explotación permanece. El capitalismo sería el mismo perro con distinto collar.
La cosa sería simple: camaradas, nos explotan al trabajar como siempre lo han hecho.
Y los camaradas responden: ¡revolución! ¡revolución! O, tal vez, pidan más sueldo.
Pero, y aquí es lo curioso, la evidencia falla. Y falla por un factor estrictamente económico. Efectivamente, el factor fundamental de cualquier sociedad anterior al capitalismo desarrollado era el trabajo, la producción de bienes de subsistencia. Se unía a ello un factor clave de la actividad económica como era la imperiosa necesidad del trabajo humano físico, hoy sustituido por máquinas, y que lo fundamental de la estructura económica era esa misma producción. El trabajo era así, básicamente, el factor fundamental de desarrollo económico pues la producción era lo básico, y el consumo, en cuanto motor económico, era reducido. Si embargo, una visita, aunque sea breve, al PIB de cualquier país, aun conociendo que es el PIB, con el capitalismo desarrollado lleva a una sorpresa: el consumo ocupa el lugar del privilegio –hasta un 71% en EEUU y un 57% en España-. Y además, hay más fenómenos asociados a esta minusvaloración, relativa, del trabajo en las sociedades avanzadas.
En primer lugar, las horas trabajadas no han hecho sino descender desde los inicios de la revolución industrial hasta nuestros días con lo cual de ser el trabajo el factor básico de explotación resultaría, paradójicamente, que los seres humanos eran ahora menos explotados que antes, como mínimo en el tiempo gastado en la producción. El Capitalismo aparentemente libera.
Además, la proporción entre años de trabajo y esperanza de vida, pues esta se ha duplicado en cien años, ha disminuido de forma llamativa hasta llegar a un resultado desconocido en cualquier otra época. Otra vez, aparentemente, el Capitalismo libera.
Si, efectivamente y como estamos dispuestos a admitir, cualquier civilización anterior humana se ha mantenido sobre la explotación de unos hombres sobre otros parecería que el Capitalismo es igual, cualitativamente, a ellas y la esencia, lo inmutable, de la explotación permanece. El capitalismo sería el mismo perro con distinto collar.
La cosa sería simple: camaradas, nos explotan al trabajar como siempre lo han hecho.
Y los camaradas responden: ¡revolución! ¡revolución! O, tal vez, pidan más sueldo.
Pero, y aquí es lo curioso, la evidencia falla. Y falla por un factor estrictamente económico. Efectivamente, el factor fundamental de cualquier sociedad anterior al capitalismo desarrollado era el trabajo, la producción de bienes de subsistencia. Se unía a ello un factor clave de la actividad económica como era la imperiosa necesidad del trabajo humano físico, hoy sustituido por máquinas, y que lo fundamental de la estructura económica era esa misma producción. El trabajo era así, básicamente, el factor fundamental de desarrollo económico pues la producción era lo básico, y el consumo, en cuanto motor económico, era reducido. Si embargo, una visita, aunque sea breve, al PIB de cualquier país, aun conociendo que es el PIB, con el capitalismo desarrollado lleva a una sorpresa: el consumo ocupa el lugar del privilegio –hasta un 71% en EEUU y un 57% en España-. Y además, hay más fenómenos asociados a esta minusvaloración, relativa, del trabajo en las sociedades avanzadas.
En primer lugar, las horas trabajadas no han hecho sino descender desde los inicios de la revolución industrial hasta nuestros días con lo cual de ser el trabajo el factor básico de explotación resultaría, paradójicamente, que los seres humanos eran ahora menos explotados que antes, como mínimo en el tiempo gastado en la producción. El Capitalismo aparentemente libera.
Además, la proporción entre años de trabajo y esperanza de vida, pues esta se ha duplicado en cien años, ha disminuido de forma llamativa hasta llegar a un resultado desconocido en cualquier otra época. Otra vez, aparentemente, el Capitalismo libera.
Así, el Capitalismo, paradójicamente, ha logrado que la gente trabaje menos que antes y, encima, gane más. Por supuesto, esto también tiene una trampa y es que la producción de ese mismo trabajo, su rendimiento productivo, ha aumentado considerablemente. Pero la trampa pronto se aleja pues el hecho de que el rendimiento productivo se haya acrecentado no implicaría necesariamente que la población de forma mayoritaria hubiera mejorado sus condiciones de vida: podía seguir siendo explotada de forma inmisericorde como ocurrió en la primera Revolución Industrial. Y sin embargo no ha sido así. En el último siglo, y curiosamente bajo el dominio explotador capitalista, el nivel de vida ha aumentado de una forma asombrosa para las clases populares y la explotación del trabajo, medida en tiempo y sueldo, ha disminuido.
Pero alguien podría decir que nos estamos olvidando de algo fundamental y es que el primer mundo, el capitalismo desarrollado, vive de la explotación del tercer mundo. La explotación, como en el viejo mito leninista, se habría trasladado así de las clases sociales a los países.
Sin embargo, esta explicación tiene un error porque se basa en el sistema piramidal. Efectivamente, la idea es que hay países que pueden explotar menos a sus trabajadores porque se explota en demasía a otros olvida alguna cosas. La primera, es que allí donde el capitalismo se ha instaurado como sistema económico productivo la mejora del nivel económico se da –el Sudeste asiático, China o la India serían ejemplos de una reducción de pobreza-. La segunda es que la globalización, entendida como la panacea del capitalismo, no solo no implica un aumento de la pobreza sino una, lenta bien es cierto, disminución de la misma. Así, el desarrollo del capitalismo no ha generado masas desheredadas, y lo digo delante de un ordenador y mientras me tomo un pacharán –bueno, tal vez por eso lo digo-, sino al contrario. El capitalismo ha generado mayor riqueza, total e individual, que ningún otro sistema económico existente.
Y la tercera, es que habría que demostrarlo con hechos empíricos. Es decir, los partidarios de esa teoría según la cual el primer mundo vive de los países pobres deberían poder demostrar con cifras que la producción de estos permite el desarrollo de aquellos. Es algo improbable que lo logren.
Y aquí surge la pregunta: ¿se niega por tanto la explotación capitalista? Adelanto respuesta pero no explicación: no, al contrario. La explotación capitalista no es del trabajo sino de la vida como totalidad y por eso es totalitaria y cualitativamente mayor que ninguna otra. El desarrollo de esto, otro día. Y no es por vaguería –bueno, también- sino por complejidad. Resultaría ridículo pretender desentrañar el sistema más complejo de la historia en breves palabras. Y hacen falta algunas más.
Y aquí surge la pregunta: ¿se niega por tanto la explotación capitalista? Adelanto respuesta pero no explicación: no, al contrario. La explotación capitalista no es del trabajo sino de la vida como totalidad y por eso es totalitaria y cualitativamente mayor que ninguna otra. El desarrollo de esto, otro día. Y no es por vaguería –bueno, también- sino por complejidad. Resultaría ridículo pretender desentrañar el sistema más complejo de la historia en breves palabras. Y hacen falta algunas más.
8 comentarios:
Me encanta. Creo que es el tercer o cuarto escrito suyo sobre este tema que leo y me parece soberbio.
Recuerdo que debatiendo con una persona sobre ello hace meses, me dijo que para él el capitalismo aparecía en el momento en el que alguien de una tribu primitiva entendía que aumentando su producción de bienes (primarios, en aquel momento) aumentaba su beneficio económico.
Este señor metía al capitalismo en un momento de la Historia unos dos millones de años anterior al que normalmente se entiende. Feudalismo, marxismo... todo capitalismo, muy bien. Creo recordar que le dije que él confundía explotación económica con capitalismo. El marxismo también buscaba la maximización del P.I.B., p.ej.
Sólo hoy aparece la escuela de pensamiento económico alternativo del decrecimiento y desvinculan por primera vez el aumento del P.I.B. con el aumento forzoso del bienestar socioeconómico. En un mundo en el que las empresas han conseguido, gracias a las tecnologías, sobreproducción —pueden producir más de lo que pueden vender—, abogan desde esa corriente por racionalizar la producción. Más contando con que las materias primas son finitas.
Si por "explotación" entendemos en lugar de sacrificar y denigrar a nadie el obtener rendimientos económicos, creo que nos acercamos más a la esencia del sistema.
Igual que por "tráfico", en el mundo económico empresarial, se entiende compra-venta y por "traficante" se entiende comprador o vendedor. En el lenguaje vulgar corriendo va la mente a pensar en los productos adictivos estupefacientes y/o alucinógenos.
La crítica más centrada que creo que se le puede hacer al sistema, si nos alejamos de dogmatismos que le imputarían cosas parecidas a las sucedidas en cualquier otro sistema alternativo conocido, es que, por su propia esencia no "quiere" ver ningún freno ni injerencia en la actividad económica.
Me ha parecido bien resumirlo de la sencíllisima forma siguiente: "hacer negocio con todo".
Como sistema de producción, valoración e intercambio se ha demostrado como algo bárbaro, más potente que las demás cosas conocidas. Pero en cuanto a la idea de que la mayoría de las personas solemos compartir de que no se debe "hacer negocio con todo", este sistema choca.
(sigue ...)
(... sigue)
Se pretende hacer negocio con todo. Y aquello con lo que no se pueda hacer negocio se cataloga como inútil. Llevado al extremo podemos pensar en cosas tan inhumanas como la catalogación nazi-fascista de "inútiles" o "subhumanos" a las personas mutiladas o aquellas que fueran Down (síndrome). O podemos pensar en que si hay que masacrar y extinguir una especie animal o vegetal de un terreno a urbanizar, sale a cuenta extinguirla desde el punto de vista económico (a corto plazo).
Ese extremo del sistema puede volverlo peligroso por antihumano y antiecológico. Recordemos que dependemos del medioambiente en el que estamos insertados como animal.
Si incendiamos un bosque y luego hacemos obras en él, el P.I.B. aumenta. Si vendemos armas nucleares a quien sea, el P.I.B. aumenta. Son ejemplos.
Luego el culto incondicional al crecimiento del P.I.B. se desvelaría como algo indeseable a lo que se ha tendido durante demasiado tiempo. Es hiriente el desprecio que se la hecho a otras variables igual de necesarias, como al índice de Gini, cuando en los países donde sí se les ha hecho caso, hoy son los más ricos, justos y pacíficos del mundo. Hablo de Escandinavia p.ej. Las clasificaciones son oficiales y están publicadas, año tras año. Sus empresas además tienen un éxito tremendo en sus negocios y la O.C.D.E. considera sus Economías como de las más dinámicas.
El dilema de nuestra civilización viene cuando las Democracias y los Estados de Derecho pretenden poner ciertos límites de interés general a este "hacer negocio" voraz. ¿Nos pondremos de acuerdo en que hay algunas cosas que no son valoradas con acierto por el sistema de explotación económica y negocio? ¿O en que hay algunas cosas por las que merece la pena gastar o perder dinero, valor económico? Y, si nos ponemos de acuerdo, ¿tendremos fuerza efectiva para que estas cosas sean respetadas?
Saludos cordiales,
El presente comentario es para agradecer a D. Oyente la advertencia sobre una errata en el texto.
Muchas gracias y disculpe el error.
Tienes razon, conforme disminuye el numero de horas trabajadas, aumenta la desidia y conformismo de la sociedad que espera que el GOBIERNO le proporcione todo (salud, educacion, seguridad social, pensiones, entretenimiento, botellones )
Respecto a la disminución de carga de trabajo por persona y al posible aumento de la desidia. Algunas consideraciones.
De los posiblemente tres más geniales economistas (subjetivamente) que hasta ahora hemos conocido, a saber, Adam Smith, Karl Marx, John Maynard Keynes, fue el último el que calculaba que allá por la generación de sus nietos, es decir la mía, hoy, cada persona no necesitaría trabajar más de unas 15 horas al día.
Él pensaba así porque tenía entre ceja y ceja el objetivo del pleno empleo. Si la mayoría de individuos en una sociedad somos trabajadores asalariados, la principal fuente de ingresos de las economías domésticas es el salario. Si hay pleno empleo, hay salarios suficientes para que la mayoría de la gente compre a las empresas lo que necesiten, así que éstas pueden seguir fabricando, distribuyendo y vendiendo.
Por otra parte, si la mayoría de economías domésticas (hogares) compra y la mayoría de empresas vende, teóricamente el nivel de bienestar (material) aumenta.
¿Por qué trabajar menos horas donde antes había que trabajar más? Porque el aumento de la tecnología (no sólo mecánico sinó también organizacional) y la acumulación de los avances ha llevado a que se necesiten menos horas-trabajador y menos euros para producir cada euro de beneficio. Esto es: aumento de la productividad.
Si no se reduce la carga de trabajo por persona, habiendo aumentado la productividad, sucede que entonces no pueden trabajar todas las personas. Y cada vez podrían menos. Con lo que la Demanda Agregada que hace que las empresas puedan vender, al depender en su mayor parte de los salarios, cae y el sistema colapsa.
Esto me recuerda, antes de pasar a lo siguiente, al mecanismo de dominación de masas que se establecía en la novela de G. Orwell "1984", en su ficticio librillo interior titulado "Colectivismo oligárquico". Cuando los oligarcas totalitarios de la novela se dieron cuenta de que la tecnología resultaba liberadora del individuo, pues la carga de trabajo tendía a disminuir y el bienestar material a aumentar, cuando el individuo tenía tiempo libre para pensar y posibilidades de adquirir conocimiento... la oligarquía, el dominio de los muchos por unos pocos, estaba amenazada como estructura. Su contrataque fue directamente a la esencia del asunto. Involución tecnológica y estancamiento para que el individuo tuviese que estar ocupado un buen número de horas-trabajo. Los excedentes de producción eran directamente destruidos en secreto o mediante actividades inútiles.
(...)
(...)
Este tesoro de la Literatura ya está en el dominio público, por cierto. Los señores de la S.G.A.E. y de Disney p.ej., me maldecirán por decirlo cada vez que puedo. Es lo que tienen las oligarquías. Lo peor de todo es que a veces se presentan como aristocracias, cuando de aristei tienen poco.
En el "Un mundo feliz" de Huxley, se nos dice algo parecido. Los avances científicos nunca eran publicados y las personas con vocación científica eran exiliadas o incluso eliminadas.
Luego viene el asunto de la posible desidia. Se podría contradecir con las teorías de las necesidades de Maslow. Cuando satisfacemos un nivel de necesidad, queremos normalmente satisfacer el nivel siguiente.
Si nos fijamos en la mendicidad, en los indigentes, veremos que parecería existir una cota mínima del —cito de memoria— 2%, incluso en las sociedades más prósperas y seguras. ¿Podríamos pensar que las personas que caen en la desidia están limitadas a ese máximo cuando todo va bien?
El ser humano es un bicho curioso e inquieto. Si necesitamos menos horas de trabajo para obtener nuestro salario, comenzamos a aburrirnos y dejamos de tener motivos para vivir, cosas que hacer y con las que sentirnos realizados, entonces nos morimos. De hecho, la gente con depresión muchas veces se muere por una espiral de pensamientos similares a ése. Lo lógico es que la mayoría de personas ocupen entonces, para no aburrirse y marchitarse, su tiempo libre en otras tareas, voluntarias y del gusto de cada uno. Muchas de ellas, a su vez, supondrían un beneficio directo o indirecto para la comunidad humana.
Relaciono todo esto, aunque no lo desarrollaré aquí, con la idea del Sr. Surco (administrador del sitio www.mileurismo.com, conocedor del mundo económico empresarial en la teoría y en la práctica), espero haberla entendido bien, de que si queremos seguir "creciendo" económicamente, debemos empezar a desarrollar los intangibles. Las materias primas son finitas pues nuestro mundo material, en el que vivimos y del que dependemos, es finito. Pero la Economía puede crecer potencialmente hasta el infinitio si y sólo si comienza a basarse en los intangibles. Sería una posibilidad alternativa o complementaria al decrecimiento del que hablaba antes.
(...)
(...)
Para finalizar, sobre la idea de "gobierno". ¿Es malo pretender que el gobierno "nos proporcione" cosas? Básicamente creo que depende de qué se entienda como gobierno. Si entendemos como gobierno la oligarquía de unos funcionarios antes burócratas que servidores públicos y que cultivan sus propias clientelas personales más que nada, entonces la idea no es muy halagüeña.
Pero si como "gobierno" entendemos a los servidores públicos, a los delegados que hemos nombrado para que apliquen nuestro poder soberano de individuos libres, y como "Estado" entendemos a la organización que hemos instituido para organizar las relaciones humanas (política), entonces que el "gobierno" o el "estado" "nos proporcionen" las cosas que necesitamos no es nada malo. Incluso quizá al contrario.
Nos las estaríamos proporcionando, al final e indirectamente, nosotros mismos. Estaríamos obteniendo como individuos los frutos económicos emanados de nuestra asociación colectiva política y económica. No se estaría prohibiendo la empresa privada, ni mucho menos. Sinó que simplemente, la evolución económica mundial le reservaría otro papel para el futuro.
Eso me lleva a pensar en la frase de algunos militares no demócratas de antaño, los clásicos espadones, respecto a por qué consideraban mala o indeseable la Democracia. Decían que "la Democracia, si se la deja desarrollarse, acaba llevando al Socialismo". Sería una falacia si no añaden más cosas a su opinión. Se podría decir "¿y qué?". El Socialismo, entendido como socialización de las rentas y riquezas, no es "malo". Al menos no para el individuo libre, responsable y solidario con los demás.
Un par de fuentes bibliográficas adicionales que he encontrado por el camino: [1] y [2].
Y un cordial saludo ;-)
PEDAZO DE ERROR.
¡Donde pone 15 horas al día quería poner 15 horas a la semana!
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