Ante el artículo sobre la huelga del metro, D. Pocholo ha realizado un comentario muy interesante en el cual presenta, a nuestro entender, una dicotomía entre la moral y la acción. Estas notas pretenden contestarle.
1.- Los trabajadores del metro tiene no solo el derecho a ir a la huelga, faltaría más y no hay nada más bobalicon que señalarlo, sino la razón al hacerlo. Por supuesto, cualquier trabajador, yo mismo así lo escribía, debe negarse, salvo circunstancias excepcionales que en este caso no se dan, a que le bajen el sueldo. Por tanto, al ir a la huelga los trabajadores del metro no hacen sino lo más racional: negarse a pagar una realidad económica que ellos no han generado. Cuando se les acusa de insolidarios por ir a la huelga –nota: la palabra solidaridad es repugnante, pero esto en otra ocasión- no se señala sino la idea de que los ciudadanos deben asumir los dictados de una clase política, incompetente, con el silencio. Y efectivamente esto se ve cuando se señala que la bajada de sueldo ha sido votada en parlamento, da igual nacional o regional, como si este hecho ya dejara de lado cualquier protesta posterior.
2.- Igualmente, resulta ridícula la imagen de trabajadores privilegiados que se quiere dar de los empleados públicos o de los funcionarios. Toda esta noción está basada en un hecho: tienen trabajo estable y fijo. Es decir, para el que acusa de privilegio por esto, la idea de un mercado laboral con trabajo estable es algo excepcional siendo lo normal, y lo que debe ser, que hubiera trabajo temporal. Así, cuando se acusa de privilegiado al que tiene trabajo fijo no solo se dice que lo es frente a una realidad económica ajena donde prima lo contrario, eso sería ser afortunado y no privilegiado, sino que no debería serlo, es decir: que todo el mundo debería poder ser despedido y no contar con un empleo estable y fijo. Se aplica así un desideratum, un deseo proyectado, sobre lo que debería ser el mercado laboral: un lugar sin el privilegio del trabajo estable. Y de ello ya se encargará la reforma laboral que lo único que pretende es abaratar el despido. Y con ello, la mano de obra –nota: esto también otro día-.
3.- Unido a esto está la idea de la Comunidad de Madrid. Curiosamente, la empresa de metro firmó en verano de 2009, cuando ya hasta Zapatero sabía que había crisis, un convenio con los trabajadores de metro. Es decir, hace un año, cuando las circunstancias de la crisis eran iguales o incluso peores que ahora, EEUU aún no había reaccionado, la Comunidad de Madrid estaba dispuesta a subirles el sueldo a los empleados de Metro. Pero, un año después, los mismos dirigentes que antes decían sí ahora dicen que no solo no hay que subirlo, sino que se va a bajar –nota: curiosamente esto mismo ocurrió con los funcionarios del estado central y el gobierno del PSOE, igualito-. ¿Acaso los dirigentes de metro, o sea del PP de Madrid, desconocían que hubiera crisis hacía un año? ¿Por qué no congelaron el sueldo entonces o incluso lo bajaron? Pues sencillo, porque en la demagogia reinante la idea era ver qué partido, PP o PSOE, se desgastaba primero tomando la medida antisocial. Y por eso, cuando la UE y Obama le dijeron a ZP que tenía que tomarlas y este la tomó, Aguirre vio el cielo abierto. Es decir, la Comunidad de Madrid actúo demagógicamente entonces, de acuerdo a sus presupuestos económicos y políticos al subirles el sueldo, y actúa demagógicamente ahora pues si Zapatero no les hubiera bajado el sueldo a los funcionarios, otro que tal baila, Aguirre no hubiera tocado a los empleados de sus empresas públicas. Es más, tan repugnante es esa lucha de poder y para poner un ejemplo, que Zapatero le bajó el sueldo a los funcionarios, justo después de decir no se qué tonterías sobre que nunca se recortarían derechos sociales, y Soraya Saínz de Santamaría en sesión parlamentaria acusó al PSOE de no haberlo previsto porque en verano de 2009, ¿les suena?, el gobierno había firmado un convenio donde les había subido el sueldo. Curioso.
1.- Los trabajadores del metro tiene no solo el derecho a ir a la huelga, faltaría más y no hay nada más bobalicon que señalarlo, sino la razón al hacerlo. Por supuesto, cualquier trabajador, yo mismo así lo escribía, debe negarse, salvo circunstancias excepcionales que en este caso no se dan, a que le bajen el sueldo. Por tanto, al ir a la huelga los trabajadores del metro no hacen sino lo más racional: negarse a pagar una realidad económica que ellos no han generado. Cuando se les acusa de insolidarios por ir a la huelga –nota: la palabra solidaridad es repugnante, pero esto en otra ocasión- no se señala sino la idea de que los ciudadanos deben asumir los dictados de una clase política, incompetente, con el silencio. Y efectivamente esto se ve cuando se señala que la bajada de sueldo ha sido votada en parlamento, da igual nacional o regional, como si este hecho ya dejara de lado cualquier protesta posterior.
2.- Igualmente, resulta ridícula la imagen de trabajadores privilegiados que se quiere dar de los empleados públicos o de los funcionarios. Toda esta noción está basada en un hecho: tienen trabajo estable y fijo. Es decir, para el que acusa de privilegio por esto, la idea de un mercado laboral con trabajo estable es algo excepcional siendo lo normal, y lo que debe ser, que hubiera trabajo temporal. Así, cuando se acusa de privilegiado al que tiene trabajo fijo no solo se dice que lo es frente a una realidad económica ajena donde prima lo contrario, eso sería ser afortunado y no privilegiado, sino que no debería serlo, es decir: que todo el mundo debería poder ser despedido y no contar con un empleo estable y fijo. Se aplica así un desideratum, un deseo proyectado, sobre lo que debería ser el mercado laboral: un lugar sin el privilegio del trabajo estable. Y de ello ya se encargará la reforma laboral que lo único que pretende es abaratar el despido. Y con ello, la mano de obra –nota: esto también otro día-.
3.- Unido a esto está la idea de la Comunidad de Madrid. Curiosamente, la empresa de metro firmó en verano de 2009, cuando ya hasta Zapatero sabía que había crisis, un convenio con los trabajadores de metro. Es decir, hace un año, cuando las circunstancias de la crisis eran iguales o incluso peores que ahora, EEUU aún no había reaccionado, la Comunidad de Madrid estaba dispuesta a subirles el sueldo a los empleados de Metro. Pero, un año después, los mismos dirigentes que antes decían sí ahora dicen que no solo no hay que subirlo, sino que se va a bajar –nota: curiosamente esto mismo ocurrió con los funcionarios del estado central y el gobierno del PSOE, igualito-. ¿Acaso los dirigentes de metro, o sea del PP de Madrid, desconocían que hubiera crisis hacía un año? ¿Por qué no congelaron el sueldo entonces o incluso lo bajaron? Pues sencillo, porque en la demagogia reinante la idea era ver qué partido, PP o PSOE, se desgastaba primero tomando la medida antisocial. Y por eso, cuando la UE y Obama le dijeron a ZP que tenía que tomarlas y este la tomó, Aguirre vio el cielo abierto. Es decir, la Comunidad de Madrid actúo demagógicamente entonces, de acuerdo a sus presupuestos económicos y políticos al subirles el sueldo, y actúa demagógicamente ahora pues si Zapatero no les hubiera bajado el sueldo a los funcionarios, otro que tal baila, Aguirre no hubiera tocado a los empleados de sus empresas públicas. Es más, tan repugnante es esa lucha de poder y para poner un ejemplo, que Zapatero le bajó el sueldo a los funcionarios, justo después de decir no se qué tonterías sobre que nunca se recortarían derechos sociales, y Soraya Saínz de Santamaría en sesión parlamentaria acusó al PSOE de no haberlo previsto porque en verano de 2009, ¿les suena?, el gobierno había firmado un convenio donde les había subido el sueldo. Curioso.
4.- Así pues, Zapatero bajó el sueldo a los funcionarios porque descubrió la crisis en un año.
Así pues, Aguirre bajó el sueldo a los del metro porque descubrió la crisis en un año. Es exactamente igual.
5.- Pero, y aquí vienen los compañeros de la gloriosa clase obrera, si era igual lo que se hizo, ¿por qué la huelga de funcionarios de ámbito estatal fracasó y la de metro llevó a la ciudad al caos? Es sin duda una buena pregunta. Porque la respuesta no está en los abusivos servicios mínimos establecidos por la Comunidad de Madrid. Efectivamente, en la huelga de Metro de Madrid la Comunidad presentó unos servicios mínimos claramente abusivos tal y como dijeron los sindicatos, otra vez con razón, pero lo mismo ocurrió en la huelga de funcionarios del 8 de junio . ¿Por qué en una se obedecieron y en otra, no?
6.- Los sindicatos han vivido muy bien con Zapatero, UGT aún mejor. Nadie muerde la mano que le da de comer.
7.- ¿Pero y el metro? Los trabajadores del metro impidieron que hubiera metro, reduciendo los servicios mínimos al 0%. Por la misma razón, podían haberlos reducidos al 25%, cifra tal vez razonable. Pero la idea era el 0% y provocar un caos en la ciudad para la gente que coge el metro. Es decir, la idea era hacer el mayor daño posible. Y aquí venía la tesis de D. Pocholo que aparece, por cierto, en más lugares de la autoproclamada izquierda: una huelga busca hacer daño. Es cierto, pero una huelga industrial no es igual que una huelga en servicios. Una huelga industrial hace daño al empresario, una huelga de servicios a los usuarios. Y una huelga de servicios esenciales, por ejemplo el transporte, hace daño a los usuarios del transporte. Y no parece que el metro lo use la clase dirigente y la oligarquía.
8.- Y entonces viene la gansada, ¿y la solidaridad obrera? La solidaridad obrera la rompieron los empleados de metro precisamente cuando decidieron que para conseguir sus objetivos propios era necesario destrozar la vida del resto de los trabajadores de la ciudad durante dos días –y tal vez más-. Los mitos tienen un elemento absurdo: la plegaria viene cuando el suceso está ocurriendo. Cuando de pronto los sindicatos de las empresas públicas vieron tocado su sueldo decidieron pedir al resto de los trabajadores a los que ni miraban a la cara que fueran solidarios. Los sindicatos nunca han prestado la menor atención al mayor problema de la economía española que es la bipolarización del mercado de trabajo entre fijos, que es lo que deberían ser todos, y precarios, se les llama temporales. Pero de pronto surge la solidaridad de clase. Y dan lecciones. Curiosamente los fijos a los precarios.
9.- Y tácticamente es un error. Porque la huelga de metro, lógicamente, solo provoca la crispación de una clase trabajadora que se ha visto ninguneada por los sindicatos permanentemente, pero que también es responsable de su propia inanidad, pero a la que ahora se le pide paciencia porque un problema particular, de convenio de unos trabajadores concretos, les provoca problemas terribles. Es una huelga que no puede despertar simpatías. Es una huelga que, independientemente de sus resultados, no solo certifica sino que defiende la bipolarización del mercado laboral entre unos fijos que actúan, ahora sí, como privilegiados al saltarse la ley sin límite y en su exclusivo beneficio, y una chusma tomada como rehén. Y en medio, la Comunidad de Madrid deseando que el conflicto se enquiste para dar el réquiem.
10.- Y moralmente es repugnante. Las tácticas tienen moral porque en ellas están en juego las personas. Cuando en una táctica de huelga da lo mismo hacer daño al empresario que al conserje es que algo no va bien. O bien quien piensa así está desesperado, y en cierta manera se puede perdonar, o bien quien piensa así considera al conserje como un personaje de segunda fila en cuanto a sus reivindicaciones. ¿Están desesperados los empleados del metro?
y 11.- Lo bueno de la mentalidad mítica es su carácter universal que nos clama que el empleado del metro representa a la clase obrera auténtica.
¿Y por qué?
Pues porque es un trabajador -pero también a quien fastidia, ¿no?-
Porque lucha por los derechos de los trabajadores -ah, ¿que si no le bajan el sueldo a él no me lo bajan a mí?-
Porque representa la conciencia de clase -¿y dónde estaban antes?-
Porque, en definitiva, estúpido intelectual que no te enteras, va en contra de Esperanza Aguirre -pero, ¿seguro?-
9 comentarios:
No olvide, señor Mesa, este triste incidente que demuestra de verdad la poca solidaridad y desprecio entre los propios compañeros:
http://www.20minutos.es/noticia/751948/12/
Lo de la huelga de Metro es realmente lamentable.
"Solidaridad Obrera" se llama el sindicato. Una solidaridad un poco mal entendida, diría yo.
No estoy nada de acuerdo. Los trabajadores de Metro son trabajadores como cualquier otro, independientemente de que trabajen para un patrón, para una empresa, para una Comunidad Autónoma o para el Estado. Su única arma a la hora de protestar es la huelga.
Hay un punto que no mencionas. Para una Comunidad claramente neoliberal, que los servicios públicos se vean mermados es una ventaja, es el primer paso a la privatización. Es más, una huelga del, pongamos 25%, mermaría esos servicios, la gente se quejaría igual, no tendría la misma repercusión y, lo que es peor, serían sueldos que los trabajadores NO cobrarían esos días de huelga. Es decir, todo ventajas par Espe.
Cuando dices que no es lo mismo la huelga para una empresa que para un servicio público, tienes que mirarlo desde los dos puntos de vista. Espe y la CAM no pierden dinero porque se ahorra los sueldos. Para el "patrón" no es lo mismo que si la empresa fuese suya y el daño no se hace de la misma forma porque no se puede (y en este caso concreto, todo lo contrario). La única arma es por tanto la visibilidad pública.
1.- “Faltaría más” dice Ud. sobre el derecho a la huelga. En los paises Socialistas a día de hoy —como ayer— ese derecho no existe. Además, como durante el Franquismo, es un delito incluso utilizar la palabra. Durante el Franquismo se hicieron 5 huelgas, en la URSSS o Cuba ninguna —ya se notaba cual de los dos regímenes totalitarios era el “paraiso de la clase obrera” y lo agusto que estaban/están.
El derecho a no trabajar, lo tienen todos los trabajadores. Igualmente todos los jefes tienen el derecho de no contar con los servicios de quien no quiere ir a trabajar. La ley protege los derechos de ambos.
Para que el trabajador pueda no producir, como manifestación de disconformidad, sin temor a ser despedido, se regula y se legisla de acuerdo con los representantes de ambas partes, con el objetivo de que ninguna de las partes sufra daños costosos —maquinaria dañadas, despidos—. En le caso del de Madrid, los servicios mínimos están regulados con sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
Se trata, como siempre, de cumplir la ley o no cumplirla y como siempre los “eticamente superiores” y sus “conjunciones planetarias”, están exentos de cumplir los compromisos que firman.
Otra cosa es si se pretendiera hacer una revolución.
Y si es asunto es la visibilidad pública como dice Don Eulez, se me ocurre que, mejor que impedir que las aburguesadas empleadas del hogar por horas se ganaran el pan, o la señora de 60 años (fascista, seguro) se pudiera hacer la mamografía para la que tenía cita desde hacía meses; podían haber hecho un calendario con sus desnudos o se podían quemar a lo bonzo con un infiernillo solar, para no generar CO2.
2.- Lo ridiculo es negar la situación privilegiada, en la que están los empleados públicos con respecto al resto de los trabajadores. Y ridiculo es, pretender que los intereses de unos son los mismos que los de los otros.
Otra cosa es que todos quisiéramos ser empleado público, yo al menos, por todo lo que Ud. explica. También quiero un Porche Kayene con aire muy acondicionado como el de Bono.
Pero son precisamente funcionarios públicos, que cobran dietas hasta por ir al kiosco a comprar el periódico, los que deciden mi salario mínimo, mis vacaciones, mis subsidios… fundamentando su vivir cada vez mejor, en mi vivir cada vez peor.
Creo que algunos de los que leimos “El banquero anarquista” de Pessoa, le sacamos menos provecho que otros.
Brillante exposición Sr Mesa.
Como dije antes, el sindicalismo en Reino Unido es solo una puerta abierta para trepas lameculos. Exactamente lo mismo que en España.
El problema es que hay demasiada gente pretendiendo ser lo contrario de lo que en realidad es, sobre todo en esa falsa izquierda que padecemos.
En toda su filosofía, Don EPe, hay varias cosas interesantes. Entre ellas voy a destacar una: "la nada que niega el ser".
Efectivamente, su filosofía conduce a la inacción de manera premeditada.
"La libertad estoica es pues negativa, contra el mundo y los hombres, de los cuales se desinteresa, pues el estoico piensa pero no actúa(23). Su yo permanece consigo, con su pensamiento.
El estoico se opone al mundo, se retira a su pensamiento, se evade, se refugia en él, allí donde se siente libre del mundo y del Amo pero no lucha para hacerse reconocer por el Amo y así conquistar el mundo arriesgando su vida.
Es un hombre libre pero abstracto; no es libre más que en el pensamiento, más exactamente en su
pensamiento.
El estoico intenta persuadirse que es objetivamente libre por el solo hecho de saberse libre, es decir de tener la idea abstracta de la libertad, o lo que es igual, de la independencia absoluta, de la autonomía respecto de todas las condiciones dadas de la existencia, del Mundo natural y del Amo(24)."
"la filosofía estoica vino a justificar la inacción del Esclavo"
Efectivamente Mesa, su filosofía combate la acción que podrían hacer los trabajadores contra sus.
Este es el conservadurismo que subyace en sus textos y que tanto fascina al Oyente y a Odradek aunque de distinta manera, es usted un cruzado conservador.
Muy bueno, Mesa. Pero todo dura hasta que se acaba.
Analicemos su texto sobre la huelga:
- La solidaridad obrera la rompieron los empleados de metro
- tácticamente es un error
- moralmente es repugnante
La conclusión es los trabajadores no deben hacer huelga para defender sus intereses porqué es insolidaria, es un error y moralmente es repugnante.
Me descubro ante usted profesor, es usted infinitamente más inteligente que yo y muchísimo, pero muchísimo más culto.
A ver si esta vez no me ignora usted.
Hast punto 5, me parece bastante bien su reflexión. El punto cinco no es que me pareaca mañ, pero voy a responder su pregunta. la diferenca, la razón por la que se deseobedecen lo sservicios mínimo sen la huelga del metro y no en la de los funcionarios de unas semanas atrás es que en la del metro, sencillamente los sindicatos o mejor, quizás lod dos grandes sindicatos- se ven desbordados, y son los trabajadores en asamblea los que deciden hacerlo. Y lo sisndicato sse ven arrastrados, y tratan despúes de reconducirlo como buenamente pueden.
Efectivamente, tiene usted razón en que quizás haberse autoimpuesto unos servicios mínimos razonables habría sido más "simpático de cara a lo susuarios", pero cuando la administración usa permanentemente y a sabiendas los servicios mínimos para reventar huelgas y hacer ver después que las huelgas no se han seguido, pues en algún momento se tenía que romper la baraja y ha sido este momento.
La responsabilidad de que no haya habido servicio los días que no se hicieron servicios mínimos es de la dirección de metro que es la responsable de prestar el servicio. Podía haber puesto uno sservicio smínimos razonables, o podía haber previsto el conflicto, o podía, sencillamente no haber cerrado ilegalmente el metro. Porque la violación de los servicios mínimos será ilegal, pero desde luego, el cierre patronal tambien. Y eso es lo que hizo Metro.
Del resto de los puntos, de su escrito, y al margen de sus reflexiones -que comparto- acera del concepto de solidaridad, y de las razones por las que la clase obrera está como está -en la calle celebrado la victoria de la roja, mientras se privatizan las cajas de ahorros y se desmantela el estado del bienestar-, yo sólo quiero decirle una cosa: lo del metro va a sentar un precedente: si el PP consigue romper el convenio y establecer una bajada de sueldo, después de lo que el PSOE ha hecho en EFE, sencillamente se habrá roto el derecho a la negociación colectiva en Espñaa, y los trabajadores habrán perdido una garantía laboral mas.
Del restio
1.- D. Pocholo, sobre su comentario creo que respondo enel último artículo publicado denominado Capitalismo y clases sociales/ y 2.
2.- D. Oyente: la clave de criticar pemanenete los privilegios de quien tiene trabajo estable es generar una corriente de opinión que identifique trabajo estable y no con derecho. Por supuesto, a los empresarios les interesa dicho estado de opinión porque eso les permite mayor desregulización en lo laboral y, por tanto, mayor poder.
3.- D. Eulez: es que ese es el problema de la táctica y la moral. Si perdemos de vista la moral, la cosa se pone difícil y los trabajadores del metro la han perdido. Y por cierto, han perdido también la guerra de la opinión pública.
4.- D. Ricardo, a ver. Su anterior comentario estaba escrito en leguaje indescifrable, como uted mismo reconoció. Ahora vamos a este. estoy de acuerdo en casi todo. Sin embargo olvida usted en su análisis la curiosa circunstancia, que yo sí exponía, de que Aguirre es del PP y esa razón permite a los sindicatos ser más duros. Y ya que cita usted a EFE sepa que en la unión de Gas Natural y Unión Fenosa tengo entendido que los trabajadores de UF han visto recortados drásticamente su convenio y se les ha impuesto el de Gas natural con el beneplácito de los sindicatos de clase. Curioso, unas veces tan guerreros y otras tan apocados. Ahora la pregunta es: ¿por qué?
Don EP, estoy de acuerdo absolutamente con usted. Los dos grandes sindicatos de clase -a uno de los cuales pertenece usted, según creo, no yo, que fui expulsado hace años por llevar a cabo practicas sindicales que se consideraban antiguas (yo más bien creo que eran razonables, aunque ciertamente duras)- han domesticado y burocratizado las protestas obreras, debido a sus grandes dependencias de diferentes gobiernos. Por eso, a veces, consienten unas cosas y en otras ocasiones no consienten esas mismas cosas. Y esa es la razón de lo que usted indica.
Aunque creo que hay otras razones, y en el metro, lo que está pesando más que esa circunstancia -que vale para explicar lo de EFE, por ejemplo, el otro ejemplo que pone usted no lo conozco- es que los trabajadores, por las razones que sea, están demostrando una autonomía de esos dos sindicatos -aunque sean mayoritarios en el Comite- que es lo que les ha llevado a romper lo servicios mínimos y a mantener una postura de dureza de la que lo sindicatos son seguididstas, pero no impusores, y tratan de reconducir.
Yo creo que lo que nosotros, los observadores, los ciudadanos, tenemos que hacer es apoyar a los que van por buen camino (los trabajadores del metro, que muestran criterio propio frente a las cúpulas sindicales) y no caer en el canto de sirenas que pretende enfrentarnos con ellos porque nos generan molestias sus protestas. Y poner la responsabilidad de que no hubiera servicio de metro en el responsable de prestarlo en condiciones de legalidad, que es la empresa.
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