En un artículo anterior presentábamos el fracaso, anunciado, de la huelga general. Sin embargo, se trataba de un artículo más metodológico que otra cosa -¿ven?, cuando me pongo sé ser profundo y pedante- y no entraba en mayores sobre las causas de dichos fracaso excepto señalar un aspecto estructural del mercado de trabajo. Este artículo, por tanto, pretenderá complementar al anterior y explicar el tema.
¿Qué causas están detrás del fracaso de la huelga general?
En primer lugar una clara: la desafección que la gente siente ante el papel de los sindicatos. Pero, no tan evidente. Porque está desafección tiene un componente estructural y otro ideológico e individual. Frente a lo que se suele decir, la tasa de afiliación española al sindicalismo no es demasiada baja en comparación con Europa -un 25% de media en Europa y un 19% en España- y por tanto no cabe ahí la causa de dicho fracaso. Es más, la tasa española ha subido en los últimos años, es decir: se ha afiliado más gente que en el pasado- lo que quiere decir que cuando las anteriores huelgas generales triunfaron había menos gente afiliada a los sindicatos que sin embargo sí estaba dispuesta a hacer huelga. Por tanto, la desafección al sindicato no se da en su afiliación donde se le ve como un hecho útil –y por eso la gente se afilia-. E incluso sería interesante analizar cuánto afiliado, por cierto: en su derecho, no ha hecho huelga.
También es incierto que la sociedad, tal y como clama una izquierda acomodaticia, se haya derechizado –excepto claro está esa misma izquierda acomodaticia-. Si uno mira las encuestas del CIS -aquí aparecen desde enero de 1996 situándose en una escala del 1, extrema izquierda, al 10, extrema derecha- se verá como la gente se considera fundamentalmente de izquierdas o centro izquierda. Y es una tendencia que se mantiene. O diciéndolo más claro, la gente se percibe y autoproclama más de izquierdas que de derechas. O sea, la gente de golpe no se ha hecho neoliberal -nota: un día hay que escribir un artículo más pedagógico que otra cosa explicando qué es realmente ser neoliberal y que no se puede ser neoliberal y apoyar al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial-. Por tanto, y llevándolo a nuestro campo, no es que la sociedad se haya derechizado pues la tasa de izquierdas, repetimos: en cuanto a la autoafirmación, permanece relativamente estable.
Entonces, ¿qué? Ya hemos analizado en el artículo anterior causas estructurales del mercado de trabajo que impiden la huelga, desde el aumento de la temporalización hasta el temor al paro. Sin embargo, no creemos que esas sean las causas fundamentales. Curiosamente, el desarrollo del capitalismo ha logrado que las causas objetivas, en cuanto a ajenas a la conciencia subjetiva e individual, no sean solo las primordiales a la hora de analizar un fenómeno, sino que haya que prestar un interés fundamental hacia las ideas de la gente, su conciencia. Y ahí está, en este aspecto, la clave.
Pero, acabamos de decir que al prestar atención a la conciencia subjetiva nos encontramos con una sociedad mayoritariamente de izquierdas. Resulta así una casi paradoja: un amplio espectro social se considera de izquierdas o centroizquierdas pero sin embargo una huelga tan justa como esta fracasa. Pero ampliemos el espectro: el PSOE se desploma en intención de voto pero IU no recoge ese desplome. El fracaso de la huelga se enmarca así en algo más amplio que incluso se da en Europa: los partidos conservadores triunfan, incluyendo el ejemplo de la socialdemocracia que fue Suecia. De esta forma, el fracaso de la huelga se enmarca en el fracaso de la izquierda. La gente se siente de izquierdas pero carece de un discurso que le haga actuar de acuerdo a su conciencia en la realidad social. Ocurre, curiosamente, igual que con la religión católica: una mayoría se declara católico pero sólo el 14% asiste a misa. Así, la conciencia existe como realidad subjetiva sin carácter social. Las ideas políticas se subjetivizan hasta formar una vida personal alejada de la acción social. El discurso desaparece y se vive la emoción de ser de izquierdas. Pero, ¿por qué?
La superación por parte del propio Capitalismo de su fase de explotación de clase ha dejado a la izquierda sin discurso. Pero que nadie crea que es, como canta la derecha, porque ya no haya explotación -en realidad esta se ha acrecentado al explotarse la propia vida en su totalidad y no solo las horas de trabajo- sino porque la forma de esta ha cambiado. Y es esto lo que la izquierda aún no ha entendido viviendo en el capitalismo de la producción industrial de la primera mitad del siglo XX. Pero este vivir en ese capitalismo produce un resultado determinado que es vivir en una ilusión y no en la realidad. Y así se ve, ejemplificando, en los dos grandes proyectos izquierdistas de la izquierda más chachi española: la memoria histórica, sobre el pasado, y la república, sobre un futuro idealizado. Nada social, nada económico. La izquierda no vive el presente sino en su propia mitología. Y por eso la izquierda política tiene su problema no tanto en la respuesta a dar sino en la pregunta a hacer. Y de esta manera lo tienen los sindicatos y especialmente los denominados de clase. Su función ha quedado clara en el pasado pero nadie la comprende en el presente. Salvo una buena opción de compra de viviendas o un viaje a Cuba.
Y es ahí donde volvemos a lo concreto. Como la izquierda no tiene discurso presente hizo lo que en fútbol se llama resultadismo: si Zapatero gana su discurso es bueno. Y así el personaje pasó a ser la ideología. Y al convertirse en esta unió su destino al del discurso izquierdista mientras durara. De esta forma, la izquierda fue Zapatero. Y este, como buen peronista, agradeció, salvando del descalabro económico a UGT y financiando espléndidamente tanto a esta organización como a CCOO. Pero no estaba ahí lo fundamental, como quiere hacer pensar la prensa de derechas, sino precisamente en que la ausencia de un discurso de izquierdas coherente condujo a presentar al oportunista como líder. Y la cosa hubiera funcionado -entre Educación para la Ciudadanía, Memoria Histórica, leyes de igualdad, guiños a ETA y arrumacos con la oligarquía regional- si la realidad en forma de crisis económica no hubiera irrumpido. Al fin y al cabo, durante muchos años, pero fundamentalmente seis, la izquierda española no fue más que la corte milagrosa del presidente del gobierno. Y quede claro que la culpa no fue del presidente que nunca obligó a ello.
Por eso, cuando la realidad llegó nadie era capaz de analizarla. Desde el ridículo del fin del capitalismo hasta la crisis definitiva, la izquierda solo pudo echar mano de sus clichés para el análisis: todos eran falsos. Y la conciencia de izquierdas se fue subjetivando por su propia ausencia de discurso-aparte de por el propio desarrollo del proceso capitalista en lo referente a la personalidad- hasta convertirse en una característica personal pero no social. Cuando se quiso hacer una huelga, por parte de los mismos que estaban en el cargo antes y rieron las gracias, la gente actuó con la coherencia de la izquierda creada: la realidad no existe, la huelga no se hace.
Cuando la burguesía llegó al poder definitivamente cambió la imagen de D. Quijote y la convirtió en un romántico soñador –luego incluso sacaría su quijote de bolsillo con Cyrano-. Curiosamente, en el original D. Quijote solo es un pobre imbécil enfrentado a una realidad que le puede permanentemente. Y la grandeza de la obra no está en su romanticismo lírico sino, contrariamente, en su realismo: la realidad vence destrozando lo humano.
¿Qué causas están detrás del fracaso de la huelga general?
En primer lugar una clara: la desafección que la gente siente ante el papel de los sindicatos. Pero, no tan evidente. Porque está desafección tiene un componente estructural y otro ideológico e individual. Frente a lo que se suele decir, la tasa de afiliación española al sindicalismo no es demasiada baja en comparación con Europa -un 25% de media en Europa y un 19% en España- y por tanto no cabe ahí la causa de dicho fracaso. Es más, la tasa española ha subido en los últimos años, es decir: se ha afiliado más gente que en el pasado- lo que quiere decir que cuando las anteriores huelgas generales triunfaron había menos gente afiliada a los sindicatos que sin embargo sí estaba dispuesta a hacer huelga. Por tanto, la desafección al sindicato no se da en su afiliación donde se le ve como un hecho útil –y por eso la gente se afilia-. E incluso sería interesante analizar cuánto afiliado, por cierto: en su derecho, no ha hecho huelga.
También es incierto que la sociedad, tal y como clama una izquierda acomodaticia, se haya derechizado –excepto claro está esa misma izquierda acomodaticia-. Si uno mira las encuestas del CIS -aquí aparecen desde enero de 1996 situándose en una escala del 1, extrema izquierda, al 10, extrema derecha- se verá como la gente se considera fundamentalmente de izquierdas o centro izquierda. Y es una tendencia que se mantiene. O diciéndolo más claro, la gente se percibe y autoproclama más de izquierdas que de derechas. O sea, la gente de golpe no se ha hecho neoliberal -nota: un día hay que escribir un artículo más pedagógico que otra cosa explicando qué es realmente ser neoliberal y que no se puede ser neoliberal y apoyar al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial-. Por tanto, y llevándolo a nuestro campo, no es que la sociedad se haya derechizado pues la tasa de izquierdas, repetimos: en cuanto a la autoafirmación, permanece relativamente estable.
Entonces, ¿qué? Ya hemos analizado en el artículo anterior causas estructurales del mercado de trabajo que impiden la huelga, desde el aumento de la temporalización hasta el temor al paro. Sin embargo, no creemos que esas sean las causas fundamentales. Curiosamente, el desarrollo del capitalismo ha logrado que las causas objetivas, en cuanto a ajenas a la conciencia subjetiva e individual, no sean solo las primordiales a la hora de analizar un fenómeno, sino que haya que prestar un interés fundamental hacia las ideas de la gente, su conciencia. Y ahí está, en este aspecto, la clave.
Pero, acabamos de decir que al prestar atención a la conciencia subjetiva nos encontramos con una sociedad mayoritariamente de izquierdas. Resulta así una casi paradoja: un amplio espectro social se considera de izquierdas o centroizquierdas pero sin embargo una huelga tan justa como esta fracasa. Pero ampliemos el espectro: el PSOE se desploma en intención de voto pero IU no recoge ese desplome. El fracaso de la huelga se enmarca así en algo más amplio que incluso se da en Europa: los partidos conservadores triunfan, incluyendo el ejemplo de la socialdemocracia que fue Suecia. De esta forma, el fracaso de la huelga se enmarca en el fracaso de la izquierda. La gente se siente de izquierdas pero carece de un discurso que le haga actuar de acuerdo a su conciencia en la realidad social. Ocurre, curiosamente, igual que con la religión católica: una mayoría se declara católico pero sólo el 14% asiste a misa. Así, la conciencia existe como realidad subjetiva sin carácter social. Las ideas políticas se subjetivizan hasta formar una vida personal alejada de la acción social. El discurso desaparece y se vive la emoción de ser de izquierdas. Pero, ¿por qué?
La superación por parte del propio Capitalismo de su fase de explotación de clase ha dejado a la izquierda sin discurso. Pero que nadie crea que es, como canta la derecha, porque ya no haya explotación -en realidad esta se ha acrecentado al explotarse la propia vida en su totalidad y no solo las horas de trabajo- sino porque la forma de esta ha cambiado. Y es esto lo que la izquierda aún no ha entendido viviendo en el capitalismo de la producción industrial de la primera mitad del siglo XX. Pero este vivir en ese capitalismo produce un resultado determinado que es vivir en una ilusión y no en la realidad. Y así se ve, ejemplificando, en los dos grandes proyectos izquierdistas de la izquierda más chachi española: la memoria histórica, sobre el pasado, y la república, sobre un futuro idealizado. Nada social, nada económico. La izquierda no vive el presente sino en su propia mitología. Y por eso la izquierda política tiene su problema no tanto en la respuesta a dar sino en la pregunta a hacer. Y de esta manera lo tienen los sindicatos y especialmente los denominados de clase. Su función ha quedado clara en el pasado pero nadie la comprende en el presente. Salvo una buena opción de compra de viviendas o un viaje a Cuba.
Y es ahí donde volvemos a lo concreto. Como la izquierda no tiene discurso presente hizo lo que en fútbol se llama resultadismo: si Zapatero gana su discurso es bueno. Y así el personaje pasó a ser la ideología. Y al convertirse en esta unió su destino al del discurso izquierdista mientras durara. De esta forma, la izquierda fue Zapatero. Y este, como buen peronista, agradeció, salvando del descalabro económico a UGT y financiando espléndidamente tanto a esta organización como a CCOO. Pero no estaba ahí lo fundamental, como quiere hacer pensar la prensa de derechas, sino precisamente en que la ausencia de un discurso de izquierdas coherente condujo a presentar al oportunista como líder. Y la cosa hubiera funcionado -entre Educación para la Ciudadanía, Memoria Histórica, leyes de igualdad, guiños a ETA y arrumacos con la oligarquía regional- si la realidad en forma de crisis económica no hubiera irrumpido. Al fin y al cabo, durante muchos años, pero fundamentalmente seis, la izquierda española no fue más que la corte milagrosa del presidente del gobierno. Y quede claro que la culpa no fue del presidente que nunca obligó a ello.
Por eso, cuando la realidad llegó nadie era capaz de analizarla. Desde el ridículo del fin del capitalismo hasta la crisis definitiva, la izquierda solo pudo echar mano de sus clichés para el análisis: todos eran falsos. Y la conciencia de izquierdas se fue subjetivando por su propia ausencia de discurso-aparte de por el propio desarrollo del proceso capitalista en lo referente a la personalidad- hasta convertirse en una característica personal pero no social. Cuando se quiso hacer una huelga, por parte de los mismos que estaban en el cargo antes y rieron las gracias, la gente actuó con la coherencia de la izquierda creada: la realidad no existe, la huelga no se hace.
Cuando la burguesía llegó al poder definitivamente cambió la imagen de D. Quijote y la convirtió en un romántico soñador –luego incluso sacaría su quijote de bolsillo con Cyrano-. Curiosamente, en el original D. Quijote solo es un pobre imbécil enfrentado a una realidad que le puede permanentemente. Y la grandeza de la obra no está en su romanticismo lírico sino, contrariamente, en su realismo: la realidad vence destrozando lo humano.
5 comentarios:
Sabe don EPe, su panfleto adquiere a veces aires tragicómicos. En este caso concreto, se puede leer en una sola frase: "La izquierda se ha quedado obsoleta". Para transmitir este mensaje tan simple ha utilizado 1.179 palabras. El problema Mesa es que esa afirmación, este mensaje es falso, todavía más, el problema es que usted lo sabe y miente a sabiendas.
Es más, si se quiere salir de esta crisis tendrá que hacerse tomando medidas "de izquierda" o simplemente se hundirá el país (Qué es lo que parece que gran parte de nuestra oligarquía desea)
No es el capitalismo el que nos ha llevado aquí como sujeto, sino el control de todos los medios de persuasión por parte de una misma gente. Ustedes han ganado esta batalla. Pero nosotros aún no nos hemos rendido, Mesa.
Le dejaré una cita de uno de sus autores preferidos que ejemplifica lo que ustedes están haciendo a la perfección:
" Este optimismo cree que un indetenible progreso tecnoindustrial de la humanidad llevaría a un plano diferente todas las actuales preguntas y respuestas, todos los actuales casos y situaciones, siendo que, en dicho plano, esas viejas preguntas, casos y situaciones serían prácticamente tan irrelevantes como lo fueron las preguntas, los casos y las situaciones de la Edad de Piedra después de la transición hacia una cultura superior. En un caso así, los guerrilleros se extinguirían del mismo modo en que se extinguieron los cazadores del paleolítico, en la medida en que no consigan sobrevivir y asimilarse. En todo caso, se volverían inofensivos e irrelevantes. Pero ¿qué pasaría si el tipo de ser humano que hasta ahora suministró al guerrillero consigue adaptarse a un entorno tecnoindustrial, consigue utilizar los nuevos medios y desarrolla una especie nueva, adaptada, de guerrillero; digamos: un guerrillero industrial?"
D. Pocholo:
1.- Dice usted: "En este caso concreto, se puede leer en una sola frase: "La izquierda se ha quedado obsoleta"." Hombre, seguramente me he expliacdo mal si usted ha sacado semejante conclusión tan simple. Efectivamente, la izquierda se ha quedado obsoleta pero eso no quiere decir que no sea necesaria. Hay que repensarla. Fíjese usted que el Manifiesto Comunista de Marx y Engels le dedica todo un capítulo, curiosamente, a criticar a la izquierda de su tiempo. Pero eso no quiere decir que no se crea que la izquierda es necesaria (por cierto, ¿dóde digo yo eso?)
2.- Está muy feo, y es ridículo intelectualemnte, acusarme de que "miento a sabiendas". Lógicamente usted solo me conoce por mis escritos. Por tanto para usted mis pensamientos y mis escritos deben ser lo mismo pues de otra forma es imposible que sepa lo que pienso. Entonces, usted debería mostrar una incoherencia entre mis escritos anteriores y este, no entre mi pensamiento "real" y mis escritos. Esto, por supuesto, eliminando que desde su superioridad moral no posea usted el poder de la telepatía -cosa que desde mi modestia no descarto aunque considero improbable-.
3.- El lenguaje del tipo "Ustedes han ganado esta batalla. Pero nosotros aún no nos hemos rendido, Mesa" resulta algo ridículo en su esppíritu pretencioso. Peor aun, es totalitario. Si lee atentamente el punto 2, y si yo me he explicado bien, desde luego si critico al capitalismo, lea los artículos del blog, yo no he ganado la batalla. Pero es más. Resulta una ñoñería porque lo que es una cosa seria lo reduce usted a pelea de barrio: la banda de unos frente a otro. Dé usted argumentos de: primero, quiénes son unos y otros; segundo, porque yo estoy con los que "han ganado la batalla"; y, tercero, de qué batalla habla. Esto no es una iglesia ni un mitin, tan parecidos, sino un lugar de reflexión. Las consignas a la manifestaciones. Aquí queremos argumentos.
y 3.- Mis autores preferidos los escojo, todavía, yo. Si no me equivoco la cita que pone es de Carl Schmitt. Como imagino que corresponde a un arrebato de ironía le diré dos cosas: primero, cuando se cita se dice autor y obra (no todos somos tan instruídos para sabernos de memoria todos los escritos posibles); segundo, la ironía es difícil de construir, unas veces sale y otras no. Sin embargo, trato cada día con adolescentes, es positivo intentarlo porque supone un salto al mundo adulto.
NADA DE CONSIGNAS, QUE SON PARA LOS BRUTOS.
AQUÍ TENÉIS ARGUMENTOS SÓLIDOS:
http://horac-enmarcha.blogspot.com/2010/05/sobran-razones-para-una-renta-basica.html
Oiga, mire Don EPe le contesto:
1. No se ha explicado mal, la conclusión es simple. Usted mismo lo dice: “Efectivamente, la izquierda se ha quedado obsoleta…
2. Lo que es feo y es ridículo es acusarme a mi de ser ñoño, de barrio, telépata, niñato y de ser pretencioso, mientras usted presume de modestia. En su blog no hay sólo filosofía sino también ideología, yo critico esa ideología, critico su escrito y le digo que miente, precisamente porqué no le considero un tonto.
3. “su lenguaje es pretencioso y peor aun totalitario, peor una ñoñería, porqué lo que es una cosa seria lo reduce usted a pelea de barrio”.”Esto no es una iglesia ni un mitin, tan parecidos, sino un lugar de reflexión. Las consignas a las manifestaciones. Aquí queremos argumentos.” Y su argumento, Mesa es criticar mi lenguaje, el continente y no el contenido. Soy chusma de barrio y por tanto no puedo ponerme a su altura Mesa. Es parecido a lo que hacen algunos que te descalifican por hacer faltas de ortografía: “mira, un borrico intenta hablar con nosotros en este foro, pero no es una persona es un borrico porqué no sabe que “Balle” se escribe con v”. Más divertido es lo de niño, algún día creceré y tal vez llegue a ser un gran pensador como usted. Es usted muy modesto Mesa, mucho.
Sus autores preferidos los escoge usted y evidentemente sí, la cita es de Carl Schmitt. Mi texto era un simple comentario a una de sus reflexiones, y la cita de Schimtt un guiño de tipo personal dirigido a usted y no al resto de posibles lectores de su blog, no pensé que fuera necesario decir autor y obra, porqué daba por entendido que usted había leído ese texto. ¿Estoy suspendido?
Cuando uno escribe para otra gente no puede evitar mostrar una parte de sí mismo en sus textos, es inevitable. Esa parte se muestra no sólo en los mensajes que quiere mandar a los demás, sino también en los temas por los que uno se interesa o no se interesa. Usted Mesa es un liberal. Y lo muestra toda su literatura en este blog, desde sus mensajes y consignas (Usted también repite consignas), hasta la temática que escoge: críticas a los nacionalismos periféricos, a los partidos de izquierdas, vida parlamentaria, odio a muerte a los etarras, tours en Nueva York supuestamente divertidos, etc. Es inevitable ver, que usted en el fondo no es más que un perfecto lector del ABC y como le considero una persona inteligente, sólo puedo pensar que miente a sabiendas, o eso, o es que es un tonto o un loco que se cree que es de izquierdas, mientras que todos sus temas de interés, todo lo que muestra a los demás, demuestran que cree poco en la igualdad, la justicia social, bla, bla, bla.
Finalmente, es cierto que usted ha criticado al capitalismo, pero también es cierto que usted afirma que el capitalismo es el mejor sistema económico posible y el que más riqueza ha creado. Es cierto que usted critica a la izquierda (Porqué ésta está según usted obsoleta) en este blog, pero también es cierto que jamás desde el 2006 ha presentado ninguna alternativa a esa crítica que durante estos cuatro años ha realizado despiadadamente a esa izquierda. Es más, usted en su momento afirmo que ya hacía mucho criticándola, que pedir alternativas era pedir demasiado.
Llegamos hasta aquí, y ahora le dejo, que tengo ganas de crecer
D. Anónimo: así de primeras, yo no estoy en absoluto de acuerdo con la renta básica. es más, socialmente me parece muy conservadora porque el resultado final sería una sociedad dividida en dos bloques: una activa que trabaja y otra, pasiva, que vive del subsidio. Y seguramente la pasiva sería de clase social baja. De todas formas, me leeré el artículo y ya veremos. Por cierto, si puede evitarlo le rogaría no escribiese en mayúsculas.
D. Pocholo: su probelam actual, y digo actual porque no siempre ha sido así, es que ha convertido un debate de ideas en algo personal. Es decir, usted no habla de mis ideas sino de mí. Y el problema es que no me conoce, y además le falla algo la lectura comprensiva, con lo que su tarea de juzgar al individuo es fracasada. No voy a explicarle a usted si yo soy o no un liberal, solo recomendarle que relea este blog y haga ese mismo comentario citando ideas (lo de Nueva York, por cierto, es un argumento bastante flojo). Lo de las alternativas las pongo cada día al escribir en el blog. La alternativa es, y perdone la inmodestia, hacer un análisis del capitalismo como se pretende en este blog, alejado de las demagogias decimonónicas. Es más, la aternativa sigue siendo la ilustración y el marxismo pero no su caricatura de burgueses malos y proletarios buenos. Las situaciones nuevas, y el capitalismo actual es novedoso, requiere repensar lo antiguo y no sacralizarlo. Y eso es lo que se pretende hacer. Usted puede, por supuesto, estar de acuerdo con ello o no, pero no puede hablar de mí personalmente porque no me conoce y además ese no es objeto de debate -por aburrido, fundamentalmente que yo tengo poca vida interior aunque la exploto bien-.
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