Empecemos por una perogrullada extendida por tanto periodista que todo lo sabe: los papeles de Wikileaks no traen nada nuevo. Es cierto. Todo lo que ha publicado desde la filtración de Wikileaks o bien se sabía con certeza o bien se sospechaba. Sin embargo, también es cierto que ha resultado una experiencia interesante por la reacción, en muchas ocasiones histérica, que ha suscitado.
Empecemos por un tema al parecer al margen pero muy curioso. Como todo el mundo sabe, Assange, el propietario de la página Wikileaks, se acaba de entregar en Londres tras ser buscado nada menos que por Interpol y acusado, otra vez nada menos, que de un delito como es la violación, según cuenta la prensa. Sin embargo, todo es distinto –y este todo es muy importante-. Si leen esto, donde se cuenta de forma bastante objetiva el caso, verán qué ocurrió realmente y empezarán a sorprenderse. Pero aún más. Porque resulta que a raíz de dicho terrorífico delito, hay que leer el enlace anterior para entender la ironía, las empresas de pago, con las que cualquiera puede comprar cualquier cosa en el mundo o donar a cualquier asociación incluyendo cualquiera –otra vez, obsérvese la ironía-, han montado en cólera moral y han decidido suspender toda relación, y eso incluye donaciones, con la página web. Es decir, de pronto Assange se ha convertido en el enemigo público número 1. Pero curiosamente por nada, al menos en la apariencia, relacionado con las filtraciones diplomáticas. De eso no se le acusa. Al final, Assange, detenido por violación como dicen los titulares, es peor incluso que los controladores aéreos –nota: por cierto, a este paso entre la autoproclamada izquierda y la derecha sin autoproclamar les nombran víctimas-. Y claro, cuando se arma una así surge la pregunta: ¿qué importancia tienen los papeles desvelados por Wikileaks para que a Assange le hayan acusado de violación?
Vayamos respondiendo a cada idea.
Primero contestemos a los que defienden que la publicación de los papeles es un mal pues esa gente lucha por nuestra libertad. La idea aquí es electiva. No cabe duda, de que algunos de los implicados pensaran que es una lucha, efectivamente, por la libertad. Sin embargo, no cabe duda, también, que los papeles refuerzan, pues sería ingenuo pensar que la idea sale de ahí, la idea contraria. Parece claro que la diplomacia americana, y por lo visto igual las otras, está lejos de pretender, siquiera, un estado mundial de extensión de libertad. Podríamos hablar de los EEUU, pero mejor hablemos del propio gobierno español que nos pilla más cercano por nuestra nacionalidad. ¿Por qué el gobierno de Zapatero apoyó un golpe de estado en Mauritania que acabó con la incipiente democracia? Por intereses estratégicos. Es decir, el gobierno español actúo en contra de la libertad de los habitantes de Mauritania. ¿Defensores de la libertad? Defensores del acuerdo de pesca. La libertad acaba, pobres mauritanos, en el lomo, bien rico sin duda, de una pescadilla. La Alianza de las Civilizaciones era esto.
Segundo, la situación de nuestra política nacional. Resulta curioso que un PP empeñado en ir contra el gobierno ante cualquier situación, incluyendo huelga de controladores o actuaciones policiales frente al dopaje, sin embargo haya silenciado cualquier referencia a las revelaciones filtradas. El gobierno es un mentiroso compulsivo en política exterior –“necesitamos un gobierno que no nos mienta”, ¿se acuerdan?- pero el PP aquí no entra: es que no mete la pata ni González Pons. Y la pregunta es por qué. ¿Por qué? Porque si algo enseñan los papeles de Wikileaks, mejor lo reafirman, es que la politica exterior de un estado no es sino la política exterior de los intereses de la oligarquía de ese estado. Y en eso están de acuerdo PSOE y PP. Así, cuando Wikileaks señala la vergonzosa actuación del estado español defendiendo a diestro y siniestro dictaduras, aunque hablando mal de ellas, lo que hace no es sino defender las inversiones económicas de las empresas españolas realizan en esas dictaduras por encima de las ideas votadas. Y eso, lógico, también lo hace el PP. Y así, ambos partidos y los demás, cuando hay un interés nacional de los ciudadanos reflejados en la urnas y el interés nacional de la oligarquía económica reflejada en las inversiones en el extranjero no dudan en su elección. Por cierto, ¿de qué viven los partidos políticos?
¿Pero y el malvado imperialismo americano? Si ven el punto anterior verán que lo más sorprendente de las revelaciones de la web es que tal imperialismo solo se diferencia de la diplomacia española en su capacidad de poder y no en sus deseos. Incluso es más. Si uno compara la acción estadounidense, en relación a su capacidad de influir, y la de varios países europeos asiste atónito al hecho de que los americanos aparecen incluso como pánfilos idealistas frente a la defensa de las oligarquías efectuadas por la diplomacia europea en, por ejemplo, todo el norte de África. La hipocresía española, como caso que más nos atañe, es mucho mayor que cualquier acción americana. Eso sí, el problema surge que mientras nuestros ministros insultan ellos bombardean. Pero eso es solo una distinción de medios, no de deseos aunque también importante.
La fuerza de las revelaciones de Wikileaks, y por eso su persecución, ha sido así terrible. Ha demostrado el doble juego inmoral de nuestros partidos políticos que se presentan con una cara y en realidad tienen otra. En el fondo, y en la forma, Wikileaks ha puesto en jaque la diferencia existente entre las promesas electorales en política exterior y la realidad de estado. Todos ya sabíamos las diferencias entre esas promesas y la realidad nacional –de hecho, el último ganador de nuestras presidenciales negaba la crisis- pero la política exterior, por la poca atención prestada salvo en caso de guerra, escapaba a ello. Ahora no puede. Así, las revelaciones han puesto al descubierto que también aquí el poder político es una falsificación de la soberanía popular. Uno vota, ¿para qué? Esa es la pregunta que lanza Wikileaks.
Pero hay algo más. ¿Cómo los periodistas, ese gremio, no han corrido a proteger a Assange? Porque Wikileaks ha demostrado algo más: que los medios de comunicación actuales no son sino apéndices de la propia oligarquía económica y política. Lo que Wikileaks ha hecho no es más que periodismo de toda la vida, desnudar al poder, pero que ya nadie hace. Así, Wikileaks ha mostrado a su vez cómo la prensa está domesticada. Y esta responde diciendo que assange está acusado de violación.
La libertad de expresión es curiosa. Es el único derecho que se debe defender para que puedan perjudicar a uno. Por eso, tal vez, sea una de las bases de la democracia. Y con la persecución a Assange y Wikileaks está en peligro. No se trata de que Wikileaks sea la libertad de expresión. Se trata de que si no lo es también queremos leerlo.
Empecemos por un tema al parecer al margen pero muy curioso. Como todo el mundo sabe, Assange, el propietario de la página Wikileaks, se acaba de entregar en Londres tras ser buscado nada menos que por Interpol y acusado, otra vez nada menos, que de un delito como es la violación, según cuenta la prensa. Sin embargo, todo es distinto –y este todo es muy importante-. Si leen esto, donde se cuenta de forma bastante objetiva el caso, verán qué ocurrió realmente y empezarán a sorprenderse. Pero aún más. Porque resulta que a raíz de dicho terrorífico delito, hay que leer el enlace anterior para entender la ironía, las empresas de pago, con las que cualquiera puede comprar cualquier cosa en el mundo o donar a cualquier asociación incluyendo cualquiera –otra vez, obsérvese la ironía-, han montado en cólera moral y han decidido suspender toda relación, y eso incluye donaciones, con la página web. Es decir, de pronto Assange se ha convertido en el enemigo público número 1. Pero curiosamente por nada, al menos en la apariencia, relacionado con las filtraciones diplomáticas. De eso no se le acusa. Al final, Assange, detenido por violación como dicen los titulares, es peor incluso que los controladores aéreos –nota: por cierto, a este paso entre la autoproclamada izquierda y la derecha sin autoproclamar les nombran víctimas-. Y claro, cuando se arma una así surge la pregunta: ¿qué importancia tienen los papeles desvelados por Wikileaks para que a Assange le hayan acusado de violación?
Vayamos respondiendo a cada idea.
Primero contestemos a los que defienden que la publicación de los papeles es un mal pues esa gente lucha por nuestra libertad. La idea aquí es electiva. No cabe duda, de que algunos de los implicados pensaran que es una lucha, efectivamente, por la libertad. Sin embargo, no cabe duda, también, que los papeles refuerzan, pues sería ingenuo pensar que la idea sale de ahí, la idea contraria. Parece claro que la diplomacia americana, y por lo visto igual las otras, está lejos de pretender, siquiera, un estado mundial de extensión de libertad. Podríamos hablar de los EEUU, pero mejor hablemos del propio gobierno español que nos pilla más cercano por nuestra nacionalidad. ¿Por qué el gobierno de Zapatero apoyó un golpe de estado en Mauritania que acabó con la incipiente democracia? Por intereses estratégicos. Es decir, el gobierno español actúo en contra de la libertad de los habitantes de Mauritania. ¿Defensores de la libertad? Defensores del acuerdo de pesca. La libertad acaba, pobres mauritanos, en el lomo, bien rico sin duda, de una pescadilla. La Alianza de las Civilizaciones era esto.
Segundo, la situación de nuestra política nacional. Resulta curioso que un PP empeñado en ir contra el gobierno ante cualquier situación, incluyendo huelga de controladores o actuaciones policiales frente al dopaje, sin embargo haya silenciado cualquier referencia a las revelaciones filtradas. El gobierno es un mentiroso compulsivo en política exterior –“necesitamos un gobierno que no nos mienta”, ¿se acuerdan?- pero el PP aquí no entra: es que no mete la pata ni González Pons. Y la pregunta es por qué. ¿Por qué? Porque si algo enseñan los papeles de Wikileaks, mejor lo reafirman, es que la politica exterior de un estado no es sino la política exterior de los intereses de la oligarquía de ese estado. Y en eso están de acuerdo PSOE y PP. Así, cuando Wikileaks señala la vergonzosa actuación del estado español defendiendo a diestro y siniestro dictaduras, aunque hablando mal de ellas, lo que hace no es sino defender las inversiones económicas de las empresas españolas realizan en esas dictaduras por encima de las ideas votadas. Y eso, lógico, también lo hace el PP. Y así, ambos partidos y los demás, cuando hay un interés nacional de los ciudadanos reflejados en la urnas y el interés nacional de la oligarquía económica reflejada en las inversiones en el extranjero no dudan en su elección. Por cierto, ¿de qué viven los partidos políticos?
¿Pero y el malvado imperialismo americano? Si ven el punto anterior verán que lo más sorprendente de las revelaciones de la web es que tal imperialismo solo se diferencia de la diplomacia española en su capacidad de poder y no en sus deseos. Incluso es más. Si uno compara la acción estadounidense, en relación a su capacidad de influir, y la de varios países europeos asiste atónito al hecho de que los americanos aparecen incluso como pánfilos idealistas frente a la defensa de las oligarquías efectuadas por la diplomacia europea en, por ejemplo, todo el norte de África. La hipocresía española, como caso que más nos atañe, es mucho mayor que cualquier acción americana. Eso sí, el problema surge que mientras nuestros ministros insultan ellos bombardean. Pero eso es solo una distinción de medios, no de deseos aunque también importante.
La fuerza de las revelaciones de Wikileaks, y por eso su persecución, ha sido así terrible. Ha demostrado el doble juego inmoral de nuestros partidos políticos que se presentan con una cara y en realidad tienen otra. En el fondo, y en la forma, Wikileaks ha puesto en jaque la diferencia existente entre las promesas electorales en política exterior y la realidad de estado. Todos ya sabíamos las diferencias entre esas promesas y la realidad nacional –de hecho, el último ganador de nuestras presidenciales negaba la crisis- pero la política exterior, por la poca atención prestada salvo en caso de guerra, escapaba a ello. Ahora no puede. Así, las revelaciones han puesto al descubierto que también aquí el poder político es una falsificación de la soberanía popular. Uno vota, ¿para qué? Esa es la pregunta que lanza Wikileaks.
Pero hay algo más. ¿Cómo los periodistas, ese gremio, no han corrido a proteger a Assange? Porque Wikileaks ha demostrado algo más: que los medios de comunicación actuales no son sino apéndices de la propia oligarquía económica y política. Lo que Wikileaks ha hecho no es más que periodismo de toda la vida, desnudar al poder, pero que ya nadie hace. Así, Wikileaks ha mostrado a su vez cómo la prensa está domesticada. Y esta responde diciendo que assange está acusado de violación.
La libertad de expresión es curiosa. Es el único derecho que se debe defender para que puedan perjudicar a uno. Por eso, tal vez, sea una de las bases de la democracia. Y con la persecución a Assange y Wikileaks está en peligro. No se trata de que Wikileaks sea la libertad de expresión. Se trata de que si no lo es también queremos leerlo.
2 comentarios:
Es la censura del nuevo siglo
A veces le leo tarde y pocas veces comento, sobre todo últimamente. Me encantaría poder hacerlo más a menudo.
Este comentario es más para saludar y animar a continuar que para otra cosa.
Cordialmente,
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