El ISBN es un número que todo libro que desee ser comercializado, lo que es prácticamente igual que conocido, debe llevar. Es algo así como la matrícula de los coches.
Hasta la fecha, yo acudía mucho a él. Como el ISBN era obligatorio para cualquier libro y marcaba en su información los datos de la edición y el precio, uno podía buscar así una edición barata que era la misma que otra mucho más cara (yo he llegado a ahorrarme hasta un 50%).
Es más. Cuando yo mandaba un leer un libro en mi labor docente –nota: qué expresión más cursi; mejo digo, en clase- y los alumnos me preguntaban la editorial, yo siempre decía que pusieran en Google –sí, lo reconozco, decía Google e iré al infierno del monopolio- ISBN y buscaran allí cuál era la edición que les interesaba. Y, lo confieso también, añadía: la más barata, pero ojo que sea fiable –y entonces les señalaba que si tenían dudas me lo dijeran-.
Pero es que cuando se ponía ISBN en Google salía la Agencia (estatal) de ISBN. Sin problemas.
Los gremios son una cosa de la Edad Media. Consistían en grupos cerrados de profesionales que guardaban sus conocimientos para hacerlos inaccesibles a la mayoría de la población y así tener a un público cautivo que debía recurrir a sus servicios. La clave de los gremios era su exclusividad.
En España, el ISBN se ha privatizado –a escondidas o quizás a nadie le ha importado- y ha recaído en la Federación de Gremios de Editores de España. Ya hasta se federan, lo cual, si duda, debe ser un progreso con respecto a la Edad Media: al fin comprendo la Alianza de Civilizaciones. Como primera medida es que si ustedes teclean en Google ISBN ya no sale como primera opción la Agencia de Datos. La segunda, es que a partir de ahora se cobrará por conseguir el ISBN hasta ahora gratuito.
Es, sin duda, otro paso adelante para la (INDUSTRIA DE LA) cultura.
Hasta la fecha, yo acudía mucho a él. Como el ISBN era obligatorio para cualquier libro y marcaba en su información los datos de la edición y el precio, uno podía buscar así una edición barata que era la misma que otra mucho más cara (yo he llegado a ahorrarme hasta un 50%).
Es más. Cuando yo mandaba un leer un libro en mi labor docente –nota: qué expresión más cursi; mejo digo, en clase- y los alumnos me preguntaban la editorial, yo siempre decía que pusieran en Google –sí, lo reconozco, decía Google e iré al infierno del monopolio- ISBN y buscaran allí cuál era la edición que les interesaba. Y, lo confieso también, añadía: la más barata, pero ojo que sea fiable –y entonces les señalaba que si tenían dudas me lo dijeran-.
Pero es que cuando se ponía ISBN en Google salía la Agencia (estatal) de ISBN. Sin problemas.
Los gremios son una cosa de la Edad Media. Consistían en grupos cerrados de profesionales que guardaban sus conocimientos para hacerlos inaccesibles a la mayoría de la población y así tener a un público cautivo que debía recurrir a sus servicios. La clave de los gremios era su exclusividad.
En España, el ISBN se ha privatizado –a escondidas o quizás a nadie le ha importado- y ha recaído en la Federación de Gremios de Editores de España. Ya hasta se federan, lo cual, si duda, debe ser un progreso con respecto a la Edad Media: al fin comprendo la Alianza de Civilizaciones. Como primera medida es que si ustedes teclean en Google ISBN ya no sale como primera opción la Agencia de Datos. La segunda, es que a partir de ahora se cobrará por conseguir el ISBN hasta ahora gratuito.
Es, sin duda, otro paso adelante para la (INDUSTRIA DE LA) cultura.
1 comentario:
Llevo con esto en la cabeza desde que lo leí aquí hace un tiempo.
Además de que el I.S.B.N. haya dejado de ser un bien público, titularidad de todos los ciudadanos españoles; además de que haya dejado de ser gratuito para todos y ahora deba pagarse un precio a una organización privada para poder obtener una cosa que, además, es legalmente obligatoria el tenerla para comercializar en el Reino de España una obra escrita; se me ocurre una posibilidad aún más terrible que paso a exponer con la esperanza de estar equivocado.
Esa Federación de Gremios de Editores de España ¿podría negarse a expender el I.S.B.N. a alguien pese a que dicha persona desease adquirir uno para comercializar una obra suya y cumpliese con los requisitos habituales anteriormente? Me refiero a si podría negarse a hacerlo por motivos distintos, más amplios, a los que se podría haber negado a hacerlo la Agencia Estatal con potestad anteriormente sobre este asunto.
Suponiendo que fuese así, si el negarse estuviera dentro de las facultades compradas en la privatización, ¡se le habría entregado de facto a una patronal de grandes empresas editoras un poder de censura sobre cualquier obra impresa susceptible de ser comercializada en nuestro Estado!
Porque esa Federación de Editores probablemente estará vinculada directa o indirectamente con las grandes empresas oligopolistas —el libre mercado en el llamado escenario de competencia perfecta es un ideal inalcanzado y, muchas veces, inalcanzable— del mercado de la edición de obras impresas, ¿verdad? Y, de haber dicho vínculo, sería muy fácil comprender la alta probabilidad de defensa de intereses comunes al oligopolio editorial por parte de esa federación.
Y si ahora, merced a la privatización —no confundir con liberalización, como suele hacerse o quererse que se haga; pues son cosas diferentes que no tienen por qué suceder juntas—, tuviesen desde la federación de editores potestad para gestionar a su antojo el I.S.B.N., entonces por motivos p.ej. comerciales o mercantiles (de competencia), p.ej. políticos o ideológicos (de interés, opinión, conciencia, línea editorial...), etc. podrían denegar u obstaculizar la venta de ese I.S.B.N. (obligatorio) a los autores de obras que molestasen especialmente a los oligopolistas, porque p.ej. fuesen a competir con la cartera de productos de las empresas de ese oligopolio, o porque p.ej. siguieran una línea de expresión política con la que estuviesen en marcado desacuerdo en la dirección de esas empresas oligopolistas y bien les mereciera la pena perder el dinero que ingresarían por el I.S.B.N. de esa obra con tal de que no fuera comercializada y conocida.
Es decir, además de la función normal del I.S.B.N., por un lado habrían adquirido un poder legal para ejercer el ilegal e indeseable abuso de posición dominante del oligopolista y, por el otro, habrían adquirido el poder legal de ejercer la censura. Sería terrible.
Espero, por tanto, ir errado y que estos extremos que me han asaltado como temores no sean posibles por esta privatización de ese código I.S.B.N. Es decir, espero que se haya hecho una privatización con sentido común la cual no sea susceptible de lesionar el interés general de la forma aquí imaginada.
Cordialmente,
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