¿Es la familia cristiana una institución natural? Según la iglesia católica, sí. Pero además, sería el modelo de familia que ellos propugnan el natural siendo todos los demás, el matrimonio homosexual por ejemplo, perversiones y por tanto malos y pecaminosos –nota: yo no hablo así, así habla la iglesia-. Precisamente explicar, primero, a qué se refiere ese orden natural que fundamenta lo bueno y lo malo según la iglesia y, luego, hacer una crítica del mismo es lo que pretende este artículo. Y lo pretende porque la crítica radical es la que se hace, o al menos se pretende, desde la raíz.
¿De qué habla la iglesia cuando se le llena la boca de la palabra natural? Seguramente muchos de sus altos ejecutivos, allí reciben el nombre de obispos y cardenales, o sus publicistas no lo sepan. En realidad, no se refieren a la naturaleza como mero hecho biológico sino a una idea distinta que es la existencia de un orden natural definido, una idea de origen aristotélico y con un trasfondo metafísico –por otro lado esto último como cualquier idea científica-. Este orden natural se fundamenta, según esta teoría, en que cada individuo tiene una función determinada de acuerdo a su forma de ser y dicha función viene marcada por un principio fijo e inamovible denominado esencia. Así, la naturaleza es una cadena de seres que yendo de los más simples a los más complejos tienen una finalidad propia -cumplen una labor- cuyo resultado último es el mantenimiento del orden previo y, claro está, natural. Y dicho orden es anterior a cada ser y a su voluntad. Cada ser natural debe cumplir un fin propio y esta teleología, he aquí el principio aristotélico, ha sido así puesto por el creador, que es el principio cristiano. Surge así, idea de Santo Tomás, la ley eterna: un plan divino que atañe a la creación y que Dios ha puesto. Y este plan divino no implica solo al mundo natural específico, no es solo una ley física, sino también al moral pues la esencia no marca únicamente cómo es un ser sino también, y fundamentalmente, como debe ser y comportarse. Por ello, este plan divino es también clave de la moral y se denomina Ley Natural. Efectivamente, en el cristianismo en general y en el catolicismo en particular, la moral debe respetar este orden impuesto por Dios pues él en la creación puso las condiciones del desarrollo correcto de dichos seres –alejado así del azar evolucionista-. Y por eso si la moral respeta esas formas naturales será correcta y si no lo hace será mala por antinatural. Es decir, la moral que hace cumplir el plan divino es la buena, las acciones que lo incumplen son pecado. Así, por ejemplo, el matrimonio forma parte de la moral natural de la especie humana y su fin es la procreación: como los conejos. Por eso los anticonceptivos o el sexo sin fin reproductivo son pecados -y gordos, de los que vas al infierno-. Y son pecado gordo no solo porque paran la finalidad natural sino porque lo hacen de forma consciente y oponiéndose al principio mayor: el hombre deja de estar subordinado al plan divino y en su soberbia, el pecado de Lucifer, se sitúa por encima. Y por eso, por ejemplo, la iglesia lamenta que se dé el premio nobel a Edwards, investigador que permitió los llamados bebés probetas. Se lo deberían dar a alguien que siga la ley natural. Tal vez, a un sanador milagroso.
De esta forma, cuando el lobby cristiano habla de moral natural y orden natural está hablando de éticay no de biología. Pero, como fundamento de su teoría, no solo de ética. Porque toda esta moral cristiana -que no es toda la moral cristiana tampoco- tiene un fundamento metafísico. Y esa es la grandeza de Santo Tomás de Aquino –y en esto no hay un ápice de ironía- en cuanto que la teorizó hace 800 años, sin duda uno de los mayores filósofos de la historia, y esa es la miseria intelectual de la iglesia –en esto, tampoco- en cuanto que la sigue actualmente.
¿Miseria intelectual? Cierto, pues el fundamento metafísico de esa moral es falso. Y si se puede demostrar que no existe orden natural, fundamento de la creencia, la consecuencia lógica será que el edificio moral se venga abajo: no habrá actos más naturales que otros y, como consecuencia, no podrá ser ese el criterio de bondad.
Pero, ¿cómo discutir ahora este criterio del orden natural? Pues presentando que el fundamento resulta falso científicamente, trasnochado filosóficamente y, una sorpresa, políticamente incompatible con la democracia. O sea, es superstición.
Primero, es falso científicamente porque dicho fundamento se basa en una idea de naturaleza destruida por la ciencia moderna. La física aristotélica se basaba en un principio fundamental que era la existencia de una naturaleza ordenada sobre dos principios: la teleología –todos los seres tienen un fin- y la esencia. Los seres naturales existen para buscar un fin y tienen unas características fijas e inamovibles que les hacen ser lo que son. Pero, todo esto es insostenible hoy en día científicamente. El universo no es un todo armonioso sino precisamente un lugar de cambio permanente desde sus orígenes: el fijismo –que es la clave del creacionismo y la física aristotélica- es falso. No hay ni finalidad de los seres ni esencia pues el cambio permanente niega la meta. La naturaleza no es el campo armonioso aristotélico sino el campo de lucha, extensible a la física, darwiniano. El universo actual, que cambia de forma permanente y permanece inhabitable de forma, pongámonos optimistas, mayoritaria no es el ejemplo de armonía aristotélico ni de la bondad de la creación: si existe un creador no ha debido aprobar, por su chapuza, ni la ESO. Y así la única extrapolación a la ética de esta naturaleza real es, y en eso tenía razón el nazismo, la eugenesia y el darvinismo social –por cierto, no tan diferente de la extrapolación de la creación divina a la sociedad en el cristianismo-.
Segundo, todo este orden resulta falso filosóficamente. Toda la metafísica que hay detrás del cristianismo, y lo que en él no es metafísica es superstición, es falsa. La existencia de un orden preestablecido es, como ya demostró Hume, imposible de mantener racionalmente pues implicaría la posibilidad de demostrar a priori y racionalmente dicho orden en el futuro -haga la prueba en casa y busque demostrar que el objeto que hoy cae también lo hará mañana-. Así, esa metafísica clásica fue sustituida, a partir de Kant, por una filosofía del sujeto. Y la clave del sujeto es la autonomía. Sin embargo, la clave de cualquier orden natural al que hay que obedecer es la heteronomía: la ley viene dada por algo ajeno a ese sujeto. El cristianismo es la negativa a la filosofía moderna.
Así, el cristianismo que pretendió ser una filosofía ha devenido, y de ello no es culpable por supuesto Santo Tomás, en superstición: el argumento ha acabado siendo circular. La demostración del orden natural es solo posible si existe un creador y la única razón para defender la existencia de éste –nota: algo exagerado esto que vamos a decir y matizarlo en otro momento- es la fe en él. El orden natural solo se puede defender partiendo de una creencia religiosa que exige, sin embargo, un comportamiento racional como es la moral: suena a Al Quaeda. Y si solo suena, y no lo es, no es gracias desde luego al clero sino a su pesar. Ha sido la evolución social de occidente la que nos libró de la barbarie religiosa y no, no se dejen engañar, la voluntad de la iglesia.
Pero lo más grave de la defensa del orden natural es sin duda su repercusión social. El orden natural es incompatible con la democracia. La democracia parte del supuesto de que debe ser el sujeto el creador del orden social –nota: no confundir alegremente con el relativismo-; la religión parte del supuesto de que hay un orden natural al que adaptarse. Sin duda cuando Santo Tomás lo teorizó fue progresista, hoy en día es reaccionario. La democracia, la auténtica, solo es posible desde la autonomía del sujeto moderno y por eso es incompatible con la religión que defiende un orden heterónomo, en cuanto a dado por un ser superior ajeno al sujeto, que debe regir sobre la ley. O sujeto o Dios.
Disney es una productora extraña. Ha realizado sin duda obras maestras del cine que perdurarán en la historia del arte. Entre las nuevas, La bella y la bestia, por ejemplo. A su vez, ha creado películas terribles como El Rey León. Al inicio de la misma, un mono estúpidamente místico –bueno, no se puede ser místico de otra manera- enseña la cría de león a los habitantes de la sabana y estos se arrodillan a venerarle: son sus futuras víctimas. Lo llamaron en el marketing el ciclo de la vida. Los publicistas no conocen todo: pudieron llamaron el orden natural donde no deben existir homosexuales, solteros, amor sin descendencia ni nada de aquello que pueda alterar a un clérigo subvencionado.
¿De qué habla la iglesia cuando se le llena la boca de la palabra natural? Seguramente muchos de sus altos ejecutivos, allí reciben el nombre de obispos y cardenales, o sus publicistas no lo sepan. En realidad, no se refieren a la naturaleza como mero hecho biológico sino a una idea distinta que es la existencia de un orden natural definido, una idea de origen aristotélico y con un trasfondo metafísico –por otro lado esto último como cualquier idea científica-. Este orden natural se fundamenta, según esta teoría, en que cada individuo tiene una función determinada de acuerdo a su forma de ser y dicha función viene marcada por un principio fijo e inamovible denominado esencia. Así, la naturaleza es una cadena de seres que yendo de los más simples a los más complejos tienen una finalidad propia -cumplen una labor- cuyo resultado último es el mantenimiento del orden previo y, claro está, natural. Y dicho orden es anterior a cada ser y a su voluntad. Cada ser natural debe cumplir un fin propio y esta teleología, he aquí el principio aristotélico, ha sido así puesto por el creador, que es el principio cristiano. Surge así, idea de Santo Tomás, la ley eterna: un plan divino que atañe a la creación y que Dios ha puesto. Y este plan divino no implica solo al mundo natural específico, no es solo una ley física, sino también al moral pues la esencia no marca únicamente cómo es un ser sino también, y fundamentalmente, como debe ser y comportarse. Por ello, este plan divino es también clave de la moral y se denomina Ley Natural. Efectivamente, en el cristianismo en general y en el catolicismo en particular, la moral debe respetar este orden impuesto por Dios pues él en la creación puso las condiciones del desarrollo correcto de dichos seres –alejado así del azar evolucionista-. Y por eso si la moral respeta esas formas naturales será correcta y si no lo hace será mala por antinatural. Es decir, la moral que hace cumplir el plan divino es la buena, las acciones que lo incumplen son pecado. Así, por ejemplo, el matrimonio forma parte de la moral natural de la especie humana y su fin es la procreación: como los conejos. Por eso los anticonceptivos o el sexo sin fin reproductivo son pecados -y gordos, de los que vas al infierno-. Y son pecado gordo no solo porque paran la finalidad natural sino porque lo hacen de forma consciente y oponiéndose al principio mayor: el hombre deja de estar subordinado al plan divino y en su soberbia, el pecado de Lucifer, se sitúa por encima. Y por eso, por ejemplo, la iglesia lamenta que se dé el premio nobel a Edwards, investigador que permitió los llamados bebés probetas. Se lo deberían dar a alguien que siga la ley natural. Tal vez, a un sanador milagroso.
De esta forma, cuando el lobby cristiano habla de moral natural y orden natural está hablando de éticay no de biología. Pero, como fundamento de su teoría, no solo de ética. Porque toda esta moral cristiana -que no es toda la moral cristiana tampoco- tiene un fundamento metafísico. Y esa es la grandeza de Santo Tomás de Aquino –y en esto no hay un ápice de ironía- en cuanto que la teorizó hace 800 años, sin duda uno de los mayores filósofos de la historia, y esa es la miseria intelectual de la iglesia –en esto, tampoco- en cuanto que la sigue actualmente.
¿Miseria intelectual? Cierto, pues el fundamento metafísico de esa moral es falso. Y si se puede demostrar que no existe orden natural, fundamento de la creencia, la consecuencia lógica será que el edificio moral se venga abajo: no habrá actos más naturales que otros y, como consecuencia, no podrá ser ese el criterio de bondad.
Pero, ¿cómo discutir ahora este criterio del orden natural? Pues presentando que el fundamento resulta falso científicamente, trasnochado filosóficamente y, una sorpresa, políticamente incompatible con la democracia. O sea, es superstición.
Primero, es falso científicamente porque dicho fundamento se basa en una idea de naturaleza destruida por la ciencia moderna. La física aristotélica se basaba en un principio fundamental que era la existencia de una naturaleza ordenada sobre dos principios: la teleología –todos los seres tienen un fin- y la esencia. Los seres naturales existen para buscar un fin y tienen unas características fijas e inamovibles que les hacen ser lo que son. Pero, todo esto es insostenible hoy en día científicamente. El universo no es un todo armonioso sino precisamente un lugar de cambio permanente desde sus orígenes: el fijismo –que es la clave del creacionismo y la física aristotélica- es falso. No hay ni finalidad de los seres ni esencia pues el cambio permanente niega la meta. La naturaleza no es el campo armonioso aristotélico sino el campo de lucha, extensible a la física, darwiniano. El universo actual, que cambia de forma permanente y permanece inhabitable de forma, pongámonos optimistas, mayoritaria no es el ejemplo de armonía aristotélico ni de la bondad de la creación: si existe un creador no ha debido aprobar, por su chapuza, ni la ESO. Y así la única extrapolación a la ética de esta naturaleza real es, y en eso tenía razón el nazismo, la eugenesia y el darvinismo social –por cierto, no tan diferente de la extrapolación de la creación divina a la sociedad en el cristianismo-.
Segundo, todo este orden resulta falso filosóficamente. Toda la metafísica que hay detrás del cristianismo, y lo que en él no es metafísica es superstición, es falsa. La existencia de un orden preestablecido es, como ya demostró Hume, imposible de mantener racionalmente pues implicaría la posibilidad de demostrar a priori y racionalmente dicho orden en el futuro -haga la prueba en casa y busque demostrar que el objeto que hoy cae también lo hará mañana-. Así, esa metafísica clásica fue sustituida, a partir de Kant, por una filosofía del sujeto. Y la clave del sujeto es la autonomía. Sin embargo, la clave de cualquier orden natural al que hay que obedecer es la heteronomía: la ley viene dada por algo ajeno a ese sujeto. El cristianismo es la negativa a la filosofía moderna.
Así, el cristianismo que pretendió ser una filosofía ha devenido, y de ello no es culpable por supuesto Santo Tomás, en superstición: el argumento ha acabado siendo circular. La demostración del orden natural es solo posible si existe un creador y la única razón para defender la existencia de éste –nota: algo exagerado esto que vamos a decir y matizarlo en otro momento- es la fe en él. El orden natural solo se puede defender partiendo de una creencia religiosa que exige, sin embargo, un comportamiento racional como es la moral: suena a Al Quaeda. Y si solo suena, y no lo es, no es gracias desde luego al clero sino a su pesar. Ha sido la evolución social de occidente la que nos libró de la barbarie religiosa y no, no se dejen engañar, la voluntad de la iglesia.
Pero lo más grave de la defensa del orden natural es sin duda su repercusión social. El orden natural es incompatible con la democracia. La democracia parte del supuesto de que debe ser el sujeto el creador del orden social –nota: no confundir alegremente con el relativismo-; la religión parte del supuesto de que hay un orden natural al que adaptarse. Sin duda cuando Santo Tomás lo teorizó fue progresista, hoy en día es reaccionario. La democracia, la auténtica, solo es posible desde la autonomía del sujeto moderno y por eso es incompatible con la religión que defiende un orden heterónomo, en cuanto a dado por un ser superior ajeno al sujeto, que debe regir sobre la ley. O sujeto o Dios.
Disney es una productora extraña. Ha realizado sin duda obras maestras del cine que perdurarán en la historia del arte. Entre las nuevas, La bella y la bestia, por ejemplo. A su vez, ha creado películas terribles como El Rey León. Al inicio de la misma, un mono estúpidamente místico –bueno, no se puede ser místico de otra manera- enseña la cría de león a los habitantes de la sabana y estos se arrodillan a venerarle: son sus futuras víctimas. Lo llamaron en el marketing el ciclo de la vida. Los publicistas no conocen todo: pudieron llamaron el orden natural donde no deben existir homosexuales, solteros, amor sin descendencia ni nada de aquello que pueda alterar a un clérigo subvencionado.
20 comentarios:
Magistral refutación del naturalismo metafísico y con ello -supongo- del iusnaturalismo católico y romano que, pese a Hume y a Kant aún pervive en algunos aspectos de los códigos legales en vigor.
Así las cosas, no sé cómo os empeñáis o resignáis a llamar democracia al sistema político, social y jurídico del postfranquismo...
Hola, me gustaria que te pasases por mi blog, que trata de temas muy parecidos al tuyo.
www.elporquedetodaslascosas.blogspot.com
Un saludo.
Me ha intereado mucho su entrada, y si no es mucho pedir, me gustaría que profundizara en el tema del relativismo. Es que en algunas de sus entradas -no me pregunte cuales, porque me resultaría imposible decírselo- hace usted referencias negativas al relativismo -"esto no es relatvismo"- y quisiera que escribiera en positivo. Tuve un profe en la facultad -Juan González Bedoya, ética y deontología profesional- que basó toda la asignatura en el relativismo y la posibilidad de conocer o no la verdad, y por lo tanto de acercarse a ella y contarla. Desde entonces, cada vez que leo la palabra "relativismo" me acuedo de don Juan, y me preocupa el tema.
Pues yo disiento de su razonamiento "ad hoc".
Parece que los genes prefieren la familia tradicional para progresar adecuadamente, lo que no invalida cualquier otra fórmula.
También la democracia, osea la sociedad de consumo, osea el capitalismo prefiere la familia tradicional. Lo descubrieron los economistas en la etapa Reagan abriendo las neveras de los solteros: estaban vacías.
Parece, pues, que la cambiante naturaleza (o es el mismo río?) tiene un plan, que no es predestinación ni nada parecido, similar al que defiende la Iglesia.
En lo de Santo Tomás, sin embargo, debo darle toda la razón. A la Iglesia, mejor dicho, a sus políticos, les falta una renovada base filosófica para aprehender las novedosas facetas de la realidad.
Sólo porque Ud. lo dice, me creo que la iglesia haya dicho lo que Ud. dice que ha dicho: “perversiones y por tanto malos y pecaminosos”
Yo no se lo he escuchado nunca, lo que si les he oido decir es que el “matrimonio” es un sacramento instituido por la iglesia que define la unión de un hombre y una mujer. Eso es muy sencillo de entender.
Sólo con el objeto de atacar a la Iglesia, se le denomino “matrimonio” y se negaron a llamarlo “boda” como se les propuso. El “matar curas” entonces les daba votos. Hoy la gente ya se ha hartado.
Es un ejercicio pedagógico interesante el obviar la naturaleza del hombre —naturaleza animal— y al igual que los “after” han acabado con la ley natural del día y la noche, prescindiremos de todos los datos que prueban nuestro diseño natural para la procreación y la supervivencia de la especie y organicemos las familias por preferencias sexuales, gastronómicas, sindicales, laborales, deportivas.
O ni siquiera por eso, ¿porqué no íbamos a legalizar un matrimonio entre un ¿zoofilo y un taxista? ¿y porqué matrimonios de 2 personas y no de 457 o de 1?
¿Y porqué sólo de personas y no con animales? Podemos ser más laicos y modernos, y legalizar el matrimonio de mi vecina con sus gatos.
La que propone Iker Jimenez, con extraterrestres, todavía no es viable.
Que entretenidos estarán los “nuevos hijos” con la adaptación a los nuevos tiempos de la baraja de “Las familias”, aquella de “la familia bantú”, “la familia esquimal”…
Da pánico cuando los marxistas califiacan un proyecto con el título de “Nuevo”. Ahora toca las “Nuevas formas de familias”
¿Que harán con las viejas?
¿Se repetirá lo mismo que cuando se inventaron lo del “Hombre nuevo”
Ya entonces no les gustaba la naturaleza del hombre y diseñaron otro.
La broma nos costo millones de muertos. Las mayor atrocidade sufrida por la humanidad.
De momento no ha aparecido un Bernard Shaw pidiendo que los científicos inventaran un “gas humano” que matara instantaneamente a los holgazanes, ineptos y opositores. El “gas humano” lo inventaron los otros que también querían un “hombre nuevo”. Se llamó Ciclon-B.
Tampoco ha aparecido un Engels, pidiendo el exterminio de la “basura racial” (se refería a vascos, serbios, bretones…) primitivos atrasados dos etapas.
Ya aparecerán.
Don güapo, es que usted defiende no sé si consciente o inconscientemente la ortodoxia ideológica liberal-católica (la evolución sajonizante del viejo y autóctono nacional-catolicismo) y entonces no distingue datos:
- parece que los genes no prefieren ningún tipo de familia. pero eso es lo de menos, la tontería científica fundamental es creer que los genes progresan. Darwin demuestra que las mutaciones genéticas suceden al azar y se preservan cuando son adaptativas. El darwinismo social que usted parece propugnar no es científico sino ideológico: no se basa en la ciencia sino que la usa como analogía. Pensar que el fenotipo influye en el genotipo era lo que propugnaba Lamarck, desacreditado desde las primeras demostraciones evolucionistas: que por mucho que usted vaya al gimnasio su hijo no va a nacer musculado.
La sociedad de consumo occidental sí prefiere la familia tradicional occidental, mientras la sociedad capitalista china prefiere la familia tradicional china. en general los que mandan en la sociedad tradicional prefieren a los que obedecen en la sociedad tradicional. lo descubrieron los historiadores milenios antes de que Reagan y los suyos cumplieran sus autoprofecías (Si hubieran mirado en los armarios habrían visto que estaban llenos, y si hubieran mirado en los bolsillos habrían encontrado muchas facturas de restaurantes...).
Parece ser pues que usted confunde causa con consecuencia y acción humana con teleología naturalista-religiosa, lo cual es un error, una mentira o un delirio (táchese lo que proceda) como otros cualesquiera.
Con don Ricardo estoy más de acuerdo, aunque debería explicar a qué relativismo se refiere, si al gnoseológico, al político, al económico o al moral.
Saludos
D. Anónimo1: pues muchas gracias, pero me gustaría que me xplicara el final de su comentario porque no lo entiendo.
D. Looc: l he hecho y a mí me sale que no hay aún entradas. Se lo digo porque puede ser un error de edición.
D. Ricardo: a sus órdenes. Ahora, va a ser un rollo.
D. Güapo:
a) no creo que mi razonamiento sea ad hoc.
b) Pues o usted tiene una información nueva o la clásica en antrpología señala que, por ejemplo, la poligamia ha estado presente en el 82% de las formas familiares existentes en la historia de la humanidad. Parece que los genes, sigo su expresión, no son muy católicos o "naturales".
c) Lo del capitalismo creo que se lo contesta muy bien D. Anónimo2, pero vamos que me cite usted a EEUU como ejemplo de familia tradicional (cuando entedemos por tal la que defiende el catolicismo) suena raro. Un dato, que yo sepa la tasa de divorcio en EEUU está en el 50%. El papa, sin acento, no creo que considere eso familia tradicional.
d) Oiga, un respeto a Santo Tomás que es un genio. Lo mejor que ha dado el catolicismo.
D. Oyente:
a) pues creo que ha olvidado suis lecturas sobre el catolicismo. Se las recuerdo. En el Catecismo de la Iglesia Católica en el parágrafo 2357-2359 se lee un ataque sin precedente sobre la homosexualidad. Sobre que la finalidad del acto sexual es la reproducción, como los conejos, aparece en 2360 y ss. Si quiere lo coemntamos más concretamente. Pero vamos, de vergüenza ajena.
b)La ley natural no habla de inclinaciones biológicas sino esenciales, como he pretendido explicar en el artículo. La familia defendida por el catolicismo no es más natural, como ya le he comentado a D. Güapo, que la poligamia. De hecho, lo es menos de acuerdo de acuerdo a la sociobiología -qque por cierto, es una cosa muy seria y que se suele ridiculizar sin razón-.
Un saludo a todos y gracias por comentar.
Por cierto, que se me olvidaba, D. Anónimo2, como ya he señalado, de acuerdo con su comentario sobre D. Guapo y adevrtir una cosa. Yo estoy en contra de todo relativismo. Y otra más, yo no criticaría tanto a Lamarck sobre todo si tenemos en cuenta la epigenética. Como todavía no la entiendo bien, no voy a decir nada pero me parece que en cierta medida, no en todo, le da la razón al evolucionista francés.
Don Enrique: me refería a ciertos aspectos de las leyes en vigor y sus fuentes.
En cuanto a Lamark, lo dejé hace tiempo. Ahora que lo pienso, Darwin teorizó sobre la mutación de las especies, pero no concluyó sobre la evolución dentro de las especies. No había reparado en eso.
Realmente, la conclusion es muy dura
Me ha gustado mucho. Es bueno que la gente lea cosas así, se esté de acuerdo o no. Ese "estar de acuerdo o no", si se hace con un "por qué" capaz de explicarse razonadamente ya puede ser mucho. Al menos para comenzar.
Ha enunciado algo parecido a una cosa que servidor escribía hace tiempo: los verdaderos religiosos no pueden ser verdaderos demócratas. Lo tienen prohibido.
No pueden obedecer ni respetar orden político, legal, social... establecido democráticamente por sus vecinos libres y responsables ya que no les reconocen a éstos la autoridad suficiente para configurar esas estructuras, especialmente si las mismas contradicen de algún modo su doctrina religiosa cuando establece y ordena cómo han de vivir todas las personas.
Efectivamente, el Ser Humano no puede legislar en contra de lo legislado por el Dios al que se adore y al que se pretenda obedecer. Y el Ser Humano asociado políticamente en una Democracia no es mucho más impresionante desde ese punto de vista.
Distinto sería hablar de los que se llaman a sí mismo religiosos, pero que en la práctica no lo son. Por eso decía antes los "verdaderos religiosos". Me refiero con eso de "religiosos que no lo son" a los denominados "no practicantes".
Éstos, de hecho, hacen variar los estudios sociológicos de forma drástica dependiendo de cómo se les contabilice. ¿Cómo deberíamos contabilizar p.ej. a una persona que se considera y afirma ser vegetariana, pero que come carne todos los días? Yo la contaría como "no vegetariana" si sólo hubiese dos segmentos para clasificar a la población. Y, si hubiese tres segmentos, a la hora de agruparlos, ése sumaría normalmente con los no religiosos.
Este punto sobre la religiosidad vs. la democracia me lleva a pensar que, si las democracias actuales sobreviven, se mantienen o mejoran —que no sé, porque no las veo muy sanas, por desgracia— las religiones que sean practicadas por sus ciudadanos sólo podrán hacerlo evolucionando para adaptarse.
(...)
(...)
Las creencias sobre p.ej. la vida terrenal vs. la vida eterna no parecen chocar mucho con el respeto al funcionamiento democrático. Pero sí que chocan claramente otras creencias o posturas como p.ej. la homofobia (choca nada menos que con la Constitución Española y con la Carta Internacional de DD.HH.), o como también p.ej. los continuos llamamientos del Dios Yahvé —recordemos, el personaje literario favorito de Homer Simpson, jeje— "al genocidio" caprichoso de quien le haya ofendido.
Las religiones abrahámicas p.ej., como el Islam, el Cristianismo y el Judaísmo lo llevarían mal. El esfuerzo que deberían hacer para esa adaptación por como están formuladas es mayor que el que deberían hacer otras como p.ej. el budismo zen. Ésta última, de hecho, aún se discute si es una religión o no, si es más bien una filosofía y práctica vital.
Por otra parte, las abrahámicas (sus creyentes), si miramos los últimos siglos, sobre todo el último siglo y medio, demuestran estar ya adaptándose como pueden, en unas comunidades más que en otras. Aun así, esa adaptación es insuficiente ya que hablamos de cambios necesarios muy hondos y no de meros parches para ir tirando. Y eso no se está dando.
Cuando han surgido líneas de pensamiento distintas a lo que ya había, como p.ej. la teología de la liberación en Latinoamérica, se ha corrido a combatir la idea en lugar de ver qué podía dar de sí.
Hay otra cosa que amenazaría la supervivencia de las religiones dentro de las democracias, al menos en las democracias practicadas allí donde hay un Estado del Bienestar y un interés y acción honestos porque mientras más educación y cultura mejor sean accesibles a todos los ciudadanos.
Esa cosa que digo la encontraríamos apuntada en estudios sociológicos que relacionan los niveles de cultura y educación en una sociedad con sus niveles de religiosidad. La relación es inversa.
(...)
(...)
Por lo tanto, si una organización que representa de manera oficial a una religión concreta, esto es, una iglesia concreta pretende sobrevivir a largo plazo, debería estar en contra del acceso universal a cultura y educación. Tiene mucha lógica entonces el claro posicionamiento de organizaciones políticas como p.ej. el Tea Party en los U.S.A. a este respecto.
Si, por el contrario, las democracias con acceso y promoción a las educación y cultura universales se mantienen en el tiempo, no sólo las religiones (contrarias a la lógica básica de la Democracia), sino también la mayoría de supersiticiones y mitologías, pasarían a engrosar la lista de cosas consideradas exclusivamente literatura y ficción.
Saludos,
D. SrM:algunas matizaciones
1.- A mí el budismo no me gusta un pelo. Es más, creo que el cristianismo es bastante superior intelectual y moralmente.
2.- Tampoco me gusta nada la teología de la liberación que siempre me ha parecido una cosa así como los hippies pero con aún más pretensiones místicas.
3.- Lo de la religión y la democracia, de acuerdo. Siempre que no se sobrenentienda que la democracia es equivalente al relativismo tal cual.
A.t.t. Prof. E. P. Mesa: Comprendo. Buenas matizaciones :-)
El punto 1 me recuerda que tengo desconocimiento sobre la Moral. He descargado para su lectura algunos apuntes de Filosofía de su página La lechuza de Minerva que espero que me ayuden a entender más sobre esa materia :-P A ver cuándo tengo tiempo de leerlos, entre tantas cosas pendientes ^^'
El "Budismo", en sí, comprende a muchísimas religiones bastante distintas en ocasiones. El Zen o Chan, p.ej. tiene poco que ver con el Lamaísmo, también llamado Budismo Tibetano. Tiene poco que ver p.ej. con la secta —en el Lejano Oriente esta palabra no es peyorativa— budista Amida. O con el Budismo Indio. Etc.
De hecho, el propio zen tiene también varias ramas.
Sobre si moralmente es inferior al Cristianismo, tengo mis dudas.
Que intelectual o moralmente el Cristianismo sea más complejo o sofisticado, pues el zen es bastante sencillo, bien puede ser. De hecho, tanto el Zen como el Taoísmo, que mútuamente se influyeron, buscan la simplicidad como algo valioso.
Si observamos expresiones artísticas influenciadas por estos sistemas de ideas, como p.ej. los poemas haiku o el wabi-sabi vemos plasmado ese aprecio de la simplicidad, de la intuición, de la fugacidad y el continuo cambio...
Pero ¿"superior" el Cristianismo en lo moral?
Si pensamos en el Humanismo o en el respeto a la vida, en el intentar evitar el sufrimiento innecesario o evitable... vemos al Dios Yahvé de los cristianos llamando a menudo al genocidio de sus enemigos. Castiga a quienes le importunen, p.ej. al adorar a otros dioses. Y lo hace de formas violentas.
Lo básico del zen es que la persona que lo practique alcance lo que ellos consideran la "sabiduría" mediante la vivencia atenta del momento presente. Consideran que ése es el mejor camino para llegar a "comprender las cosas tal y como son, sin prejuicios".
(...)
(...)
En ese sistema de creencias el Ser Humano, como ser vivo que es, es "divino" —naturaleza búdica, lo llaman, presente en todas las cosas— sin dejar de ser uno más de los seres existentes. Claro que por divino no entienden algo sobrenatural sino, simplemente, capaz de alcanzar la iluminación o sabiduría tal como ellos la entienden. Se llega a tener el mismo respeto por el creyente de esa (pseudo) religión, que por el creyente de otras o por el creyente de ninguna. En ocasiones hemos visto a practicantes del zen exhibir el mismo respeto hacia el Ser Humano que hacia el resto de seres, como aquel poema milenario que decía: "mientras exista el Universo, existirán seres sensibles; mientras existan seres sensibles, allí estaré yo para servirles".
Tal nivel de apertura hacia los demás creo que no lo encontramos en el Cristianismo Católico p.ej., donde el alma de quien practique otra religión es condenada al infierno y al suplicio por toda la Eternidad. Parecido podríamos decir de las otras sectas abrahámicas, como p.ej. el Islam.
Las formas más sencillas de práctica del zen, quizá los ejercicios de relajación, meditación y respiración conocidos como zazen, bien podrían no ser considerados como una religión por sí solos. En Occidente posiblemente se estén utilizando (con otro nombre) más como terapia (p.ej. antiestrés) en clínicas y similares que como sistema religioso. Ayuden o no a alcanzar esa sabiduría intuitiva y similar a la ataraxia que pretenden dentro de su religión, ya como ejercicio suelen ser favorables para la salud en general.
Como de todas las cosas, podemos —y quizá debemos— criticar cosas del zen, claro está. P.ej. podríamos criticar —otros a lo mejor lo defenderían— su inclinación al ascetismo, al nihilismo, al relativismo, al estoicismo... Como muchos sistemas de creencias del Lejano Oriente, puede empujar a la inacción frente a los problemas. En ocasiones abusa de la paradoja.
Se oyen críticas como ésas de sus estudiosos y practicantes.
Sobre el punto 2, la Teología de la Liberación me parece una mejora del Cristianismo tal como lo entienden p.ej. el Vaticano o la Conferencia Episcopal Española. Pero, dado que entiendo que las religiones en general son la antítesis del pensamiento racional, estructurado y dialéctico, un parche no creo que sea la solución.
(...)
(...)
La solución es la superación, opino. Hay cosas mejores —mídamoslo de distintas maneras lo de "mejores", como p.ej. beneficios para la sociedad vs. daños— para conseguir lo que pretenden esas religiones.
Los hippies también me resultan simpáticos. Como me temo que soy un tanto ecléctico, tomadas esas cosas de ellos que me parecen convenientes, hay otras que debería criticar y rechazar. El consumo de psicotrópicos, p.ej.
Pero sus ideales de vida frugal y sencilla, de pacifismo, de liberación sexual, de respeto por la Naturaleza... me parecen altamente recomendables y positivos para la sociedad.
Sobre el punto 3 de las matizaciones, sobre el no entender que Democracia es lo mismo que Relativismo,
si el Relativismo es grosso modo una corriente filosófica caracterizada por considerar que en determinados asuntos —no en todos— es prácticamente imposible alcanzar acuerdos universales, porque cada grupo humano por sus peculiares características históricas, culturales, sociales... considerará la realidad, de un modo distinto —luego existirán varias verdades subjetivas y no una sola objetiva— y defenderá, por lo tanto, versiones y planes distintos;
y si la Democracia es el Gobierno de una comunidad humana de acuerdo a la voluntad de todos sus integrantes;
entonces, obviamente, no son la misma cosa.
Supongo que se refiere con su matización más que a eso a que no deberíamos entender como un "todo vale" el proceso político democrático en el que grosso modo una mayoría de ciudadanos elabora normas legales de obligatorio cumplimiento para el conjunto completo de ciudadanos.
Pero ese riesgo que, incluso existiendo, es probablemente menor que el riesgo que presentan el resto de sistemas políticos ensayados en nuestra Historia, es quizá bastante pequeño si se practica esa Democracia dentro de un marco como el que se ha construido de DD.HH. internacionales, derechos constitucionales, p.ej.
Y esos DD.HH., en cierto modo, son fruto del propio proceso democrático (sea directo, indirecto representativo o participativo mixto; más bien los dos segundos modos) internacional.
En cualquier caso, todo esto no choca con que las religiones —al menos las que exigen obediencia a unos preceptos provenientes de una autoridad sobrehumana que pueden entrar en grave conflicto con las normas que provienen del entendimiento y la autoridad humanos— sean incompatibles con la Democracia.
D. SrM, es que vaya cosas que plantea así en un momento.
Mi crítica al budismo, y en general al pensamiento oriental, es que implican la destrucción del sujeto, de hecho la causa del sufrimeinto es el yo, y con ello acaban siendo moviemientos totalitarios. Esto se ve, muy bien, en la historia de oriente donde hubo momnetos de esplendor cultural que, sin embargo, no repercutieron en un aumento de una filosofía de la emancipación, cosa que sí ocurrió en occidente. Hoy en día ppor supuetso, yo creo que cristianismo y budismo son superstición pero eso no quita para que históricamente el cristianismo haya ejercido un papel más emancipatorio que el budismo.
Lo del relativismo creo que usted mismo lo demosta. Habla, y con razón, de los derechos humanos. Estos son la negativa del relativismo pues se sitúan como inalienables. De hecho, la clave de los juicios de Nuremberg, por ejemplo, están en ellos y son la idea de que una democracia por supuesto funciona con la tolerancia, pero no con un relativismo moral -al menos entendido como que todas las ideas son igualmente válidas-. Hay un, afortunado, tope.
Eso lo veo bien parecido a como vd. lo explica :-) Buena parte del pensamiento oriental considera el ego como causa del sufrimiento vital y pretenden resolverlo anulando ese ego. Y el Cristianismo resultó más emancipador que ellas en ese sentido. Especialmente en el asunto de los esclavos, capítulo que se ve bien a finales de la Res publica de Roma.
Creo que su último comentario me acaba de ayudar a entender un punto esencial de sus razonamientos: la importancia de la emancipación del sujeto.
Me está recordando a aquello que dijo el filósofo y economista K. Marx con lo de: "el proletario [hoy podríamos decir trabajador o, incluso, ciudadano o persona] no sólo necesita pan, sino también dignidad".
A veces escribo la expresión "personas adultas libres y responsables" pretendiendo remarcar que los tres adjetivos han de ir necesariamente juntos.
Siempre es un placer hablar con vd. ;-)
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