martes, abril 05, 2011

EL NUEVO CAPITALISMO/1

El presente artículo pretende algo que consideramos imprescindible: hacer una distinción esencial entre el capitalismo antiguo y el nuevo. Denominamos como nuevo capitalismo aquel desarrollado de forma amplia en los países desarrollados a partir de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial; y, denominamos antiguo, al anterior y especialmente al surgido al amparo de la Revolución Industrial. Por supuesto, no debe verse una ruptura entre ambos en el periodo de transición, pero sí se deben reseñar diferencias sustanciales, vistas ahora, entre ambos modelos. Es más, el nuevo capitalismo representa un cambio sustancial no ya con el anterior modelo de sistema sino con cualquier otro sistema económico que jamás haya existido sobre la tierra. Y por cambio sustancial entendemos una diferencia no solo en ciertos aspectos productivos o sociales sino en su base económica y productiva, en el modelo social y de realidad resultante y en la vida de los propios individuos: el nuevo capitalismo no solo genera una nueva producción sino una nueva realidad y una nueva forma de ser humano. Y por eso no puede analizarse desde la perspectiva clásica.

¿Cuáles son las diferencias que separan a un modelo productivo y a otro?

La primera y fundamental diferencia es un tránsito económico en el sistema productivo -recuerden, somos marxistas-: el paso del ser humano de fuerza de trabajo a mercancía. En todos los sistemas económicos anteriores el ser humano había sido fuerza de trabajo: su función fundamental en la producción económica era fabricar producción material. El trabajo humano como fuerza productiva había sido un elemento fundamental de la producción por, al menos, dos motivos: primero, la ausencia de tecnología sofisticada implicaba la necesidad de la fuerza humana; segundo, y relacionado con los anterior, el ser humano era la maquinaria más sofisticada de producción no solo para trabajos altamente especializados por su habilidad racional sino también para los trabajos necesitados de fuerza bruta. Así, la producción tenía como fuerza básica, y esto era igual en cualquier sistema productivo precedente, al ser humano que era fuerza de trabajo. Por supuesto, y al tiempo, los diversos sistemas merced a la división social del trabajo distinguían entre las clases dominantes, cuyos individuos concretos no eran fuerza de trabajo, y la gran masa de la población. Pero lo importante es que la humanidad era fuerza de trabajo en la producción material (fundamentalmente de alimentos e infraestructura).

Esto empieza a cambiar con la aparición de la industria y el primer capitalismo pero en lo esencial, el ser humano como fuerza de trabajo, se mantiene. La diferencia, sin embargo, estriba en la capacidad de vender esa fuerza de trabajo que aquí pertenece, en aras del salario y del contrato, al individuo. Pero el esquema es el mismo. Así, los sujetos eran importantes únicamente como fuerza de trabajo y esto determinaba su existencia, es decir: su vida. Pero al ser fuerza de trabajo solo podían serlo en una parte de su jornada y el resto del tiempo servía para la recuperación de esa fuerza gastada: era un tiempo estéril en la producción económica. Así, el ser humano podía resultar prescindible en cuanto individuo cuando la fuerza de trabajo sobraba. Incluso, la escasa capacidad de producción implicaba necesariamente la mala vida de la fuerza productiva pues su mera supervivencia era lo único necesario para su reproducción cotidiana del proceso productivo.

Sin embargo, esto cambia con la aparición del nuevo capitalismo. En este sí hay una diferencia cualitativa fundamental con respecto a cualquier sistema anterior. Los sujetos ya no son fuerza de trabajo tal y como esta se concebía hasta ahora. Efectivamente, los sujetos del capitalismo actual no están solo en la producción material sino también en el consumo y ambos, producción y consumo, son la producción económica. El nuevo capitalismo ha logrado superar la producción como mera creación material y ha logrado unirla a la distribución y consumo de esa misma producción e incluso a la abstracción del capital-dinero. Así, en el nuevo capitalismo ya no existe una faceta productiva dominante y otra de distribución y consumo de dicha producción como elementos diferenciados. Y esto implica que ya no exista en los individuos una producción económica temporalmente limitada: se produce riqueza en el trabajo o en el ocio. Lo novedoso del nuevo capitalismo es que todo –y todo es todo- es producción económica con la misma importancia, pues si bien puede llegar a ser predominante en el PIB el consumo, la producción material es imprescindible. Así, la producción económica se ha universalizado no solo en la economía propiamente dicha sino en la propia vida individual: no solo como teoría económica sino también como realidad existencial. La vida es producción. Los individuos han pasado de ser solo fuerza de trabajo a ser producción incesante de producción económica. Son, somos, mercancías.

Este cambio esencial en la historia de la humanidad, algo que nuca había ocurrido antes, es porque ahora el sujeto ya no solo produce al integrarse en la cadena productiva material sino al vivir (y punto): sólo con vivir se produce. Por eso, el cambio es de la fuerza de trabajo, algo limitado tanto en el sistema económico como en el tiempo vital, a la mercancía, que ocupa la finalidad última del sistema y cada instante vital. La diferencia fundamental –es decir: de fundamento- entre cualquier sistema anterior y el nuevo capitalismo es así sustancial: los seres humanos han pasado de ser fuerza de trabajo a ser mercancía.

Y este cambio sustancial, no meramente accesorio, tiene consecuencias tanto en el análisis como en la respuesta. Y esto –que es lo que la autoproclamada izquierda no ha querido, en general, ver- será la clave de esta serie.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Enrique,

leo hoy en el mundo que su teoría sobre el futuro de la educación madrilena se cumple:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Aguirre/anuncia/creacion/Bachillerato/Excelencia/elpepusoc/20110405elpepusoc_4/Tes

Un saludo

Anónimo dijo...

Gracias otra vez por tu lucidez.
Creo que la consecuencia más grave de esta situación es el cambio en el modelo de felicidad, donde nosotros somos mercancías, como bien dices, en vez de seres "libres" que contribuyen a la producción.

Esto explica nuestra constante adquisición de dosis de soberbia:
- mi móbil es mejor que el tuyo
- no estoy a la última
- funciona, pero está muy viejo

Para mí es muy importante este cambio de paradigma, ya que es lo que ha provocado la idiotización general de la sociedad.

Me apropio de tu reflexión.

Enrique P. Mesa García dijo...

D. Kumo, solo una breve discrepancia. La sociedad nunca fue muy inteligente, no es que ahora se haya vuelto idota. El pasado era, al menos, tan malo como el presente.