Nota: este artículo ha sido actualizado en una nueva entrada defendiendo ahora el voto nulo por las circunstancias de la ley electoral y la posibilidad de que el voto en blanco favorezca a los partidos mayoritarios. Toda la argumentación sigue siendo la misma y el artículo sólo ha cambiado en su título y en esta nota, siendo el mismo su contenido.
El próximo día 22 de mayo hay elecciones autonómicas y municipales en -¿lo digo o no lo digo? Venga, lo digo- España. Este escrito pretende explicar qué voy a votar. Comprendo que a ustedes les importe poco este hecho ya que no pretende decirles qué votar sino solo razonar públicamente el destino de mi voto. Y mi voto será en blanco. Por ello, lo que viene a continuación es una explicación de mi elección de voto. ¿Por qué voto en blanco? Y otra cosa más. Si yo viviera en un municipio pequeño y mi alcalde, por ejemplo, hubiera hecho una legislatura buenísima le votaría a él independientemente del partido que fuera. Las racionalidad es flexible.
1.- Socialmente, la existencia de oligarquías es algo común. La clase política es una de ellas. Y esta oligarquía responde no a sus impulsos subjetivos sino a realidades objetivas. Es decir, no depende su condición de la forma de ser de cada uno de sus miembros, honrados o no, sino de la propia estructura social que genera y fomenta su desarrollo. Y la función principal de una oligarquía es perseverar en el poder manteniendo, al tiempo y para ello, sus privilegios. Esto, a su vez, le aleja de los problemas reales de aquellos que no son oligarquía: los integrantes de la oligarquía ven el mundo de acuerdo a su conciencia social. Así, los problemas de la gente común, como diría un político en campaña, son diferentes a los del privilegio social.
Como ejemplo paradigmático de esto está el tema del estatuto catalán, cuyo interés social era nulo como demuestra que votara menos del 50% el electorado en el referendo, pero su interés político era máximo porque lo que competía era el grado de poder de esa misma oligarquía. Y otro ejemplo aún más interesante. Si ustedes ven las listas electorales percibirán en estas la llamada cremallera de chico-chica-chico o chica-chico-chica: como en los banquetes de boda con tarjeta en la mesa. Es el famoso sistema de cuotas que con tanto ahínco se empeñó en defender el sector feminista de la oligarquía política. Mientras tanto ser madre, un problema real para muchas mujeres, resulta una heroicidad en España por cuestiones sociolaborales: hay mujeres de segunda y de primera. O dicho de otro modo: los problemas reales no son prioritarios; los propios de la oligarquía, sí.
2.- Pero hay más –no se vayan todavía, como decía superratón-. Los partidos políticos en cuanto tales no son más que estructuras de promoción interna para sus integrantes principales, no necesariamente para sus militantes que incluso creen en ellos, que en ningún modo vertebran con la gente ni antes ni después de las elecciones. Ello explica porqué todo un partido puede cambiar monolíticamente de ideas, como hizo el PSOE hace un año, y ninguno de sus diputados presentar la dimisión o, aún mejor, votar en contra de aquello que iba contra el programa electoral y la idiosincrasia del propio partido -¿seguro?-. El cambio del líder implica el cambio de los diputados como la dirección del pastor señala el camino de los borregos: todo sea por el pasto. Así, los partidos se presentan a las elecciones con un programa electoral bajo el que se les vota. Pero este programa, curiosamente, no tiene la categoría de un contrato social pues puede ser cambiado por la parte prestadora del servicio sin problemas. Y es más, sin que ninguno de esos idealistas que forman su núcleo dirigente niegue nada. Zapatero aplica recortes sociales con el voto favorable del partido socialista que prometió no hacerlo y Aznar apoyó la guerra de Irak sin que un solo diputado popular se atreviera a decir nada. ¿Para qué sirven entonces tantos diputados?
3.- La estructura política actual de los partidos es la traición permanente al contrato social porque ese contrato ha quedado reducido a la mera elección cada cuatro años de unas siglas monolíticas cuya única actividad real es la lucha por el puesto a lograr en la lista y tener posibilidad de ocupar un cómodo sillón. Y no se trata de que los diputados de los distintos organismos no trabajen, imagino que lo harán aunque no les luzca mucho, sino que su trabajo es ridículo porque su única finalidad objetiva, por encima de sus nobles pensamientos, es la de mantener la situación de privilegio. Las instituciones funcionan realmente por encima de los intereses personales, que pueden ser muy nobles, pero eso no quita que no haya responsabilidad personal. La finalidad última de cada diputado, ya nacional ya autonómico, acaba siendo perpetuarse como tal no por maldad personal sino por realidad objetiva. Por eso no es un problema de personas sino estructural.
4.- ¿Pero no es todo esto antidemócrata? ¿No estaremos luchando contra sagradas instituciones creadas para nuestro bien? En realidad quienes han roto el contrato social han sido ellos cuando han situado el interés oligárquico por encima del interés social. Y lo han hecho blindado con leyes políticas como listas cerradas, ley electoral o que los programas políticos no alcancen categoría jurídica de contrato –cosa esta que debería ser imprescindible- su propia parcela de poder.
5.- Y además, precisamente votamos en blanco y no nos abstenemos, es decir vamos a votar pero a ninguno, porque creemos en la democracia e incluso pensamos que los partidos políticos pueden ser un mal necesario de la democracia. Pero no la configuración actual de los partidos ni de la democracia. Es decir, queremos una democracia representativa, nada de asambleria, pero con las garantías para que dicha representación sea efectiva. Y no se trata solo, repetimos, de listas abiertas o cerradas o de reforma de la ley electoral para mejorar la representatividad, ambas necesarias, sino también de que los programas electorales deban cumplirse bajo pena de poder pedir indemnización por fraude: que sean un contrato con la ciudadanía.
Y 6.- Pero hay otra cosa más. ¿Es este artículo producto de la indignación? En la alternativa política progresista se está repitiendo excesivamente lo de indignarse: uy, todo el mundo de pronto está indignado. Y eso sí es peligroso. Jugar con la emociones en política es un tema grave. Nosotros no estamos ahora más indignados que antes porque tampoco creemos los cuentos de los viejos sobre sus heroicidades: sabemos historia. Este artículo no pretende ser producto de un estado emocional, siempre transitorio y que igual se acaba cuando el becario por fin entra de profesor enchufado en la universidad, sino de un estado racional permanente: la democracia se mantiene porque seguimos despiertos y no porque de vez en cuando lloremos conmocionados por las pesadillas. Toda esta historia de indignación suena a la voz impostada de quienes mientras las cosas les iban bien no veían más allá de su televisor plano y ahora han descubierto los terribles males del sistema al no poder pagarlo. Frente a ello creemos que el estado no debe ser emocional sino racional porque la democracia no es el triunfo de la emoción –de eso saben los totalitarismos mucho- sino el de la razón. Y la razón, al menos la nuestra, nos lleva a votar en blanco para no apoyar lo anteriormente descrito. Pero es solo una opinión individual. Bueno, o es nada menos que una opinión individual.
El próximo día 22 de mayo hay elecciones autonómicas y municipales en -¿lo digo o no lo digo? Venga, lo digo- España. Este escrito pretende explicar qué voy a votar. Comprendo que a ustedes les importe poco este hecho ya que no pretende decirles qué votar sino solo razonar públicamente el destino de mi voto. Y mi voto será en blanco. Por ello, lo que viene a continuación es una explicación de mi elección de voto. ¿Por qué voto en blanco? Y otra cosa más. Si yo viviera en un municipio pequeño y mi alcalde, por ejemplo, hubiera hecho una legislatura buenísima le votaría a él independientemente del partido que fuera. Las racionalidad es flexible.
1.- Socialmente, la existencia de oligarquías es algo común. La clase política es una de ellas. Y esta oligarquía responde no a sus impulsos subjetivos sino a realidades objetivas. Es decir, no depende su condición de la forma de ser de cada uno de sus miembros, honrados o no, sino de la propia estructura social que genera y fomenta su desarrollo. Y la función principal de una oligarquía es perseverar en el poder manteniendo, al tiempo y para ello, sus privilegios. Esto, a su vez, le aleja de los problemas reales de aquellos que no son oligarquía: los integrantes de la oligarquía ven el mundo de acuerdo a su conciencia social. Así, los problemas de la gente común, como diría un político en campaña, son diferentes a los del privilegio social.
Como ejemplo paradigmático de esto está el tema del estatuto catalán, cuyo interés social era nulo como demuestra que votara menos del 50% el electorado en el referendo, pero su interés político era máximo porque lo que competía era el grado de poder de esa misma oligarquía. Y otro ejemplo aún más interesante. Si ustedes ven las listas electorales percibirán en estas la llamada cremallera de chico-chica-chico o chica-chico-chica: como en los banquetes de boda con tarjeta en la mesa. Es el famoso sistema de cuotas que con tanto ahínco se empeñó en defender el sector feminista de la oligarquía política. Mientras tanto ser madre, un problema real para muchas mujeres, resulta una heroicidad en España por cuestiones sociolaborales: hay mujeres de segunda y de primera. O dicho de otro modo: los problemas reales no son prioritarios; los propios de la oligarquía, sí.
2.- Pero hay más –no se vayan todavía, como decía superratón-. Los partidos políticos en cuanto tales no son más que estructuras de promoción interna para sus integrantes principales, no necesariamente para sus militantes que incluso creen en ellos, que en ningún modo vertebran con la gente ni antes ni después de las elecciones. Ello explica porqué todo un partido puede cambiar monolíticamente de ideas, como hizo el PSOE hace un año, y ninguno de sus diputados presentar la dimisión o, aún mejor, votar en contra de aquello que iba contra el programa electoral y la idiosincrasia del propio partido -¿seguro?-. El cambio del líder implica el cambio de los diputados como la dirección del pastor señala el camino de los borregos: todo sea por el pasto. Así, los partidos se presentan a las elecciones con un programa electoral bajo el que se les vota. Pero este programa, curiosamente, no tiene la categoría de un contrato social pues puede ser cambiado por la parte prestadora del servicio sin problemas. Y es más, sin que ninguno de esos idealistas que forman su núcleo dirigente niegue nada. Zapatero aplica recortes sociales con el voto favorable del partido socialista que prometió no hacerlo y Aznar apoyó la guerra de Irak sin que un solo diputado popular se atreviera a decir nada. ¿Para qué sirven entonces tantos diputados?
3.- La estructura política actual de los partidos es la traición permanente al contrato social porque ese contrato ha quedado reducido a la mera elección cada cuatro años de unas siglas monolíticas cuya única actividad real es la lucha por el puesto a lograr en la lista y tener posibilidad de ocupar un cómodo sillón. Y no se trata de que los diputados de los distintos organismos no trabajen, imagino que lo harán aunque no les luzca mucho, sino que su trabajo es ridículo porque su única finalidad objetiva, por encima de sus nobles pensamientos, es la de mantener la situación de privilegio. Las instituciones funcionan realmente por encima de los intereses personales, que pueden ser muy nobles, pero eso no quita que no haya responsabilidad personal. La finalidad última de cada diputado, ya nacional ya autonómico, acaba siendo perpetuarse como tal no por maldad personal sino por realidad objetiva. Por eso no es un problema de personas sino estructural.
4.- ¿Pero no es todo esto antidemócrata? ¿No estaremos luchando contra sagradas instituciones creadas para nuestro bien? En realidad quienes han roto el contrato social han sido ellos cuando han situado el interés oligárquico por encima del interés social. Y lo han hecho blindado con leyes políticas como listas cerradas, ley electoral o que los programas políticos no alcancen categoría jurídica de contrato –cosa esta que debería ser imprescindible- su propia parcela de poder.
5.- Y además, precisamente votamos en blanco y no nos abstenemos, es decir vamos a votar pero a ninguno, porque creemos en la democracia e incluso pensamos que los partidos políticos pueden ser un mal necesario de la democracia. Pero no la configuración actual de los partidos ni de la democracia. Es decir, queremos una democracia representativa, nada de asambleria, pero con las garantías para que dicha representación sea efectiva. Y no se trata solo, repetimos, de listas abiertas o cerradas o de reforma de la ley electoral para mejorar la representatividad, ambas necesarias, sino también de que los programas electorales deban cumplirse bajo pena de poder pedir indemnización por fraude: que sean un contrato con la ciudadanía.
Y 6.- Pero hay otra cosa más. ¿Es este artículo producto de la indignación? En la alternativa política progresista se está repitiendo excesivamente lo de indignarse: uy, todo el mundo de pronto está indignado. Y eso sí es peligroso. Jugar con la emociones en política es un tema grave. Nosotros no estamos ahora más indignados que antes porque tampoco creemos los cuentos de los viejos sobre sus heroicidades: sabemos historia. Este artículo no pretende ser producto de un estado emocional, siempre transitorio y que igual se acaba cuando el becario por fin entra de profesor enchufado en la universidad, sino de un estado racional permanente: la democracia se mantiene porque seguimos despiertos y no porque de vez en cuando lloremos conmocionados por las pesadillas. Toda esta historia de indignación suena a la voz impostada de quienes mientras las cosas les iban bien no veían más allá de su televisor plano y ahora han descubierto los terribles males del sistema al no poder pagarlo. Frente a ello creemos que el estado no debe ser emocional sino racional porque la democracia no es el triunfo de la emoción –de eso saben los totalitarismos mucho- sino el de la razón. Y la razón, al menos la nuestra, nos lleva a votar en blanco para no apoyar lo anteriormente descrito. Pero es solo una opinión individual. Bueno, o es nada menos que una opinión individual.
7 comentarios:
Miles de personas en la Puerta del Sol esta tarde en contra del bipartidismo, la corrupción de políticos y banqueros... Y sigues sin decir nada. ¿A ti también te han manipulado los medios?
Parece un razonamiento impecable, pero tengo la sensación de que lo que le pasa, que le pasa a tantos, es que lo que pasa no se asume y que los partidos alternativos han resultado fallidos.
D. Anónimo: es fácil conocer a qué me dedico. Soy profesor en secundaria. Eso implica ciertas temporadas de ocupación plena a mi trabajo y curiosamente esta es una de ellas porque acaba 2º de bachillerato. Además, no me gusta hablar de temas sin pensarlos y estoy pensando sobre lo del 15-M (que no solo Sol). Soy lento pensando, pero es lo bueno de tener un blog que no se debe a los medios. POr supuesto escribiré sobre esto, pero permítame que lo haga cuando tenga los razonamientos desarrollados y el tiempo suficiente. Es lo malo de escribir gratis.
D. Guapo: dos cosas. Una, si el razonamiento es impecable el argumento ad hominem está fuera de lugar. Dos, por supuesto si hubiera un partido con el que me sintiera cómodo le votaría. Ahora, debería ser un poco raro.
Querido Enrique
No puedo estar mas de acuerdo contigo. Ademas hace años que expongo argumentos similares en tertulias politicas entre amigos. Gobernara quien gobernara. Creo que has olvidado decir, aunque esta implicito en tu exposición, que en España solo existe el poder ejecutivo. Todos los demas estan manipulados y se prostituyen al gobierno de turno. Claro ejemplo lo tenemos con el tribunal constitucional, incluso el superior, que han maquillado la legalización de Bildu por los infames chantajes que los nacionalistas han hecho al Psoe.
En cuanto a la concentración "expontanea" de Sol, quiero decir que a mi me da un tufo de manipulación del personal que apesta. ¿Porqué no lo hicieron hace cuatro años en las generales? ¿porqué no se concentran frente a la Moncloa? ¿Porqué no hablan de los cinco millones de parados y de la responsabilidad del gobierno?¿Y los sindicatos?¿Es que nadie va a decir nada en contra de ellos?
Para mi esta claro. El Psoe esta acorralado y le viene muy bien que funcione el ventilador e iguale ahora a toda la casta politica.
Despues de ocho años en el poder, cro yo, que bastante culpa tienen de la situación actual.
Lo que teneis que hacer es hacer llegar a todo los españoles para que realizen un voto en blanco en las eleccines del dia 22Mayo, total da igual quien gane en estos dias que corren "todos van a lo mismo", pero asi por lo menos se vera que en España hay un caos politico con tanto voto en blanco, y hablamos de autonomicas que son las que supuestamente caldean las generales, si todos vemos esto mas se juntaran a nuestra ayuda en voto y alomejor empezamos a conseguir algo en esta mierda de politica. Un saludo desde galicia
Lo ideal es el no ir a votar.Se favorece a los partidos pequeños que así tienen más posibilidades de conseguir algo.
Mejor no votar
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