Cada año los padres deben comprar los libros textos y gastarse un dineral en ellos. Da igual que haya crisis o no, porque a ninguno de los profesores que los mandan se les ha ocurrido pensar en algo tan vulgar -tal vez, hasta ahora-. Da igual que sean pedagógicamente inútiles. Ya los hemos criticado aquí. Esto es solo un recordatorio de que este robo no sería posible sin la complicidad de un profesorado -justo es reconocer que no todos son así- que es incapaz incluso años después de estar dando clase de generar sus propios materiales: estarán mejorando su labor docente cada tarde y no tendrán tiempo para ello.
Y es también una forma, nos aprovechamos de ello, de decir que La Lechuza de Minerva este fin de semana publicará, otro año más, sus nuevos temas para Filosofía. Y puede que no sean maravillosos, pero seguro que son gratis para cualquiera que quiera descargárselos.
4 comentarios:
En momentos como éste recuerdo al gran profesor de Lengua Castellana (o de lo que fuera, porque las suplencias a otros compañeros también las hacía con excelencia) Dº J. Barneda. Supongo que ya se habrá jubilado.
Al inicio del curso nos decía: el Gobierno obliga a que les recomiende un libro de texto. He señalado uno para cumplir con la ley. Ahora les recomiendo: no lo compren; no lo usaremos. Y, si hubiera que usar alguna parte, se la traeré yo mismo. Los apuntes que usaremos se los daré yo. Los libros son carísimos y mi método es mejor.
Nos entregaba durante cada año escolar unos +/- 500 folios manuscritos por él mismo en elegante caligrafía (y fotocopiados), apuntes de su propia elaboración que iba actualizando cada año.
Otras partes del material docente las dictaba.
Siempre que uno miraba a las ventanas de la sala de profesores o que entraba allí se encontraba a Barneda escribiendo una cosa u otra. Los estantes y armarios de aquel cuarto estaban atestados con materiales suyos. Alguno de sus compañeros a veces ironizaba: cualquier día caerá un tocho de folios de ésos, le dará a alguien en la cabeza y lo matará.
En los últimos años que pasamos juntos lo vi, cada vez más, adaptándose a trabajar con las tecnologías informáticas, esforzándose por no quedar tras la brecha tecnológica.
Poco que añadir, más bien corroborar que la utilización del libro de texto es un modo viajar en el camino de educar. De este modo se sube a un tren que nos lleva, sin sobresaltos, hasta el destino en lugar de asumir las riendas de la diligencia que conduce por caminos polvorientos al descubrimiento de la tarea de pensar.
Mujahid
Sr. don Enrique: recurre ud. a un argumento demagógico y a su suficiencia. ¿Cree ud. de verdad que los profesores no tenemos materiales para dar nuestras clases? ¿Es nuestra reiterada, por usted, incapacidad e indolencia lo que nos hace partícipes de ese atraco? ¿Dónde está el gran negocio editorial? ¿Habla ud. de la complicidad de muchos colegios que se nutren de material gracias a las editoriales o participan del atraco vendiendo los libros?
Como a menudo, su crítica es persistentemente fácil: invariablemente al débil.
Un jacobino.
D. Jacobino:
1.- No sé si los profesores tienen materiales. Deben tenerlos ocultos, tanto por su extraordinario valor intelectual, y por eso mandan libros de texto. Yo hablo de hechos: la mayoría manda libros de texto.
2.- Es conveniente, antes de regañar, leer completas las cosas. Verá que hay un artículo enlazado. Allí se dice textualmente: ¿Y en la privada? La presencia de libros de texto es un negocio a priori: o bien el colegio manda una única editorial, que a cambio les premia, o bien él mismo vende los libros sacando un porcentaje. El profesor, por tanto, es el último en la elección.
3.- Lo de los débiles, ¿los profesores funcionarios débiles?, me lo explica ahora, por favor.
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