lunes, febrero 13, 2012

UN PROGRAMA DE IZQUIERDAS/1

Yo sí, a diferencia de la mayoría de los profesores de filosofía que la apoyan, doy Educación para la Ciudadanía: y no sé qué hacer. Que todos somos iguales y todos diferentes se agota pronto. Así que en mi afán por sobrevivir he decidido mandar un trabajo. El trabajo tienen que hacerlo en grupo y a su vez de forma individual, y esto no es una cuestión menor, y trata sobre un tema fascinante: cómo debería ser el instituto. Para ello -y en una serie de temas: materias que cursar, horario, si debe haber exámenes o no ...- deben analizar tres cosas distintas: cómo es realmente el instituto, como les gustaría que fuera y, oh sorpresa, como debería ser de acuerdo a la realidad. Porque cómo debe ser algo de acuerdo a la realidad no es lo mismo que cómo me gustaría que fuera.

Algunos lectores -algunos de los pocos que tengo- se quejan de que en este blog se critica mucho y se propone poco. Puede ser cierto. Sin embargo, no conviene olvidar que la crítica implica un proyecto: al menos dejar claro qué no queremos y explicar el motivo. Y algo más: diferenciarnos en el motivo de nuestra negativa de otros que tal vez también estén en contra de eso. Pero, por otra causa.

Sin embargo, eso tampoco nos salva el tipo. Porque una vez señalado qué no queremos se nos podría exigir explicar qué queremos. Mas, otra vez, con cuidado. ¿Con cuidado de qué?

Comencemos con una diferencia importante. Para nosotros filosofía y política no son lo mismo. La política nos habla de trabajar desde la realidad, la filosofía de pensar sobre la realidad. Una política impracticable es un adorno, una filosofía con pretensiones prácticas inmediatas es una censura del pensamiento. Así, en esta serie de artículos titulados Un programa político de izquierdas, nosotros nos dedicaremos a la política práctica y en otros artículos a la filosofía -que es lo que además nos gusta y lo que consideramos, curiosamente, más importante-. Pero también es ingenuo creer en nítidas fronteras entre una cosa, la filosofía, y otra, la política. Y otra vez, cuidado. Cualquiera que lea este blog verá que su autor se autoproclama, eso es gratis, como marxista. Sería lo suyo, pues, que al presentar un programa político fuera anticapitalista y muy, pero que muy, revolucionario. Pero no, y de hecho por marxismo -bueno, por nuestro análisis de la realidad, nos da igual lo que dijera Marx aunque lo diré: qué listo era y qué gran filósofo-. Si se quiere hacer una política real no se puede presentar un programa, vamos a llamarlo, revolucionario. Y entre otras razones porque ahora no existen condiciones para intentar superar el sistema capitalista. Por eso, un programa político aplicable debe ser un programa con posibilidad actual: aquí nadie juega a pequeño Lenin -lo diré también: qué listo era y qué terriblemente totalitario-. Es muy fácil ir por la vida de anticapitalista soñador. Sin embargo, ese no puede ser el camino de una izquierda política. Porque para soñar hay que dormir y la derecha siempre está despierta.

¿Y cuál sería entonces el camino? Una izquierda política debe tener como característica fundamental no la ñoña utopía sino un programa posible de realizar en y con la situación actual. Pero tampoco solo eso sino que la realización de dicho programa implique, así de simple, mejoras sobre lo actual para la mayoría de la población. Y no solo del país concreto, sino también a nivel mundial. Es decir, un programa de izquierdas plantea su concepto más allá de su estado nacional e incluso, oh sorpresa, de su traje folklórico: porque eso es, también, la respuesta al problema de la globalización. Y la única posible en las circunstancias actuales. O sea, y para decirlo en plan claro: no se puede ser catalanista, o españolista, y de izquierdas.

Así, un programa político de izquierdas debe ser realizable, debe mejorar la vida de la población y no puede circunscribirse a lo estatal, menos aún a lo paleto, sino que debe contar con la humanidad como colectivo. Y por ello, no podrá ser moralmente relativista: un programa de izquierdas defenderá los derechos humanos como principios básicos de acción. Y como principio básico de su práctica.

¿Y los contenidos? Un programa político de izquierdas debe tener no ideas genéricas, sino directrices de actuación claras: no todo es izquierdas. Pero, al tiempo, debe ser general porque lo que aquí pretendemos no es un programa electoral sino un programa político: es decir una identidad mínima común de qué es, y qué debe ser, la izquierda política. Y así, en esta serie trataremos los temas fundamentales que creemos deben identificar un pensamiento político de izquierdas.

¿Pretencioso? Sin duda. Todo este blog, para qué engañarnos, lo es. Y todo el pensamiento lo es también porque exige más a la realidad. Esa es, precisamente, la diferencia entre derechas e izquierdas. La derecha alaba a la realidad, la izquierda la exige ser otra cosa. Nosotros vamos a exigirla.

3 comentarios:

ElSrM dijo...

Emocionante. Intuyo que esta serie de artículos que prepara me va a gustar (como otras anteriores) y mucho.

Cordialmente,

Carlos Morales dijo...

En serio? profesor se va a atrever a nadar por las tormentosas aguas del que hacer político? Bueno en eso consiste también la filosofía.
Habrá entonces mucha tela para cortar. Animo!

Don Güapo dijo...

Por si le ayuda en su búsqueda del grial.

Interesante artículo