martes, octubre 30, 2012

¿HACIA UN BRIC MUNDIAL?/2


En el artículo anterior de esta serie nos planteábamos si al igual que hay un proceso de depauperación planificado para el sur europeo, sería posible uno a nivel mundial y analizábamos cómo la principal condición a cumplir sería mantener el consumo. Se trata por tanto, ahora, de ver si con el modelo BRIC a escala mundial podría mantenerse esto, es decir: hacer compatible la necesidad objetiva del Capitalismo de una producción económica determinada -en producción y consumo- y el interés subjetivo de la oligarquía en el modelo expuesto de depauperación modelo BRIC que le reporta mayor beneficio.

¿Como puede ser posible unir ambos intereses? La incorporación de los BRICs y su modelo da la respuesta. La necesidad del consumo por parte del capitalismo, y como consecuencia de esto la necesidad de un nivel de vida determinado para que un amplio número consuma, implica un hecho numérico pero no personal. Da igual quién en concreto consuma sino que lo que importa es que haya volumen suficiente de consumo. Por supuesto, esto implica un alto número de consumidores y, a su vez, un mínimo del cual no se puede bajar pero no implica de dónde sean dichos consumidores o del tipo de sociedad del que surjan. Es, por tanto, sólo una cuestión aritmética.

Echemos sencillas cuentas. Hoy en día la población con nivel de consumo -entendemos por tal aquella que vive en una economía desarrollada de corte occidental -aunque, por supuesto, reconocemos que no cada habitante puede consumir- estaría más o menos en torno a los 1000 millones -UE (a 27 y exagerando), EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur (no siendo exhaustivos y tomando estos países en toda su población)-. La clave sería pues si precarizando estos países según el modelo BRIC, la economía mundial, es decir: el nuevo capitalismo, podría mantener su base de consumo. Si la respuesta es afirmativa, no habría problema objetivo en ese proceso de precarización. Sin embargo, de ser la respuesta negativa eso implicaría una contradicción que solo podría resolverse o con la no realización del proyecto de precarización o con la finalización del nuevo capitalismo, ambas cosas improbables.

¿Cuál es la respuesta? Dios mío, qué nervios.

Tomemos que la precarización universal se ejerce como proceso absoluto llegando en estos países hasta un 70% de la población que reduce, aunque no de forma absoluta pero sí significativa, su consumo. Habría por tanto unos 300 millones de consumidores fuertes en los llamados todavía países desarrollados. Pero, a ello habría que sumar los 700 millones, ya explicados en el artículo anterior, de consumidores de los países BRIC -y hablamos exclusivamente de los BRICs aun cuando sabemos que habría además otras oligarquías implicadas que comienzan a asumir el modelo como el mejor posible-. Así, las cuentas mejoran en
la base de consumo pues habría como mínimo la misma base de consumidores fuertes -1000 millones con un ritmo de consumo además seguramente mayor- pero aumentando espectacularmente la de los consumidores débiles, de consumo esporádico, en unos, por lo bajo, 2000 millones de personas más al unirse la población depauperada de los países desarrollados con la emergente de los BRICs. Así, la base del consumo se amplía.

Segundo, y añadido a esto, el modelo BRIC es muy sencillo de exportar a los países menos desarrollados pues la oligarquía no pierde nada en ello, si acaso gana, y la población general gana, comparado con lo anteriormente establecido en estos países, mejores condiciones de vida. Y al exportarlo, pensemos en América Latina, norte de África o sudeste asiático, incorpora masas de consumidores de ambos estilos, fuertes y débiles, que aumentan la base para la explotación.

Así, el modelo BRIC es perfectamente posible de aplicar dentro del nuevo capitalismo. Pero, esto no nos debe llevar a engaño en cuanto a que sea una necesidad del capitalismo. Ya hemos señalado que una parte del interés objetivo del capitalismo actual es el consumo. Dándose este, lo demás es accesorio. Es decir, si el modelo BRIC garantiza el consumo necesario, y ya sabemos que lo hace, entonces puede ser posible. Pero, tan posible como otro modelo alternativo, por ejemplo, donde el nivel económico de la población suba para generar una sociedad mayoritaria de consumidores fuertes. Es decir, la precarización no es una necesidad del sistema sino algo accidental al mismo: puede haberla o no. No es un hecho objetivo sino una decisión de la oligarquía.

Pero parece que solo hablamos de economía ¿Acaso iba a permitir la mayoría de la población occidental que vive en países democráticos este cambio? ¿Sería compatible así el modelo BRIC con la democracia actual?

Quienes niegan esta posibilidad basándose en la tradición política occidental señalan que el BRIC sería incompatible con el modelo democrático. Y lo es, desde luego. El problema surge de confundir democracia con libertad personal. Por supuesto, la gran diferencia entre los BRICs genuinos y occidente como BRIC va a ser la libertad personal pero, a su vez, esta implantación implicará necesariamente la reducción de la democracia en los segundos. Efectivamente, la democracia es más que esa libertad personal de poder vivir de cierta manera. De hecho, la libertad personal ha sido un factor clave en el desarrollo del nuevo capitalismo pues su cumplimiento implicaba necesariamente una necesidad de consumo –nota: por cierto, que nadie vea en esto una crítica a esta libertad porque el asunto es mucho más complejo-. Así la libertad personal, entendida como poder vivir de una manera u otra, se ha desarrollado con el capitalismo porque a su vez era un desarrollo para este –nota otra vez: que nadie entienda esto como una alabanza a la ñoña espiritualidad-. Sin embargo, y como contraposición a esto, la democracia, al implicar una participación social en asuntos de gobierno, ha ido sufriendo permanentes retrocesos, o al menos no avances, con el desarrollo del nuevo capitalismo. Efectivamente, el sistema totalitario ve como innecesario, más que como enemiga, a la democracia. Y de ahí que su ideología sea la alienación negativa ya presentada aquí. Así, los individuos se representan su libertad en la esfera estrictamente personal que, a su vez, se toma como la vida auténtica frente a lo social y productivo.

De esta forma, mientras la implantación del BRIC no afecte a esa forma de alienación, y aunque haya una bajada del nivel de consumo no es necesario que ocurra, la libertad individual -esa falacia actual como forma de vida- será preservada. Y de hecho toda esa estúpida espiritualidad privada de nuevo cuño -aunque toda espiritualidad es estúpida- responde adelantándose a la imposición del modelo BRIC: es mejor ser que tener.

Por supuesto, no ocurrirá lo mismo con la democracia. La intervención ciudadana en el gobierno será reducida al máximo y la oligarquía será quien gobierne. De hecho, es algo que ya ocurre en el proceso de precarización del sur europeo donde la democracia está secuestrada y los gobiernos ni tan siquiera se preocupan de cumplir su programa electoral. Así, una suave libertad individual seguirá existiendo mientras que la democracia desaparecerá.

¿Estamos condenados a que el modelo BRIC se imponga? El apoyo efectivo de la oligarquía económica, política y social genera sin duda una extraordinaria fuerza al proyecto de depauperación. Sin embargo, el hecho de que el modelo no sea una necesidad objetiva del desarrollo capitalista implica que es posible no solo resistirse sino derrotarlo sin necesidad de revoluciones ahora utópicas o lucha antisistema. Sería realmente más simple que todo eso pero por ello políticamente más complicado.

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