lunes, abril 29, 2013

EL VELO Y LA ESCUELA


Comencemos por una declaración de principios: somos radicalmente contrarios al velo islámico. Lo consideramos un atentado fundamental contra la libertad no solo de la mujer sino universal. Hagamos otra declaración de principios: consideramos que todos los centros educativos deberían estar obligados por ley estatal a permitir su uso en el centro y, con ello, por supuesto a llevarlo puesto en el aula.
¿No es una contradicción? No, es coherencia. Y vamos a explicarnos.

¿Cuál es la finalidad de la educación en una sociedad democrática? La finalidad de la educación no puede ser neutral. De hecho, la educación no es ni puede ser aséptica: se educa para algo. Así, se debe educar en democracia para formar ciudadanos. Y esto es muy importante. La diferencia fundamental entre educación y socialización es que indudablemente la educación socializa pero no de cualquier manera. Toda integración social es socialización pero no toda socialización tiene el ideal ilustrado de la educación. Incluso, a veces hay que educar contra la sociedad. La educación tiene así un nivel cualitativo determinado y superior. La socialización es la integración pura, independientemente al valor cultural o moral de dicha integración. Sin embargo, la educación debe pretender integrar de una determinada manera cultural y moralmente superior. Así, la educación en democracia tiene un objetivo concreto que es la formación de la ciudadanía. Y la ciudadanía en democracia debe tener, también,  una forma de ser determinada: autonomía y pensamiento crítico. Por eso, la educación democrática no puede ser  neutral: la educación debe ser, y este es un término moral, también contra el velo. Pero volvamos, ¿por qué entonces permitirlo en el aula?

En primer lugar señalaremos que permitir legalmente algo no es estar necesariamente a favor de ese algo  y  tan siquiera de respetarlo: aquí no hay respeto alguno al bárbaro islam y su incultura. Sin duda, y como cualquier otra religión, el islam tiene un contenido de barbarie importante, mayor por cierto que el cristianismo. Pero cuando abogamos porque las niñas musulmanas puedan llevar el velo en clase no nos referimos a un afán de defensa multicultural: contentos estaríamos si pudiéramos ver tantas cultura como algunos señalan. Hay una diferencia.

Las ideas, y las religión es solo una idea y encima bastante absurda, no resultan en sí mismas respetables. Tampoco son respetables por sí mismas las culturas. Las personas, sin embargo, son respetables a priori. La diferencia es importante. Las ideas se pueden atacar desde la más acerba crítica; las personas deben respetarse. Por ello, podremos criticar lo que ha devenido como  barbárica religión musulmana –que cuando fue fundada, también por cierto, era progresista pero ya no- pero deberemos tener un respeto a los musulmanes. Pero, dicho respeto tampoco debe cegarnos sobre las consecuencias de sus atrasadas costumbres –uy lo que estoy diciendo-. No es, por tanto, el deseo de respetar otras culturas –en realidad: otras barbaries-  la razón que hace que defendemos la presencia del velo en la escuela.

También es cierto que un estado democrático, a diferencia de uno teocrático, no debe imponerse sobre sus ciudadanos. Sin embargo, en el ámbito concreto de la educación eso no es así. La educación es imposición, nos guste o no. La ñoña idea de que en la educación no hay imposición lleva a problemas irresolubles en el sistema educativo y a defender, de forma involuntaria seguramente, el triunfo definitivo de la socialización como la integración pura anteriormente citada. Así, las clases sociales bajas se soñarán como tales –ver Sálvame y hablar con la Jessica y el Jonathan- y las altas como dirigentes: conservadurismo social perfecto. Efectivamente, defender que en la educación no debe haber una imposición es defender, en coherencia, que solo debe contar la educación de la familia y del contexto y, con ellas, la división social que implica que la cultural se perpetúe. Es defender, en el caso que nos ocupa, que las niñas musulmanas deben llevar velo para siempre.

Pero, si defendemos que la educación es imposición ¿no sería la más efectiva la prohibición del uso del velo en la escuela? No y por tres razones distintas: la primera y la segunda son una razón práctica y otra educativa que se juntan; la segunda, y la más difícil de explicar bien, de humanidad.

Nos guste o no el velo musulmán es para quien lo lleva una cuestión de identidad personal fundamental: ella no se identifica sin velo. Un velo no se lleva por estética caprichosa -como sí se hace con la gorra del alumno horterilla que si la moda fuera llevar boina llevaría boina o casco romano o de bombero porquemolamazo- sino porque la niña cree, equivocadamente, que forma su propio ser como algo permanente. Si se le obliga a quitarse el velo en el aula lo que se hace es decirle implícitamente que la escuela no es su mundo pues le niega su –falsa- identidad. Así, la niña verá la escuela como aquello  que la impide ser un yo. Pero, además, como el velo surge en la vida en un momento concreto -con la pubertad momento a partir del cual por lo visto los buenos musulmanes no pueden ver ya a una niña sin excitarse- la niña, integrada hace tiempo en la escuela, ve como se rompe esa relación con el mundo educativo que hasta entonces había llevado sin problemas sin que ella haya cambiado nada: era una buena musulmana y lo sigue siendo. Así, volvemos atrás, solo comprende una cosa: si quiere ser ella misma –en esa falsa concepción que tiene de sí misma- la escuela ahora es su enemiga. Con todo esto, la prohibición del velo  produce el enfrentamiento de la niña con aquella institución que debería rescatarla de la superstición y hace imposible, de esta forma, el cambio en su opinión. Prohibir el velo hace que la niña deje de escuchar a la escuela porque es su enemiga irreconciliable y la educación –llevada ahora adelante por los profesores puros- se convierte en cómplice pasiva del secuestro de la identidad femenina porque ya solo ofrece enemistad al sujeto cautivo. Por ello, prohibir el velo es educativa y prácticamente un error.

Pero, además hay otro elemento fundamental: la compasión. La compasión tiene una mala prensa inmerecida. Nosotros entendemos por ella un sentimiento por el cual se juzga al  individuo desde algo que es distinto a su comportamiento propio y que se considera mejor que aquella idea que le ha llevado a comportarse así. Por ejemplo: sentimos compasión por las niñas musulmanas que llevan velo porque no las juzgamos desde su propia perspectiva islámica sino desde una que consideramos mejor. Pero, no es solo eso pues sino la compasión y un sentimiento de superioridad hacia el débil –la mirada olímpica de los dioses griegos ante los mortales- no diferirían demasiado. Efectivamente,  la auténtica compasión, el sentir con el otro, se da cuando se es capaz de  comprender el dolor del individuo porque en sus circunstancias se es consciente de que nosotros actuaríamos igual. Ejemplifiquemos: creemos que si fuéramos niñas nacidas en un ambiente estricto musulmán acabaríamos llevando velo. Y eso nos separa de los puros que se consideran a sí mismos como inmunes a toda circunstancia social. Como sabemos que las circunstancias sociales hacen también al individuo, sentimos con las niñas musulmanas que la culpa no es suya sino del ambiente. Y por eso queremos cambiar su ambiente por otro donde la razón, y no el sentimiento supersticioso, sea el modelo. Pero, para eso queremos que las niñas estén ahí. No queremos esconder el problema, como hacían los otros puros con los leprosos, sino acabar con el problema, como hace la ciencia con los leprosos. Por eso, en nuestra compasión no hay sentimiento ñoño sino, al contrario, una petición racional: queremos ayudar.

Este artículo lleva más de 1200 palabras. Las niñas víctimas de la barbarie islámica merecen más. Solo decimos a los profesores comprometidos y puros –esos profesores que no quieren en sus clases a alumnas con velo y luego siguen contando que ni a alumnas torpes, o a alumnas que no tengan nivel para estar ahí, o a alumnas que no entiendan nada,… - que  nosotros indudablemente no somos tan comprometidos como ellos, ni tan integradores como ellos, ni, en fin, defendemos los derechos de la mujer como ellos. Nosotros solo queremos que en la escuela entren todos para intentar, al menos, que esas niñas musulmanas dejen de llevar velo. No es gran cosa sin duda pero, también sin duda, es nuestro trabajo.


8 comentarios:

JLA dijo...

Buen argumento, D. Enrique.

Ahora bien, ¿dónde traza la línea entre el casco de bombero y el velo islámico o la kippa judía? ¿Por que la niña puede invocar que el velo es parte de su identidad y el horterilla no puede hacer lo mismo con su gorra?

Más: Acepta el velo. ¿Aceptaría un burka? ¿Admitiría a un estudiente con el rostro cubierto?

Saludos japoneses.

Jm_poo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que ha expuesto usted. Desde luego, la confrontación directa nunca ha sido el mecanismo adecuado para corregir cierto problemas. Espero q tenga suerte en labor. Un saludo

Anónimo dijo...

y dónde queda ese espacio común, el de todos, al que se llama público; donde la discusión y/o el debate se hace a la cara,sin velos dialécticos ni indumentarios, ese espacio que a cara descubierta todos caben.

No hay para mi imagen mas aterradora y a la vez jocosa, que un tipo con boina y caperuza blanca

Anónimo dijo...

De no ser Ud. el autor del comentario, lo calificaría de insensato y cruel.
Pero como se que Ud. esta mentalmente incapacitado para la crueldad y la insensatez, intentaré mostrarle algunos argumentos que no ha considerado.

El pasado jueves 25 de abril de 2013, en Marruecos, el Consejo Superior de Ulemas que encabeza el rey Mohamed VI, emitio una fatua que dice que “los musulmanes que rechacen su fe deben ser condenados a muerte“.

Esa fatua no es consecuencia de un calentón repentino, es una consecuencia más de la Yihad que desde los 80 del siglo pasado está fructificando en repúblicas islámicas. Donde antes había regímenes nacionalsocialistas (Irak, Egipto, Siria), monarquías parlamentarias (Iran), democracias (Indonesia, Libano), ahora (o en breve) los ciudadanos se rigen por leyes devenidas del Corán y dictadas directamente por Dios.

Cuidadanos que migraron a occidente huyendo de esa situación; que durante años vivieron sin más problemas que ganarse las judias (me refiero a la legumbre), desde hace un tiempo y no por ideología sino por miedo a represalias contra el o su familia, han tenido que hacer aquí lo que, por dignidad, no quisieron hacer en su país.

Ud. con su comentario quita la única posibilidad que ese ciudadano tenía para escudarse ante su comunidad y conseguir que su mujer o su hija sean individuos libres. Ud. le ha quitado el argumento escudo de que “la ley no lo permite” y le deja sólo ante el peligro. Le aseguro que no todo el mundo es Gary Cooper.

Ya en el 2009, en Tomelloso, a una mujer marroquí que esperaba que su hijo saliera del colegio, fue reconocida por otro matrimonio marroquí que al percatarse de que no llevaba velo, la dieron una paliza. Abortó tras sufrir la paliza.
Ud. esto que sucedió fuera, a las puertas del colegio, lo quiere meter dentro, en el patio de recreo.

Los Reyes Católicos hicieron que los moriscos y marranos tuvieran, por miedo, que mostrarse más católicos que el Papa y ahora, 500 años después Ud, les condena a mostrarse más islamistas que Bin Laden.

Un fusil no es un complemento de la ropa de un soldado. De igual manera, el velo no es un complemento de la indumentaria femenina. Es el sello con el que el dueño marca a su res.

El velo islámico es el escudo con la que ese sistama social, impide que el animal de su propiedad acceda a sus derechos y dignidad intrínseca, incluso donde son de obligado respeto.

Por no extenderme no entro en lo relativo al “relativismo moral”.

Un Oyente de Federico

chure dijo...

D. Oyente, aquí marcamos a las mujeres en las orejas al nacer, sin obtener su consentimiento. Es difícil delimitar lo que es un signo de dominación de lo que no. Yo personalmente no lo tengo nada claro en ninguno de los casos.
Si prohibimos el velo en las clases, ¿haremos lo mismo con el pañuelo palestino, por poner un ejemplo? ¿Establecemos qué logos en las camisetas son permisibles? Es un barrizal diabólico. Pero entiéndame bien, tampoco veo con buenos ojos las pocas ganas que tienen mucha de esta gente de integrarse en una sociedad abierta.
La bella esperanza de D. EPMesa de que el paso por un sistema educativo con unos objetivos y valores cada vez más difusos, se sobreponga a la presión de la tribu, me parece bastante vana.
Quizás la solución estaría en imponer una uniformidad escolar con carácter general. Así, a la vez que nos quitamos el velo, nos desharíamos de las zapatillas deportivas de doscientos euros, que también discriminan y alienan lo suyo.

Enrique P. Mesa García dijo...

A ver, tras corregir exámenes contesto:
D. JLA: el límite está en la compasión. El horterilla lleva la gorra como tontería adolescente y hay que quitársela. la niña, como señal de identidad. esto no quiere decir que el velo sea superior a la gorra, es igual de imbécil, pero sí que es un tema distinto. Lo del burka sería fácil: no se puede ir tapado el rostro (ya existe para la foto del DNI.
D. Jm_poo: yo creo que la confrontación directa casi nunca es el mejor remedio. Ahora, hay veces en que sí.
D. Anónimo: la escuela no es un lugar de debate sino de aprendizaje. Los alumnos no debaten conmigo sino que aprenden de sus profesores. No confundamos.
D. Oyente: si no fuera porque le conozco diría que es cruel e insensato su comentario. A ver, yo no defiendo el velo, es barbarie vuelvo a decir, sino que intento quitarlo. podemos discrepar en el método pero, esta vez al menos, estamos de acuerdo en el fondo. Los dos queremos que desaparezca.
Y perdonen todos mi tardanza, pero
corregir cuesta y el perro no acaba de aprender a hacerlo.

JLA dijo...

Mucho me temo que lo que Vd. llama compasión no es más que un eufemismo de excepción religiosa, esa que limita la libertad de expresión cuando se trata de criticar la superstición con nombre propio.

Dado que no hay diferencia --como Vd. bien dice-- entre velo y gorrilla, ¿qué le impide al hortera decir que esa gorrilla es parte de su identidad (como miembro de una banda, por ejemplo) o, peor aun, un elemento esencial de una nueva religión?

Solo veo la excepción religiosa, tan deleznable, en sus palabras.

JLA

Mujer y feminista dijo...

Hola
Creo que convendría leer a Franz Fanon en relación con esta cuestión. Franz Fanon señala cómo ese tipo de prendas eran tradicionalmente tanto de hombres como de mujeres (en Haydi Murad, de Tolstoi, podemos leer cómo los hombres llevaban burka). Franz Fanon nos relata, también, como la tendencia a considerar el velo como un símbolo de opresión proviene de una campaña de propaganda francesa en Algeria desde los años 20. El significado unido al símbolo pretendía presentar a la mujer como víctima subyugada y al hombre como bestia opresora. Como bárbaros. Los cíclopes y todo aquello. La consecuencia, naturalmente, es que lo terminan leyendo como símbolo de su identidad y de su cultura, frente a las burradas hechas por los colonos en sus vidas. Porque para esas mujeres, mucho más grave y cruel es (era) la opresión de los colonos, que la de sus propios maridos. Y llevar el velo no significa no luchar contra la opresión masculina. Eso sólo está en nuestra mirada feminista occidental, que categoriza a esas chicas como tontas incapaces de salir de su minoría de edad.

Hay feministas de la primavera árabe que defienden el velo y una lectura del Corán liberadora. Cuentan también que el origen del velo fue para posibilitar que las mujeres fueran consideradas iguales a los hombres.

En resumen: Los símbolos son sólo eso, símbolos. Y el significado que se les atribuye depende de las prácticas. Creo que lo realmente importante es que esas chicas tengan acceso a una educación en libertad, para que luego ellas mismas puedan atribuir un significado adecuado a esos símbolos, y seguir manteniéndolos si les da la gana, desde un punto de vista informado.

Saludos