lunes, abril 08, 2013

MORAL, POLÍTICA Y ESCRACHE


1.- La reciente utilización de eso que se llama escrache ha generado una cierta polémica. Como todo, es la caducidad de cada mercancía, acabará pronto, así que es importante tratarlo. Pero tal vez corresponda no tratarlo solo como un hecho concreto de desahucios sino como algo que implica más. Y este algo que subyace es, creemos, la clave para apoyar o no los escraches.

2.- La gente que apoya el movimiento de los escraches suele hacerlo desde una perspectiva –por decirlo así-  humanitaria: ante el drama real y cotidiano de los desahucios algo hay que hacer. Pero, esta perspectiva del activismo deviene en falsa siempre en política. No se trata de que algo hay que hacer sino de que hay que hacer lo correcto en un doble sentido: primero, como acción eficiente; segundo, como acción que responda a un correcto código moral. La pregunta por tanto es si el escrache es una correcta práctica política y moral.

3.- ¿Qué es un escrache en la actualidad? Consiste en que un grupo de personas se presentan en la casa de un político que no apoya sus ideas –en este caso concreto la Iniciativa Legislativa Popular presentada por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas- y por ello se le insulta y presiona al tiempo que se advierte al resto del edificio del carácter inmoral de su vecino. Observese esto. Al político no se le discute su error o su equivocación al no apoyar las teorías del grupo en cuestión sino que se remarca su inmoralidad.  Así ocurrió, y en un ejemplo que es categoría pues se trata de algo premeditado y no un arranque emocional, cuando la presidenta de dicha plataforma, la señora Colau, fue al congreso a hablar y calificó al representante de la banca como criminal. Es decir, como no defendió lo que ella defendía no podía caber duda: era un criminal. Y luego la masa indignada irá a su casa y gritará mirando también a las ventanas colindantes.

4.- Criminal, ladrón, asesino... Calificativos morales.  Y aquí empieza lo interesante verdaderamente. Los escraches, como casi todo el discurso lanzado últimamente desde la autoproclamada izquierda, reducen la política a una discusión moral sobre comportamientos individuales: los que no piensan como ellos son ladrones o asesinos. Los que no les apoyan fielmente son cómplices del mal. El mundo se divide en malos y en buenos –y estos son pero que muy buenos e irreprochables-.

5.- La primera consecuencia de esto  es que lógicamente, al presentar todo como una situación moral reducida a los comportamientos personales –no un análisis moral de las ideas- hay un juicio sobre el bien o el mal para dichos comportamientos individuales. No hay ideas erróneas o correctas sino maldad o bondad personal.  
Y esta maldad o bondad no se refiere a un juicio sobre las ideas sino que se juzga a los sujetos que las mantienen. No se señala las consecuencias morales de las ideas sino que quien mantiene una idea determinada es buena o mala persona. Así, la conclusión política, segunda consecuencia,  es que hay personas buenas y malas de acuerdo a su adscripción a unas ideas políticas u otras. Las buenas, lógicamente, serán aquellas que tengan las ideas moralmente buenas. Las malas, es fácil de adivinar,  serán las que mantengan las ideas equivocadas. Resumen: nosotros somos los buenos y ellos son los malos.
 La tercera consecuencia es que se produce así, paradójicamente, un reduccionismo de lo moral. La moral queda reducida a juzgar vidas completas por ideas concretas defendidas. Un triunfo de la moral, sin embargo, fue defender que la intención, y no el acto, era el fundamento para el juicio sobre la moralidad de las acciones; ahora, en el infantilismo de la autoproclamada izquierda, la vida de una persona puede ser juzgada por una idea defendida sin ni tan siquiera conocer qué argumentos se dan para ello.
Y, la cuarta consecuencia, conclusión de las tres anteriores a su vez, es que la política se va a identificar, a confundir sería mejor,  con ese reduccionismo moral. No hacen falta ya desarrolladas argumentaciones políticas  ni un complejo discurso que distinga ideas defendidas de acciones realizadas. Basta una moral primitiva basada en la emoción y hablar con ese tono curil característico, como si a uno le doliera cada niño pobre.

6.-  Pero, ¿estamos nosotros en contra de que política y moral se relacionen?
Las ideas políticas -y las económicas, históricas, científicas, artísticas y de cualquier otro índole- tienen sin duda un contenido y un significa moral. Esto no es lo falso. Pero es que esto no es tampoco lo que se señala en estos movimientos. Lo que se dice en ese empleo de los términos por parte de la autoproclamada izquierda, y en el escrache, es que defender o no defender unas ideas va necesariamente unido a un juicio moral sobre la persona que en concreto piensa así. Es decir, que el juicio moral no se refiere a las ideas como teoría sino a las personas en concreto y a su comportamiento vital. Por eso, volvamos al ejemplo, la señora Colau puede deducir el carácter moral del representante de la banca: si defiende ideas distintas a mí es, sin duda, un criminal y hasta le tiro casi un zapato.

7.- De esta forma la moral infantil sustituye al discurso político y la política deja de estar dividida entre oponentes ideológicos, personas que piensan distintos pero que conviven y para las que es necesario construir una sociedad donde todos puedan convivir, para pasar a ser un mundo de enemigos personales. La sociedad así ya no es un lugar de convivencia para esas personas distintas sino coto de caza del diferente. Pensar distinto es ser el malo. Y, por qué no decirlo también, esto mismo lo ha dicho el PP: los de la Plataforma son de ETA.

8.- Y esto tiene una curiosa lectura política. Efectivamente, esta ideología política lo que hace en realidad es defender implícitamente que las instituciones sociales y la misma sociedad son solo la suma de cada uno de los individuos y no realidades objetivas. Esta idea, que es la clave para el liberalismo o el infantil anarquismo –lo sé, alguien se ha indignado- no es sin embargo asumible para explicaciones sociológicas algo más elaboradas. Así, como en el ñoño anuncio del derechista gobierno de Madrid sobre que la comunidad es la suma de todos, en esta teoría subyace el viejo concepto liberal de que la sociedad no es más que la suma de sus individuos. El capitalismo es malo –pero mazo de malo- porque los banqueros son malas personas –pero mazo de malas-.  Y se acabó el análisis.

9.- Pero hay algo peor que ser un liberal. Efectivamente, la teoría aquí analizada, la sustitución del análisis político por una simpleza de buenos y malos, tiene un efecto en la práctica social claro. Si la sociedad se divide en buenos y malos, la única forma de acción coherente entonces es la eliminación social, o física, de los malos. Si el adversario político  -es decir: quien no piensa como uno- lo es por su inmoralidad personal es lógica la solución de su extirpación  social.

10.- Lógicamente, ninguna de las personas que participan en los escraches desea esto -bueno, menos los de Batasuna que ya tienen experiencia. Pero lo importante es que políticamente hablando el escrache y, con él, el discurso político de la actual izquierda es políticamente irrelevante. Y no lo es curiosamente por incapacidad, pues la propia ILP resulta bastante interesante para iniciar una discusión y análisis desde una perspectiva de izquierdas, sino porque lo que subyace en cualquiera de sus discursos, incluso en los interesantes como el ya citado de la ILP, es el presupuesto presentado en el punto  4 de este escrito: la sociedad es el conjunto individual de buenos y malos. Y aquí se ve el carácter absolutamente ñoño de todo este pensamiento. Podrán crear una fe pero no un discurso político.

11.- El domingo, en un edificio ocupado cerca del cementerio de la Almudena (Madrid), estaba puesta una pancarta: La  ILP no se toca. Al lado del edificio, unos señores y señoras tomaban unas litronas mientras escuchaban algo así como música a todo volumen con una vestimenta que sin duda era de atrezo. Cerca de allí, alguien además había colocado una pegatina: Barrio antifascista. Al que pillemos lo vamos a hostiar.   Canta la Internacional que la tierra será un paraíso, patria de la humanidad. Que recuerde, no dice nada sobre el ideal de un cementerio. 

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu discurso está basado en mentiras (Ada Colau representa la PAH no es su Presidenta), insultos (nfantilismo, autoproclamada izquierda), comparaciones que ya son un tópico (Comparar la PAH con ETA) y todo con un doble fin:

1. Proteger a los políticos de la presión social.

2.Y evitar cualquier tipo de respuesta social a las políticas del gobierno.

Imperialista, fichalo ya. Joder...
Un cargo de confianza para Mesa yaaaaa!!!!

Jaime Moreno dijo...

Muy buenas. Aunque habitualmente me gusta mucho su forma de plantear todo tipo de cuestiones de forma…diferente –esté o no de acuerdo con sus ideas-, ya le felicité en persona y lo repito; en esta ocasión y sobre un tema tan terriblemente complejo me encuentro confuso sobre su opinión al respecto. Así que pasaré a exponerlo de la forma más capaz que me vea:
De primeras, en la definición de escrache casi diría que hay una petición de principio –una de esas cosas que están regular en un razonamiento lógico- que facilita la conclusión deseada al incluir en esta susodicha “que no apoya sus ideas”. Esto en mi opinión hace que gradualmente hacia una perspectiva un tanto incompleta.
Posiblemente sea dudosa la coherencia legal y política del escrache; sin embargo sería más correcto analizarlo desde una perspectiva concreta, aplicada a las circunstancias. La PAH, hasta donde yo sé, ha tratado de agotar las vías legales que nuestro sistema permite a los ciudadanos: apelar a los tribunales, manifestaciones, así como la consabida ILP. La actitud de los políticos – de todos los colores, pero con responsabilidad última del PP como partido en el gobierno- ha sido desoír e insultar a los ciudadanos. No solo a este grupo concreto, si no a la inmensa mayoría de los ciudadanos. Podemos protestar, sí, pero sin incomodarles. Me distraigo; el caso es que se violenta a diario a los ciudadanos por parte de los distintos gobiernos –central, autonómico, local, etc…- y no parece ofenderse nadie.
Véase entre las más recientes reacciones la del señor Felipe González -a modo de ejemplo ridículo porque las intervenciones de los representantes “peperos” son ya de parodia surrealista-. Me recuerda a la esposa del reverendo Lovejoy –Los Simpson- en aquel capítulo que constantemente aparece gritando “¿es que nadie piensa en los niños?”; los niños parece que solo tiene categoría completa de niños si son hijos de políticos. Parece importar menos lo de ser niño cuando se asaltan las casa de la familias desahuciadas; por cierto, previo paso de haber endeudado el país entero para limpiar a los bancos –propiedad privada, responsabilidad privada ¿o no?- de sus torpezas y trapicheos fruto de la avaricia voraz; porque se puede estar más o menos de acuerdo con el liberalismo, pero al menos que cada cual sea consecuente con sus errores. Que quede claro que no creo que usted defienda esto; sin embargo, también creo que no se contempla esta cara de la situación, la cual que fuerza a ciudadanos normales, y no precisamente adolescentes hiperactivos e ingenuos, a tomar medidas como el escrache.
En todo caso la inmoralidad de los “escracheados” está en sus contradicciones, opino. Sus acciones no estaban reflejadas en su programa electoral o promesa de cualquier otro calibre, y por tanto tampoco apoyada por su cacareada mayoría absoluta. El discurso político al que recurre ha de ser coherente con las condiciones de posibilidad de la realidad, y la realidad concreta y dura nos deja pocas opciones. No estoy de acuerdo en que sea ñoño, más bien es hacer lo que se puede con las herramientas que tenemos.
Por otro lado, personalmente no apoyo el concepto de revolución violenta, sin embargo está claro que cada vez estamos más lejos de un Estado justo y equilibrado, a los ciudadanos se nos acaban las alternativas cívicas para ejercitar ese punto medio de una democracia equitativa.
Espero haberme hecho entender. Me dejo mucho de camino, pero tal vez ya es excesivamente largo el “comentario”. Y si me equivoco y puede señalarlo brevemente, así como proponer alternativas al escrache como respuesta a esta sangrante situación, pues muy agradecido.

Anónimo dijo...

Como D. Jaime, yo también suelo estar de acuerdo en las formas y, esté o no de acuerdo con el fondo, he de decir que siempre aprendo algo (esto a usted le gustará). Pero en este artículo algunas cosas me chirrían y noto una gran distancia entre la realidad y el pensamiento que usted desarrolla. Usted dice que "la intención, y no el acto, era el fundamento para el juicio sobre la moralidad de las acciones". Yo creo que aquí se pueden hablar de más temas, no sólo del de la coacción, que a mi entender es en lo que ha derivado la acción. Sin embargo, yo creo que la intención del escrache (y a lo mejor yo también tengo una idea del escrache muy ñoña)es una manera de no permitir que un político permanezca ajeno a un drama social como este, y que le resulte algo tan ajeno a su vida o conciencia. Los politicos, como tal, deben tener una responsabilidad social y eso que tanto argullen desde el PP, una gran vocación política para la sociedad y no deberían permanecer ajenos a este drama ni en su casa. Entonces me gustaría preguntarle si, aparte de las agresiones verbales que no hace falta comentar más, qué opina usted de llevar la presión sobre un conflicto como el de los deshaucios y el abuso de los bancos hasta la vida "real" de un político y no dejarle permanecer ajeno a esa realidad.

Anónimo dijo...

No te esfuerces tanto Jaime.
Lo que diferencia el discurso de EPMesa del discurso de la clase política es el envoltorio. El envoltorio que te presenta EPMesa es más elaborado. El fondo es el mismo. Defensa del orden establecido y defensa de los privilegios personales.
¿Cuándo EPMesa critica al PP? Cuando el PP cambia su orientación respecto al estatus de la filosofía. Es decir, cuando las políticas del PP pueden perjudicar sus intereses personales y privados.
EPMesa es una persona que defiende sus intereses personales por encima de todo. Una persona de derechas que defiende que las cosas sigan igual porqué descarnadamente, piensa que las cosas no pueden ser de otra manera. Que comprende que por sus estudios y su cultura está por encima de mucha gente y utiliza esos conocimientos en su discurso para edulcorar sus ideas conservadoras y reaccionarias.
Por eso pido que Imperialista le fiche, porqué el PP podría usar el ingenio de Mesa en su propaganda.
Por otro lado, Mesa se ha ofrecido públicamente al partido gobernante en este foro en más de una ocasión...
Por otro lado, comprendo que a Imperialista le ofenda la actitud de EPMesa. Pero es que Mesa siempre ha sido así. Siempre le ha gustado trasvestirse políticamente y burlarse de aquellos a los que toma el pelo. Una persona así, no es digna en absoluto de confianza. Pero yo opino que Imperialista debería de confiar en la falta de escrúpulos y en el egoísmo desmedido de Mesa, aunque sea repugnante tratar con él sabría hacer muy bien su trabajo. "Es un hijoputa, pero es nuestro hijoputa." Como Carles Sentis o Josep Pla durante la Cruzada, Mesa sabe donde radica el poder y el dinero a pesar de la repugnancia que causa su ateísmo y su mezquindad. Se puede contar con él para los fines más abyectos.

Enrique P. Mesa García dijo...

Por partes.
D. Jaime, algunas cosas:
1.- pòr supuesto el gobierno es deleznable y lo de los desahucios una vergüenza. El problema que yo veo es de fondo político. La idea que subyace es de culpabilidad moral personal, es decir: los diputados son malas personas porque tienen ideas contrarias a las que nos parecen evidentes. Es más, es que subyace otra idea terrible: solo se puede estar en contra de lo que yo pienso, piensa más de un izquierdista, desde la maldad. esto tiene el problema de reducir todo a un problema personal y de convertir la sociedad en una sociedad de buenos y malos. Y eso es terrible.
Y como prueba valgan dos comentarios que aquí aparecen por parte de un "anónimo" (el 1º y el 4º) que es un ejemplo perfecto de lo que se cuenta en el artículo. Como no coincido con su opinión, si es que la tiene porque no la explicita, se dedica a hacer juicios personales sobre mí acusándome de terribles males como estar vendido, al servicio del PP o ser un malvado hipócrita que solo busca un puesto. Lógicamente, yo estoy acostumbrado a tratar con niños y adolescentes y eso no me afecta, pero lo interesante es como se elimina cualquier argumentación sobre lo dicho en el artículo, no se discuten ideas y las que se ponen como argumentación son entre falsas y ridículas, en aras del juicio personal. Si yo fuera así realmente, permítame seguir con el ejemplo, ya no tendría sentido escucharme y mi destino sería la eliminación social por malvado 8antes de que me comiera un niño algo aún peor como sería que no llorara viendo Novecento).
2.- pero segundo, y más grave, es cómo coinciden todos estos temas, que creo hay que analizar como un todo y no como unidades, justo cuando la izquierda resulta incapaz de presentar un modelo alternativo político eficaz, o sea: electoralmente atractivo, y filosóficamente fuerte, o sea:intelectualmente importante. Así, la ausencia de discurso racional es sustituida por la pancarta y el lema simple.
y 3.- Y viene lo peor. Realmente hay que hacerse una pregunta: ¿quién gana más con esta quiebra que se quiere llevar adelante del modelo social y político español? Igual, y de eso hay que hablar, ganará más la oligarquía que la ciudadanía. Y me va a permitir de nuevo que esto lo deje en el aire porque lo estoy pensando desde hace un tiempo. Repito: igual los tontos útiles, y por usar esta expresión y que conste que comprendo que no lo son voluntariamente, de la oligarquía son todas estas movidas deslegitimadoras absolutas que buscando el paraíso sin haber condiciones para ello están yendo al calor del infierno.

Jaime Moreno dijo...

Por no dejarlo en el aire, comentaré brevemente –esta vez sí- algunas cosillas. Lo primero es reconocer que por mi parte me he desviado involuntariamente del asunto a tratar.

Es cierto que la izquierda necesita un discurso intelectualmente fuerte, sin embargo considero que sigue siendo una cuestión de grados. Esto es, hay que desarrollar un ideal políticamente eficaz, pero mientras tanto no podemos dejar de lado los problemas concretos del aquí-y-ahora o estaremos condenándonos –entonces sí- al despectivo ideal de la Torre de Marfil, que es útil para tomar perspectiva, pero con medida para evitar que el resto de la población –y nosotros mismos, como parte de ésta- sea destruida; perdón por el catastrofismo pero es que si no habría que detenerse en toda la infinitud de variables.

Sobre la moralidad: Como me dijo una amiga hace poco en una discusión en torno a Scheler, “toda acción es moral” –¿o quizás era elección?-, en cualquier caso viene muy al tema de afirmar que cualquier decisión humana está afectada por la moral, sea económica, política, filosófica o de cualquier otro carácter; teórico y práctico. La discusión aquí, entiendo, que gira en torno a qué vara de medir elegimos para juzgar la moralidad como buena o mala. En mi opinión personal, la moralidad de los distintos responsables políticos es monstruosa, incoherente, e injustificable,…hala. ¿Ponernos al mismo nivel no nos hace mejores? Cierto, pero es que cada vez queda menos libertad para actuar legítimamente.

Y, también en mi opinión, discrepo en que estas acciones no favorecen demasiado a la oligarquía dado que son precisamente fruto de una presión desmedida de ésta primera sobre la ciudadanía. Hay opiniones encontradas sí, pero progresivamente estamos viendo como se unifica la población en el hastío hacia la casta política

Otro tema a parte sería si en relación a estos distintos puntos se legitima el escrache o no, y cuáles serían si no los medios adecuados para actuar. Y volvemos al punto de partida; yo diría que por las causas que afirma “Anónimo” 3º sí, alguien debe hacerles recordar fuera de sus acomodados sillones del parlamento las consecuencias de lo que deciden –por cierto, Goya para la sufrida señora Sáenz de Santamaría, “reprochadme donde soy omnipotente para responder o no; pero en mi casa, no”-. Pero lo único cierto es que es muy complicado, precisamente si se tratan de integrar entre sí lo que usted defiende y los restantes niveles,.. no sé, no sé…

Anónimo dijo...

Permítame que como anteriores comentaristas argumente ad hominen, es Ud un ingenuo.
Su ingenuidad le hace argumentar partiendo de premisas falsas.
Pero esto no invalida su analísis, pues la perspectiva con la que analiza “moral, política y escrache” es la suya de siempre y con la misma ética y principios demócráticos que ha vertido en todos sus comentarios.

Ud. da por sentado que el “scrache” (en castellano “kaleborroka”) tiene como motivo los deshaucios.

No le voy a repetir las cifras, harto sabidas, de deshaucios que se hicieron durante la legislatura de Zapatero. Pero destaco la ley “Deshaucio Exprés” promovida por el PSOE y sacada adelante con el apoyo y veneplácito de sus socios de gobierno IU, ERC, y sin la menor pega de UGT y CCOO.

Además es obvio que los desalojados de ahora son consecuencia de procesos judiciales iniciados durante el reinado de la izquierda de Zapatero. Un proceso judicial que concluya en desalojo o deshaucio suele durar 18 meses.

Cuando había 3 millones, 4 millones, 5 millones de parados, era cuando los ciudadanos dejaban de pagar la hipotéca o el alquiler, no por haberse fundido los sueldos en cocaina, coches de alta gama, cruceros, sexo, corrupción y materialismo ateo…, si no porque se quedaron, no solo, sin trabajo, también sin ahorros con que poder hacer frente al pago.
Mientras estos dramas ocurrían, la presidenciable Carmen Chacon sacaba adelante su “Deshaucio Express” y la izquierda no tenía más problemas para manifestarse que las cruces en las farmacias, los huesos de la Guerra Civil, que no iban a poder descargarse películas de internet, el CO2 que producen las luces de Navidad, o los 3 trajes de Camps. Jamás los deshaucios, o la crisis que los provocaba.

Sólo a partir de 20-N-11, mejor dicho, de la encuesta de septiembre-11 donde daban ganador de las elecciones al PP. Entonces, los administradores de la ira, descubrieron que había paro, excesivas constructoras y políticos corruptos, pero sólo del PP, a pesar de que el propio Conde Pumpido hizo público un informe donde detallaba los procesos judiciales abiertos a políticos : 264 del PSOE, 200 del PP, 20 de iU, 43 de CC, 30 de CiU, 24 del PA, 17 del GIL, 7 de UM, 5 de ERC, 3 del BNG, 3 del PNV, 1 de ANV y 1 de EA.
Pese a estos datos oficiales dados por el gobierno de Zapatero en que la izquierda gana en numero de corruptos a la derecha, paradógicamente, mis amigos de izquierda, son incapaces de decirme un solo caso de corrupción en que este implicada la izquierda. Tampoco se enteraron del GAL. Aun ahora no se dan por enterados, para ellos desde la ejecución de Salvador Puig Antich no ha habido más crímenes de estado.

Esta kaleborroka, se justifica por si misma, los fachas tienen que pagar haber ganado las elecciones y además, cuanto peor, mejor.
A los administradores de la ira lo mismo les da un barco que se hunde, la participación en un conflicto bélico, el que no llueva, el apetito de Iñaki de Juana Chaos…, cualquier motivo puede servir de justificación.
En una sociedad que progresa, es complicado convertir al ciudadano en chusma. Para ello primero hay que pauperizarla.

Los amos de la izquierda necesitan chusma y no ciudadanos.
Que obedezca y no pregunte ni se pregunte. Que sus limitaciones mentales les permita tragarse las consignas sin masticar y puedan hacerles gritar llamando “asesino” a cualquier persona, menos a los autenticos asesinos, los del tiro en la nuca y sus abajofirmantes.

Un Oyente de Federico

chure dijo...

Sr. EPMesa, mantiene enfocado el primer plano pero desenfocado el fondo. No hay que irse muy lejos para ver que el 'escrache' no es una opción moral. Su contagio y generalización puede devenir en una dislocación de la convivencia absolutamente fatal; un auténtico tobogán hacia el totalitarismo.
Sin embargo elude profundizar en el contexto y la fuerte componente irracional de desesperación y venganza que tiene este fenómeno, y que aunque pueda estar más o menos manipulada, no surge de la nada. Deberíamos rechazar la tentación de retratarnos en poses estéticamente equidistantes, porque el tiempo se agota y los hechos van devorando a los análisis. La autodenominada izquierda de IU, como usted gusta decir, así como UPyD van preocupantemente por detrás de los acontecimientos, cuando es perentorio, que todo ese descontento se reconduza y canalice constructivamente. En este sentido el 'escrache', aunque moralmente reprobable, puede que tenga una utilidad social en cuanto última advertencia a unos y otros.
No obstante, coincido con usted en que parece que haya determinadas esferas muy interesadas en que nuestras corrompidas instituciones no sean saneadas, sino que se vayan disolviendo cuan azucarillo. Cuando el fuego lo arrase todo será más fácil acometer el último asalto.

Anónimo dijo...

"¿Cuál es, por ejemplo, la diferencia de fondo entre un historiador marxista y de un burgués respecto al período de la llamada «dictadura jacobina» de la revolución francesa?
La diferencia de apreciación consiste en que un hombre de derechas tratará de reducir ese período al mero terror, a la guillotina; un hombre de izquierdas -y con más razón un marxista-, al mismo tiempo que mantendrá una actitud crítica respecto al engranaje del terror jacobino, al círculo vicioso
que representaba el grado e intensidad a que llegaron las ejecuciones, no olvidará tener en cuenta dos factores fundamentales a la hora de analizar este
problema:
¿Cuál era la situación en que se encontraba la joven República
Francesa?
¿El terror era empleado por Robespierre, Saint-Just y otros en
función de qué objetivos?"

Enrique Lister