martes, septiembre 10, 2013

GIBRALTAR Y LA POLÍTICA

Desde siempre, la precisión en el lenguaje ha sido un ideal del pensamiento filosófico y también, como no podía ser menos, del mío. Educado en colegio privado, en la universidad pública, doctor en Filosofía y número uno de mi promoción en las oposiciones a profesor, siempre he procurado un uso preciso del lenguaje. Así, puedo declarar desde esta característica que el hecho de que Gibraltar sea británico o español me la pela.

Pero, hay algo falso en esto y no es la opinión subjetiva: realmente es que me la pela. Lo erróneo es creer que la política es el reino del deseo personal concluyendo que si soy indiferente ante algo ese algo ya no es importante. O dicho en lenguaje propio de esta investigación: si eso me la pela eso es una gilipollez.

En la política, y esta es la diferencia con el sueño del fácil radicalismo, lo que importa no es el deseo personal sino el statu quo vigente. Es decir, en la política no se juega solo con lo que debería ser sino, y fundamentalmente, con aquello que está siendo. Y en este caso concreto, el statu quo vigente de las relaciones internacionales. Pero, al tiempo, no solo de ellas. Es otro error,  y este intencionado como veremos, pretender que el problema actual de Gibraltar es un tema que solo afecta a la política internacional española y el actual conflicto no se puede examinar desde un tema más nacional –obsérvese la ironía del comentario.-.

En primer lugar, debemos dejar claro que Gibraltar, de acuerdo al modelo internacional vigente sobre soberanías nacionales, debería ser español. Obsérvese lo que hemos dicho. No hemos señalado un deber ser universal y de contenido moral y patrio sino uno de acuerdo a unas circunstancias concretas que son las relaciones internaciones entre países en la actualidad. Así, de acuerdo a las mismas, y teniendo en cuenta además que se trata de dos democracias que respetan básicamente los derechos humanos, el Reino Unido debería devolver Gibraltar a España.

Sin embargo, el tema Gibraltar nunca debe ser un tema prioritario para España. Resulta ridículo que en un país con seis millones de parados y un proceso de precarización que busca su conversión según el modelo chino, el tema patrio no sea la pérdida de la propia soberanía nacional y la traición constitucional del gobierno a favor de una Bruselas nada democrática sino la discusión sobre un peñasco. Efectivamente, la traición a la Constitución española y vender la soberanía al proyecto de precarización europeo es el auténtico tema para la defensa España y no una roca poblada de monos –y personas también, británicos pero personas-.

En segundo lugar, está el tema de las aguas territoriales y la ley. El tema, evidentemente, es de orden jurídico internacional y solo puede tener respuesta desde ese orden. Es decir, no parece que sea algo que se pueda discutir fuera de ese estrecho y profesional círculo. Y aquí, tampoco.

En tercer lugar, y como algo de lo que curiosamente se habla poco, el tema del lanzamiento al mar de los bloques de hormigón y las obras de ampliación deberían tratarse prioritariamente como un problema de medio ambiente y de  economía sostenible y no como un tema patrio. Igual, hasta hay razones para echar esos bloques al mar.
.
En cuarto, que Gibraltar no puede ser un paraíso fiscal. Pero el problema aquí es el falso escándalo que ha generado la derecha. No se trata de escandalizarse porque Gibraltar sea un paraíso fiscal, sino de hacerlo porque haya, estén donde estén, paraísos fiscales. Así, se debe apoyar toda acción en contra del peñón como paraíso -incluyendo si es necesario cerrar la reja-, pero, a la vez, exigir en los foros internacionales la desaparición de todos los paraísos fiscales -incluyendo los que conoce la oligarquía o meterlos entre rejas-.

Sin embargo, y esto es lo que realmente importa en el momento actual, también hay que tratar este asunto desde una perspectiva política exclusivamente nacional pues hay tres temas muy interesantes.

El primero es, y no es un error, el caso Bárcenas. Efectivamente, la causa fundamental de la actualidad del asunto Gibraltar es el caso Bárcenas. Un partido acosado por problemas muy graves de corrupción necesitaba cambiar de foco de actualidad. Así, el nuevo foco sería la españolidad del Peñón. Pero, y estos es interesante, no tratándose de la tradicional cortina de humo patria. Hasta ahora las estrategias de distracción patrias tenían como objetivo la mayoría de la población inflamada de fervor nacional -por ejemplo, la diada que se avecina-. Sin embargo, esta nueva estrategia está dirigida fundamentalmente al propio electorado del PP: es un cierren filas. Esta cortina de humo ya no pretende unir a todos los españoles sino exclusivamente a los votantes que el propio partido en el gobierno está perdiendo. Y esta pérdida de voto se debe, fundamentalmente, a su política social. No hay nunca que olvidar que en España un amplio grupo de derechas tiene una política social intervencionista y ajena absolutamente al actual gobierno. Y a esto hay que añadirle, y como puntilla,  el caso Bárcenas.

Efectivamente, segundo punto, el PP tiene un grave problema pérdida de votantes por su política social que resquebraja la fidelidad del voto. Pero, lo que sí uniría a la mayoría de los votantes del PP es el tema patrio y el nombre de España. Y más después de la patética actuación del gobierno Zapatero, las acciones de los nacionalistas y la comprensión de la autoproclama izquierda hacia ellos: está prohibido decir España –la llaman estado español- pero se sientan al lado de un grupo que se llama –ojo al nombre- Iniciativa por Cataluña. Ante esto, el empleo del tema del Peñón es una estrategia para conseguir recuperar el voto: presentar al PP como el único partido nacional. Y esto busca conseguirse de una forma doble. Primero, mostrando la defensa de España con, presunta, dureza del gobierno haciendo declaraciones tipo se acabó el recreo y aspavientos con bandera de cara a la galería. Segundo, y esto es clave, conociendo de antemano el discurso de la presunta izquierda. Así, la clave en las dos actuaciones es la recuperación del voto perdido.

Así, tercer punto, se llega a una conclusión. Todo este monopolio patrio del PP no sería posible, y esto lo conoce el PP, sin la ridícula actuación permanente de la autoproclamada izquierda en el tema nacional y nacionalista. Efectivamente, la izquierda cree que se puede estar embarazado a medias y ser paleto y patriota en una región y ser escéptico y cosmopolita en Madrid. El problema, por tanto, no está en no ser nacionalista español, la izquierda no puede ser nacionalista, sino en serlo catalán, vasco, gallego o de cualquier otra provincia como lo es la autoproclamada izquierda y no serlo, ya puestos, español. Y lo que la gente, con razón, no entiende es precisamente esa incoherencia.

Y esto se ha visto perfectamente en el tema Gibraltar y se verá en la ridícula diada. Mientras en un tema la izquierda ha mantenido una mirada de superioridad moral no exenta de cierta ironía antipatriota -y ahí tiene razón- su baba caerá mientras canta ensimismada una tonadilla agrícola al lado de una bandera con rayitas -y ahí no tiene razón-. Así, lo que en un sitio es un trapo, en el otro es un símbolo sagrado: pero en una izquierda real los dos son un trapo.

Y aquí volvemos al grave problema del deseo subjetivo frente statu quo. A mí el ñoño discurso de la autoproclamada izquierda me la pela, nunca hay que perder la precision en el lenguaje, y a cada declaración de sus jóvenes dirigentes no puedo sino sorprenderme de cómo esa gente la llegado hasta ahí -para luego comprenderlo, eso sí, escuchando a sus mayores-. Pero son, aquí el statu quo, la única esperanza para obstaculizar el proceso de precarización.


La política es triste porque, curiosamente, no permite el ideal. Pero una cosa es pedir el ideal y otra es pedir, al menos, la coherencia.  Gibraltar no es más que una marca de pegamento electoral. Su finalidad es recuperar el voto perdido del PP hasta que llegue la falsa recuperación económica. Sin embargo, que funcione es un problema también que señala la incoherencia del discurso de la autoproclamado izquierda. Solo cuando esta se libre de su incoherencia paleta podrá enfrentarse a la derecha realmente aldeana. Mientras tanto, una roca con monos –y personas- o una cadena con eslabones nos son sino las distintas caras en la misma moneda del pensamiento reaccionario.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

disculpe mi pretenciosidad, como me considero un ciudadno de izquierdas, mañana desempolvaré como cada 11 de septiembre mi viejo lp de quilapayum y escuchare La Cantata de Santa María de Iquique y finalizare el día escucando a Soledad Bravo cantando pisaré las calles nuevamente.
Pienso que como ciudadano votante de partidos de izquierda es lo único que mañana 11 de septiembre puedo escuchar.

Anónimo dijo...

Se dice que los historiadores marxistas son incapaces de analizar la historía, ya sea Atapuerca o la Comuna de París, desde otra perspectiva que no sea la marxista, descontextualizándola siempre.
Ud. hace lo mismo cuando comenta algo sobre el Islam. Lo analiza desde la óptica cristiana, como si fuera el cristianismo. Y ahora hace algo similar al analizar la estratégía del PP, lo hace como si, este, fuera un partido de izquierda.

Ójala, Don Enrique, ójala, tuviera Ud. razón y por una vez el PP dispusiera de esa capacidad y pusiera en práctica esa estratégia propagandística que Ud. les atribuye.
Pero , muy a mi pesar, son unos ineptos en asuntos de imagen, propaganda y agitprop. Son incapaces de comunicar. Aunque consiguieran que todos los españoles tuviéramos un chalet con piscina en forma de riñón en la urbanización “La Finca”, la izquierda lo volvería mediaticamente en su contra.

Fíjese Ud., que desde el descubrimiento de América (que no fueron los vikingos), el mayor acontecimiento en la historia de España ha sido la desaparición del reclutamiento militar forzoso, el Servicio Militar (la Mili). Pero como lo hizo el gobierno de Aznar, nadie se enteró ni lo recuerda.

Ahora mismo, con el asunto Barcenas ¿cree Ud. de verdad que hacía falta Gibraltar, teniendo a la UGT, repartiendo sobresueldos, no en sobres, ¡¡en bolsas de basura!! como “el Cachuli”, o transformando en marisco el dinero destinado a discapacitados y mujeres maltratadas. O a la Junta de Andalicía con 40 dirigentes entre ellos el presidente del PSOE inplicados en el saqueo de unos 1.600 millones de euros, pero de los euros públicos, no donaciones al partido de particulares hace 20 años. Euros de los que han quitado a los trabajadores de sus nóminas. Como diría Sanchez Gordillo “nos los han quitado de la comida de los niños desnutridos”, para gastárselos en wiski, putas y cocaina.
Teniendo eso ¿cree Ud, que si fuera al revés, el Barcenas del PSOE y ERES y UGT del PP, les haría falta Gibraltar?

En lo de Gibraltar, sobrevalora Ud. mucho al PP. No solo no obedece a la estrategia que plantéa, sino que, además, será usada en su contra. Que es, ni más ni menos, lo que, como buen izquierdista, hace Ud. en su comentario.

¿Se acuerda Ud. de la Guerra de las Malvinas? Pues es algo similar, en cuanto a la capacidad propagandística de la izquierda. Mientras en Argentina, los agresores en esta guerra, hasta la extrema izquierda hacía piña con la dictadura militar en el poder; en Gran Bretaña — los agredidos— y en toda Europa, se dió una campaña feroz de la izquierda contra Margaret Tacher (era la época del Punk y tengo decenas de discos cuyas portadas o letras van dedicadas contra ella), a pesar de ser la agredida y luchar contra una dictadura militar.

Ójala tuviera Ud. razón en su comentario y la derecha, por fin, hubiera aprendido a utilizar la propaganda.

Un Oyente de Federico

Anónimo dijo...

Viva(n) la (s) cadena (s)