lunes, octubre 07, 2013

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA/3: DIVISIÓN (y no) DE LA FILOSOFÍA

En el artículo anterior veíamos que la Filosofía tenía una serie de características determinadas que la  hacían ser algo sustantivo, con entidad propia. Es decir, precisábamos que no todo es filosofía ni filosofía es todo. En esta ocasión, y ya como final de esta introducción y para empezar con su historia, vamos a ver que esa misma Filosofía tiene partes en que se puede dividir.

Sin embargo conviene hacer aquí una aclaración. Vamos a presentar cinco partes en que tradicionalmente se ha dividido la filosofía. Pero, también haremos una breve disertación teórica sobre esta misma división y qué puede implicar. Es decir, y esto es importante, vamos a filosofar, poquito que yo soy muy simple, sobre ella.

La Filosofía es pregunta y respuesta. Se puede entender que, me pondré poético futurista –y pedante-, la pregunta es el motor y la respuesta el camino recorrido. Así, la respuesta es su historia, que veremos con posterioridad, y la pregunta aquello que mueve su historia. Pero, como en todo, esto también tiene algo de falso. Porque la misma pregunta tiene su propia historia y van surgiendo y concretándose con el propio  devenir histórico de la Filosofía.

Lo primero que cabe preguntarse, y lo primero por lo que se preocupó la Filosofía como veremos, fue por la Realidad. Esta pregunta sobre la Realidad se la hace la Metafísica -nota: no vamos a hacer aquí distingos entre Metafísica, Ontología o Filosofía Primera, porque, aparte de que no me la sé, en un texto de este tipo no parece muy necesario-.
Sobre la Realidad cabe cuestionarse varias cosas. La primera, escapa al sentido común: ¿realmente existe la realidad? O aprovechando a Descartes: ¿cómo puedo estar seguro de que lo que veo no es un sueño y no existe la realidad exterior a mí? Así, esta primera pregunta, que, y no curiosamente, históricamente será de las últimas, inicia la reflexión no en el tiempo pero sí filosóficamente -por cierto, si les parece una tontería prueben a resolverla-.
A continuación, y ya presuponiendo como cierto que esa realidad existe, está cuestionarnos cómo es realmente. Esta pregunta sin embargo, no pretende una mera descripción, como hace la ciencia, sino algo más. Pretende conocer si existe una verdadera realidad y una falsa y qué condiciones cumple cada una para ser así. Surge así la distinción apariencia/realidad que busca no describir lo que hay, sino discernir si lo que hay es lo auténtico. Y  aquí algo importante. No se  trata en este punto de que los sentidos me puedan engañar, como en un espejismo, sino de una distinción más radical: no todo lo que existe necesariamente es verdadero -como, por ejemplo un billete falso-. Y así la distinción entre apariencia y realidad culmina, como veremos y al añadir el transcurrir temporal, en la distinción entre ser -lo que hay- y deber ser -lo que debería haber-. Es decir, si lo que hay actualmente es lo que debería haber racionalmente.
Otra pregunta que se hará la Metafísica es si esa realidad es un orden, es decir las cosas ocurren cumpliendo leyes que existen en la propia realidad, o es un caos: ¿realmente las leyes de la física son reales, creadas por los sujetos o meras formas de explicación? Además, se planteará otra pregunta fundamental y es qué condiciones cumplen, qué tienen en común, todos los seres solo teniendo en cuenta que existen. Efectivamente, todos los leones para ser leones tienen algo en común, a su vez, leones y tigres tienen algo común para ser ambos felinos y, otra vez, tendrán algo en común para ser animales. Luego, algo en común con las plantas para ser seres vivos y así sucesivamente mientras, al tiempo, va bajando el número de coincidencias. Pues la pregunta metafísica es qué tienen en común todos los seres solo en cuanto que existen: ¿qué tienen en común los entes?
Pero la Metafísica, que es muy preguntona y ciertamente es una cotilla del Ser, todavía preguntará algo muy importante pues quiere conocer el fundamento último: la causa final, ya sea en el origen del tiempo ya sea última en su final, que explica que las cosas sean como son. Así, la Metafísica no solo pregunta al Ser sino que también pregunta por el Ser -y esto, como veremos, le sentaba muy mal a Heidegger-.

Pero la Filosofía no es solo cotilla sino que busca también fundamentar su propio cotilleo: busca llegar a conocer si su propio cotilleo es cierto o no. Es decir, ¿cómo puedo saber que eso que conozco es la verdad?  La segunda pregunta que se hace la filosofía es así por el conocimiento. Esta pregunta se le hace la Epistemología.
La pregunta más concreta aquí es si  aquello que yo tengo en mi mente, que es siempre una representación de la realidad, es igual a la misma realidad o no. Y caben tres posibilidades que luego, por supuesto, es necesario matizar: puedo conocer la realidad tal y como es exactamente; puedo conocer, segunda posibilidad, la realidad de forma similar a como es pero nunca exactamente igual pues mi mente interpreta y modifica –incluso crea- dicha realidad; y, por último, no puedo conocer en absoluto la realidad. Así, y como  consecuencia, surgirá además la cuestión sobre los límites de mi conocimiento y si podré llegar a conocerlo todo, por ejemplo explicar todo lo que ocurre y saber si Dios existe, por ejemplo y como pregunta fundamental, o bien solo podré conocer una parte de la realidad o, incluso, nada.

La tercera pregunta es ya en concreto sobre el ser humano y de ella se ocupa la Antropología filosófica. Su cuestión es básicamente triple: en primer lugar si el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma o solo cuerpo. En segundo lugar, qué es lo esencial o característico del ser humano que le hace ser humano. Cuál es su condición específica: la razón, los sentimientos, la sociabilidad, la barretina,... Y, por último pero no menos importante –como diría un niño bilingüe: last but not least- cuál es el sentido de la existencia humana.

La cuarta pregunta se plantea sobre el bien y el mal moral y la refiere la Ética. La pregunta no es solo qué está bien y qué está mal sino, y sobre todo, cuál es la causa de esto. Es decir, la Ética no pretende tanto ser una guía práctica de comportamiento como una reflexión y argumentación sobre el bien y el mal moral. Además, al preguntar esto se plantea de suyo el problema de la felicidad: primero, se pregunta si se puede distinguir una felicidad falsa de una verdadera; y, segundo, cuál sería esa felicidad auténtica.

Por último, surge el problema de la sociedad. No se trata aquí de describirla, como hace la sociología, sino de analizar si es justa o no y por qué. La Política, en Filosofía, no es necesariamente pragmática pero, como veremos, tampoco es una utopía ideal. 

Vemos así cinco problemas. Pero esto no nos debe engañar porque todos ellos están engarzados entre sí. Efectivamente, existe una unidad en la Filosofía que hace que todos estos problemas sean Filosofía. Por ello, guste o no, la Filosofía encierra en sí el anhelo de sistema en cuanto a una teoría que explique toda la Realidad y no solo una parte. Y esto implica que cada una de sus partes está en necesaria convergencia -y unión- con todas las demás: no hay derecho a la autodeterminación. Y ocurre con todos los grandes filósofos incluso a su pesar: así, Nietzsche dice eso en la moral porque la realidad es un devenir y el conocimiento no puede llegar a la verdad. Kant, frente a la crítica que no le entiende,  tiene una moral determinada por la necesaria unión entre su epistemología y su metafísica. Platón, también, trasladó la dualidad metafísica entre un mundo verdadero y otro falso a toda su teoría. Y así todos.


Las cinco partes así no son hechos aislados sino la expresión de una racionalidad enfrentada al mundo. Y esta racionalidad enfrentada exige esa misma unidad. La razón no desea rendirse de antemano y abandonar un campo de lucha. Frente eso, batalla siempre y en cada lugar. Y batalla para vencer o para ser derrotada. Por eso, toda la historia de la Filosofía es ese intento desde lo racional  por llevar a la Realidad más allá de donde su pobre origen la ha abandonado. Y, por eso, la Filosofía tiene una historia que comenzó en Grecia.

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