En el artículo
anterior presentábamos la importancia que tenía el conjunto del pensamiento
presocrático en el surgimiento de la Filosofía como algo no sólo diferente
sino radicalmente contraria al mito. A partir de ahora, y durante esta parte
dedicada a los Presocráticos, pretendemos elaborar la lista de la compra, es
decir,
queremos,
aunque sea muy brevemente, presentar cada una de las respuestas que ciertos
filósofos presocráticos, pues no podemos referirnos a todos, presentaron sobre
eso que la tradición denominada Arjé -que verán sigo con la duda de cómo se escribe-.
Por supuesto, esta lista de la compra
se puede realizar de muy diferentes maneras. Nosotros hemos escogido una que es
referida al número de Archés
que para el pensador existen. Así comenzaremos con aquellos que piensan que
sólo hay un principio último, a los que llamaremos monistas, para luego hablar de aquellos que
piensan que hay más de un principio ya sean dos, a los que llamaremos dualistas,
o más de dos, a los que llamaremos pluralistas.
Por tanto, comenzamos por los monistas.
El primer filósofo del que se tiene
noticia en la historia, obsérvese que no decimos el primero de la historia pues
somos filósofo y de eso no podremos nunca estar seguros, es Tales de Mileto. Cuenta la tradición que un día
paseaba Tales
de noche mirando las estrellas, también cuenta la tradición que Tales fue el primero que predijo un
eclipse, y que no se percató de que había un pozo al cual cayó. Al ver el
hecho, una esclava se burló
de
él
señalando que parecía mentira que de tanto mirar hacia el cielo olvidara ver lo que tenía delante de sus narices.
Esto, sin embargo y en algo característico del pensar filosófico, fue transformado en una hermosa frase: filosofía
es de lo que se ríen los esclavos.
Pues,
este mismo Tales señaló que el principio
originario de todo no podía ser sino el agua. No conocemos bien su
argumentación pero tal vez podríamos atrevernos a llevarla a cabo.
Efectivamente,
observamos que cualquier ser de la naturaleza puede ser convertido en líquido.
Imagine por un momento en esa pared de su casa recién pintada, esa maldita mosca
que se posa, ese golpe certeramente dirigido, esa mancha sanguinolienta y líquida que queda como resultado:
sin posible remisión. Imagine ahora esa hoja de riquísima lechuga -nota: para cuando un homenaje a la
lechuga-
que usted hace rotar a alta
velocidad entre sus manos llenándolas de
humedad. Parece claro, así,
que nos encontramos ante seres
cuyo compuesto
último es líquido. Pero usted ya está diciendo: astuto
Tales, pero qué ocurre con los minerales. Se nota que
usted no pertenece a la época de nuestro autor. Sin duda, éste había visto fundir el metal:
seguramente
el bronce, muy probablemente el hierro.
Y había observado asombrado que un elemento natural aparentemente de una dureza
extrema sin embargo se convertía en un líquido viscoso pero fluido. Así,
llevado por un argumento racional perfectamente trabado, Tales concibió que el agua, es decir el
líquido, era elemento primigenio de todo ser natural. E incluso podemos añadir
algo más: Tales
conocía
sin duda que sin agua era imposible la vida. Resumiendo, Tales eran un tío muy listo.
El siguiente autor fundamental es Anaximandro. Aquí
comenzamos a tener una diferencia con Tales y otros presocráticos.
Efectivamente, Anaximandro será el primer autor que introduzca un elemento
metafísico como explicación de la realidad. Esta frase que acabamos de escribir
resulta sin duda brillante
pero, creemos, al tiempo incomprensible así expresada. Cuando hablamos de un principio
metafísico nos vamos a referir a partir de ahora, y de acuerdo con su
definición, a una doble realidad. Por un lado, a aquello que hace posible la
naturaleza tal y como es pero que al tiempo está más allá de esta en cuanto a
que no se trata de algo queperenece a ese mismo plano de naturaleza. Pero,
ahora puede pensar que se trataría por lo tanto de algo religioso o místico.
Sin embargo, se equivocaría. Porque al hablar de un principio metafísico,
aunque podamos concluir en un ser coincidente con la religión, estamos hablando
de una argumentación racional y lógica que nos lleva hasta él y no un mero
hecho de fe o una de esas cosas que se llaman vivencia personal. Efectivamente,
lo que hace Anaximandro es un razonamiento que le lleva a la necesidad de
defender un principio metafísico como elemento necesario de la naturaleza. Este
argumento es el siguiente. Todos los seres de naturaleza tienen que tener algo
en común puesto que pertenecen a dicho conjunto de cosas naturales. Sin
embargo, a su vez, todas son diferentes porque están determinados de una manera
distinta. Es decir, esa determinación que les hace ser unos seres y otros, un
perro o un gato, es lo que les da su singularidad y con ella su diferencia.
Pero como todos tienen que tener algo en común y lo que les determina es lo que
le separa sólo nos queda, por principio de exclusión, la idea de que lo
indeterminado será lo que les une. Así, el sustrato último natural será esa
indeterminación –si busca usted epatar diga apeiron-.
Y si no han entendido, no se preocupen porque realmente me resulta muy difícil
explicarlo así que voy a intentar hacerlo con un ejemplo. Cojan ustedes un
folio en blanco e imaginen que eso es la realidad. A continuación cojan un
lapicero o cualquier otro instrumento de escritura, nosotros somos gente
tolerante, y pinten un perro, un gato y un ornitorrinco. Lo que les separa es
la determinación de líneas que con el lapicero han realizado sobre el folio en
blanco. Pero todas ellas tienen algo que les une y que es que participan de ser
folio en blanco que era algo indeterminado, pues no tenía forma en su interior,
hasta que ustedes fueron capaces de encerrar una figura, es decir determinarla.
Así lo que une a todas sus figuras es que todas han surgido de lo indeterminado
y si borran las líneas, es decir sus figuras mueren, volverán de nuevo a ser
indeterminadas hasta que otro pintor, tal vez más avezado pero esperemos que no
expresionista abstracto, vuelva a determinar sobre la hoja de papel, es decir
sobre todo la realidad, ciertas figuras. Así, según Anaximandro, lo que une a
todos los seres es esa indeterminación que no es nada en concreto pero, al
tiempo, está presente siempre en cada individuo.
Nuestro tercer autor, ya les dije que
esto es como la lista de la compra, es Anaxímenes. Lo que hace, y tampoco
tenemos testimonio así que lo intuimos, es continuar el razonamiento de Tales y
llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Efectivamente, Tales se había quedado
en que todo era agua, es decir todo podía ser reducido un líquido. Pero
Anaxímenes comprende que ese mismo líquido puede a su vez reducirse a otra
cosa: al aire. Efectivamente toda líquido acaba evaporándose y convirtiéndose,
por lo tanto, en aire. Así, nuestro autor volver a recuperar el aspecto físico
para la filosofía.
Tenemos así tres autores
presocráticos, no se ilusionen porque quedan bastantes más. Y ya con estos hemos
visto algo esencial en la filosofía tanto de su época como en la futura: una realidad
que marcará todo el futuro del pensamiento. En Tales hemos visto el deseo de
argumentación para buscar el fundamento de la realidad. En Anaximandro hemos
visto el surgimiento de la metafísica como algo alejado de la religión por dos
motivos: primero por su carácter racional y, por lo tanto, por la necesidad de
un razonamiento lógico para llegar a las conclusiones; segundo, porque este
elemento metafísico no se presenta a sí mismo como trascendente sino como
necesario desde la propia inmanencia que es el mundo físico. Por último, en
Anaxímenes, al que injustamente hemos dedicado poco tiempo, vemos algo que será
fundamental en todo el desarrollo posterior de la filosofía: la importancia de
la tradición filosófica en la búsqueda de la verdad. Efectivamente, Anaxímenes
recoge la idea de Tales no para glorificarla o venerarla sino para continuar la
con un nuevo razonamiento y por lo tanto cono una novedosa solución: la
tradición filosófica critica; la tradición mítica, o religiosa, venera. Y de
nuevo a, tenemos aquí la diferencia entre la creencia característica de la
religión y el esfuerzo conceptual de la filosofía. En filosofía pueda ver
maestros pero no hay mesías.
De esta forma los tres primeros Presocráticos que hemos mostrado, que pertenecen a aquello que hemos llamado monistas
pues creen que hay un único principio último, incorporan todos ellos algo
fundamental al desarrollo la filosofía: lo que será identificable al desarrollo
del pensamiento emancipador en occidente. Pero los monistas no concluyen aquí
sino que nos falta hablar de alguien fundamental: Parménides. Pero eso lo
haremos otro día, pues incluso yo mismo me aburro a veces de leerme. Aunque,
eso sí, enseguida se me pasa.
2 comentarios:
“Filosofía es de lo que se ríen los esclavos”.
Sólo por esa frase se que hoy no he perdido el día.
Un Oyente de Federico
¡¡Brillante!! Muchas gracias.
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