martes, junio 06, 2017

PODEMOS Y LA MOCIÓN DE CENSURA

El motivo del presente escrito es analizar la presentación de la moción de censura interpuesta por Podemos a Rajoy. Para ello, vamos a empezar por presentar nuestra hipótesis: la moción de censura no tenía como objetivo Mario Rajoy sino al PSOE. Era un nuevo intento de sorpasso. Y algo, otra vez, ha salido mal.

Empecemos por el principio. Podemos vota no a Pedro Sánchez en marzo de 2016 y hay nuevas elecciones. Rajoy aumenta el número de sus escaños y el PSOE se mantiene por delante de Podemos. En apenas seis meses, el aparato del partido socialista defenestra a Pedro Sánchez y se abstiene gratis e innecesariamente, tal y como se acaba de demostrar en los presupuestos donde tantos apoyos se han comprado,  para que Rajoy gobierne. Y se convocan primarias en el PSOE que todo el mundo espera que gane el propio aparato, gestora al frente, con la presencia de Susana Díaz. Es en ese contexto donde Podemos, de pronto, descubre un imperativo ético -o democrático, que depende de las fuentes porque al fin y al cabo dará igual- para poner la moción. Imperativo ético, o democrático, nada más y nada menos.

Un imperativo ético es un mandato que exige hacer una acción moral que se considera obligatoria. Por tanto, se supone que si la moción de censura es ahora un imperativo ético tendría que haber un cambio fundamental en el gobierno del PP en  relación a la fecha, marzo de 2016, donde Podemos se negó a apoyar un gobierno alternativo a Rajoy ¿Qué ha cambiado entonces? Los dos elementos fundamentales de la anterior legislatura fueron los recortes,  lo que hemos llamado proceso de precarización, y la corrupción. No hay cambio. Por tanto, aducir de pronto un imperativo ético,  aunque no se sepa si de la ética de la razón pura, suena excesivamente presuntuoso.

Pero alguien podría aducir que en realidad lo de la ética ha sido una excusa y que se trata de una maniobra política. Y,por tanto,ahora cabe preguntar cuál es el objetivo de esa maniobra. Y habría tres posibles.

Uno, desalojar a Rajoy. Dos, hacer la presentación de Podemos como una partido de gobierno -imitando el modelo de Felipe González en 1980-. O, tercera, presentarse como la nueva  oposición - según el modelo que Hernández Mancha ejecutó en 1987-. Pero,  Podemos siempre puede innovar.
Analicemos una a una.

¿Cree Podemos que puede ganar la moción de censura? Esta claro que no y también lo está que en Podemos esa idea ya se sabía desde el principio. De ello ya informaba de ello la propia presentación la moción, sin negociarla a priori con ningún grupo parlamentario. Efectivamente, si la moción hubiera buscado la destitución del presidente del gobierno, por imperativo ético o por urgencia democrática o por ser califa en lugar del califa, sin duda se habría hablado antes con las otras fuerzas parlamentarias para llegar a un acuerdo y conocer así las posibilidades de éxito. No hacerlo así,  y no se hizo así, implica evidenciar que la prioridad de la moción no es quitar a Rajoy sino otra.

¿Pero qué otra? Como ya hemos señalado, Felipe González presentó en 1980 una moción de censura contra Adolfo Suárez sin posibilidad alguna de ganarla y con el único objetivo de presentarse a sí mismo como alternativa factible de  gobierno. Tal vez estemos ante una estrategia similar. O tal vez no. Es bueno analizarlo.

En 1980 todas las fuerzas políticas, desde el rey hasta el PSOE, conspiraban contra Suárez. Era claro, como demostró su posterior dimisión, que era un cadáver político. La estrategia de González no fue sino dejar patente eso. A su vez, también estaba claro que iba a ganar el PSOE en las siguientes elecciones. Pero ni Rajoy es un cadáver político ni parece claro que Podemos vaya a ganar las siguientes elecciones. No se trata pues de este modelo de moción tampoco.

¿Y la de Hernández Mancha? Esta podría inscribirse en el tipo moción publicitaria que me sale gratis. Mancha era un líder desconocido, muy limitado y necesitaba un golpe de efecto. Lo malo es que solo recibió un golpe, pues la condición de la propia moción le derribó a él. Pero Iglesias, que cuenta con el apoyo de diversos medios de comunicación y su cobertura, no necesita el parlamento para hacerse ver.

Así pues,  Pablo Iglesias no presenta su moción para lograr el poder, ni como alternativa real de gobierno ni como sistema de proyección pública. El motivo pues debe ser otro.

Y lo es. Podemos ha inventado una vez más una nueva modalidad en política parlamentaria tras el babyescaño y el juramento de cargo con estribillo: la moción de censura no dirigida al gobierno sino al partido de la oposición. Efectivamente, la moción de censura es al PSOE. Y vamos a explicarlo.

La moción de censura evidentemente no iba a salir y el hecho, como ya hemos señalado, de su escasa preparación previa demuestra que tampoco había gran interés en que triunfara. La estrategia pasaba por derrota en la moción pero triunfo mediático. Y para ello, toda la moción seguía una serie de pasos.

Primero, se presentó acompañando a las primarias del PSOE y cuando todos esperábamos que esas primarias las ganara Susana Díaz.
Segundo, con el triunfo de Susana Díaz se trataría de un PSOE ratificado en su abstención a Rajoy que ahora tendría que volver a apoyarlo al votar no a una moción contra él. Por tanto, la imagen buscada era esa de que PPSOE son lo mismo y la única alternativa progresista es Podemos.
Tercero, eso llevaría a la presentacion de que el único partido nacional contrario a Rajoy es Podemos, pues el PSOE ya no está, y por dos veces, en contra de su gobierno.

Feliz conclusión: los votantes de  IU,  que no votaron la santa alianza, y los del PSOE de Sánchez, resentidos por la derrota,  serian un nuevo nicho de votos. Y Podemos se convertiría en la oposición hegemónica.

Pero, el cántaro se rompió. Resultó la combinación imposible y Pedro Sánchez ganaba las primarias con un discurso contrario a la gestora. Y la estrategia se venía abajo.

En primer lugar, porque ahora resultaba que había que pedirle el voto para desalojar al mismo presidente que entonces se podía haber desalojado a la persona a la que se le negó hacía apenas un año. Se puede defender otorgar una medalla a la virgen por fervor popular, eso también lo haría falange, pero defender el ahora sí y antes no ya sonaba incluso demasiado rocambolesco.
En segundo lugar, porque el nicho de votos ya no existía pues era más que probable que los recuperará el PSOE y la tendencia de IU continuara en la abstención o se refugiara en el propio PSOE.
Y, en tercer lugar, porque con todo ello la repercusión mediática ya solo podía ser contraproducente. Cualquier error en la presentación o en el debate iba a penalizar a Podemos pues no había ya nada que ganar, oposición, y sí mucho que perder, opinión pública.

Y llegó Compromís y pidió su retirada. Pero eso hubiera sido reconocer públicamente que todo lo aquí explicado es cierto y por ello no cabía ya la enmienda. La moción, como la actuación de los payasos, debe continuar.

El próximo 13 de junio hay moción de censura en el Congreso. La única posibilidad es que Rajoy vote contra sí mismo. Pero incluso entonces puede ser que Pablo Iglesias vote a favor de Rajoy y contra la urgencia democrática y el imperativo ético. Al fin y al cabo, ya lo hizo hace un años.


No hay comentarios: