miércoles, agosto 19, 2020

COVID19: PRINCIPIO DE CURSO Y LA MUERTE BARATA DE LOS VIEJOS.

Ciñéndonos exclusivamente a las cifras oficiales, que todos sabemos sin lugar a dudas que son falsas, tendríamos unos 20.000 ancianos fallecidos por el Covid-19 en España -según las últimas estadísticas-. Como se verá estadística, matemática y objetivamente es una cifra, y aunque sea la realidad superior, muy alta. Pero hagamos un esfuerzo imaginativo y transmutemos, como en el sueño alquimista, a esos  20.000 ancianos muertos en 20.000 niños fallecidos por la epidemia. La situación sería un escándalo y el país estaría absolutamente conmocionado teniendo las autoridades que hacer extraordinarios esfuerzos, incluso presupuestarios, para pararlo. Y precisamente de esta curiosa diferencia entre unos muertos y otros, viejos o niños, y que eso explica por qué va a empezar el curso escolar sin ninguna medida efectiva para evitar los contagios es de lo que vamos a tratar.

El próximo día 1 de septiembre empieza el nuevo curso escolar y ninguna administración, ni el ministerio ni las autonomías, han tomado medidas serias al respecto para evitar el riesgo de contagio. Vamos a tener en el aula, igual que los años anteriores, una media de 30-35 alumnos con una distancia entre cada uno de nosotros de máximo 50 centímetros. Incluso, lo que importa este problema se comprueba en que la reunión para analizarlo está fijada a finales de agosto o principios de septiembre. Así, todos prevemos que los colegios se van a convertir en un foco de propagación de la enfermedad.

Y si todos sabemos, incluso Fernando Simón, que los centros escolares van a ser un propagador del virus, ¿por qué no se han tomado medidas para poder afrontar el curso con unas garantías mínimas? Es decir, lo que nos queremos preguntar es qué tiene la epidemia para que las administraciones no consideren conveniente gastarse el dinero en conseguir que los centros escolares sean seguros, reduciendo el número de alumnos por aula y contratado para ello a más profesores. O dicho de otro modo, por qué a toda la administración pública, estatal, autonómica o municipal, le da igual.

Regresemos, para explicar, al principio. Las cifras fundamentales de muertos, incluso las falsas, del Covid-19 pueden darnos una respuesta. Y esta, dentro de nuestro esquema de la razón instrumental que estamos llevando a cabo en el análisis de esta epidemia, es que  toda la actuación ante el Covid-19 tiene que ver con el perfil de víctima que tiene esta enfermedad.

Volvamos a imaginar que el perfil de víctima de esta enfermedad fueran niños y que 20.000 de ellos ya hubieran fallecido. ¿Alguien se cree que el curso escolar empezaría normalmente y que las condiciones del mismo serían las idénticas a las de todos los años anteriores provocando una mayor propagación del virus? ¿Por qué entonces va a empezar el curso escolar sin las medidas efectivas que serían la reducción de ratios y el aumento de profesores?

La víctima mortal preferente del Covid19 son los viejos. Esto es una población que vive fundamentalmente de una pensión, generalmente ridícula por cierto, sin producción laboral y cuyo nivel de consumo es bajo. Se trata, por tanto, de una población con una escasísima importancia socioeconómica. Y alguien podría señalar que eso también pasa con los niños. Pero los niños son un proyecto de futuro, una inversión capitalista,  y no resultan o no son percibidos socialmente como una carga, mientras que los ancianos por supuesto son percibidos como tal carga tanto social como económicamente, como muy bien advirtió el Fondo Monetario Internacional al señalar el riesgo de que la gente viva más de lo esperado.

De esta manera, que el curso escolar empiece sin tomar ninguna medida real para garantizar la seguridad tiene que ver  con la edad de las víctimas mortales. Los niños, indudablemente, son portadores del virus y lo pueden transmitir, pero la incidencia en su salud será generalmente muy leve. Pero estos mismos niños, como propagadores van a llevar la enfermedad de forma probablemente mortal a sus abuelitos y abuelitas, un sector no demasiado importante socialmente.

Por supuesto esto no debe entenderse como la defensa de una teoría conspiratoria. No se trata de que se haya creado un virus para eliminar a un sector de la sociedad como son los ancianos. Lejos de eso, se trata de algo más general y cotidiano: la razón instrumental que rige las decisiones políticas en el Nuevo Capitalismo. Por esta razón instrumental, la muerte de los viejos no es demasiado importante. No es conspiración sino acción política cotidiana: el principio de la razón instrumental en las sociedades capitalistas es que las mercancías, y entre ellas están las personas, adquieren valor de acuerdo a su rentabilidad en el mercado. De esta forma, los ancianos son una clase claramente sobrante y por lo tanto su vida o su muerte, de acuerdo al precio del mercado, es muy barata, casi un saldo.

La vida o la muerte en la sociedad capitalista tiene el valor que quiera concederle el mercado. La vida o la muerte de los inmigrantes que cruzan el Mediterráneo tiene un bajo precio y por eso se les puede dejar ahogarse tranquilamente, mientras que los barcos donde viajamos los turistas adquieren todas las medidas de seguridad, puesto que en nuestra cartera viaja una tarjeta de crédito (o dos). La vida o la muerte en la epidemia de Covid-19 sigue exactamente el mismo criterio. Los viejos muertos, muchos en situaciones lamentables dentro de esas residencias que el estado ni construye ni le preocupan, son muertos baratos. No importan.

Concluyamos. No se trata de que haya maldad personal en esta acción o algo así como un plan premeditado. La idea fundamental es que la estructura social capitalista está construida sobre la idea de la razón instrumental y que el Nuevo Capitalismo ha convertido todo en una mercancía. Y las mercancías reciben su valor por su relevancia o no en el mercado. La relevancia de los viejos en el mercado es muy escasa, ni tan siquiera como un producto vintage de esos, y por lo tanto su vida o su muerte vale aquello que el propio mercado ha marcado: una ganga. El uno de septiembre empezará el curso escolar porque el uno de septiembre seguirá presente el mercado. Y el uno de septiembre el contagio aumentará, pero matará viejecitos y viejecitas (seamos inclusivos).

Ya saben ustedes: abuelito dime tú qué importa tu vida.


3 comentarios:

eugenio dijo...

SUS PALABRAS ESCLARECEDORAS, COMO SIEMPRE

Miliki dijo...

Pero también es una muerte de pobres. El otro día leí que en EEUU la tasa de mortalidad entre afroamericanos es 2,3 más alta que entre la población blanca.

Miliki dijo...

Y es que la "élite" no va a dejar morir a sus mayores, así que yo creo que el perfil de víctima no es el viejo sino el pobre, o si quieres "residuos" sociales improductivos, entre los que están los viejos pobres