lunes, agosto 11, 2025

GENOCIDIO EN GAZA Y NEGACIONISMO DE DERECHAS

En Gaza, el estado israelí, apoyado por la mayoría de sus ciudadanos, está llevando a cabo un genocidio. Entendemos esta palabra tal y como la definió, ni más ni menos, la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas en 1948:Cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal. Blanco y en botella.

Sin embargo, y hace poco tuvimos otro lamentable ejemplo, está surgiendo una corriente negacionista. Esta negación está especialmente alentada desde la derecha y la extrema derecha, cada vez menos diferentes, y argumenta básicamente  dos ideas.

La primera es que los acontecimientos en Gaza están siendo manipulados informativamente por el grupo terrorista Hamás y, por lo tanto, las noticias que recibimos son falsas: en Gaza ni hay hambruna ni hay crímenes, sino un inmenso simulacro.  La segunda es que quienes criticamos las acciones de Israel y las calificamos de genocidio, lo que en realidad estamos haciendo políticamente, incluso sin saberlo, es defender a Hamás, en la consabida dualidad simple de o conmigo o contra mí.

Al analizar la primera idea, sorprende la extraordinaria capacidad que se le concede a la organización creyente de Hamás, capaz de fabricar un bulo a nivel mundial y en la cual se engaña tanto a los principales medios occidentales como a todo tipo de instituciones internacionales. De hecho, sólo escapan al engaño algún periódico digital cercano a la extrema derecha y algún despierto individuo en redes sociales. Así, los servicios de inteligencia de Hamás se asemejan en su astucia a la Spectra de la serie Bond o, probablemente más a Kaos del Superagente86. Son capaces de engañar y manipular a todas las instituciones internacionales oficiales, varias ONGs de reconocido prestigio y la mayoría de medios de comunicación, pero, recuerden, no a Vozpópuli, los medios israelíes o los perfiles de extrema derecha en redes sociales. Si los Protocolos de los sabios de Sión, aquel falso documento, presentaba a unos pocos judíos engañando y controlando a la humanidad, los nuevos Protocolos de los Sabios de Gaza, tan racistas y falsos como aquellos, nos presentan a unos cuantos palestinos engañando a todo el mundo -ah, menos a usted que es de extrema derecha-. Se trataría, por tanto, de una teoría conspiranoica: Hamás engaña y los niños famélicos son actores, probablemente del método Stanislavski.   

La segunda idea, sin embargo, es más interesante políticamente. Si Israel ha sido víctima de un acto terrorista, como la ha sido por cierto, tiene, nos dicen, derecho a defenderse. Y en este derecho, no se ponen ni condiciones ni límites: la acción en Gaza es defensa propia.  Y aquí subyace un ideal de extrema derecha que es la tesis principal del asunto: la defensa de que el estado está por encima de la ley y más todavía si esta es internacional. Y esta es una idea profundamente antidemocrática.

Efectivamente, para los demócratas el estado, y todo, está limitado por la ley. Así, cuando el estado actúa no puede hacerlo como lo haría un grupo terrorista. Hamás es una organización terrorista de carácter totalitario y no pretende en absoluto ser otra cosa: actúa como tal. Pero eso no debería poder decir que el estado de Israel, que al menos formalmente, aunque cada vez menos, es una democracia, pueda emular y realizar las mismas acciones indiscriminadas terroristas. Cuando un estado actúa saltándose todas las normas jurídicas internacionales e incumpliendo las reglas democráticas, deja de ser una democracia y se convierte en otra cosa. Y esta otra cosa ya no un estado democrático, sino acaso, y este es el ideal de la extrema derecha, en un grupo de gestión al servicio de los intereses de los poderes de turno y las oligarquías. Así, la presencia de Israel saltándose las leyes internacionales, o ahora en otro sentido de Trump, alimenta ese ideal del fin real del estado democrático y su sustitución por un consejo ejecutivo, no un poder ejecutivo, de la oligarquía.

¿Hay un genocidio en Gaza? Indudablemente lo hay. Y lo hay porque lo que se está haciendo es o bien asesinar a la población o bien obligarla a trasladarse donde el estado genocida decida. Negar el genocidio de Gaza es, por eso, antidemocrático, pues lo que se está negando es la existencia de las reglas internacionales que, si bien no impiden la realización de este tipo de actos, sí al menos presentan una posibilidad de pararlos y sancionarlos. Lo que en el fondo hace la extrema derecha, y la derecha, cuando niega el genocidio de Gaza no es presentarlo como falso, al fin y al cabo falso o verdadero le da igual el crimen masivo  y esto es una cortina de humo, sino negar precisamente la democracia como estructura política y jurídica y la función de un estado democrático y de las leyes internacionales. Lo que la extrema derecha quiere hacer, y este proceso negacionista es otro ejemplo, es negar a la propia democracia como un sistema de normas y estructuras, tanto de carácter internacional como nacional, y convertirla en un populismo de la opinión mayoritaria previamente aleccionada o coaccionada.

Por lo tanto, la negación del genocidio de Gaza no es un hecho puntual dentro de la estructura mental, política e ideológica de la extrema derecha, sino un proceso característico y sintomático. Su objetivo último es acabar con la democracia tal y como ésta se ha concebido en el mundo occidental desde el fin de la segunda guerra mundial. Por supuesto, en este proceso no está sola y tiene grandes aliados que aparentan ser su opuesto en la autoproclamada izquierda. Pero eso, no nos engañemos, no le quita responsabilidad alguna ni peligro a la extrema derecha y sus simpatizantes que ven, impasible el ademán, la muerte de miles de personas con indiferencia o como un acto de justicia mientras, fuera ya la modestia, en el mundo empieza a amanecer merced al desarrollo del Nuevo Capitalismo.

 

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