Primer ejemplo:
Se cuenta cierta anécdota atribuida a Bertrand Russell, filósofo inglés del siglo XX. En una conferencia, al parecer en Oxford, un santón hindú explicaba, imaginamos mientras la audiencia asistía emocionada a la sabiduría mística, su cosmología. “El mundo está apoyado sobre el lomo de un gigantesco elefante y este elefante apoya sus patas sobre la concha de una inmensa tortuga”. De pronto, una señora se levantó y, tras pedir educadamente la palabra, preguntó: “¿Y la tortuga?” El santón la miró y son suficiencia dijo: “La tortuga se apoya sobre la espalda de una monstruosa araña”. Pero la señora, tal vez ignorante y sin espiritualidad, siguió su educado interrogatorio“ ¿Y la araña? ”El santón ahora mira incrédulo ante la falta de fe de la mujer: “La araña se apoya sobre una monstruosa roca”. Pero la señora, irreverente frente a otras culturas e incluso frente a la suya propia, volvió, con gran urbanidad, a la carga: “¿Y la roca?”. Y por fin el santón el gran gurú, hastiado ante tanta curiosidad, añadió irritado: “Mire señora, hay rocas hasta abajo”.
Segundo ejemplo:
Lugar: Atenas. Época: siglo V antes de Cristo. Sócrates es feo, muy feo. Y se dedica a preguntar a los griegos, de bello perfil, de cultura clásica, algo simple. Pero sólo aparentemente simple: “¿Qué es el bien?” Como si dudara de que ellos no lo supieran.
Le matarán.
Tercer Ejemplo:
Jerusalén en el primer siglo de nuestra era. Jesús está ante Pilatos. La casta sacerdotal judía desea su muerte: demasiado sofisticado, demasiado universal. Le han llevado ante la autoridad romana. Allí, Pilatos interroga. Y Jesús responde un discurso sobre el reino celestial, sobre su testimonio, sobre su voz que se relaciona con la verdad.
Pilatos, luego, solo pregunta: “¿Y qué es la verdad?”
Se cuenta cierta anécdota atribuida a Bertrand Russell, filósofo inglés del siglo XX. En una conferencia, al parecer en Oxford, un santón hindú explicaba, imaginamos mientras la audiencia asistía emocionada a la sabiduría mística, su cosmología. “El mundo está apoyado sobre el lomo de un gigantesco elefante y este elefante apoya sus patas sobre la concha de una inmensa tortuga”. De pronto, una señora se levantó y, tras pedir educadamente la palabra, preguntó: “¿Y la tortuga?” El santón la miró y son suficiencia dijo: “La tortuga se apoya sobre la espalda de una monstruosa araña”. Pero la señora, tal vez ignorante y sin espiritualidad, siguió su educado interrogatorio“ ¿Y la araña? ”El santón ahora mira incrédulo ante la falta de fe de la mujer: “La araña se apoya sobre una monstruosa roca”. Pero la señora, irreverente frente a otras culturas e incluso frente a la suya propia, volvió, con gran urbanidad, a la carga: “¿Y la roca?”. Y por fin el santón el gran gurú, hastiado ante tanta curiosidad, añadió irritado: “Mire señora, hay rocas hasta abajo”.
Segundo ejemplo:
Lugar: Atenas. Época: siglo V antes de Cristo. Sócrates es feo, muy feo. Y se dedica a preguntar a los griegos, de bello perfil, de cultura clásica, algo simple. Pero sólo aparentemente simple: “¿Qué es el bien?” Como si dudara de que ellos no lo supieran.
Le matarán.
Tercer Ejemplo:
Jerusalén en el primer siglo de nuestra era. Jesús está ante Pilatos. La casta sacerdotal judía desea su muerte: demasiado sofisticado, demasiado universal. Le han llevado ante la autoridad romana. Allí, Pilatos interroga. Y Jesús responde un discurso sobre el reino celestial, sobre su testimonio, sobre su voz que se relaciona con la verdad.
Pilatos, luego, solo pregunta: “¿Y qué es la verdad?”
La Filosofía es la disidencia del pensamiento. Frente a las respuestas autosatisfechas que da un pensamiento que dejó de serlo y se convirtió en mito, la filosofía cuestiona. Pero, no solo duda de las respuestas dadas, esa es la raíz común de toda filosofía, sino que también responde, y esa es la diferencia entre unos y otros autores. Y por eso la filosofía tiene historia: como la verdad.
Y esta historia empieza en Grecia.
Y esta historia empieza en Grecia.
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