Recientemente saltó la noticia. Un instituto público de Arganda (Madrid) ha denunciado a un alumno por las opiniones vertidas en su blog. No conocemos más allá del caso que lo escasamente publicado por la prensa y la lectura del propio blog implicado. Sin embargo, sí tenemos que decir algunas cosas.
Viendo su blog y su vídeo no podemos por menos que considerar que su autor no es, desde luego, un dechado de cultura, inteligencia o sensibilidad. De hecho, nos cae bastante mal. Tiene un aire prepotente, incluso chulesco en muchas ocasiones, que no nos gusta un pelo. Además, no se cansa de repetir amenazas físicas hacia la gente que nos parece que sí podrían ser constitutivas de delito. Así que en el escaso margen de conocimiento que tenemos de él, el alumno implicado no nos gusta: típico adolescente con aires de autosuficiencia.
Ahora bien, y dejando a un margen las amenazas físicas que ya hemos señalado que nos parecen gravísimas y desconociendo si la denuncia se centraría sobre ellas cosa que nos parecería correcto, ¿tiene derecho un alumno a criticar públicamente a su centro o la labor docente de un profesor? La respuesta clara es sí. La labor de un profesor es pública y profesional y, por ello, sujeta a crítica pública. O dicho de otro modo, cualquiera puede criticar la acción pública, incluyendo por supuesto la mía, de un profesor. Y lo mismo vale para un instituto.
Y es importante repetir aquí que los alumnos no son reclusos o muebles carentes de derechos sino usuarios de un servicio público a los que se les debe dar, incrementando así por cierto la democracia, el derecho a opinar. Y el caso es curioso, porque mientras la nueva y pseudoproge ley de la LOE les va a permitir un derecho absurdo para ellos como es el de huelga o el de participar de la elección del director (cosa a la que ni ellos ni los padres ni, por cierto, los profesores del centro deberían tener derecho) sin embargo se les sigue cuestionando y en la práctica negando su derecho principal: su derecho a ser escuchados.
Pero al fin y al cabo, todo hay que decirlo, ya se sabe que la inmensa mayoría de los centros públicos son una especie de cortijos donde lo único que funciona e interesa es la defensa de los privilegios del profesorado funcionario. Y esto, dejando a un lado el caso de Arganda que no sobrepasa el elemento de anécdota, es uno de los principales problemas de la educación pública en España.
Viendo su blog y su vídeo no podemos por menos que considerar que su autor no es, desde luego, un dechado de cultura, inteligencia o sensibilidad. De hecho, nos cae bastante mal. Tiene un aire prepotente, incluso chulesco en muchas ocasiones, que no nos gusta un pelo. Además, no se cansa de repetir amenazas físicas hacia la gente que nos parece que sí podrían ser constitutivas de delito. Así que en el escaso margen de conocimiento que tenemos de él, el alumno implicado no nos gusta: típico adolescente con aires de autosuficiencia.
Ahora bien, y dejando a un margen las amenazas físicas que ya hemos señalado que nos parecen gravísimas y desconociendo si la denuncia se centraría sobre ellas cosa que nos parecería correcto, ¿tiene derecho un alumno a criticar públicamente a su centro o la labor docente de un profesor? La respuesta clara es sí. La labor de un profesor es pública y profesional y, por ello, sujeta a crítica pública. O dicho de otro modo, cualquiera puede criticar la acción pública, incluyendo por supuesto la mía, de un profesor. Y lo mismo vale para un instituto.
Y es importante repetir aquí que los alumnos no son reclusos o muebles carentes de derechos sino usuarios de un servicio público a los que se les debe dar, incrementando así por cierto la democracia, el derecho a opinar. Y el caso es curioso, porque mientras la nueva y pseudoproge ley de la LOE les va a permitir un derecho absurdo para ellos como es el de huelga o el de participar de la elección del director (cosa a la que ni ellos ni los padres ni, por cierto, los profesores del centro deberían tener derecho) sin embargo se les sigue cuestionando y en la práctica negando su derecho principal: su derecho a ser escuchados.
Pero al fin y al cabo, todo hay que decirlo, ya se sabe que la inmensa mayoría de los centros públicos son una especie de cortijos donde lo único que funciona e interesa es la defensa de los privilegios del profesorado funcionario. Y esto, dejando a un lado el caso de Arganda que no sobrepasa el elemento de anécdota, es uno de los principales problemas de la educación pública en España.
6 comentarios:
"los centros públicos son una especie de cortijos donde lo único que funciona e interesa es la defensa de los privilegios del profesorado funcionario".
Sorprendente dictamen. Sobre todo, viniendo de un profesor (ignoro si funcionario o interino).
La realidad es, justamente, la contraria: el principal motivo (que no, ay, el único) por el que el sistema educativo vigente pasa por el peor momento de los últimos lustros (tire de datos) es la inaudita sobreprotección y la alarmante situación de privilegio de los alumnos.
Por experiencia propia y experiencia ajena, sé que es casi imposible no ya exigir que las frecuentísimas agresiones verbales (e incluso físicas) de los alumnos sean sancionadas contundentemente (algo que también exigiría si procedieran del profesor), sino que se otorgue al profesorado los medios para garantizar que se cumpla el DEBER que tienen los alumnos de formarse.
Sí: ha leído bien. No el derecho (que ése lo doy y lo da todo el mundo por supuesto), sino el DEBER de estudiar y formarse.
La educación es OBLIGATORIA hasta los 16 años. Es decir, el alumno tiene el derecho, pero también la "obligación" de formarse. Ya que esa educación obligatoria es la que (en teoría, claro está) lo capacita oficialmente para convertirse en un ciudadano.
Un alumno que se niega a recibir la educación obligatoria que le proporciona el Estado, está renunciando "de facto" a los derechos para los que esa educación le capacita. Por ejemplo, el derecho al voto.
Precisamente por eso, cualquier propuesta de ley educativa debería centrarse, antes de nada, en dos principios fundamentales: procurar que la educación obligatoria capacite REALMENTE al alumno (atendiendo a sus peculiaridades y capacidades de la mejor forma posible) para ejercer sus derechos como ciudadano; PERO sólo cuando esto vaya acompañado de la exigencia de que el alumno se comprometa a formarse y a respestar las normas del sistema en que se forma.
Actualmente, estos argumentos (lo sé) causan risa o incluso alarma. ¿Cómo se va a plantear que se exija el compromiso (cuyo incumplimiento incluso podría, en casos extremos, provocar la pérdida de otros derechos considerados "fundamentales" e "inalienables") a alumnos que pueden ir a sus centros educativos exclusivamente a insultar y agredir (!) a sus profesores y compañeros sin que haya (en la mayoría de los casos, los he sufrido y visto sufrir) sanciones contundentes?
¿No es esto el colmo del pensamiento "facha"? Pues no: todo lo contrario. Los ciudadanos (incluidos, claro está los menores de edad) sólo tienen derechos en virtud de que también tienen deberes. Por ejemplo, uno tiene el derecho a la libertad siempre que cumpla con el deber de respetar la de los demás; uno tiene el derecho a la libertad de expresión siempre que ésta no atente contra otros derechos fundamentales de los demás.
Pero no alargo el tema, que daría para mucho...
¿Se puede sostener que el sistema actual privilegia al profesor FUNCIONARIO cuando?...
a) El profesor interino SIN HABER SUPERADO LAS PRUEBAS QUE LO VALIDAN OFICALMENTE COMO PROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN (superación de unas oposiciones) realiza el mismo trabajo que el profesor funcionario, con el mismo sueldo (exceptuando cuestiones de antigüedad) y con los mismos derechos (obviamente, sin la plaza en propiedad -¡sólo faltaría!-)
Nota: ¿se imagina alguien que un, digamos, licenciado en medicina que no ha superado las pruebas oficiales para ejercer como cirujano exigiera, no ya los mismos derechos del cirujano que ha superado las pruebas que lo acreditan como tal, SINO INCLUSO EL MISMÍSIMO DERECHO A EJERCER COMO TAL?
¿A quién privilegia el sistema? Al profesor funcionario o al profesor interino?
b) Las AMPAS y los representantes de los alumnos tienen una amplia representación en el Consejo Escolar de los centros educativos, hasta el punto de condicionar la direccion del mismo.
Sigo preguntando: ¿a alguien se le ocurre que en un centro de salud infantil los pacientes y los padres de los niños pacientes decidieran acerca del funcionamiento del mismo?
Veamos: los profesores son los especialistas en cuestiones educativas, como los médicos lo son en cuestiones sanitarias. Otro asunto es la educación que los niños reciban en casa: ¡ésa es la que deben decidir y controlar los padres!
Nota: por una tragicómica paradoja, los padres han acabado ejerciendo su autoridad en los centros educativos para controlar la educación pública de sus hijos, al tiempo que han delegado en los profesores la responsabilidad de la su educación privada.
Etc.
No. El sistema educativo vigente no privilegia a los profesores funcionarios; ni siquiera a los profesores interinos. Privilegia de forma irracional y deletérea a los alumnos (y, por añadidura, a los padres).
Lo más triste y peligroso no es la situación de indefensión del profesorado, sino la degeneración de la educación pública.
Nunca en la historia reciente de España, el grado de analfabetismo funcional había sido tan elevado ni el nivel de conocimientos más bajo; nunca los profesores (funcionarios e interinos) habían trabajado en peores condiciones (basta examinar el número de bajas por depresión de los "profesores quejicas y melindrosos"); nunca los padres sensatos habían contemplado con tanta preocupación el ambiente en que estudian sus hijos (he conocido a padres que han cambiado reiteradamente a sus hijos de centro, buscando uno en que se respeten mínimamente las normas de conducta); y nunca los estudiantes comprometidos con su formación habían estudiando en un clima más hostil a la cultura del esfuerzo y de la mera civilización.
Pero, ¿qué importa? A las administraciones sólo parece preocuparles que los alumnos aprueben en masa (aunque apenas sepan leer y escribir -así son más manipulables: el colmo del "progresismo"-) y que permanezcan recluidos en los centros (aunque sea para quemarlos: un problema que se ahorra a los padres, que no tinen tiempo para educar a sus hijos-). En definitiva: aparentar que "todo va bien", mientras se va creando una sociedad de semianalfabetos agresivos, a los que se pueda controlar con facilidad.
Mientras tanto, las disputas entre profesores y padres; entre profesores interinos y funcionarios; entre "progres" y "fachas" son bienvenidas. "A río revuelto, ganancia de pescadores", es decir, ganancia de los de siempre.
Supongo que los pescadores estarán contentos con su (quiero pensar que involuntaria) contribución a la causa.
Hola, soy el anonimo que introdujo este tema de discusión porque me parecía interesante la opinión del señor mesa (como profesor de instituto) de este tema. Me parece curioso que se cite el tema de "la paliza" cosa que no ha hecho este chaval si no que simplemente comenta que podría darle una paliza (como hacen algunos alumnos...) pero que cree que un video asi le podría hacer más daño. A mi de todo este asunto lo que mas me llama la atención es que un chaval con blog haya conseguido poner en jaque a la dirección de un instituto que no aguanta la libertad de expresión. Me parece que eso es lo más importante de este tema. Por cierto, señor Francisco, un profesor interino si que aprueba la oposición otra cosa es que tenga menos nota que una persona con plaza fija. Y por cierto, tengo serias dudas de que una persona que haya sacado más nota en una oposición este más cualificada para ejercer esta profesión (altamente vocacional) que otra que sea interina por su nota.
Nacho,
Agradezco la amabilidad que ha tenido al contestarme. Sólo puedo hacerle unas aclaraciones.
En ningún momento hablo en mi comentario del alumno autor del blog, al que el artículo de don Enrique se refiere. De hecho, ni siquiera conozco el caso. No era esa parte la que más me interesaba (aunque usted la considere la más interesante). Muy brevemente, puedo decirle a usted y a don Enrique que estoy de acuerdo con que un alumno pueda criticar a sus profesores (¡faltaría más!), siempre que se trate de eso: de una crítica. Repito que no conozco el caso.
Lo que realmente me movió a contestar al artículo de don Enrique fue su párrafo final. Por eso lo reproduje al comienzo de mi comentario.
Veo que de este comentario mío comenta usted que:
"un profesor interino si que aprueba la oposición otra cosa es que tenga menos nota que una persona con plaza fija."
Se equivoca. Un profesor interino no tiene por qué haber aprobado la oposición. Puede acceder a su puesto en cuatro circunstancias:
a) Como usted dice: habiendo aprobado los exámenes; pero sin la nota suficiente para obtener plaza.
b) Habiendo aprobado alguno de los exámenes; pero no otros (!).
c) No habiendo aprobado ninguno (!!).
d) No habiéndose presentado siquiera a una oposición; a través de una "bolsa de trabajo" (!!!).
Respecto a:
"Y por cierto, tengo serias dudas de que una persona que haya sacado más nota en una oposición este más cualificada para ejercer esta profesión (altamente vocacional) que otra que sea interina por su nota."
Tiene razón. Que alguien haya obtenido un 10 en una oposición no garantiza que uno sea mejor profesor que otro que haya obtenido un 5 (pero tampoco al revés, ¡obviamente!).
La cuestión es que el método vigente para conseguir la plaza de profesor funcionario. ¿Si me parece una prueba que garantice la aptitud como docente? Evidentemente, no. Como no me parecen idóneas las pruebas para acceder al puesto de médico o psicólogo, por poner dos ejemplos. ¿Creo que debería cambiar esta forma de acceso a la función docente? Sí. Pero no quiero aburrirlo con mis propuestas, ni tengo tiempo ahora para plantearlas.
Con todo, es evidente que un profesor interino (por buen profesor que sea) no debe pretender tener los mismo derechos que un profesor funcionario, ya que no ha superado las pruebas oficales establecidas para serlo. Personalmente puedo considerarme y ser el mejor psicólogo o el mejor profesor de filosofía del mundo; pero no se me ocurre el disparate de exigir que se me considere, oficialmente, psicólogo o profesor de filosofía.
La responsabilidad no es, en cualquier caso, de los profesores interinos; sino (una vez más) de la incuria de las administraciones que permiten que en la enseñanza pública haya tal cantidad de profesores interinos (créame que le conviene -económicamente, claro-).
Con todo, después de escribir mi anterior comentario, leí otros artículos de don Enrique y entendí mejor a qué se refería con lo de privilegiar a los profesores funcionarios. No se trataba tanto de una crítica comparativa como un cuestionamiento de la pertinencia de que los profesores tengamos el estatuto de funcionarios.
Pero ahora no puedo entrar en ese tema tan complejo: sólo agradecerle de nuevo su deferencia.
Un saludo.
D. Francisco, lo primero es disculparme por no haber contestado antes, pero diversos motivos me lo han impedido.
En primer lugar, estoy interesado en conestar a su comentario en un artículo y no en otro comentario. Esto es así, porque me parece un tema muy interesante y para ello le ruego que me confirme mis principales conclusiones (por otra parte lógicamente simplificando sus argumentos):
1.- La organización de los institutos no está al servicio de los intereses del profesorado.
2.- El nivelha bajdo alarmantemente.
3.- Los profesores esta´n peor que antes.
4.- Los responsables de la situación son la administración los alumnos y sus familias.
Gracias.
Don Enrique,
Disculpe que le conteste yo rapidez intolerable; pero querría aclarar, antes de que escriba su artículo, los posibles malentendidos.
1. Si por "organización del instituto" entendemos "la parte de poder correspondiente a los profesores", obviamente, intenta favorecer los intereses de los profesores (sean los que sean en cada caso, sensatos o insensatos). De la misma forma que "la parte de poder correspondiente a los padres" intenta favorecer los intereses de los padres (sean los que sean en cada caso: sensatos o insensatos); y "la parte de poder correspondiente a los alumnos" intenta favorecer los intereses de los alumnos (sean los que sean en cada caso, sensatos o insensatos).
Afirmo que los profesores han ido perdiendo peso específico en la dirección de los centros educativos. Es esto lo que me parece pernicioso.
(Aclaro: que me parezca más racional que sean los profesionales de la educación los que lleven el peso de la dirección de los centros no quiere decir que justifique cada decisión concreta de los mismos. Al contrario: también entre los profesores se ha extendido la filosofía del "trabajar, lo justito" y del "no me exijas y no te exijo").
2. Sí. El nivel ha bajado. Pero no me refiero sólo al nivel de conocimientos; sino, sobre todo, al nivel de "civilización" de los alumnos. Este segundo hecho repercute en el primero. Si un profesor tiene que invertir un tercio de su clase en establecer unas condiciones en las que ésta puede ser impartida, se pierde una de cada tres clases. Y esto por centrarme en la cuestión de los contenidos (mucho más importante son las consecuencias de esa "incivilización").
3. ¿Los profesores están peor que antes? Bueno: la pregunta es tan amplia que me resulta difícil aclararle mi postura. Sí: están peor que antes, en el sentido puramente anímico. El desinterés generalizado con el que llega la mayoría de los alumnos a sus clases y las continuas faltas de respeto (incluyendo agresiones) que sufre no son una novedad; pero se ha acentuado hasta extremos alarmantes.
4. No. Los responsables de la situación somos todos. Profesores, padres y alumnos. Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad. Pero, con gran diferencia, considero el principal responsable a las administraciones educativas. Han sido los sucesivos gobiernos estatales y autonómicos los que han llevado a la educación pública a la calamitosa situación actual. Si a eso le unimos la cultura permisiva que entre todos hemos ido alimentando, tenemos un auténtico cóctel explosivo.
Comprenderá que el tema es tan amplio que no pueda explicarme adecuadamente en este breve comentario. De hecho, considero que estoy abordando el tema desde asuntos de importancia menor. Hablo de las ramas y las hojas enfermas del árbol educativo, no de las raíces.
Pero así ha comenzado este debate. Cuando tenga tiempo y escriba usted su artículo, podría ser un momento adecuado para empezar desde el principio.
Un saludo cordial.
Pues tras visitar el blog de referencia, no puedo estar de acuerdo con el enfoque del post. Por supuesto que la actividad pública de los profesores es criticable, pero eso no es crítica. Se trata de un niñato mal criado tatando de justificar un suspenso. Si por lo menos supiera escribir...
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