El pensamiento occidental es superior.
El pensamiento occidental es culpable.
El pensamiento occidental es la única esperanza.
En este triple eje radica el problema de la cultura occidental y de la idoneidad o no de otras culturas. Pero, es un triple eje polémico. Por un lado, hay que ver qué significa concretamente esa superioridad del pensamiento occidental sobre otras; por otro, hay que analizar cuál es su culpa; por último, en qué se basa su exclusiva esperanza.
El pensamiento occidental es superior. Solo esta frase ya habrá hecho que muchos dejen de leer: debo de ser un xenófobo. Sin embargo el criterio de superioridad para estimar a occidente no proviene de razones innatas entre la gente que habitó o habita este lado del planeta, eso sí sería racismo, sino que dicho criterio resulta de un hecho historico incontestable: el predominio absoluto en la actualidad del capitalismo. Efectivamente, el capitalismo se ha impuesto a nivel universal y toda la realidad, sea cual sea el lugar que analicemos, es ya capitalismo. Toda cultura, a su vez, lo que pretende es dar una respuesta a su entorno. Y así, indudablemente con mi cultura occidental moririría en la selva amazónica si estuviera solo y el indígena de allí, sin embargo, sobreviviría. Pero la selva amazónica no es el universal y, sin embargo, el capitalismo sí. De esta forma, la realización universal del capitalismo implica que aquella cultura que lo desarrolló y lo explica es la única que tiene actualidad, pues las otras, que explicaban hechos históricos pasados y muertos, son ya pura fantasmagoría y la realidad que explicaban ha quedado reducida a hecho histórico pretérito cuando no a puro resto arqueológico o folklórico despliegue.
Pero hay algo más sobre este tema, y que desarrollaremos con mayor amplitud al tratar la esperanza, pues la superioridad de la cultura occidental no es sólo real desde un puro pragmatismo, que está claro, sino desde una visión progresista de la humanidad. Si progreso va unido a emancipación humana, y esto hay que decirlo claro, va unido a su vez a occidente: espíritu de la Ilustración.
¿Pero acaso la humanidad habita ya en un mundo feliz? No, y por ello la cultura occidental es culpable de no haberse cumplido a sí misma. Efectivamente, sería ingenuo pensar que la inmensa fábrica feliz en que se ha convertido el mundo no tiene que ver con fuerzas que ya estaban presentes en el desarrollo de la racionalidad occidental. De esta forma, la realización de la idea de sujeto y su consiguiente dominio del mundo para humanizarlo pasó a ser dominio sobre el propio sujeto por una realidad externa convertida, a su vez, en sujeto universal: el capitalismo. Así, la fuerza que debería liberar a los hombres -el conocimiento- se convirtió en carcelero. Y este desarrollo del nuevo sujeto universal de explotación, que no hubiera sido posible si no hubiera habido racionalidad occidental, es, por consiguiente, responsabilidad suya. Ninguna otra cultura, aunque todas ellas hayan sido a su vez de dominación de unos hombres sobre otros, ha llegado tan lejos en la generación de un sistema totalitario: que dicha dominación no se realice ya prioritariamente desde unos grupos sociales sino que la misma realidad domine sobre todos del mismo modo. Es así el sueño cumplido de la vuelta a la naturaleza pero, tras Darwin, sabiendo que la naturaleza no es hermosa. Pero además se trata de una realidad no devenida bajo condiciones ajenas a la acción humana sino construida por el propio desarrollo de la conciencia occidental. Efectivamente, sin occidente el mundo no tendría capitalismo y dominación universal. Pero esto tampoco quiere decir que ello le hiciera libre. Pues las otras culturas tampoco se han caracterizado precisamente por el cariño a la emancipación y la autonomía del pensamiento. Sin embargo, es claro que esta es la culpa del pensamiento occidental: el desarrollo del capitalismo como dominación universal sobre los seres humanos.
Pero en esta misma queja radica la esperanza. Solo quien siente la culpa posee la esperanza como objetividad. Efectivamente, el sentimiento de culpa expresa el deberia ser y este, a su vez, indica la existencia de un ideal no realizado, de una promesa no cumplida. Y en la cultura occidental esta esperanza objetiva no se define sólo por pensar que ojalá todo hubiera ocurrido de forma distinta sino que las cosas podrían y deberían ser de otro modo: objetividad. Y dicha crítica a la realidad se realiza de forma inmanente y de acuerdo a lo que la misma realidad es: son los mismos conceptos que desarrollaron el capitalismo los que se definen como inacabados en su trayectoria histórica. Así, el único punto de anclaje para un principio de esperanza está en aquello que la propia tradición del pensamiento occidental lleva en sí, la emancipación de los seres humanos, y que permanece sin cumplirse. De esta forma, las críticas desde otras culturas ajenas a los procesos mencionados no pasan ya de ser el anhelo de volver a formas primitivas de dominación pues las ideas que se utilizan en ellas pertenecen a realidades ancladas en el pasado o a residuos civilizatorios más folclóricos que actuales. Diciéndolo en frase: la conciencia primitiva no puede entender el sistema de dominación más complejo y racionalizado que nunca haya existido. Y así solo puede hacerlo la conciencia que lo creó y se sofisticó con él. La crítica a la realidad, pues, sólo se puede hacer desde el pensamiento occidental en una doble perspectiva: por un lado, la formalización del pensamiento como pensamiento racional; por otro, sólo desde las ideas que hicieron surgir el propio capitalismo es posible comprenderlo, primero, y ver tras él una potencionalidad traicionada, ver algo más de lo que pretende ser.
El pensamiento racional es el único que es capaz de comprender la propia racionalidad extrema del capitalismo. El pensamiento mítico, aquel en que la identificación plena se da en su mero aparecer, como en la ñoña mística, no puede comprender el capitalismo pues su apariencia es la del libre mercado de mercancías que sirven al desarrollo humano: su falsa apariencia se presenta como su esencia. Solo el pensamiento racional occidental escarba más allá de esa apariencia y en su búsqueda de la causa encuentra la explotación. Solo la cadena de pensamiento que occidente generó, y cuyos meritorios proyectos serían la ciencia, la filosofía y el arte, es capaz de aplicarse al capitalismo para comprenderlo como explotación aún más allá de su apariencia exitosa.
Pero además, y este es el segundo punto, aquellos conceptos que occidente creó y a los que dio sentido de emancipación en su discurso -sujeto, autonomía, libertad,…- están aún vivos en esa misma tradición y son la única esperanza frente a su propio desarrollo traicionado en el capitalismo. Esos conceptos que se usan diariamente significan más en su tradición que en su uso cotidiano y dicha tradición no es sólo pasado histórico sino que aún está presente en las obras de arte o en obras de pensamiento. Y por ello la dominación ha convertido la cultura, esa tradición, o bien en fósil para la élite o en desaparecida para la masa, incluyendo aquí el empleo de un sistema educativo demencial y reaccionario, señalándole que todo vale igual en el flujo de la mercancías donde relativismo y multiculturalismo pueden convivir sin problemas pues el único problema real es, precisamente, la cultura.
Nosotros, sin embargo, mantenemos aún realmente la esperanza. Pero este nosotros ya no cabe entenderlo como hombre blanco o negro, nacido en el hemisferio sur o el norte, cerca de un océano o de otro, macho o hembra: solo cabe entenderlo como pensamiento humano. La expansión global del capitalismo ha universalizado el mundo y la respuesta ante él, la única respuesta, está en el desarrollo de aquel pensamiento que es capaz de entenderlo y criticarlo pues a su vez lo germinó. Así, ya no existe pensamiento occidental sino solo pensamiento que podría llegar a ser de emancipación -como una vez lo fue- pues todos los demás han sido arrojados, y tal vez de forma justa, al vertedero de la historia donde ellos mismos arrojaron a sus víctimas. Sin embargo, no cabe olvidar que ese mismo pensamiento ha generado la situación actual de absoluto dominio sobre el hombre. Por ello, no es el pensamiento como museo aquel que se exige aquí sino ese otro que se realiza no solo sobre sí mismo sino, y fundamentalmente, contra sí mismo.
El pensamiento occidental es culpable.
El pensamiento occidental es la única esperanza.
En este triple eje radica el problema de la cultura occidental y de la idoneidad o no de otras culturas. Pero, es un triple eje polémico. Por un lado, hay que ver qué significa concretamente esa superioridad del pensamiento occidental sobre otras; por otro, hay que analizar cuál es su culpa; por último, en qué se basa su exclusiva esperanza.
El pensamiento occidental es superior. Solo esta frase ya habrá hecho que muchos dejen de leer: debo de ser un xenófobo. Sin embargo el criterio de superioridad para estimar a occidente no proviene de razones innatas entre la gente que habitó o habita este lado del planeta, eso sí sería racismo, sino que dicho criterio resulta de un hecho historico incontestable: el predominio absoluto en la actualidad del capitalismo. Efectivamente, el capitalismo se ha impuesto a nivel universal y toda la realidad, sea cual sea el lugar que analicemos, es ya capitalismo. Toda cultura, a su vez, lo que pretende es dar una respuesta a su entorno. Y así, indudablemente con mi cultura occidental moririría en la selva amazónica si estuviera solo y el indígena de allí, sin embargo, sobreviviría. Pero la selva amazónica no es el universal y, sin embargo, el capitalismo sí. De esta forma, la realización universal del capitalismo implica que aquella cultura que lo desarrolló y lo explica es la única que tiene actualidad, pues las otras, que explicaban hechos históricos pasados y muertos, son ya pura fantasmagoría y la realidad que explicaban ha quedado reducida a hecho histórico pretérito cuando no a puro resto arqueológico o folklórico despliegue.
Pero hay algo más sobre este tema, y que desarrollaremos con mayor amplitud al tratar la esperanza, pues la superioridad de la cultura occidental no es sólo real desde un puro pragmatismo, que está claro, sino desde una visión progresista de la humanidad. Si progreso va unido a emancipación humana, y esto hay que decirlo claro, va unido a su vez a occidente: espíritu de la Ilustración.
¿Pero acaso la humanidad habita ya en un mundo feliz? No, y por ello la cultura occidental es culpable de no haberse cumplido a sí misma. Efectivamente, sería ingenuo pensar que la inmensa fábrica feliz en que se ha convertido el mundo no tiene que ver con fuerzas que ya estaban presentes en el desarrollo de la racionalidad occidental. De esta forma, la realización de la idea de sujeto y su consiguiente dominio del mundo para humanizarlo pasó a ser dominio sobre el propio sujeto por una realidad externa convertida, a su vez, en sujeto universal: el capitalismo. Así, la fuerza que debería liberar a los hombres -el conocimiento- se convirtió en carcelero. Y este desarrollo del nuevo sujeto universal de explotación, que no hubiera sido posible si no hubiera habido racionalidad occidental, es, por consiguiente, responsabilidad suya. Ninguna otra cultura, aunque todas ellas hayan sido a su vez de dominación de unos hombres sobre otros, ha llegado tan lejos en la generación de un sistema totalitario: que dicha dominación no se realice ya prioritariamente desde unos grupos sociales sino que la misma realidad domine sobre todos del mismo modo. Es así el sueño cumplido de la vuelta a la naturaleza pero, tras Darwin, sabiendo que la naturaleza no es hermosa. Pero además se trata de una realidad no devenida bajo condiciones ajenas a la acción humana sino construida por el propio desarrollo de la conciencia occidental. Efectivamente, sin occidente el mundo no tendría capitalismo y dominación universal. Pero esto tampoco quiere decir que ello le hiciera libre. Pues las otras culturas tampoco se han caracterizado precisamente por el cariño a la emancipación y la autonomía del pensamiento. Sin embargo, es claro que esta es la culpa del pensamiento occidental: el desarrollo del capitalismo como dominación universal sobre los seres humanos.
Pero en esta misma queja radica la esperanza. Solo quien siente la culpa posee la esperanza como objetividad. Efectivamente, el sentimiento de culpa expresa el deberia ser y este, a su vez, indica la existencia de un ideal no realizado, de una promesa no cumplida. Y en la cultura occidental esta esperanza objetiva no se define sólo por pensar que ojalá todo hubiera ocurrido de forma distinta sino que las cosas podrían y deberían ser de otro modo: objetividad. Y dicha crítica a la realidad se realiza de forma inmanente y de acuerdo a lo que la misma realidad es: son los mismos conceptos que desarrollaron el capitalismo los que se definen como inacabados en su trayectoria histórica. Así, el único punto de anclaje para un principio de esperanza está en aquello que la propia tradición del pensamiento occidental lleva en sí, la emancipación de los seres humanos, y que permanece sin cumplirse. De esta forma, las críticas desde otras culturas ajenas a los procesos mencionados no pasan ya de ser el anhelo de volver a formas primitivas de dominación pues las ideas que se utilizan en ellas pertenecen a realidades ancladas en el pasado o a residuos civilizatorios más folclóricos que actuales. Diciéndolo en frase: la conciencia primitiva no puede entender el sistema de dominación más complejo y racionalizado que nunca haya existido. Y así solo puede hacerlo la conciencia que lo creó y se sofisticó con él. La crítica a la realidad, pues, sólo se puede hacer desde el pensamiento occidental en una doble perspectiva: por un lado, la formalización del pensamiento como pensamiento racional; por otro, sólo desde las ideas que hicieron surgir el propio capitalismo es posible comprenderlo, primero, y ver tras él una potencionalidad traicionada, ver algo más de lo que pretende ser.
El pensamiento racional es el único que es capaz de comprender la propia racionalidad extrema del capitalismo. El pensamiento mítico, aquel en que la identificación plena se da en su mero aparecer, como en la ñoña mística, no puede comprender el capitalismo pues su apariencia es la del libre mercado de mercancías que sirven al desarrollo humano: su falsa apariencia se presenta como su esencia. Solo el pensamiento racional occidental escarba más allá de esa apariencia y en su búsqueda de la causa encuentra la explotación. Solo la cadena de pensamiento que occidente generó, y cuyos meritorios proyectos serían la ciencia, la filosofía y el arte, es capaz de aplicarse al capitalismo para comprenderlo como explotación aún más allá de su apariencia exitosa.
Pero además, y este es el segundo punto, aquellos conceptos que occidente creó y a los que dio sentido de emancipación en su discurso -sujeto, autonomía, libertad,…- están aún vivos en esa misma tradición y son la única esperanza frente a su propio desarrollo traicionado en el capitalismo. Esos conceptos que se usan diariamente significan más en su tradición que en su uso cotidiano y dicha tradición no es sólo pasado histórico sino que aún está presente en las obras de arte o en obras de pensamiento. Y por ello la dominación ha convertido la cultura, esa tradición, o bien en fósil para la élite o en desaparecida para la masa, incluyendo aquí el empleo de un sistema educativo demencial y reaccionario, señalándole que todo vale igual en el flujo de la mercancías donde relativismo y multiculturalismo pueden convivir sin problemas pues el único problema real es, precisamente, la cultura.
Nosotros, sin embargo, mantenemos aún realmente la esperanza. Pero este nosotros ya no cabe entenderlo como hombre blanco o negro, nacido en el hemisferio sur o el norte, cerca de un océano o de otro, macho o hembra: solo cabe entenderlo como pensamiento humano. La expansión global del capitalismo ha universalizado el mundo y la respuesta ante él, la única respuesta, está en el desarrollo de aquel pensamiento que es capaz de entenderlo y criticarlo pues a su vez lo germinó. Así, ya no existe pensamiento occidental sino solo pensamiento que podría llegar a ser de emancipación -como una vez lo fue- pues todos los demás han sido arrojados, y tal vez de forma justa, al vertedero de la historia donde ellos mismos arrojaron a sus víctimas. Sin embargo, no cabe olvidar que ese mismo pensamiento ha generado la situación actual de absoluto dominio sobre el hombre. Por ello, no es el pensamiento como museo aquel que se exige aquí sino ese otro que se realiza no solo sobre sí mismo sino, y fundamentalmente, contra sí mismo.
7 comentarios:
Interesante su reflexión, que será polémica y, posiblemente, equivocadamente comprendida por algunos.
Mi opinión:
1.- Lo que se ha demostrado superior no es tanto la civilización occidental, como el capitalismo, aunque los fundamentos, lo que Ud llama Ilustración, de aquella, han abierto la puerta a éste. Desde una perspectiva biológica, más que histórica, parece que el capitalismo se ha adaptado mejor y por eso ha desbancado al resto.
2.- La culpabilidad de la civilización occidental me parece más un recurso para compensar el punto primero, que no sé si le gusta, que una reflexión sería. Es un anti-popperarismo sin base ya que la felicidad es un concepto relativo que hay que medir en relación a otros escenarios.
3.- Del tercer punto se puede decir lo mismo que del segundo.
Sin embargo, aceptando su primera tesis, por obvia, de lo que no sé si se ha percatado, que seguro que sí, es del calado político, si se utiliza como lente, para analizar los problemas cotidianos.
Es el liberalismo la mejor forma de afrontar los problemas?
Deben apoyarse, por tanto, las políticas liberales frente a otras?
Se debe defender el liberalismo de los ataques que reciba?
Debe imponerse como doctrina allá donde no se ha impuesto, con el fin de evitar males mayores y acelerar la humanización de sociedades atrasadas?
En definitiva, es mejor no poner obstáculos al lógico desarrollo del capitalismo a fin de que éste, superior, se autorepare y prosiga su avance, mejorando las condiciones de vida generales?
Eso es lo que combatirán muchos.
D. Güapo:
el problema es que el capitalismo es un totalitarismo. Y el punto 2 y 3 son básicos en la exposición y no están ahí para compesar sino para desarrollar racionalmente el problema.
Don Guapo, si piensa usted en mí cuando dice que muchos no comprenderán esta reflexión de don EP, se confunde.
Don EP y yo hemos hablado varias veces sobre este asunto y lo comparto plenamente. Quizás no comparta tanto su forma de expresarlo, trufada de pequeñas provocaciones que parecen más destinadas a que esas personas que usted dice a priori que no le entenderán, se descuelguen de la lectura, que a su correcta comprensión.
Y, por cierto, comparto también la respuesta que le da don EP.
Lo cierto es que ingenuamente esperaba un texto de cierto contenido antropológico, alguna sutileza conceptual y la mínima actualidad crítica, no una plegaria laica con polilla hegeliana muy sazonada de estipulaciones semánticas más totalizadoras que universalistas y más idealistas que descriptivas de ningún referente real por concreto y actual. Vamos, que esperaba algo siquiera cartesiano donde la res cogitans y la res extensa pudieran llegar a distinguirse en algún momento, donde la historia fuera otra cosa que ese mesiánico y hegeliano relato del desarrollo del espíritu en el cosmos.
Trataré de explicar esta decepción a partir de algunas glosas y objeciones:
- Resulta cuando menos contradictorio predicar la superioridad emancipatoria de una cultura afirmando a la vez que es la que ha llegado más lejos en la generación de un sistema totalitario.
El non plus ultra de la alienación es a la vez la gran esperanza emancipatoria. Desconcertante paradoja.
Y lo es, paradoja sobre paradoja, merced a algo tan racional como el sentimiento de culpa y la esperanza.
Como chiste para la sección mundo interior tiene gracia. O para una novela de Chesterton. Y ya.
Todo ese circunloquio suyo sobre el devenir totalitario del capitalismo no es otra cosa que el tópico marxista de la alienación, que por lo menos un Débord se toma la molestia de actualizar -y concretar- en el concepto de separación.
- "Así, la fuerza que debería liberar a los hombres -el conocimiento- se convirtió en carcelero."
Bien, esta intuición (la intuición sigue siendo el incipit del pensamiento, nos tememos) ya está en (¿el ñoño místico?) Hölderlin y en toda la crítica a la ilustración y al capitalismo desde dentro.
Incluso desde unas coordenadas que no sé si usted inscribe dentro de o excluye de eso que llama Occidente y eso que llama Ilustración, el muy culto Ratzinger, jefe de esa marca que comercializa ese otro producto occidental que es el catolicismo romano y apostólico predicaba el otro día en Lourdes algo parecido: el conocimiento como idolatría, como cárcel del alma (que es como llama en su jerga a eso que usted llama el espíritu).
Obviamente, es sólo una analogía, algo prerracional, pero pareciera que el pensamiento mítico-analógico asoma por ambos textos (su prédica y la del infalible) y por muchos otros rincones del tal Occidente. Y convive estupendamente con el marco antropológico del capitalismo, que algunos consideramos que es tan abierto que concretamente es muchos distintos y por tanto ninguno que podamos universalizar.
- Sujeto, autonomía, libertad. Apliquemos la navaja analítica. ¿Sujeto y autonomía están restringidos a eso que llama occidente? Podría ser, o no, pero ¿Libertad? ¿Ahora las palabras-fetiche de estipulación caprichosa vuelven a ser conceptos asumibles en el marco de un discurso que se pretende racionalmente formalizado? De acuerdo, fiesta! Que se jodan Wittgenstein y los analíticos del mundo. No han aportado nada, podemos volver atrás sin contar con ellos a nuestros queridos fósiles para la élite, a conceptos que hace demasiado tiempo perdieron su potencia lógica y quedaron como herramientas -pura connotación, ninguna denotación- del discurso público-publicitario.
Y ahí es donde señalamos no nuestra entrega a ningún relativismo sino la fundada evidencia de que lo que usted y otros llaman relativismo es algo de lo que ustedes no escapan, es decir: su antirrelativismo aparente, es en realidad otro relativismo, aunque insatisfecho y contrariado. Y a menudo apesta a incienso platónico prepopperiano y a pretensiones de absolutismo trasnochado... Precisamente porque lo que no es relativo -lo que no está sujeto al pensamiento de las relaciones- es lo absoluto (que es el correlato laico de lo sagrado en el pensamiento mítico, sea occidental o no) y su expresión discursiva, política y económica, superada y esclavizante, se llama tradicionalmente absolutismo y no de ninguna otra manera.
Es eso de cuando los sacerdotes y poetas eran representantes de un discurso inspirado por divinidades y los filósofos vendían su merchandising en calidad de sacerdotes laicos. Es eso a lo que quedamos que no se podía volver después de Auswichz y el Gulag, eso que hace que los que en otras décadas fueran efectivamente progresistas hayan devenido carcundia reaccionaria con tanta inconsciencia de ello como naturalidad en el giro. Y con perfecta satisfacción de su aparente insatisfacción.
- Ese "Nosotros" que "solo cabe entenderlo como pensamiento humano" es el nosotros del que trataba de hablarle el otro día, precisamente porque sus potencialidades críticas y operativas pueden emerger en cualquier lugar en esta época del mundo pancapitalista y no en ese fósil geopolítico que usted, contradictoriamente a lo afirmado después, sigue llamando patrimonialmente Occidente. "Así, ya no existe pensamiento occidental (efectivamente, eso trataba de señalar el otro día, y si no existe pensamiento occidental, entonces no puede predicarse la superioridad de algo que ya no existe) sino solo pensamiento que podría llegar a ser de emancipación -como una vez lo fue- pues todos los demás (incluído ese producto del idealismo que es la dialéctica de raíz hegeliana) han sido arrojados, y tal vez de forma justa, al vertedero de la historia donde ellos mismos arrojaron a sus víctimas."
Por ahí ha discurrido la critica fértil al marxismo acartonado y sus productos históricos, y por ahí van las críticas potencialmente fétiles al liberalismo, críticas que obviamente ni los liberales de boina y sacristía ni los de academia podrán comprender nunca -porque es lo último que les interesa, no por otra cosa- pero siempre tratarán de manipular desde esa razón instrumental que es la única razón en la que fundan su eficacismo (que desde luego no es un pragmatismo como el de Peirce, y a menudo ni siquiera un consecuencialismo como el de James), ese pensamiento que no se realiza ni sobre sí mismo ni contra sí mismo sino, obviamente contra todo lo demás, ya que no tiene otro sentido que la efectiva dominación.
En conclusión, creo que puede afirmarse que si la racionalización del mito es un avance, la mitificación del logos es un retroceso, y creo que eso es lo que le sucede a buena parte de la cultura y la filosofía contemporáneas. Olvidan el contexto, no hablan de un referente real sino que se pierden en los anillos de humo de su mente. Por eso resulta más simpático el cinismo asumido de un Sloterdijk que tantas imposturas domésticas y domesticadas que aún se pretenden progresistas y que le permiten a un Hunntington postular lo suyo o a su amigo Ricardito justificar la fechoría rusa del verano y quedarse tan ancho y convencido de que ha pensado racionalmente y, por descontado, sin relativismo alguno y con tradicionalmente tradicional progresismo progresista.
Si para comprender el capitalismo (o cualquier otra realidad -por concreta y actual- sea en el plano antropológico, sea en el social) tenemos que volver a paradigmas de pensamiento que "pertenecen a realidades ancladas en el pasado o a residuos civilizatorios más folclóricos que actuales", es decir por ejemplo a esa ñoña mística del logos pretenciosamente totalizadora que es la dialéctica vista desde el presente (porque obviamente, en su contexto de emergencia fue tan progresista como el cristianismo o el islam, pero ya es tan reaccionaria como ellos), si tenemos que volver a las borracheras de Hegel y las profecías de Marx, apañados estamos.
Pero de acuerdo, borremos de la historia del pensamiento estructuralismos y postestructuralismos y sobre todo -y esto es decisivo- olvidemos las lecciones del racionalismo crítico popperiano y volvamos al fósil de la dialéctica decimonónica para describir -esto es tratar de analizar y comprender en su existir- el desarrollo actual del capitalismo o, dicho de otro modo, de las diversas realidades locales inevitablemente afectadas por los diversos dispositivos del capitalismo.
Una vez aceptada esta evidente involución radical ¿Se puede integrar entonces en el discurso un concepto nada racional de raíz religiosa como la culpa y predicar el devenir objetiva de la esperanza? Obviamente sí, ¿pero para entonces estamos hablando de la formalización del pensamiento como pensamiento racional? ¿O ya hemos vuelto de cabeza a un planteamiento mítico (tan definitivamente mítico que es capaz de objetivizar estados de ánimo) aunque, eso sí, bien travestido de logos museístico?
Quizá he comprendido mal, quizá no he comprendido o quizá comprendo pero no acepto, pero ése me parece el recorrido.
Ni antropología, ni geopolítica, ni siquiera racionalismo crítico sino una por otro lado muy amena y bien compuesta plegaria laica de chestertonianos ecos. Funny hasta decir basta.
Pero para ese viaje no hacían falta tantas alforjas, que diría el castizo en un ataque de raciovitalismo y cultura popular basurera. Y paleta. Muy paleta.
Que decepción.
¿Cómo se puede hablar de la superioridad cultural de occidente sin mentar el “Sgt. Pepper's”, “La vida de Brian” o a “Los Ramones”.
No se me hace facil, supongo (entre otras menguas) por desconocer los referentes que Ud. Utiliza. Pero releyendolo y con las pistas que da el comentario de Don Guapo, poco a poco me voy haciendo con el.
Un par de dudas:
¿Podría esa tribu del Amazonas volver a formar parte de la historia?
¿En que modo se ve afectado o se verá afectado el capitalismo por las leyes del Materialismo dialectico. En concreto me interesa la de negación de la negación.
D. Odradek: antes de nada felicitarle a usted por su erudición. Citar, en un texto de apenas 1500 palabras, a más de una decena de autores de la historia de la filosofía con sentencias categóricas sobre los mismos está, ciertamente, al alcance de unos pocos. Yo, desde luego, soy incapaz de tamaño despliegue.
Y auna ves felicitado, vamos a lo concreto:
1.- Lo de la res cogitans y la extensa no lo he pillado.
2.- El non plus ultra de la alienación es a la vez la gran esperanza emancipatoria (...)paradoja. No, eso precisamente es pensamiento dialéctico que se niega a la identificación positivista de que una cosa es solo una cosa. En la dialéctica el principio de identidad no funciona. Pero dicha realidad dialéctica no es por el sentimiento de culpa ni nada de eso, de hecho no se dice, sino que el sentimiento de culpa demuestra que el pensamiento habla de algo más de lo que hay. Si no, no habría culpa pues esta es siempre sobre podría ser. Y de hecho se distingue entre una culpa subjetiva y otra objetiva.
3.- ¿Hölderlin? Que va. En él no está esa crítica dialéctica a la ilustración. Lo que está en el es un enfrentamiento entre la idea de individuo frente a la idea de sujeto kantiano. En el fondo, el Romanticismo no es una crítica a la libertad sino a la autonomía, que es la vclave del sujeto kantiano. Y no seré yo quien dé leciones sobre el tema, pero es que Hölderlin, en cierta medida como Ratzinger, culpan no al conocimiento sino a la Razón en sí. Y eso es ideología hoy, curiosamente.
4.- Lo de la libertad. Verá, este es un blog de aspecto amplio. Y se usan palabras reconocibles por un publico amplio. De todas formas, la palabra libertad en la tradición filosófica es muy importante. ¿Discutimos sobre ella? Y lo de Wittgenstein y los analíticos, poniéndonos pedantes, sospecho que no lo entiendo. Si bien yo no creo que haya dos Wittgenstein, sin embargo en este tema concreto sí creo que el denominado como segundo admitiría el empleo de este concepto por el juego de lenguaje, pero el primero, no. A la espera estoy de que me señale de cuál, o si es en general y l discutimos, habla.
5.- Precisamente porque lo que no es relativo -lo que no está sujeto al pensamiento de las relaciones- es lo absoluto. Seguro, ya no lo creo, que no he sabido explicarme. Define usted relativo de una forma que yo no hago y así no hay quien se entienda. El realtivismo cultural no es eso que usted dice, pues entonces Kant sería un relativista cultural pues el admite una mediación en sentido fuerte, sino la negación de la idea de verdad universal. De hecho, que yo sepa, nunca utilizo en todo el artículo la expresión “verdad absoluta” pero sí está el concepto “universal”. Si usted deduce que universal y absoluto es lo mismo, debería explicarlo. Igual, y ese es mi error, yo también debería explicar la diferencia. En cuanto a lo del Gulag y Auswitch, que yo sepa yo no he quedado en nada ni con usted ni con nadie. Pero si le interesa le informo que, vaya usted a saber el motivo, voy a dar una conferencia sobre ese tema proximamamente. Y sí, Hegel tiene parte de culpa, pero también Hölderlin.
6.- Lo de la dialéctica. La dialéctica no es un fósil, de hecho, es la única crítica posible al capitalismo. Comprendo que esto es más largo de explicar y lo dejo, si me lo permite, para un artículo posterior.
7.- Lo de Popper. Verá, me pasa como con Wittgenstein, no sé si se refiere al Popper de la filosofía de la ciencia o al de la, presunta, sociedad abierta. De todas formas, y mire como yo también sé hacer sentencias categóricas sin explicar nada, Popper siempre me ha parecido un autor de universidad. Es, para entendernos, un positivista sin el valor de Comte. Pero, si quiere hablar de Popper encantado en este mundo o en otro –nota: estoes un chiste pedante-.
8.- Lo que sí que no me ha gustado es su referencia, textual, a su amigo Ricardito. Verá, no todos tenemos la capacidad, que ya le he reconocido al principio y que aún en este punto me admira, de citar a más de una decena de autores en apenas 1500 palabras, pero creo que todos nos merecemos un trato respetuoso a pesar de nuestras evidentes limitaciones. Por tanto le ruego que a partir de ahora, y como es costumbre en este blog, al citar a un contertulio lo haga con respeto hacia su persona aunque pueda criticar despiadamente sus ideas.
Y 9.- D. Odradek, creo que es usted una persona culta e inteligente y siempre es bien recibido en este blog. De hecho, este artículo se debió, entre otras cosas y otras críticas, a algún comentario suyo muy interesante. Pero creo a su vez, y permítame la franqueza, que le pierde su anhelo de afianzar sus ideas con citas o apoyos académicos. Créame, aquí no hace falta. Las ideas solo se deben juzgar, siemrpe he pensado, por su grado de razón y no por su apoyo en la academia.
Un saludo.
Una propuesta; un comentario y tres dudas.
-Nuevamente he realizado el juego de leer el texto de abajo a arriba, empezando por el supuesto último párrafo y terminando por el primero. Háganlo, por favor.
-Interesantísimo escrito, Sr. Mesa. Quizá no estoy de acuerdo con ciertos aspectos sobre los conceptos de progreso, historia, emancipación. No es tanto un no estar de acuerdo, sino un ¿por qué no los precisamos en vez de dar por sabido lo que significan? Porque ¿de verdad significan lo que significan en el uso, en ese uso? ¿No pueden tener un significar otro?
- ¿Existe, alguna vez en algún lugar ha existido pensamiento, en su sentido exacto de re-flexionar, fuera de lo que llamamos occidente?
- ¿El Capitalismo lleva dentro la posible esperanza de la llegada al happy end de la promesa cumplida? ¿O es el Capitalismo, precisamente, la traición y la ocupación del lugar de la realización del happy end de la promesa cumplida? El happy end de la promesa cumplida que sí creo que existe en la propuesta ilustrada no traicionada.
- ¿El happy end de la promesa cumplida es extensible al afuera de occdicente? Esta pregunta ya parece sin sentido. Digo, pues, ¿cuál es el derecho que hace que debamos extender nuestro happy end de nuestra promesa cumplida a las otras culturas que alguna vez existieron? Sean cuales sean esas culturas, digo, sea cual sea el ser de esas culturas. (Me resisto a no pensar estas preguntas en presente, aunque la realidad globalizada por la fuerza totalitaria parezca negarlo rotundamente)
El Sanfe.
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