Hay indudablemente algo de cierto en el ecologismo. Y hay, también, algo de falso. Lo cierto es que hay que conservar la naturaleza. Lo falso es la causa defendida por los ecologistas por la cual hay que conservarla. Ya hemos hablado aquí de esto y no se trata de repetirse, sino de analizar ahora en concreto un ejemplo de ecologismo falaz en el cual están involucrados no sólo los grupos ecologistas extremos, entendiendo como tales aquellos que sitúan su conservacionismo como una causa última, sino también los gobiernos y las grandes corporaciones económicas. Y cuando se da este coctel, que incluye a gobiernos y corporaciones económicas con grupos ecologistas, cabe preguntarse por qué quienes más contaminan de pronto tienen interés en preservar limpia la tierra.
Hace poco ha comenzado la histeria sobre las bolsas de plástico. Y es una histeria, y una historia, mundial. Evidentemente, las bolsas de plástico son un contaminante y eso resulta indiscutible -Irak era una dictadura y eso era indiscutible-. Pero indudablemnete también hay un montón de cosas que contaminan -Arabia saudí es una dictadura y eso es indiscutible- y ante las cuales no se toma una determinación tan extrema como ante las bolsas de plásticos -Se invade Irak pero no Arabia-. Y la pregunta que surge es por qué para unas cosas tanto ecologismo y para otras, sin embargo, no.
Siempre una respuesta concreta debe ir más allá de su propia particularidad pues sino sería admitir que cada elemento real es independiente, y por tanto libre, de la estructura social de dominación: sería, pues, admitir algo falso. Sin embargo, hay veces que analizar un hecho concreto como tal da pistas sobre esa misma estructura de dominación. Es el camino elegido aquí.
En primer lugar, y para ser justos, la lucha de los gobiernos y asociaciones ecologistas debe separarse en su coherencia: los grupos ecologistas sí son coherentes. No es que tengan razón, no la tienen, sino que al menos muestran una estructura interna no contradictoria en sus planteamientos: prohiben las bolsas de plásticos como prohibirían, si pudieran, los otros elementos contaminantes. Por ello, esta reflexión no va con ellos, ya hicimos la arriba citada, aunque acaso se les pueda aplicar cierta parte.
Luego, resulta curioso que una medida en aras del medio ambiente no solo no reciba críticas de los grandes grupos industriales, los principales contaminadores al tiempo, sino su beneplácito e incluso su aplauso. ¿Por qué? Cabe analizar esta aparenta paradoja. ¿Qué tiene la prohibición de las bolsas de plástico que pueda, por ejemplo, agradar al Carrefour quien se ha convertido en un paladín de la causa? Una sola cosa para él: ahorro e imagen. Efectivamente, calculen ustedes cuánto dinero se acabará ahorrando cada comercio, y se llaman comercio por algo, al no dar bolsas. Así, la medida ecológica acaba siendo de economía empresarial porque resulta un ahorro para la empresa y es bienvenida. Pero además queda ecológico, la palabra de moda ahora que hasta la agricultura, ¡la agricultura!, puede serlo. Y al ser ecológico resulta publicitariamente rentable. La corporación comercial se presenta como preocupada por el medio ambiente, más que por las condiciones de trabajo de sus empleados sin duda, y así gana en un activo empresarial como es la buena imagen. Y todo ahorrando dinero y cargando la buena acción a otros: los consumidores que serán quienes sufran ese hecho.
Pero, hay algo más. ¿Por qué la apoya con beneplácito el gobierno, sea este o cualquiera? España, ni ningún país que yo sepa, ha cumplido con una reducción de los gases de invernadero a la atmósfera. España, y seguramente más países, subvencionan el altamente contaminante carbón (nacional, eso sí, como si ahí no hubiera memoria histórica). El gobierno español subvenciona la compra de vehículos de motor de explosión, o sea: coches, que son productos contaminantes. La agricultura española es un desastre de gestión de agua. Y arde Daimiel, sigue ardiendo. Pero el gobierno español, y de más países, sonríe satisfecho: no habrá bolsas de plásticos. Por defensa del medioambiente que no falte. El chocolate del loro.
Pero ustedes se preguntarán y con razón. ¿No es cierto que las bolsas son contaminantes? Por supuesto, pero lo interesante, como en la guerra de Irak, es por qué ante unas cosas se actúa con tanta contundencia y ante otras se pasa de largo. ¿Respuesta? Intereses económicos. Y hay más, mientras que las bolsas de plásticos se pueden reciclar –desde situarlas en el contenedor amarillo hasta usarlas como bolsas de basura, como hace la inmensa mayoría de los españoles e incluso, guiño a los nacionalistas, los habitantes del estado español- el CO2 del carbón, los coches o la industria, no. Pero primero se acaba con las bolsas que son más malas. Curioso, ¿no?
¿Curioso? No. Sigamos en lo concreto. Ya lo hemos citado: la mayoría reciclamos las bolsas del supermecado como bolsa de basura. Si estas desaparecen, ¿cómo echamos la basura? Respuesta: comprando bolsas de plástico. Cerrando el círculo. Todos contentos en lo concreto porque acaba en que los mas déiles, los consumidores, pagan más y lavan la cara demagógica de los más fuertes. Ni una mención a obligar a dar bolsas mas respetuosas con el medio ambiente a los comercios –me niego a usar el término falso de ecológicas-; ni una mención, curiosa en este país donde cada ratito aparece alguien exigiendo una asignatura escolar, a educar a la gente para que eche sus bolsas en el contenedor amarillo. Nada. ¿Motivo? La oligarquía financiera y política está de acuerdo. –algo parecido, por cierto, a como pasó con la energía nuclear-. Y la causa de que estén de acuerdo es que es una medida que solo perjudica a un sector: los consumidores. A ellos les sale gratis y les da publicidad.
De esta forma, lo concreto está servido. ¿Por qué desaparecen las bolsas de plástico? Porque bajo el imperio del beneficio no interesan.No se trata de nada ecológico, como la invasión de Irak no tiene que ver con la democracia, sino económico. Es pura política empresarial y política: pura fachada que, encima, beneficia. Es, como bien señaló la campaña electoral de Clinton, la economía, estúpido. Es, en el fondo, donde lo concreto se une a la totalidad.
Hace poco ha comenzado la histeria sobre las bolsas de plástico. Y es una histeria, y una historia, mundial. Evidentemente, las bolsas de plástico son un contaminante y eso resulta indiscutible -Irak era una dictadura y eso era indiscutible-. Pero indudablemnete también hay un montón de cosas que contaminan -Arabia saudí es una dictadura y eso es indiscutible- y ante las cuales no se toma una determinación tan extrema como ante las bolsas de plásticos -Se invade Irak pero no Arabia-. Y la pregunta que surge es por qué para unas cosas tanto ecologismo y para otras, sin embargo, no.
Siempre una respuesta concreta debe ir más allá de su propia particularidad pues sino sería admitir que cada elemento real es independiente, y por tanto libre, de la estructura social de dominación: sería, pues, admitir algo falso. Sin embargo, hay veces que analizar un hecho concreto como tal da pistas sobre esa misma estructura de dominación. Es el camino elegido aquí.
En primer lugar, y para ser justos, la lucha de los gobiernos y asociaciones ecologistas debe separarse en su coherencia: los grupos ecologistas sí son coherentes. No es que tengan razón, no la tienen, sino que al menos muestran una estructura interna no contradictoria en sus planteamientos: prohiben las bolsas de plásticos como prohibirían, si pudieran, los otros elementos contaminantes. Por ello, esta reflexión no va con ellos, ya hicimos la arriba citada, aunque acaso se les pueda aplicar cierta parte.
Luego, resulta curioso que una medida en aras del medio ambiente no solo no reciba críticas de los grandes grupos industriales, los principales contaminadores al tiempo, sino su beneplácito e incluso su aplauso. ¿Por qué? Cabe analizar esta aparenta paradoja. ¿Qué tiene la prohibición de las bolsas de plástico que pueda, por ejemplo, agradar al Carrefour quien se ha convertido en un paladín de la causa? Una sola cosa para él: ahorro e imagen. Efectivamente, calculen ustedes cuánto dinero se acabará ahorrando cada comercio, y se llaman comercio por algo, al no dar bolsas. Así, la medida ecológica acaba siendo de economía empresarial porque resulta un ahorro para la empresa y es bienvenida. Pero además queda ecológico, la palabra de moda ahora que hasta la agricultura, ¡la agricultura!, puede serlo. Y al ser ecológico resulta publicitariamente rentable. La corporación comercial se presenta como preocupada por el medio ambiente, más que por las condiciones de trabajo de sus empleados sin duda, y así gana en un activo empresarial como es la buena imagen. Y todo ahorrando dinero y cargando la buena acción a otros: los consumidores que serán quienes sufran ese hecho.
Pero, hay algo más. ¿Por qué la apoya con beneplácito el gobierno, sea este o cualquiera? España, ni ningún país que yo sepa, ha cumplido con una reducción de los gases de invernadero a la atmósfera. España, y seguramente más países, subvencionan el altamente contaminante carbón (nacional, eso sí, como si ahí no hubiera memoria histórica). El gobierno español subvenciona la compra de vehículos de motor de explosión, o sea: coches, que son productos contaminantes. La agricultura española es un desastre de gestión de agua. Y arde Daimiel, sigue ardiendo. Pero el gobierno español, y de más países, sonríe satisfecho: no habrá bolsas de plásticos. Por defensa del medioambiente que no falte. El chocolate del loro.
Pero ustedes se preguntarán y con razón. ¿No es cierto que las bolsas son contaminantes? Por supuesto, pero lo interesante, como en la guerra de Irak, es por qué ante unas cosas se actúa con tanta contundencia y ante otras se pasa de largo. ¿Respuesta? Intereses económicos. Y hay más, mientras que las bolsas de plásticos se pueden reciclar –desde situarlas en el contenedor amarillo hasta usarlas como bolsas de basura, como hace la inmensa mayoría de los españoles e incluso, guiño a los nacionalistas, los habitantes del estado español- el CO2 del carbón, los coches o la industria, no. Pero primero se acaba con las bolsas que son más malas. Curioso, ¿no?
¿Curioso? No. Sigamos en lo concreto. Ya lo hemos citado: la mayoría reciclamos las bolsas del supermecado como bolsa de basura. Si estas desaparecen, ¿cómo echamos la basura? Respuesta: comprando bolsas de plástico. Cerrando el círculo. Todos contentos en lo concreto porque acaba en que los mas déiles, los consumidores, pagan más y lavan la cara demagógica de los más fuertes. Ni una mención a obligar a dar bolsas mas respetuosas con el medio ambiente a los comercios –me niego a usar el término falso de ecológicas-; ni una mención, curiosa en este país donde cada ratito aparece alguien exigiendo una asignatura escolar, a educar a la gente para que eche sus bolsas en el contenedor amarillo. Nada. ¿Motivo? La oligarquía financiera y política está de acuerdo. –algo parecido, por cierto, a como pasó con la energía nuclear-. Y la causa de que estén de acuerdo es que es una medida que solo perjudica a un sector: los consumidores. A ellos les sale gratis y les da publicidad.
De esta forma, lo concreto está servido. ¿Por qué desaparecen las bolsas de plástico? Porque bajo el imperio del beneficio no interesan.No se trata de nada ecológico, como la invasión de Irak no tiene que ver con la democracia, sino económico. Es pura política empresarial y política: pura fachada que, encima, beneficia. Es, como bien señaló la campaña electoral de Clinton, la economía, estúpido. Es, en el fondo, donde lo concreto se une a la totalidad.
2 comentarios:
Pretender racionalizar lo que ocurre en la España de hoy creo que es peor o al menos igual de imposible que hacerlo de la España segundarepublicana.
Estos días el gobierno de la Generalidad, ponia traductores simultaneos para conversar con una delegación del Gobierno Nicaraguense.
¿Recuerda Ud. la historia de la trucha de dos cabezas que encontraron los chicos de Ecologistas en Acción?
El ecologismo y en su versión del “Cambio Climático” ya es una religión con su credo, su liturgia, sus fanáticos, su dogma y sus profetas.
No importa que de pequeños en la escuela nos expliquen que el agua al congelarse aumenta su tamaño y que el 90% de un iceberg permanece sumergido. Si el apostol del Cambio Climático dice que cuando se derritan los hielos polares el nivel del mar aumentará 70 metros, nadie rechista y además se le da el Nobel. Como en cualquier dogma la fe está por encima de la ciencia.
No importa que Dios no exista, lo imprescindible no es Dios, lo imprescindible es la moral cristiana, que es con la que hemos progresado.
Tampoco importa si Algor o los Ecologistas en Acción nos contaron milongas, para ver que el contenido moral del ecologismo nos es imprescinble ahora mismo.
Las grandes religiones, cristianismo, islamismo o marxismo, contemplaron la posibilidad del fin de la Humanidad, pero no la de su soporte, la Tierra.
Los católicos ya han corregido esto e incorporan el pecado ecológico, como hicieron con la defraudación a hacienda.
Lo de las bolsas de plástico es un acto más de la liturgia religiosa, como los rezos mirando a la meca, los traductores de catalán, o las novenas al Cristo de Medinaceli.
No pretenda Ud encontrarle lógica la explicación estará en la tetera de Bertrand Russell
Como otra explicación, y enlazando con su Iraq tenemos que Iraq no se invadió (1991) por ser una dictadura, lo invadieron porque ellos invadieron Kwait (petroleo) y sobre todo porque en fotos de satélite se vio una columna de tanques iraquís dirigiéndose a Arabia Saudí (mucho mas petroleo) entonces aliada de USA.
Hay quien explica la crisis económica actual como provocada con objeto de reducir el consumo de petroleo y iniciar la independencia de los paises árabes (hoy financiadores del Islamismo) como proveedores del actualmente imprescindible material.
Ya que, desaparecido el Comunismo, el Islám tomo el testigo de fuerza opositora al Capitalismo.
Y en este contexto se explicaría el que las patatas fritas nos las vendan en bolsas hechas con patatas y no con petroleo islamista.
Ud. no “recicla” las bolsas del hiper como bolsas de basura, las “reutiliza” como bolsas de basura.
La reutilización NO tiene consumo energético. Mientras que el reciclado SI y mucho.
al tema de las bolsas de plástico yo directamente lo llamo estafa.
Por dos motivos:
1- como bien ha dicho, es una forma más de ganar dinero, nada de respeto al medio ambiente, es negocio puro y duro
2- ¿ha comprobado si esas bolsas que venden como biodegradables y que no dañan al medio ambiente realmente lo son?....yo sí, y nada de nada...llevo años esperando que se descomponga por los procesos naturales, sol y agua, pero ahí sigue, como todas
así que lo dicho, sencillamente una estafa.
Y bueno, solo una matización a lo expuesto por el Sr. Oyente con respecto al cambio climático y la elevación del nivel del mar...no se trata de que el hielo ocupe más volumen que el agua líquida, y que por tanto cuando se derrita no genere aumento del nivel...se trata de que ese hielo está situado sobre una masa continental, no en el mar (Antártida, Groenlandia) de modo que al derretirse se incrementa el volumen de agua del océano, de modo que sí sube el nivel...y por otra parte, y más grave, se produce una modificación en el índice de salinidad del agua, lo que afectaría a las corrientes marinas, que son las que regulan los procesos térmicos y lluvias del planeta.
Loligo
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