domingo, junio 19, 2011

DEFENDER LO PÚBLICO (¿o no?)/y 2

En el artículo anterior analizábamos los argumentos de la derecha en contra no tanto de los sevicios públicos entendidos como universales y financiados por impuestos sino de su carácter público, es decir, desarrollados por la administración pública. En esta segunda parte, y última afortunadamente para ustedes, vamos a hacer algo doble: por un lado, realizar una crítica al servicio público porque, resulta evidente creemos, no realiza su objetivo; por otro, sin embargo, defender su carácter público. Es decir, y precisamente, defender que sea el estado el que lo ejecute.

1.- ¿Cumple lo público con un buen servicio? La gente cuando busca un servicio busca lo mejor para ella misma. Sin embargo, a igualdad de elección la gente, como se ve en la enseñanza concertada por ejemplo, elige la gestión privada. Pero, curiosamente, igual hacen los funcionarios cuando, a través de MUFACE, su mutualidad médica, escogen por mayoría abrumadora las sociedades privadas frente a la seguridad social. Por ello, lo que no se puede mantener como argumento general es que la gente es idiota y no sabe elegir al escoger lo privado. Antes bien, hay que saber por qué la gente escoge lo privado para poder conocer qué defectos tiene lo público. Porque de lo que no cabe duda, al menos para nosotros, es que lo público ha acabado siendo ineficaz, oneroso y pésimamente gestionado.

2.- Un primer problema es la funcionarización de la administración pública y su realidad última de casta laboral. Efectivamente, el funcionariado, como ente social, ha llegado a tener como última función la de mantener sus condiciones de privilegio laboral y extenderlas a toda su labor. Así, el servicio público prestado acaba convirtiéndose en subsidiario a esta acción y lo fundamental es la salvaguarda de los intereses de los funcionarios. Por supuesto esto no quiere decir que todos y cada uno de los funcionarios sean unos golfos sino que el propio sistema de gestión, y no necesariamente el hecho de ser funcionarios, acaba generando una dinámica de absoluta falta de compromiso con el trabajo. Y esto por dos razones: la primera, porque da igual trabajar bien, mal o regular más allá de la propia conciencia; y, la segunda, por la propia estructura administrativa que dirige todo. Así, lo que comenzó siendo un medio, que los trabajadores del sector público fueran seleccionados por mérito y tuvieran condiciones de independencia frente al gobierno de turno, ha acabado siendo el fin mismo del sistema. Son los intereses privados del funcionariado los que rigen en gran parte lo público. Pero a esto se añade algo más. Con un puesto laboral tomado a título vitalicio, lo que no tiene que ver con que el buen trabajador tenga su puesto asegurado, el usuario no es más que un estorbo para esas condicones de privilegio y no una fuente de mantenimiento de las condiciones laborales: el usuario, así, sobra. Y eso, por ejemplo, lo sabe cualquiera que haya visto como se hacen los horarios en la escuela pública o haya tenido que ver una mesa atendida y al fondo cuatro funcionarios charlando.

3.- Y a este título de usuario sobrante se añade el hecho de la clientela cautiva. Los servicios públicos han vivido en su inmesa mayoría de una clientela sin posibilidad de elección. Así, el servicio público adquiría conciencia de todopoderoso: era estar con él o con nada. Sobre esta base, se erigió una estructura que tenía más de asistencial y caritativa que de servicio público amparado en un derecho de ciudadanía. Esta conciencia y esta idea generó, a su vez, una estructura administrativa absolutamente arcaica cercana a la religiosa: la vocación frente a la profesionalización.

4.- Y así, la administración pública pronto comprendió algo interesante: garantizar la situación de privilegio, el medio, se había convertido en el fin. La administración podía hacer lo que quisiera con el servicio público siempre y cuando no tocara ese privilegio. Era entonces, y solo entonces, cuando podía tener problemas. De esta forma, los distintos partidos tomaron la administración como botín, especialmente en el ámbito autonómico, y ejecutaron un sistema por el cual el funcionariado, curiosamente, era cada vez menos numeroso y sin embargo era mayor el interinaje, que tiene que pasar una oposición, y el personal laboral, que podía incluir a los contratados a dedo. Así, de pronto la función pública reproducía el mercado laboral y su diferencia entre fijos y temporales. Nadie se quejaba. La administración pública vuelve al privilegio del gobernante.

5.- Igualmente la administración comprendió algo más. Se podía ir dejando morir por falta de financión o por leyes absurdas, como las educativas, el servicio público mientras no se tocaran los intereses de la casta: esta no respondería. Pero incluso la inercia llegó a tal punto que cuando el presidente del gobierno que negaba la crisis decidió que los 400 euros que regalaba justo antes de la elecciones los íbamos a pagar los funcionarios al rebajarnos el sueldo estos ya ni se inmutaron. La barriga crecida impedía levantarse ahora, menos aún se levantaría por los derechos de los ciudadanos ante unos servicos públicos abandonados.

6.-¿Y los sindicatos? Sabiendo que su afiliación era fundamentalmente la de las administraciones públicas, los sindicatos han funcionado aquí en un doble sentido: primero, como garantía de la casta –y no de la defensa de los servicios públicos- para mantener su clientela; segundo, como apoyo a aquellos partidos que mejor le venían para su propio interés. Así, el sindicato tomaba la función pública como política interior y a utilizaba para satisfacer sus propios intereses.

7.- De esta forma, el servicio público está secuestrado por la casta funcionarial, los sindicatos y la propia administración pública, cada uno buscando su interés. Lejos queda el interés del ciudadano.

8.- Pero entonces, ¿no habría que privatizarlos, al menos en su gestión como clama la derecha? No, porque la finalidad última de esa idea tampoco es mejorar el servicio sino satisfacer políticamente a los nuevos clientes que son las empresas involucradas en los sectores específicos. Así, la derecha lo único que pretende es generar una clientela cautiva del sector empresarial que la apoye.

9.- ¿Y?

10.- Un servicio es público cuando entiende que los ciudadanos son usuarios con derecho a la mejor prestación posible y la finalidad última de la administración es servir a ese derecho. Por ello, reformar el servico público es una imperiosa necesidad de las políticas que pretenden ser realmente progresistas porque los servicios públicos son la clave de las condiciones de posibilidad -por educación, sanidad, seguridad y administración- de un país.

y 11 (Como Marx y los equipos de fútbol).- Por ello, defender lo público es defender su transformación no para que deje de ser público sino para que llegue a serlo.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tan sólo una observación: el artículo del Abc que usa para su argumentación no es quizá el más adecuado, ya que desde el titular se basa en una manipulación grave de los datos: dice que el 40% del personal de la Administración es seleccionado a dedo, incluyendo en ese porcentaje a interinos y personal laboral. No sé cómo accede el personal laboral, supongo que por concurso, pero en el caso de los interinos desde luego no es a dedo, como bien sabrá.
El personal que es elegido a dedo, no conozco el porcentaje, pero supongo que representa una parte mínima de la Administración.
Desprestigiar al funcionariado es una táctica muy empleada por el poder político y empresarial (valga de muestra el artículo del ABC), al darse cuenta de que las condiciones laborales del mismo, mediodignas, son ya el último reducto ante la precarización laboral dominante.
Echo de menos que contemple esta circunstancia en su análisis.

Enrique P. Mesa García dijo...

D. Anónimo, disculpe usted, En el artículo explícita se hace dicha distinción. Se dice: ejecutaron un sistema por el cual el funcionariado, curiosamente, era cada vez menos numeroso y sin embargo era mayor el interinaje, que tiene que pasar una oposición, y el personal laboral, que podía incluir a los contratados a dedo. Así, de pronto la función pública reproducía el mercado laboral y su diferencia entre fijos y temporales. Nadie se quejaba. La administración pública vuelve al privilegio del gobernante. Es decir, se distingue claramente entre unos y otros. Y se añade algo que usted no tiene en cuenta: eso copió el dual mercado de trabajo entre fijos y temporales. Es decir, ya hay precarización en la administración pública con el silencio cómplice de esta y los sindicatos.
Por otra parte, que haya una campaña de desprestigio por parte del empresariado no quitaría un ápice de verdad al artículo. Los hechos solo se pueden rebatir con hechos y no con teorías de, si me lo permite, "prietas las filas" y el corporativismo.

Anónimo dijo...

D. Enrique,
no digo que la manipulación de los datos esté en su argumentación, o que usted la traslade a ésta, sino que cita una noticia cuyo titular ("El 40 por ciento de los empleados públicos fueron contratados a dedo") comete un error palmario. Simplemente creo que no podemos llegar al punto en que demos por hecho que la manipulación de los datos, por omnipresente, sea admitida.
El titular del artículo es erróneo, como se desprende del mismo subtítulo, pues considera contratados a dedo a todo el personal laboral e interino, y la redacción del resto de la noticia, tendenciosa y desinformativa, pues a lo largo de toda ella se insinúa que las cifras de los puestos de libre designación son enormes, pero sin aducir nunca la cifra real, aprovechando el hecho de que el lector pueda no conocer bien estas distinciones entre personal interino y laboral.
En cuanto a lo segundo, reconoce que existe precarización en la Administración pública. No es poco. Los empresarios, la OCDE y otras grandes instancias planetarias por ahora lo niegan (http://www.expansion.com/agencia/efe/2011/06/24/16278557.html). Me da la sensación de que usted hace algo parecido a lo que la todopoderosa OCDE lanzando este grandioso titular (en lugar de, por ejemplo: "Los profesores de los mejores sistemas educativos del mundo son los mejor remunerados"), y a cuento de esto venía lo de la campaña de desprestigio.
No es que el profesorado o funcionariado español esté bien pagado, es que la gran mayoría trabajadores españoles (licenciados o no) están siendo explotados de manera indignante.
Algo similar sugiere usted implícitamente: ser fijo es un privilegio. Dar el nombre de privilegio a lo que no son sino condiciones de trabajo dignas no sólo es injusto sino que, en un momento tan peligroso como éste, a los malos les allana el camino.
Y no creo hablar desde el corporativismo ni desde el lado de los cómplices silenciosos, la verdad, pues he encadenado diversos trabajos precarios durante una década.

Anónima interina que en dos días estará despedida.

Enrique P. Mesa García dijo...

Doña Anónima: si usted se fija, esto es una segunda parte. En la primera se pretendía desmontar los argumentos de la derecha, tal y como figura en el primer parráfo de ste artículo, sobre los servicios públicos. Es decir, ese tema ya fue tratado. De hecho, en este blog, solo tiene que mirarlo, hay varios artículos sobre lo injusto del mercado laboral español, y no solo para los interinos.
No resulta cierto, por tanto, que yo sitúe el privilegio del funcionario en ser fijo, sino en su ausencia absoluta de responsabilidad con su trabajo y en su ausencia absoluta de compromiso social (vea sino los datos).
En cuanto al sueldo de los profesores españoles, le recomiendo que o se deje llevar por su situación personal: están muy bien pagados en relación a nuestro país y el resto de Europa. le ruego verifique cifras.
Por último, yo comprendo que nadie está obligado a seguir todos los artículos de este blog, pero usted hacía una acusación, al menos a mí me lo parecía quizás de forma equivocada, que no me gusta: yo seguía el juego a la derecha. Creo que no lo hago y en concreto en esta serie estoy convencido de ello.