La crisis económica es un hecho objetivo cuando se apunta a eso que se llama el crecimiento económico. La forma de salir de la crisis, en cuanto a qué hacer, sin embargo no lo es. No obstante, y curiosamente, tanto la UE como el resto de los países desarrollados, pero especialmente la UE, tienen una única forma de hacerlo. Y esta forma consiste en la pérdida de derechos sociales y la privatización de los servicios públicos -que podrán seguir siendo universales y gratuitos pero pasarán a ser realizados por empresas privadas-. En definitiva, la solución parece ser eliminar el llamado estado del bienestar. La pregunta es por qué esta curiosa unanimidad.
China es un estado terrorífico y, en apariencia, económicamente exitoso. Este éxito se basa, entre otras cosas y fundamentalmente, en el dumping social, el éxito comercial exterior a él unido, la intervención directa del estado en apoyo al crecimiento económico independientemente del desarrollo social y el férreo control político. Y todas estas características permiten una oligarquía extraordinaria y dotada de todos los derechos frente a una masa desposeída cuya finalidad directa es el desarrollo de esa oligarquía. Pero hay que afinar más el análisis para comprender la causa por la que China es el sueño de la oligarquía europea.
Ya hemos señalado en un artículo anterior que la característica principal del nuevo capitalismo es que los individuos son mercancía, con la transformación del consumo en producción económica, y no mera fuerza de trabajo. Por tanto, un país para tener un crecimiento económico fuerte y sostenido debe tener en cuenta esta realidad. Y esto implica que debe haber una población que tenga una capacidad económica determinada para poder desarrollar el mercado -o sea, comprar cosas, pero dicho como lo anterior suena más complejo-. Sin embargo, acabamos de decir que China funciona de acuerdo al dumping social, lo que impediría esta necesidad del nuevo capitalismo pues la población estaría lejos de consumir. ¿Cómo funciona entonces el nuevo capitalismo en China?
En parte, de acuerdo a la exportación y en parte de acuerdo a su alta población. China se ha convertido en el primer exportador mundial y por tanto la necesidad de mercancía humana viene sustituída por los consumidores,la mercancía humana, de otros países. Además, hay un rasgo específico de China: su gran población. Efectivamente, chinos hay tantos que hasta económicamente sobran. Con solo desarrollar en el consumo al 20% del total de su población, que serían unos 270 millones, ya en China se desarrollaría un mercado interno mayor que el de la UE o EEUU. Y además, este grupo social poco estaría interesado en defender la extensión de sus condiciones de vida ya que ello implicaría la pérdida de sus privilegios. De esta forma, sumando una cosa y otra, se pueden cumplir las necesidades mínimas del sistema como economía de mercado sin necesidad de convertir a toda la población como mercancía.
En segundo lugar, el gobierno dictatorial permite que los intereses de esa misma oligarquía sean sin diferencia alguna ni mediación los intereses nacionales: el estado chino es la oficina de intereses de esa oligarquía pues no debe rendir cuenta a otros grupos sociales. Así, la unión de la oligarquía se ve muy bien en la banca nacional china: el partido comunista convertido en entidad financiera. La dictadura comunista realiza, además, un férreo control político y social que impide que cualquier elemento democrático pueda desarrollarse y que lleva a la inexistencia de derechos sociales aplicables al campo productivo. No hay ni un resquicio en el control social.
Y a esto se une un tercer elemento fundamental. La cultura china conocerá mucho el taichí, el yin y el yang y el cerdo agridulce -nota: ya sé que no soy nada de izquierdas, o sea- pero carece en absoluto de una idea de sujeto y libertad. Así, la tradición cultural china -como se ve muy bien en la carta de Liu Xiabo- es una tradición de oligarquía exclusivamente.
Unidos, todos estos elementos generan un estado fuerte dictatorial que dirige toda la economía de acuerdo a los intereses oligarcas unificados. China es así el paraíso oligarca.
Pero, ¿qué tiene esto que ver con occidente? En occidente el nuevo capitalismo es una realidad extendida. Esto hace que la economía se vuelque en el consumo y la población necesariamente tenga que tener recursos económicos suficientes para mantener ese sistema -pase de ser mera fuerza de trabajo a mercancía, en nuestro pedante lenguaje-. A su vez, esto conlleva que haya usa serie de derechos sociales y políticos inexistentes en China. Además, Occidente no es tan paraíso de la oligarquía -en realidad tampoco un infierno-porque hay demasiados grupos sociales relevantes que de un modo u otro pueden presionar. Es más, incluso en la misma oligarquía, que en occidente se puede dividir grosso modo en económica y política, existen de hecho intereses contrapuestos. Por último, en occidente hay una tradición ideológica de libertad política y social.
Así ahora, ¿China como ejemplo para la oligarquía? A pesar de todo, sí. ¿Cómo?
La excusa de la crisis económica es la clave. Comencemos por el dumping social. Por supuesto, este dumping no va ser tan extremo como el chino, pero ya se ha perfilado en Europa con el pacto del euro. Efectivamente, la razón última del pacto -tal y como desarrollamos aquí- es la división de Europa en dos zonas productivas diferenciadas por sus derechos sociales: el norte, rico y con derechos; el sur y el este, con menos derechos sociales y nivel de vida. Y lo importante aquí es que ya no es fruto del desarrollo hisiórico sino algo planificado a escala continental, un dumping social buscado.
Pero, ¿buscado por quién? Hemos comentado antes que la oligarquía occidental se dividía en dos grupos no necesariamente unidos y a su vez estos se enfrentaban a grupos sociales no oligarcas pero relevantes. Lo interesante de la crisis es como ha simplificado intereses en relación a conseguir más poder en estas oligarquías generando un pacto. Primero, las oligarquías han visto como podían eliminar, o como mínimo disminuir, el poder de los grupos sociales que presionaban sus intereses fragmentando la respuesta social. Segundo, la oligarquía ha encontrado un botín a repartir en los servicios públicos. Pero, ¿qué gana cada oligarquía en concreto?
La política gana su permanencia como tal oligarquía pues es necesaria para legislar y a cambio legisla a favor de los grandes intereses económicos -como se ha visto hace poco con que el único pacto PP-PSOE en años haya sido el constitucional del déficit-. La oligarquía económica gana un campo mayor de acción: la privatización de los servicios públicos como expansión del negocio y la posibilidad de aumentar su beneficio productivo merced al dumping social. De esta forma, la reducción de derechos sociales y políticos se desarrolla para beneficiar a la oligarquía que a su vez une sus intereses. China se acerca porque ahora ya existe una oligarquía unida en un interés común: limitar la influencia de otros grupos sociales y repartirse el botín.
Pero, queda el problema objetivo y fundamental del nuevo capitalismo: ¿es posible que la UE llegue a ser China? Si en China esto era posible por el comercio exterior y la demografía, ¿cómo sería posible este dumping social y la reducción de derechos políticos en Europa dentro de las condicones del nuevo capitalismo?
El dumping social europeo es posible por tres motivos: primero, porque no olvidemos que puede haber una población en torno a los 300 millones -solo en China y sin contar otros países emergentes tipo India o Brasil- que se añada al consumo; segundo, porque el dumping social no será tan exagerado lo que seguirá permitiendo un consumo de la población; y, tercero, porque los servicios públicos privatizados serán una fuente segura de ingresos, pues el modelo sería que lo paga el estado a la empresa que lo ejerza.
Los recortes políticos, a su vez, serán posibles porque afectarán a cuestiones aparentemente técnicas pero fundamentales, como el ya citado pacto constitucional o las nuevas condiciones para poder presentarse a las elecciones, que sin embargo son fundamentales para negar nuevos derechos y el acceso de nuevos intereses sociales al campo legislativo.
Los recortes sociales, por último, serán la consecuencia de privatizar los servicios públicos, lo que no implicará su desaparición sino una imperceptible pero constante reducción de servicios especialmente para los sectores sociales más desfavorecidos.
Europa se pretende como China.
¿Se trata, por tanto, todo este proceso de una necesidad del Capitalismo? No exactamente: unido necesariamente al nuevo Capitalismo va la creación de los seres humanos como mercancía, pero aquí estamos hablando de algo más y de algo distinto. De lo que se trata aquí no es de la distribución del bienestar económico como necesidad de consumo del sistema -que es la nueva explotación- sino de regularizar este hecho en beneficio de una oligarquía y en perjuicio del colectivo social. Es decir, es algo posible de reformar sin tocar el sistema sustancialmente. Y la lucha por los derechos civiles es posible por tanto como hecho meramente político. Y les debo, la propuesta de un programa para hacerlo. Pero solo trabajar 20 horas, como diría Aguirre, es lo que tiene: que no doy abasto.
Ya hemos señalado en un artículo anterior que la característica principal del nuevo capitalismo es que los individuos son mercancía, con la transformación del consumo en producción económica, y no mera fuerza de trabajo. Por tanto, un país para tener un crecimiento económico fuerte y sostenido debe tener en cuenta esta realidad. Y esto implica que debe haber una población que tenga una capacidad económica determinada para poder desarrollar el mercado -o sea, comprar cosas, pero dicho como lo anterior suena más complejo-. Sin embargo, acabamos de decir que China funciona de acuerdo al dumping social, lo que impediría esta necesidad del nuevo capitalismo pues la población estaría lejos de consumir. ¿Cómo funciona entonces el nuevo capitalismo en China?
En parte, de acuerdo a la exportación y en parte de acuerdo a su alta población. China se ha convertido en el primer exportador mundial y por tanto la necesidad de mercancía humana viene sustituída por los consumidores,la mercancía humana, de otros países. Además, hay un rasgo específico de China: su gran población. Efectivamente, chinos hay tantos que hasta económicamente sobran. Con solo desarrollar en el consumo al 20% del total de su población, que serían unos 270 millones, ya en China se desarrollaría un mercado interno mayor que el de la UE o EEUU. Y además, este grupo social poco estaría interesado en defender la extensión de sus condiciones de vida ya que ello implicaría la pérdida de sus privilegios. De esta forma, sumando una cosa y otra, se pueden cumplir las necesidades mínimas del sistema como economía de mercado sin necesidad de convertir a toda la población como mercancía.
En segundo lugar, el gobierno dictatorial permite que los intereses de esa misma oligarquía sean sin diferencia alguna ni mediación los intereses nacionales: el estado chino es la oficina de intereses de esa oligarquía pues no debe rendir cuenta a otros grupos sociales. Así, la unión de la oligarquía se ve muy bien en la banca nacional china: el partido comunista convertido en entidad financiera. La dictadura comunista realiza, además, un férreo control político y social que impide que cualquier elemento democrático pueda desarrollarse y que lleva a la inexistencia de derechos sociales aplicables al campo productivo. No hay ni un resquicio en el control social.
Y a esto se une un tercer elemento fundamental. La cultura china conocerá mucho el taichí, el yin y el yang y el cerdo agridulce -nota: ya sé que no soy nada de izquierdas, o sea- pero carece en absoluto de una idea de sujeto y libertad. Así, la tradición cultural china -como se ve muy bien en la carta de Liu Xiabo- es una tradición de oligarquía exclusivamente.
Unidos, todos estos elementos generan un estado fuerte dictatorial que dirige toda la economía de acuerdo a los intereses oligarcas unificados. China es así el paraíso oligarca.
Pero, ¿qué tiene esto que ver con occidente? En occidente el nuevo capitalismo es una realidad extendida. Esto hace que la economía se vuelque en el consumo y la población necesariamente tenga que tener recursos económicos suficientes para mantener ese sistema -pase de ser mera fuerza de trabajo a mercancía, en nuestro pedante lenguaje-. A su vez, esto conlleva que haya usa serie de derechos sociales y políticos inexistentes en China. Además, Occidente no es tan paraíso de la oligarquía -en realidad tampoco un infierno-porque hay demasiados grupos sociales relevantes que de un modo u otro pueden presionar. Es más, incluso en la misma oligarquía, que en occidente se puede dividir grosso modo en económica y política, existen de hecho intereses contrapuestos. Por último, en occidente hay una tradición ideológica de libertad política y social.
Así ahora, ¿China como ejemplo para la oligarquía? A pesar de todo, sí. ¿Cómo?
La excusa de la crisis económica es la clave. Comencemos por el dumping social. Por supuesto, este dumping no va ser tan extremo como el chino, pero ya se ha perfilado en Europa con el pacto del euro. Efectivamente, la razón última del pacto -tal y como desarrollamos aquí- es la división de Europa en dos zonas productivas diferenciadas por sus derechos sociales: el norte, rico y con derechos; el sur y el este, con menos derechos sociales y nivel de vida. Y lo importante aquí es que ya no es fruto del desarrollo hisiórico sino algo planificado a escala continental, un dumping social buscado.
Pero, ¿buscado por quién? Hemos comentado antes que la oligarquía occidental se dividía en dos grupos no necesariamente unidos y a su vez estos se enfrentaban a grupos sociales no oligarcas pero relevantes. Lo interesante de la crisis es como ha simplificado intereses en relación a conseguir más poder en estas oligarquías generando un pacto. Primero, las oligarquías han visto como podían eliminar, o como mínimo disminuir, el poder de los grupos sociales que presionaban sus intereses fragmentando la respuesta social. Segundo, la oligarquía ha encontrado un botín a repartir en los servicios públicos. Pero, ¿qué gana cada oligarquía en concreto?
La política gana su permanencia como tal oligarquía pues es necesaria para legislar y a cambio legisla a favor de los grandes intereses económicos -como se ha visto hace poco con que el único pacto PP-PSOE en años haya sido el constitucional del déficit-. La oligarquía económica gana un campo mayor de acción: la privatización de los servicios públicos como expansión del negocio y la posibilidad de aumentar su beneficio productivo merced al dumping social. De esta forma, la reducción de derechos sociales y políticos se desarrolla para beneficiar a la oligarquía que a su vez une sus intereses. China se acerca porque ahora ya existe una oligarquía unida en un interés común: limitar la influencia de otros grupos sociales y repartirse el botín.
Pero, queda el problema objetivo y fundamental del nuevo capitalismo: ¿es posible que la UE llegue a ser China? Si en China esto era posible por el comercio exterior y la demografía, ¿cómo sería posible este dumping social y la reducción de derechos políticos en Europa dentro de las condicones del nuevo capitalismo?
El dumping social europeo es posible por tres motivos: primero, porque no olvidemos que puede haber una población en torno a los 300 millones -solo en China y sin contar otros países emergentes tipo India o Brasil- que se añada al consumo; segundo, porque el dumping social no será tan exagerado lo que seguirá permitiendo un consumo de la población; y, tercero, porque los servicios públicos privatizados serán una fuente segura de ingresos, pues el modelo sería que lo paga el estado a la empresa que lo ejerza.
Los recortes políticos, a su vez, serán posibles porque afectarán a cuestiones aparentemente técnicas pero fundamentales, como el ya citado pacto constitucional o las nuevas condiciones para poder presentarse a las elecciones, que sin embargo son fundamentales para negar nuevos derechos y el acceso de nuevos intereses sociales al campo legislativo.
Los recortes sociales, por último, serán la consecuencia de privatizar los servicios públicos, lo que no implicará su desaparición sino una imperceptible pero constante reducción de servicios especialmente para los sectores sociales más desfavorecidos.
Europa se pretende como China.
¿Se trata, por tanto, todo este proceso de una necesidad del Capitalismo? No exactamente: unido necesariamente al nuevo Capitalismo va la creación de los seres humanos como mercancía, pero aquí estamos hablando de algo más y de algo distinto. De lo que se trata aquí no es de la distribución del bienestar económico como necesidad de consumo del sistema -que es la nueva explotación- sino de regularizar este hecho en beneficio de una oligarquía y en perjuicio del colectivo social. Es decir, es algo posible de reformar sin tocar el sistema sustancialmente. Y la lucha por los derechos civiles es posible por tanto como hecho meramente político. Y les debo, la propuesta de un programa para hacerlo. Pero solo trabajar 20 horas, como diría Aguirre, es lo que tiene: que no doy abasto.
2 comentarios:
Excelente análisis que no todo el mundo, aunque lo pensemos y digamos, somos capaces de poner en negro sobre blanco.
Férreo control político y ultraliberalismo económico, unos objetivos que se cumplen en China y que todos nuestros "próceres" envidian y persiguen para nuestras maltrechas sociedades.
Creo que no es como dice, aunque me felicito por ver ampliado el campo visual del problema, lo que negaba hasta hace poco.
Es Europa la que ha vivido por encima de sus posibilidades, aprovechando recursos de terceros países a bajo coste, pero impidiéndoles entrar en su mercado doméstico durante buena parte de mediados y final del siglo pasado.
Eso terminó con el proceso globalizador y tecnológico.
Ahora Europa vuelve a donde las matemáticas la llevan, aunque haya tratado de resistirse, cubriendo con deuda su déficit estructural.
No es un problema de ciudadanos ricos contra pobres, sino de países con superávit frente a deficitarios.
La cuestión china es interesante por otros motivos, fundamentalmente de tipo geopolítico, que darían para un post, pero tras las lógicas por humanas intenciones políticas de dominio, existe un sustrato de competitividad en Asia que es la causa, junto con la falta de materias primas en Europa, salvo Noruega, de todo lo que ocurre.
No sólo es China, India, Indonesia o Malasia como puede deducirse de su intervención. También es Corea o Taiwan asimilables a países europeos, Nueva Zelanda o Australia, lejos de su cultura, los nuevos emergentes latinoamericanos, Turquía o las monarquías del Golfo, por no hablar de Hong Kong y Singapur. Y de hecho ya pasó con Japón, aunque entonces los americanos les obligaron a revaluar.
Entender el proceso globalizador, su significado, sus razones, sus beneficios (que se verán a lo largo del tiempo), implica asumir dos cosas. La primera, que no hay ninguna conspiración de las oligarquías, ni expresa ni tácita. Y segunda, que las soluciones en Europa pasan, como reitera FG cuando habla de decir la verdad , por situarse en posición de competir con el mundo emergente, aprovechando el valor añadido que supone nuestro previo desarrollo, tanto económico como político y social.
La crisis de Europa no es financiera (eso es el síntoma). La crisis es de crecimiento por falta de competitividad, es decir, es estructural. Por eso, aquello que se dijo por aquí hace ya muchos años de que la salida será más capitalismo y un necesario cambio de mentalidad, creo que se hace evidente. Porque no hay otra salida más que crecer.
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