jueves, octubre 27, 2011

ETA: GANAR LA GUERRA Y (posible) PERDER LA PAZ

ETA ha presentado uno de esos documentos rimbombantes señalando el cese definitivo del terrorismo (ellos lo llaman lucha armada). ¿Por qué ETA ha presentado este documento? La única explicación posible es porque sabe que ha perdido en su acción delictiva. Y lo que intenta ahora es colocarse en el campo electoral. Es decir, lo que pretende es convertir su derrota armada en una estrategia política. ETA ha perdido frente a la policía y eso la lleva a rendirse. Y esta batalla se pierde por dos causas fundamentales. Primero, porque el trabajo policial ha superado la cada vez más chapucera organización delictiva. Pero, a su vez, esa organización no hubiera sido tan chapucera, sin duda, si no hubiera perdido antes la batalla financiera. Efectivamente, la expulsión de ETA de las instituciones políticas implicó la pérdida de una cantidad ingente de dinero que llevó a la quiebra a la organización. Esta quiebra, a su vez, la hizo débil y facilitó la batalla policial que a partir de los 90, además, fue apoyada por Francia. Así ETA había perdido y solo le quedaba agonizar.

Pero, ETA es una organización marxista-leninista y con txapela. Lo segundo, el nacionalismo, la hace tener el componente fanático típico del romanticismo; lo primero, el leninismo, le da su contenido estratégico. Por ello, ETA ahora intenta convertir su derrota en batalla política. Pero de una forma distinta a como lo había intentado antes. Si antes la política estaba, financiera o ideológicamente, al servicio de las pistolas, ahora se convierte en prioritaria. Para ello, ETA ha creado una organización política ad hoc, Bildu, cuya finalidad es doble: por un lado, mantener las ideas etarras como opción real; por otro, y muy importante para el colectivo que no quiere peredr el chiringuito, mantener o al menos ayudar a colocar a los políticos batasunos en un nuevo puesto del muy bien pagado mercado político. Se trata así de un cambio no de realidad política, como fue el abandono de las armas por los polimilis en la transición, sino táctico: es circunstancial y por eso no se entregan las armas. ETA pierde la guerra pero no desdeña volver si las circunstancias lo favorecen: piensa que la pierde coyunturalmente (aunque ya definitivamente, en realidad). Así la rendición de ETA es objetiva pero ella habita en un ensueño, y ese es un peligro que se corre como ocurrió con el GRAPO. Y por eso la policía debe seguir con su labor.

Pero, ¿no ha dado una apuesta por la paz la izquierda abertzale? Los niños creen en el hombre del saco, los adultos en el hombre de paz. La izquierda abertzale de Bildu (Batasuna) -por cierto, no toda la izquierda abertzale es Bildu-, piensa el cándido, es una opción por la paz. Sin embargo, los votantes de ETA, siempre puede haber algún despistado, votan a ETA. Porque resultaría de todo punto ingenuo pensar que los terroristas no tienen apoyo social. Y ese apoyo social, que ha sido fiel hasta ahora, lo sigue siendo. Y como criterio de verificación de esta hipótesis, que los votantes de Bildu votan ETA y no planteamientos independentistas y presuntamente de izquierdas, está el interesante caso Aralar. Efectivamente, este grupo politico, perfectamente legal, es izquierda abertzale. Sin embargo, su exito electoral ha sido desde su existencia, mínimo. Pero un importante porcentaje del censo vota ahora, sin embargo, a Bildu: votan ETA y no posiciones políticas independentistas.

Pero, al tiempo hay que dejar claro algo también. Ahora sin la estructura etarra activa va a resultar muy difícil demostrar jurídicamente la relación entre ETA y sus partidos. Esto quiere decir que las ilegalizaciones, que han cumplido como ya hemos explicado un extraordinario papel, van a dejar de ser eficientes. Así, todo lleva al problema de la política. Porque se corre el riesgo de haber ganado la guerra y, sin embargo, perder la paz.

Primero, hay que dejar claro que no hay nada que negociar con los terroristas. Y por lo tanto, la policía debe seguir actuando. Solo en el caso de que ETA se disolviera y entregara las armas se podría, como se hace con el atracador de bancos, negociar no política sino reducción en la pena del delito por haberse entregado.

Segundo, se observara que no hemos puesto como condición el pedir perdón. Y no lo hemos hecho por dos motivos. Primero, porque la realidad no es un patio de colegio y por tanto no acaba nada en esa frase del daos la mano. Luego, porque a la teoría del perdón le pasa lo mismo que a la de la memoria histórica: es una ñoñería. Efectivamente, tanto pedir perdón como concederlo es algo absolutamente personal y que no puede vincular al estado sino a la conciencia. Es más, una víctima está en su perfecto derecho moral de no perdonar. Sin embargo, si a ETA se le obligara a pedir perdón, como a los niños, se debería de sobreentender que todas y cada una de las víctimas tendrían que concederlo: es el buenismo de la derecha.

Tercero, no hay que dejarse dominar por el lenguaje etarra. Y no dejarse arrastrar por su lenguaje implica no caer en la cosmovisión terrorista. Para ello es importante una serie de consideraciones.
En primer lugar, hay que negar la idea del conflicto vasco. En el País Vasco el único conflicto político que existe es su injusta e insolidaria fiscalidad con respecto al resto de España. Efectivamente, ese es el único conflicto específicamente vasco políticamente relevante a nivel nacional, al menos desde una perspectiva progresista. El terrorismo no es un problema específicamente político, aunque por supuesto tiene repercusiones políticas como toda delincuencia, por más que los terroristas maten por la patria vasca -y las vaquitas, las boinas y todas esas cosas que implica-.
Y también hay que matizar la idea de paz. El objetivo final de la democracia contra ETA no es la paz sino la libertad. Por eso la acción policial debe continuar pues mientras exista un grupo de delincuentes armados la libertad corre peligro aunque la paz esté asegurada. No hay que olvidar nunca que el dictador se vanagloriaba de los años de paz.

Pero si hay algo fundamental y específico para un desarrollo de la izquierda en España es que se rompa definitivamente con el nacionalismo y con ello hacer imposible esa contradicción intelectual que es izquierda y abertzale -para explicarnos: progresismo y boina-. Pero esto, que parece simple, es sin embargo un problema de fundamentación del propio pensamiento izquierdista, pues este siempre se mantuvo -tal vez con razón hasta hace históricamente poco- basado en la idea de un colectivo como sujeto político: el pueblo, la clase, la nación. Precisamente, este hecho intelectual, la ruptura del pensamiento emancipador con una fundamentación social en un colectivo, es una tarea necesaria por el propio desarrollo del capitalismo. Pero eso escapa, aunque tenga repercusiones sobre el tema del nacionalismo, al hecho específico de ETA. Y por eso, no se libran, lo trataremos en otro momento.

Lo que importa aquí ahora -sí, ya es el resumen- es que la democracia ha ganado la batalla policial contra ETA y se trata ahora de no perder la batalla política frente al totalitarismo.

2 comentarios:

DIEGO dijo...

Un análisis un pelín "desde Madrid" le ha salido D. Enrique.
Parte de cosecha propia, parte de esa intoxicación "etílica y de la otra" que nuestros columnistas de cabecera elaboran al dictado.
Es más simple decir, como Mayor Oreja: "todo lo que no es derecha en las Vascongadas, es E.T.A."

Anónimo dijo...

ETA y la izquierda abertzale solo hacen obvio el que la extrema izquierda y la extrema derecha son la misma cosa; abertzale/socialista osea nacional/socialista, osea socialista.