lunes, octubre 17, 2011

UNA GENEALOGÍA DE LA ASAMBLEA COMO PROFESORADO (o No haré huelga el 19 pero el 20, sí).

Nota: hay, al menos, dos maneras de hacer un análisis sociológico. Una es pensar que los hechos sociales son la suma de voluntades de sus protagonistas. Otra, cercana al marxismo y que nosotros defendemos, mantener que los hechos sociales tienen una objetividad propia que es independiente a las voluntades individuales de sus componentes. Así, en este análisis, al hablar de Asamblea no hablamos de cada integrante sino que la tomamos como un hecho social objetivo.

1.- Una introducción. Hay un conflicto en la educación madrileña. El gobierno Aguirre ha realizado una serie de recortes en la educación pública y esto ha generado una respuesta por parte de un sector de los trabajadores y de las familias afectadas que ha incluido, entre otras cosas, varios días de huelga de profesores. Hasta la fecha, estas huelgas han sido convocadas por los sindicatos más votados y han resultado mayoritarias. Sin embargo, a partir de la semana que viene, parece que la cosa cambia. Efectivamente, algunos colectivos de profesores, y con ellos sindicatos minoritarios, han presentado una propuesta que se aleja de la de los sindicatos mayoritarios. Y así, para empezar, frente a solo el día 20 de huelga en octubre, ya la hicimos el 4 y el 5, y nos convocan para el 3 y 23 de noviembre, que propone la unión sindical de CCOO, UGT, CSIF, ANPE y STEM, estas asociaciones asamblearias proponen huelga el 19 y 20 en octubre y a partir de ahí una serie de huelgas en noviembre de acuerdo al esquema de dos días en semana alternas. Esta convocatoria, ajena a los sindicatos mayoritarios, se ampara bajo la razón de que la propuesta sindical no era la deseada por el profesorado. Precisamente este artículo es para analizar esto y explicar la causa por la que no voy a hacer huelga el 19, ni voy a seguir las directrices de las asambleas.

2.- Ahora, unos datos. Todo este problema estalla en una asamblea -nota: escribir otro artículo sobre el 15M y la moda asamblearia- que se celebra el 7 de octubre. En ella, se dan los resultados de una consulta que se celebró en los centros sobre las formas de huelgas posibles. En la Comunidad de Madrid, para este año, están previstos 21.457 profesores de Secundaria. De ellos, en esta encuesta, votaron 4497 (un 20’95%). De estos, a favor de la huelga de más días de lo que luego convocó la unión sindical, hubo un total de 3205 votos (el 14’93% del total) -aunque al precisar, hubo votos en blanco y solo de decantaron por un tipo u otro 2555 personas (ya es el 11,9%). El lunes siguiente, la unión sindical, o sea los sindicatos mayoritarios, decide convocar huelga el 20 de octubre, 3 y 23 de noviembre. Y entonces las asambleas inmediatamente señalan que el profesorado no está de acuerdo y está siendo traicionado.

3.- ¿El profesorado? Hasta la fecha, las huelgas convocadas por la unión sindical han tenido un seguimiento alto así como las manifestaciones, mal que le pese al gobierno Aguirre. El viernes 7 de octubre sobre unos datos que el mejor de los casos implican al 15% de profesores surge un mito: el profesorado quiere más huelgas y se siente traicionado por los sindicatos. Las asambleas se autonombran legítimas representantes del profesorado.

4.- Un inciso. ¿Cuál sería la perspectiva de una huelga convocada por las asambleas? Resultaría extraño que una huelga convocada por grupos minoritarios, cuando no desconocidos o escasamente conocidos en el mejor de los casos, pudieran modificar la relación de fuerzas y subir de ese 15%, somos muy optimistas, a una cifra como la de las huelgas pasadas y convocadas por los mayoritarios, en torno, en la peor previsión, al 60% como media. Así, con estos números asamblearios, resultaría difícil hacer mayoritaria una huelga que además exige un alto compromiso (solo en el sentido económico perder, mínimo en noviembre, un 25% del sueldo neto) y además implicaría un problema moral como es la parada sustancial de un servicio público. Por lo tanto, estratégicamente parecería una acción destinada al absoluto fracaso. Y lo peor es que todos lo sabemos.

5.- ¿Todos lo sabemos? Pero, ¿entonces también lo saben los defensores asamblearios? Sería insultarles presentarles como tan ingenuos que no entienden esto. Claro que entienden perfectamente que la huelga no será un éxito cuantitativo. ¿Entonces?

6.- Volvamos al tema. Los asamblearios en su discurso se presentan como el profesorado y como los representantes de los profesores. Parece ya claro que numéricamente el profesorado no está representado con una mayoría suficiente allí como para que se pueda hablar en su nombre. Sin embargo, el empleo del concepto genérico se mantiene porque nunca se pretendió que fuera numérico sino cualitativo. Y ahí está la clave auténtica del asunto.

7.- Efectivamente, todo el problema surge de un conflicto entro lo numérico, que la asamblea desprecia, y lo cualitativo, que la asamblea apoya: las asambleas defienden su representatividad como representantes del profesorado frente a los sindicatos porque tácitamente se entiende que ya solo forma parte del profesorado quien acude a la asamblea y obediente cumple lo que en ella se decide. Así, un concepto laboral y social, "profesor", pasa a ser moral: solo es profesor el asambleario. Y, en la circularidad del argumento, la asamblea ahora lógicamente representa al profesorado. Hay profesores, los que participan en las asambleas, y luego están aquellos sin conciencia que no son profesores para tener en cuenta. La huelga la harán, por tanto, todos los profesores.

8.- Y aquí está el pensamiento totalitario de la pura identificación. Profesor, de los de verdad, solo es quien opina como yo, que ya es nosotros. Al dotar de contenido moral al término, aparece la consecuencia de buenos y malos y con ella la descalificación. Quien no haga huelga ha vendido su conciencia y no es, curiosamente, independiente. Y por eso, por ese pensamiento totalitario que ya no puede escapar de sí mismo, los adjetivos que se aplican a las asambleas no son ya analíticos sino estéticos: la vivencia personal gana sobre la reflexión.

9.- Aparece la moral, sí. Pero esto no es lo grave, pues en toda política hay y debe haber moral, sino que la moral aquí vigente es la aristocrática: las definiciones sociales pasan a ser morales y, por tanto, los individuos como tales pierden valor. Los derechos ya no son universales e inalienables, independientes del individuo concreto y su circunstancia, sino discreccionales y solo quien tiene nuestro ideal debe ser sujeto: solo unos pocos son el profesorado. Quien no está con nosotros, piensan, no es profesor por tanto no tiene opinión propia y por tanto no puede ser tenido en cuenta.
Como los niños: cham, no existes.
Todos los valores así -desde el compromiso hasta la independencia mental- son los de los nuestros, el enemigo carece de categoría real de existencia. Ser profesor es ser asambleario. Ser revolucionario es ser bolchevique. Ser español es ser nacional . Ser humano es ser ario. No comparable en los efectos, sí en el esquema intelectual.

9. - ¿Pero esto no es lo mismo que en la democracia? ¿Acaso el que se abstiene debe ser tenido en cuenta? No es igual por tres motivos.
Primero, de nuevo, uno estratégico: en las asambleas de profesores se votaba realizar o no una acción bajo determinadas circunstancias. Acción que además solo tiene fuerza de ser masiva. Parece claro que no hay quorum y la acción será un fracaso.
Segundo, porque la idea de profesor que subyace en la Asamblea, y que aquí hemos analizado, es lo contrario a la idea democrática de ciudadano. Esta es universal, nadie está ajeno a ella, y es inalienable incluso para el propio sujeto aunque él no lo deseara. Sin embargo, ya dicho, la idea de profesor es discreccional, como ya hemos dicho. Por eso, la democracia no es meramente el triunfo de la mayoría sino un compromiso moral: frente a la moral aristocrática discreccional hay una moral democrática universal.
Y, tercero, algo curioso. Si muchos estamos pidiendo una abstención activa en el proceso electoral y un sector de la izquierda apoya esto, ¿por qué en el proceso asambleario no debe tenerse en cuenta? ¿Por qué ahí solo vale el que vota? ¿Por qué el 15%, en una suprema ironía, de pronto sí nos representa?

10.- No soy un profesor asambleario porque creo que mis compañeros de ANPE o CSIF, y también mis compañeros que no hacen huelga o los asamblearios, son tan profesores como yo y se pueden preocupar, o no, tanto de la educación pública como yo. Incluso más. Pero fundamentalmente, no haré huelga el 19 por tres motivos:
Primero, porque la huelga es una estrategia de lucha y multiplicar las huelgas es una mala estrategia.
Segundo, porque la unidad de la defensa de la enseñanza pública implica también la máxima unidad del colectivo de profesores, algo que más o menos mantiene la unidad sindical, pues tan profesor es el democratacristiano como el del partido comunista. Sin embargo, la asamblea ha roto esa unidad.
Y por último, por un problema moral. Los criterios cualitativos aquí criticados, y en los que se basa la presunta credibilidad de la representación asamblearia, son parte de un pensamiento totalitario.

y 11.- A modo de anécdota.
De las asambleas ha salido una propuesta hermosa -me adapto al lenguaje-: remitirán una carta a las editoriales para advertirles que el año que viene no se mandarán libros de textos.
¿El año que viene?
Ah, ¿pero el profesorado aún mandaba libros de texto?

3 comentarios:

ElSrM dijo...

Como de costumbre una explicación interesante que da qué pensar.

Me ha recordado a cuando explicó el cambio que se hizo en el marxismo-leninismo(-estalinismo-maoísmo-castrismo... comunismo del s.XX) sobre la obra de Marx y Engels, cuando estos últimos (en mi párrafo, que no en el tiempo) colocaban a una clase trabajadora (proletariado en su terminología del s.XIX) que no tenía ideología que realizar, que debía liberar a toda la Humanidad del yugo social que suponían las clases en la sociedad capitalista.

Debían hacerlo porque —corríjaseme si yerro— tal yugo era injusto, inhumano y cosificador del Ser Humano y, debían ser ellos porque eran los más interesados en hacerlo, quienes tenían peores condiciones de vida. Pero no había vanguardias ni orgullo en ser proletario, sino más bien conciencia de la "maldición" de serlo, de estar especialmente cosificado
(hace poco ampliábamos esto también al acto de consumo, que realizan todas las clases, lo cual desterraba la explotación de clase y la sustitutía por la explotación económica del conjunto de la Humanidad)
como parte viva de una maquinaria generadora exclusivamente de rentabilidad económica, mercancía, capital y que no atiende, ni lo pretende, a la justicia según la necesidad o al proyecto de humanización progresiva del mundo.

Y en el sector del leninismo se cambiaron estas cosas: de repente la clase trabajadora necesita una vanguardia, una élite y sí tiene una ideología. Y quienes comulgan con dicha vanguardia son proletarios "como deben ser" (el ex Ministro Rajoy diría "como Dios manda") y quienes piensan críticamente deben ser ignorados o, peor aún, purgados (¡por contrarrevolucionarios!; hasta el mismísimo Trotsky cayó). Alguien como Marx en aquel sistema habría sido purgado también probablemente (si hubiese tenido otro apellido).

Y aquí hoy se nos advierte en este análisis de una deriva o del peligro de tal deriva totalitaria por parte de algunas asambleas sindicales: la asamblea pretende absorber todo el movimiento (en este caso, de defensa de los derechos laborales de l@s profesores) y considerar que quienes no pasan por (y siguen a) dicha asamblea, se autoexcluyen por el motivo que sea.

Dº Javier Caso nos recordaba, relacionado con esta forma de operar, unas ideas precisamente de Marx y Engels que nos parecieron bellísimas (y acertadas, que importa más) cuando las leimos:
http://javiercasoiglesias.blogspot.com/2011/09/el-partido-como-lugar-de-sintesis-de.html

Menuda diferencia con la tenebrosa idea que vd. nos recordaba de Brecht en:
http://epmesa.blogspot.com/2011/08/vida-interior82-de-gira-con-el-papa4.html

Y esa actitud, esa concepción de vanguardia o élite es la que nos revienta a tantos p.ej. de la federación de partidos o movimientos sociales IU. Su programa electoral nos parece de los mejores que habitan hoy en el Parlamento pero los demócratas no podemos aceptar con facilidad esa idea que algunas veces exhiben y practican algunos de sus miembros de: si no estás en IU, no eres de izquierdas o progresista. Algunos en el PSOE hacen parecido: si no está usted en el PSOE, no es socialista. O en CiU o ERC (o en el PP) parecen decir en ocasiones: si vd. no está con nosotros o de acuerdo con nosotros, no pertenece con propiedad al colectivo de catalanes (o de españoles).

Cordialmente,

Filocarmen dijo...

Gracias por ayudar a clarificar el pensamiento en tiempos tan confusos.

Anónimo dijo...

Hola don Enrique. Usted analiza los números de los asamblearios y su pretensión de totalidad y razón, como esos vascos tan de moda, y se olvida de analizar los números de los sindicatos; ellos son los legítimos representantes de los trabajadores, pero no por ser legítimos son mayoría los docentes que se sienten representados. Y creo, además, que la razón aludida para convocar la huelga el 3 y 23 de noviembre (no interferir en las elecciones politizando las reivindicaciones) no hace sino agrandar la brecha entre la perspectiva de unos y de otros.
Es una lástima que no se llegue a una propuesta común y única porque distanciándose se empieza a perder la batalla.

David