Lo que está en juego ahora y lo urgente son dos cosas:
1.- La primacía de la democracia y los ciudadanos en la construcción europea.
2.- Extender -y no salvaguardar, como dicen los ñoños- un estado social social y democrático de derecho. Es decir, garantizar el artículo primero de la constitución española.
La república será superguay, osssea, pero no debería ser algo prioritario desde una perspectiva política de progreso. De hecho, lo peor que hay en la constitución contra los dos puntos anteriores no es la monarquía -que por supuesto es una negación democrática, pero no una prioriad política con la que está cayendo- sino ese nuevo artículo que como protectorado añadieron PSOE y PP y a la Constitución hace poco contra eso que llaman déficit público. En realidad, contra el artículo primero.
Pero, hoy Cayo Lara, osssea otra vez, ha prometido su cargo diciendo: Sin renunciar a mis convicciones republicanas, sí prometo.
Y yo, asustado ante tanto pensamiento crítico, solo puedo decir: Ossssssssea, qué rebeldía.
1.- La primacía de la democracia y los ciudadanos en la construcción europea.
2.- Extender -y no salvaguardar, como dicen los ñoños- un estado social social y democrático de derecho. Es decir, garantizar el artículo primero de la constitución española.
La república será superguay, osssea, pero no debería ser algo prioritario desde una perspectiva política de progreso. De hecho, lo peor que hay en la constitución contra los dos puntos anteriores no es la monarquía -que por supuesto es una negación democrática, pero no una prioriad política con la que está cayendo- sino ese nuevo artículo que como protectorado añadieron PSOE y PP y a la Constitución hace poco contra eso que llaman déficit público. En realidad, contra el artículo primero.
Pero, hoy Cayo Lara, osssea otra vez, ha prometido su cargo diciendo: Sin renunciar a mis convicciones republicanas, sí prometo.
Y yo, asustado ante tanto pensamiento crítico, solo puedo decir: Ossssssssea, qué rebeldía.
1 comentario:
La enmienda constitucional, legal, jurídicamente hablando y legítima, políticamente hablando, es salvífica de nuestros eternos males domésticos, que no nacionales ya, pues, por un lado, anula la eterna disputa nacionalista interna (ya no hay soberanía de la que separarse, porque se ha cedido), y por otro, impide políticas económicas que, posibles en un mundo con fronteras que ya no existen, son inviables en un mundo sin ellas.
Insistir en resucitar lo finiquitado por la propia evolución histórica, bien por mantener un nacionalismo primario, por ejemplo la extrema derecha francesa, bien por prejuicios ideológicos, por ejemplo casi toda la izquierda española, no deja de parecer una película de zombies.
Merkel, con gran razón, dijo recientemente que los europeos no comprenden la raíz última de lo que ocurre.
Y lo de Lara es de opereta.
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