Resulta claro el mensaje que se está lanzando: estamos saliendo
de la crisis. Este lema publicitario ya no solo es una locura del gobierno
–aquellos brotes verdes, que hubiera podido cantar Nat King Cole- sino una obra
coral que se entona por un importante sector del periodismo, el análisis
financiero publicado, y publicitario, y el Partido Popular. Lo interesante aquí es analizar no solo si es
verdad o no la salida de la crisis, sino realmente qué se quiere decir con esa
consigna. Es decir, no se trata de decir que esta gente está mintiendo y por
tanto no estamos saliendo de la crisis sino de hacer un análisis sociológico,
al menos para nosotros, más interesante: se trata de mantener que ellos creen
estar diciendo la verdad y analizar, entonces, qué quieren decir cuando dicen
que se está saliendo de la crisis. Se trata, por tanto, de ver qué es para
ellos salir de la crisis y qué visión tienen de una España sin crisis.
Los datos objetivos no suelen tener problemas. La
interpretación de los datos objetivos, sí. Lo más inteligente que ha hecho la
derecha de este país, al servicio de la oligarquía y de un proceso de
precarización social (aquí un
resumen), ha sido sin duda presentar su interpretación de los hechos
objetivos como la interpretación objetiva de los hechos. Es decir, ha logrado
algo fundamental al conseguir identificar su interpretación de los datos con
los datos mismos, presentándolo como la misma cosa. Y así, presentar la llamada
crisis como un problema determinado que, una vez esos hechos específicos se
corrigen, se acaba. Efectivamente, la derecha ha lanzado tres consignas que han
sido seguidas con gran éxito por los medios fieles y que ha calado en la
mayoría de la población.
Primero, ha logrado generar la idea de que la crisis ha sido
motivada porque la gente ha vivido por encima de sus posibilidades. Así, ha
echado la culpa a la gente de haber tenido trabajo -siempre precario pues en un
país con una rigidez laboral extraordinaria, otro mito de la derecha, se ha
echado a la calle a seis millones de personas- y con él comprarse un artículo
de lujo como es una casa en vez de vivir en los pisos que los especuladores
compran para alquilar. Así, la chusma, como pensaría la derecha, pretendía un hogar y al comprarla
tuvo que aceptar las condiciones de la oligarquía política en gobiernos y
ayuntamientos, financiera, con los
créditos abusivos de los bancos, e industrial, con una casta de constructores
financiados por los dos anteriores elementos, impuso en un pasado cercano. Es
decir, en realidad la gente fue estafada. Pero, en la visión de la crisis
impuesta, el único culpable ha sido la gente que ha vivido por encima de sus
posibilidades.
Segundo, y al hilo de lo anterior, la derecha ha generado una
idea determinada de la visión económica. Efectivamente, hay, al menos, dos
datos muy interesantes en la economía española actual: la prima de riesgo y el
paro. La idea publicitaria de la derecha, genial por qué vamos a negarlo, ha
hecho que la discusión económica se haya centrado en la prima de riesgo y no en
el paro. Esto puede resultar baladí –qué bien hablo e incluso escribo- pero es
fundamental en este tema. Efectivamente, lo es porque hay una diferencia, y no
pequeña, entre una cosa y otra. El paro como cifra habla de la mayoría social
y, por tanto, de un interés mayoritario. Ahora bien, la prima de riesgo es algo
que se controla desde un sector social específico que, además, tiene intereses
oligarcas. La prima
de riesgo la decide eso que eufemísticamente se llama el mercado. De esta
forma, la prima de riesgo se puede convertir en arma política. ¿Qué significa
esto? Que el mercado, es decir: la oligarquía económica, puede priorizar, como
de hecho hace, unas opciones sobre otras a la hora de fijar el interés de la
deuda. Es decir, la desconfianza económica es ideológica y así, por ejemplo,
países con menor deuda
pública, como España, pueden sin embargo ser más castigados por los
mercados que otros con mayor endeudamiento. De esta forma, la prima de riesgo se
convierte en arma para eso que hemos llamado aquí como proceso de precarización
pues lo que busca es decidir las estructuras
macroeconómicas de cualquier país. La prima de riesgo es un instrumento
político del mismo modo, por ejemplo, que el Banco Central Europeo no compre
deuda. Así, cuando se
sitúa como prioritario que la deuda baje lo que se hace es desarrollar las
condiciones que la propia oligarquía ha puesto: el proceso de precarización.
En tercer lugar, está el otro, según la derecha, gran
culpable de la crisis económica: el déficit público. Efectivamente, la derecha
ha logrado colar por la rendija de la opinión pública la idea de que todo gasto
del estado es malo, que la gestión privada es necesariamente mejor y que hay,
como consecuencia, que reducir el gasto público –lo que para ella es reducir a
asistencial los derechos sociales-. Así, todo aquello que huela a intervención
estatal será censurado sin distinguir entre derechos sociales, reducidos a la
mínima, inversión pública y gasto censurable –que, por cierto, se mantiene-. De
esta forma el limitado estado del bienestar español se ha perdido y entramos en
el periodo de la caridad pública o privada. Pero algo más. De esta forma
también se introduce la gestión privada de los servicios públicos con lo que lo
que los grandes grupos empresariales de sanidad y educación pueden hacer
negocio fácil. Unos pierden y otros ganan.
En definitiva, la crisis se presentaba bajo estas tres patas
y con dos culpables: la gente y el estado habían derrochado extraordinariamente
y esto había llevado a una desconfianza general de los mercados vista en la
prima de riesgo. Por tanto, cortando la deuda, pública y privada –y la privada
era el crédito para la clase media-, y logrando de nuevo la confianza de los
mercados se conseguiría la ansiada salida de la crisis. Y esta era la trampa. Si se admitía como causa de
la crisis lo anterior, el malgastar de gente y la mala administración pública,
la forma de salir de la crisis era acabar con esto y eso significaba y no
curiosamente, reconvertir el país en otra cosa a lo que era antes de ahora: traicionar
a España.
Así, ya
estamos en disposición de poder explicar qué significa cuando dicen que estamos
saliendo de la crisis. Lo que se quiere decir es que se está cumpliendo estrictamente
el proyecto de precarización que comenzó fundamentalmente con el pacto del euro
y cuya finalidad última es convertir al sur y al este de Europa en un émulo de
China.
Efectivamente,
tal y como ya llevamos anunciando aquí hace tiempo -nos gusta echarnos flores-
salir de la crisis significa para la derecha conducir al país a la condición
necesaria que haga posible ese objetivo de la precarización. Y para ello, no
basta ya con una precarización socioeconómica exclusivamente sino que hace
falta una devaluación democrática donde la soberanía nacional, o sea los
votantes y ciudadanos, ceden su poder político ante Bruselas, lugar para la
propia oligarquía. Así, salir de la crisis para la derecha es haber sentado las
bases para precarizar España.
Se está
a punto de salir de la crisis porque España está cerca, ayer con el PP
defendiendo la LOMCE se dio otro paso, de dejar de ser un estado social y
democrático de derecho. La derecha, sin duda, va ganando la batalla. La
precarización es una realidad objetiva que comienza ya no solo a ser un
proyecto sino algo más, un hecho político y social con entidad propia. Cuando
el representante del gobierno señale que la crisis ha finalizado querrá decir
que nosotros, usted y yo, habremos perdido.
1 comentario:
De momento, tú no has perdido. Cuando te echen a la calle. Entonces, habrás perdido. Espero que llegue ese día, sentado en mi puerta.
;)
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