lunes, agosto 25, 2025

ISLAMOFOBIA: IZQUIERDA ILUSTRADA Y EXTREMA DERECHA

Desde una perspectiva de izquierda ilustrada, toda religión es una superstición un poco, o mucho más, sofisticada. Dentro de esta sofisticación, y por ello falsificación intelectual, destaca sin duda alguna el cristianismo, pero también estaría cualquier otra.

Se habla mucho de islamofobia como un odio irracional, y por tanto sin sentido, hacia la religión musulmana. Sin duda alguna, no hay que ser islamófobo, pero no por respeto hacia esta superstición sofisticada, sino porque no hay que tener odios irracionales cuando, encima, existen tantas razones argumentadas para estar en contra. 

La religión musulmana, a diferencia de la cristiana que ya carece casi de influencia social aunque haya que vigilar sus cenizas para que no provoque nuevos fuegos -nota: a veces me pongo graciosillo-, tiene una relevancia social y política – y por cierto, también el judaísmo con el estado genocida israelí- actualmente muy importante. Efectivamente, el islam se ha convertido en un problema, por cierto es en comparación menor que el propio desarrollo del Capitalismo o el neoliberalismo, para el desarrollo ilustrado y la emancipación humana y, especialmente, lo es para las sociedades de tradición musulmana, algo de lo que se habla poco. Y lo es, al igual que lo fue el cristianismo hasta el siglo pasado, no principalmente por las creencias personales de sus fieles, sino por su intento de dominación social incompatible con los derechos básicos democráticos. 

Por supuesto, reconocemos que existen distintas variantes de esta religión y que debemos apoyar aquellas interpretaciones más cercanas al laicismo ilustrado. Pero, sin duda alguna, como ocurre con el cristianismo, cualquier interpretación del islam se fundamenta en su carácter de una verdad revelada que posee mayor valor que cualquiera razonada -y algo sabe de esto Algazel-. Y, por tanto, si la crítica a la religión viene dada por su irracionalidad y heteronomía, cualquier pensamiento ilustrado estará en contra del islam, no en particular y exclusivamente, sino por su carácter de religión que encima tiene influencia social. Si a esto se le quiere llamar islamofobia, aunque no sea un odio irracional sino argumentado, no podemos sino decir que la ilustración, como fue cristianofóbica, en los mismos términos, debe ser ahora islamofóbica. La religión es enemiga del pensamiento ilustrado y su proyecto. 

Pero…

La extrema derecha es sencillamente y sin matices, islamofóbica. Y entonces surge una cuestión: ¿está la Ilustración en el mismo bando que la extrema derecha? Respuesta rápida: por supuesto, no. 

Primero, no estamos en el mismo bando en tanto en cuanto nuestro fundamento intelectual es radicalmente contrario. Y segundo, no estamos en el mismo bando tampoco, porque en realidad nuestra islamofobia, si la llamamos así que no nos gusta pero nos entendemos tras lo precedente, no es la misma que la neofascista -nota: estoy empezando a coger gusto a esta denominación, otro día les cuento-. 

Esto es muy importante explicarlo, para comprender que un pensamiento de izquierdas debe ser islamófobo, vamos a llamarlo así tras todos los matices, pero en ningún caso debe aliarse con la extrema derecha como si pensaran lo mismo y estuvieran en la misma crítica. Además, un gobierno ilustrado, si esto fuera posible ya, no obraría desde la prohibición o persecución a la religión musulmana, como sí haría uno de corte neofascista tipo PP-Vox, mientras financia y celebra la cristiana, sino desde la estricta neutralidad en las creencias y el derecho a expresarla públicamente pero no a exigir su vigencia en el comportamiento social: eso que se llama laicismo.   

Sin embargo, la extrema derecha es precisamente lo contrario a la crítica ilustrada. La extrema derecha es islamofóbica porque en el fondo defiende un fundamento irracional, que curiosamente está muy ligado al cristianismo y sus tradiciones. Desde esa base ideológica, que es la misma formalmente a la del islamista pero cambiando al profeta, deduce que las actitudes y acciones de los creyentes musulmanes resultan incompatibles no con una sociedad democrática, racional y laica, sino con SU sociedad, y esa mayúscula no es errata, tradicional y religiosa convertida en la sociedad perfecta. Lo que hace la extrema derecha en realidad es el mismo fanatismo que presenta el creyente musulmán, pero en machote, y muy machote, nacionalista y cristiano. Cuando el individuo de extrema derecha critica lo musulmán no es para defender la emancipación, propia y ajena, sino para exigir la dominación universal de la tradición propia. Así, es la defensa de las procesiones de semana santa o de la virgen de su pueblo como valor absoluto frente a girar alrededor de la Kaaba: cuestión de superstición. Y su único argumento es porque se trata de SUS, otra vez en mayúscula, tradiciones barbáricas frente a las tradiciones barbáricas del  otro musulmán. 

Es decir, en el fondo el neofascista es un fanático que defiende, como el fanático musulmán, su creencia por encima de cualquier racionalidad.  La extrema derecha, y desgraciadamente ya toda derecha en la política es extrema derecha, se une al mundo musulmán en su odio al laicismo, la racionalidad y la Ilustración. Y esto se ve en que ambos podrían, y lo harán, llegar a un acuerdo contra los derechos de los homosexuales o de la mujer o limitar la libertad de expresión o cualquier otro derecho fundamental. 

¿La izquierda debe ser islamofóbica? Por supuesto, la izquierda debe ser crítica y contraria al islam porque debe defender la Ilustración. Pero, cuando la extrema derecha es islamofóbica no lo es por esto, sino por la defensa ignorante de su tradicionalismo. Se trata, por tanto, como buena extrema derecha, de un pensamiento reaccionario que además se define a sí mismo ya de forma clara, como se ve en la llamada ilustración oscura, como adverso a lo ilustrado y que tiene en realidad más puntos en común con cualquier radical islámico que con el pensamiento emancipador. 

Ser islamofóbico, ya hemos puesto todos los matices a esta expresión, es en realidad también ser extremoderechafóbico. El espíritu ilustrado es la crítica permanente y negativa de lo irracional y por ello la defensa de la dignidad humana, que se desarrolla no de rodillas ante un dios sino de pie, o cómodamente sentados, razonando y dialogando. Somos islamofóbicos y somos extremoderechafóbicos, ya saben que no de forma irracional porque tenemos muchos argumentos, y seguiremos siéndolo porque somos ilustrados.

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