martes, julio 20, 2010

AGUIRRE, LOS RECORTES Y LA EDUCACIÓN

El gobierno de la comunidad de Madrid ha decidido aplicar unos extraordinarios recortes en la educación pública, tal y como denuncia la Asociación de Directores de Instituto de Educación Secundaria de Madrid. Dichos recortes afectan fundamentalmente al servicio prestado a los alumnos pues implican, entre otras cosas, reducción del número de profesores en general -lo que llevará a su vez a clases más numerosas que impidan atención personalizada- reducción de desbobles –que eran los grupos reducidos en ciertas materias básicas que servían para mejorar el rendimiento- y a la práctica desaparición de los profesores de compensatoria -que estaban destinados a ayudar a los alumnos con retraso escolar-. Así pues, a la hora de hacer recortes, el gobierno Aguirre ha decidido aplicarlos perjudicando al alumnado de la enseñanza pública. Y la pregunta muy pertinente es: ¿por qué estos recortes y no otros?

Efectivamente, los altos cargos del gobierno regional han aumentado desde el mandato de la lideresa sin cesar, de forma inversamente proporcional a su trabajo y capacidad. Incluso, el gobierno Aguirre subió generosamente el sueldo a las juntas directivas de los centros escolares ya en plena crisis. Es decir, para los cargos no había crisis -aunque debemos reconocer que no era así para la propia Aguirre incapaz desde hace mucho de llegar a fin de mes por asumir responsabilidades políticas y de servicio social-. Sin embargo, los alumnos de la enseñanza pública si deben ver recortados la prestación de sus servicios. Y la clave está, sin duda, en el modelo educativo que la autoproclamada liberal, en realidad no lo es o tal vez lo sea más conscientemente que otros, persigue.

Primero se debe destacar como estos recortes afectan exclusivamente a la enseñanza pública. Aguirre no ha reducido los conciertos, ni en número ni en cantidad, ni ha bajado los sueldos a los empleados de la concertada, extraordinariamente explotados por su patronal por cierto y por ello nos alegramos que al menos esto no les toque. Sin embargo, sí ha cargado contra la enseñanza pública, como por otra parte ha sido su constante acción política. Así, en primer lugar, Aguirre ha señalado una prioridad: los recortes en educación, ya a sus trabajadores ya a su servicio y usuarios, solo deben darse en la enseñanza pública. O mejor dicho: contra la enseñanza pública.

Pero, y aquí está el segundo elemento, solo a ciertos aspectos de la enseñanza pública. La comunidad de Madrid este año ha extendido los centros bilingües y ha inventado, en su delirio, un nuevo modelo de instituto denominado de innovación tecnológica –teme a Aguirre, sin duda, el Instituto Tecnológico de Massachusetts- . Por supuesto, todo esto implica aumentar el gasto y así efectivamente se ha hecho sin dudar un ápice. Pero esto, curiosamente, no se hace para los alumnos de compensatoria, los que tienen más problemas, que se quedarán sin profesor especialista. Vuelve pues la pregunta. ¿Por qué unos sí y otros no? Y la respuesta es el modelo educativo perseguido que guarda relacion con el modelo social deseado.

El ideal educativo de Aguirre es un modelo elitista perfectamente coherente con su propia idea de sociedad. Para Aguirre, y con ella para el gobierno de la comunidad de Madrid, hay dos sistemas educativos que deben diferenciarse: uno, compuesto por la escuela privada, concertada y los institutos de élite -bilingües y, ahora también, tecnológicos- para los alumnos que, según se dice, valen; otro, para la chusma que estaría representada por el resto de la pública. La idea es la dicotomía social ideológicamente, en su sentido de falso, amparada en la igualdad de oportunidades: los alumnos, y sus padres, decidirán de acuerdo a su valía y preocupación. Sin embargo, la realidad no es así. Y no es así -es decir: el acudir a un centro u otro no depende de la libre voluntad ni de los alumnos ni de los padres- porque, como el gobierno Aguirre conoce sin duda, las expectativas educativas de los alumnos no son modelos ideales de prístino individualismo sino realidades socializadas. Efectivamente, la clave de las expectativas educativas de los alumnos no es fundamentalmente su libre albedrío y ganas sino, precisamente, la condición social de los padres y los estudios que estos cursaron (ver informe de Jorge Calero y el Informe de Inclusión social de la Caixa 2009).

Las expectativas pues guardan relación con la realidad social vigente y no con ideales. Al hacer centros de origen ya diferentes, es decir: al presentar distintos modelos de centros educativos y unos ya mejores que otros, se impide que el alumno acceda a un mundo de nuevas expectativas sociales y, por tanto, que su socialización no sea sino la repetición de su condición social. Por tanto, cuando lo que se hace es realizar una selección de origen en los centros docentes, presentando ya desde el principio centros para las élites sociales y otros para la chusma, lo que se pretende es perpetuar el status quo social y, a través de ello, mantener el entramado social tal y como está: política de derechas pura y dura. Pero además, no se trata de liberalismo de oportunidades -tan bien mirado ahora, no se sabe bien por qué- sino de algo más crudo: puro conservadurismo social. En su concepción elitista de la sociedad, un liberalismo autoritario y basado en la fuerza de las oligarquías, Aguirre decide excluir del estamento de intervención política a un porcentaje social amplio al negarle unas condiciones mínimas, porque ya las tenían, para educarse.

Así es esta una labor de ingeniería social. Lo que Aguirre pretende, al escoger estos recortes por la crisis y no otros, es en realidad priorizar un modelo social concreto. Y este modelo busca una doble función.

Por un lado, y como ya hemos analizado en otro lugar, generar una serie de lobbys de interés. Efectivamente, la escuela concertada, fundamentalmente asignada a la Iglesia, ve en Aguirre a su mentora y estará dispuesta a ayudarla en todo momento generando una posición de opinión al menos no contraria a ella –y esto es muy interesante cuando incluso hay una pugna con Gallardón en su propio partido-. Pero además, ahora cuenta socialmente con un nuevo lobby que son por un lado los padres de clase media y políticamente autodenominados progresistas que buscarán llevar a sus hijos –y así buscan lo mejor por ellos lo cual no es criticable- a los nuevos centros publicos elitistas y, por otra parte, el segmento del profesorado que se desplazará a estos centros de élites, fundamentalmente el grupo más activo y mejor preparado, porque verán en ellos un refugio -y tienen razón y tampoco es criticable- ante el desastre real al que ha sumido al país las políticas educativas llevadas a cabo por la autodenominada clase política progresista. Así, un importante segmento social, y fundamentalmente el mejor formado, defenderán el modelo y serán deudores de él.

Por otro lado, y a largo plazo, la finalidad es la elaboración de una sociedad dividida en dos grupos fundamentales: un grupo productiva y socialmente activo -en cuanto a capacidad de actuar de acuerdo a sus intereses que son ahora los de su propia élite frente al otro segmento social- y otro grupo productivamente activo también pero sin capacidad de acción social ni política por su escasa educación y con ello su mínima expectativa social, es decir: la chusma. La distinción desde la niñez, en la elección de un centro u otro, es así la mejor forma de dominio y conservación de la oligarquía que ahora ya se verá apoyada por una amplia clase intermedia.

Es el sueño de Ortega revivido: masa y minoría –pero mayoritaria para ganar elecciones- selecta.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Estudiar para que?

Si Zapatero no sabe hablar ingles (ni Franco tampoco) que saber idiomas no es lo importante en este país, solo se aprende idiomas al emigrar, y por cierto que debe ser molesto gastar en educacion para ellos se vayan a otros paises que no invierten en formacion,
aqui sobran titulados que estudian carreras para poner ladrillos


Mientras que un maquinista inculto que lo unico que tiene que hacer es pulsar un boton verde GO y otro rojo STOP le pagan 3000 euros por hacerlo

Marta Requena dijo...

Hola Enrique. Probablemente sea una pregunta estúpida, pero me gustaría, por favor, que me respondieses. Si los padres y profesores (que por x ó y, apoyen o fomenten la educación concertada) no son criticables y responsables ¿cómo se puede combatir la implantación de este modelo?
Cada uno evalúa la situación desde su posición y, supongo, que todos acertamos y nos equivocamos en algo. Bajo mi punto de vista, todos somos responsables de lo que está sucediendo, padres, profesores, alumnos y políticos. Pero no sólo son responsables estos últimos y los demás somos meras víctimas.
Pienso que en el auge de la enseñanza concertada intervienen muchas, de verdad, muchas, variables. También creo que se está vendiendo descaradamente una imagen y que, cuando los padres llevan a sus hijos a la escuela concertada, no atisban en absoluto la magnitud del problema. La educación pública es mejorable, pero su deterioro no justifica la implantación de un modelo privado, excluyente (que estamos permitiendo sin más, sin discusión y sin información, porque es una cuestión que no trasciende a los medios), sino que debería servir de revulsivo para la exigencia de calidad.
No creo que la educación pública sea tan mala. Yo estudie en un Instituto público (Lope de Vega) porque así lo quise y lo quisieron mis padres, defensores de tal modelo. De ello estoy realmente satisfecha, tuve mejores y peores profesores, algunos inolvidables y, en aquellos momentos, la apuesta por la concertada ya había comenzado, pues mucha gente que yo conocía asistía a estos centros y, mira por dónde, a la mayoría ni les iba ni les ha ido mejor, académicamente hablando.
Me parece bien que se denuncie el deterioro de lo público y se defienda y luche su mejora (es algo que jamás debe dejar de hacerse, porque nos pertenece a todos –y este es otro de los problemas, la escasa conciencia de que “lo público” y Hacienda somos todos y aquel que comete un fraude recibe un aplauso y es muy listo, cuando nos esta estafando a todos-) pero es que parece que la enseñanza concertada no es susceptible de ello. No sé si te entiendo mal pero criticas la enseñanza pública, que es criticable, por supuesto, y justificas que la gente apueste por los conciertos, y ya está. Con lo que tienen la batalla ganada (lo público puede estar mal, es necesario mejorar su calidad, pero es que la imagen que la sociedad tiene de ello es aún peor de lo que es en realidad).

Marta Requena dijo...

Hola Enrique. Probablemente sea una pregunta estúpida, pero me gustaría, por favor, que me respondieses. Si los padres y profesores (que por x ó y, apoyen o fomenten la educación concertada) no son criticables y responsables ¿cómo se puede combatir la implantación de este modelo?
Cada uno evalúa la situación desde su posición y, supongo, que todos acertamos y nos equivocamos en algo. Bajo mi punto de vista, todos somos responsables de lo que está sucediendo, padres, profesores, alumnos y políticos. Pero no sólo son responsables estos últimos y los demás somos meras víctimas.
Pienso que en el auge de la enseñanza concertada intervienen muchas, de verdad, muchas, variables. También creo que se está vendiendo descaradamente una imagen y que, cuando los padres llevan a sus hijos a la escuela concertada, no atisban en absoluto la magnitud del problema. La educación pública es mejorable, pero su deterioro no justifica la implantación de un modelo privado, excluyente (que estamos permitiendo sin más, sin discusión y sin información, porque es una cuestión que no trasciende a los medios), sino que debería servir de revulsivo para la exigencia de calidad.
No creo que la educación pública sea tan mala. Yo estudie en un Instituto público (Lope de Vega) porque así lo quise y lo quisieron mis padres, defensores de tal modelo. De ello estoy realmente satisfecha, tuve mejores y peores profesores, algunos inolvidables y, en aquellos momentos, la apuesta por la concertada ya había comenzado, pues mucha gente que yo conocía asistía a estos centros y, mira por dónde, a la mayoría ni les iba ni les ha ido mejor, académicamente hablando.
Me parece bien que se denuncie el deterioro de lo público y se defienda y luche su mejora (es algo que jamás debe dejar de hacerse, porque nos pertenece a todos –y este es otro de los problemas, la escasa conciencia de que “lo público” y Hacienda somos todos y aquel que comete un fraude recibe un aplauso y es muy listo, cuando nos esta estafando a todos-) pero es que parece que la enseñanza concertada no es susceptible de ello. No sé si te entiendo mal pero criticas la enseñanza pública, que es criticable, por supuesto, y justificas que la gente apueste por los conciertos, y ya está. Con lo que tienen la batalla ganada (lo público puede estar mal, es necesario mejorar su calidad, pero es que la imagen que la sociedad tiene de ello es aún peor de lo que es en realidad).

Marta Requena dijo...

Añadir que no estoy de acuerdo (aunque he podido entenderte mal) con que el nivel formativo de los padres de alumnos de la concertada sea mayor que el de los padres de alumnos de la pública, pues también existen ejemplos de que esto no es así en muchos casos, sino al revés. Tampoco estoy de acuerdo con que allí se instalen los profesores más preparados y mejor formados. Estas empresas se gestionan de forma privada, en su mayoría son entidades religiosas y seleccionan a su personal en base a criterios no estrictamente académicos y de aptitud. Sí, es un elitismo, pero no basado en la excelencia y lo mejor, sino en el secuestro de la educación pública, en su cautividad. No creo que ofrezcan una mejor formación, ni creo que los mejores profesores se encuentren o vayan a encontrarse allí. Muchos no tendrán cabida, y en ello no tendrá nada que ver su formación (o sí, según se mire).
Me da pena y me parece atroz –y no lo digo por tu escrito- que se desvaloricen así los innumerables recursos (en su sentido cuantitativo y cualitativo) con los que cuenta el Estado. Por ejemplo, posee miles de interinos parados que han aprobado sus exámenes de oposición con unas altas calificaciones. Sí, es un examen y muestra lo que es capaz de mostrar un examen, pero, al menos, existe una prueba objetiva (en el sentido material). Sin embargo, desconocemos los mecanismos de selección de la escuela concertada, la cual cada día conquista más terreno y no precisamente, a pesar de sostenerse del heradio público, para todos –por ejemplo, para esos profesores preparados y parados- sino para quienes ellos quieren.

Enrique P. Mesa García dijo...

A ver, Doña Marta, no se indigne porque creo que usted ha entendido mal.
1.- El artíulo analiza la idea de Aguirre de la educación que se basa en la creación de una escuela de distintas vías. Una para la élite social, entendida esta como el grupo social con mayor status, y otra para la clase baja. Esta dicotomía se hace amparándose en un doble modelo: por un lado, la privada, la concertada y la pública elitista (bilingue y tecnológica y pronto deportiva); por otro, el resto de la escuela pública. Y resulta evidente que los mejores profesores de la pública, los mejor preparados, en su mayoría se van a desplazar aa los institutos públicos de élite pues están hartos del ambiente de desidia que se respira en los centros públicos.
2.- En el artículo no hay una sola alabanza a la escuela concertada ni una defensa de la misma. Y no se justifica que la gente vaya a la concertada sino que se explica la causa. Y es lógico que lo haga porque la concertada da, generalmente, mayor imagen de control que la pública nos guste o no. Y la gente quiere tener controlados a sus hijos.
y 3.- Y una última cosa. El fracaso de la pública en Madrid tiene que ver por supuesto con la política de Aguirre, en el artículo se explica, pero también, y mucho, con el propio ambiente laboral de los funcionarios de la pública. ¿Usted sabe cuando se movilizan los profesores de la pública? A la hora de conseguir el mejor horario: hasta por la tarde van al instituto. Por supuesto hay excepciones, y hay muchos que en otro ambiente serían también excepción, pero el ambiente de la enseñanza pública no es, ni mucho menos, un ambiente de trabajo educativo.