¿Presentarme a elecciones sindicales? En el anterior artículo era lo que los sindicatos debían ser. En este, ante la realidad, es marcar la distancia.
1.- Las organizaciones suelen tener, ya lo hemos dicho en varias ocasiones, una tendencia a su propia conservación que puede ser independiente o no a la voluntad individual de sus miembros. Es decir, lo que importa a las organizaciones, constituidas como sujetos, es mantenerse. Por eso, es importante permanecer vigilantes ante ellas, evitando que esa tendencia acabe imponiendo. Hay que evitar, en efecto, que lo que se originó como instrumento social acabe teniendo como único objetivo su propia existencia, que puede implicar el privilegio, y como objetivo secundario aquello para lo que fue fundada o ideada. Así, por ejemplo, la iglesia católica como institución tiene ya como única finalidad mantener su condición privilegiada, y con ella la de sus miembros, frente al mensaje, equivocado o no, evangélico, y está dispuesta para ello a sacrificar, siempre momentáneamente cuentan, sus propios principios. Del mismo modo, los partidos políticos. Igual, por supuesto, los sindicatos.
2.- La labor de los sindicatos en los últimos años ha sido vergonzosa y miserable. Vendidos descaradamente al gobierno de Zapatero –desde siempre la UGT, especialmente a partir de Toxo CC.OO.- no fueron capaces de reaccionar en ningún momento ante la situación que se veía venir desde hace mucho. Incluso, cuando lo hicieron fue con tibieza, haciendo la primera huelga de la historia a plazos de vencimiento, convocada en junio y realizada en septiembre- como si tuvieran miedo de perder los privilegios de los que gozan: sobra el “como si”-. No se trata, no se malinterprete, de que sean unos individuos malvados sino de que la propia institución, como sujeto social,ha acabado siendo una realidad objetiva que se impone sobre lo humano –que siempre es individual-. Es parecido a como los empresarios ponen a gente en la calle y dicen: no es nada personal. Lo peor es que es verdad. No hay nada personal en una cosa ni en la otra.
3.- O sea, no estoy de acuerdo en absoluto con la labor sindical realizada durante los últimos seis años. Se ha permitido una tasa de temporalidad espeluznante, se ha permitido una clase trabajadora donde la baja cualificación no era un problema. Se vivió feliz, en fin, cuando el cuento de hadas estaba claro que era un cuento. Y un sindicato tenía que haberlo visto. Pero no lo vieron aunque fueron altamente recompensados. Quizás no sea “aunque” lo que había que poner.
4.- No hay cosa más idiota que un fanático. Militante y fanático, por desgracia, ha acabado siendo sinónimo. No hay cosa más triste que ver a alguien defender algo en público para que luego en privado te diga que no está en absoluto de acuerdo. No se trata ya del caso del que llega a un pacto y por tanto ha logrado algo y ha cedido algo, aún comprensible, sino de aquel que habiéndolo perdido todo en el resultado final lo defiende porque la organización ha decidido. El borreguismo es peligroso. La militancia ciega, ahora y siempre, también. La disciplina aquí no es más que el silencio del borrego.
5.- ¿Y yo? Me dijeron que si quería presentarme a delegado sindical. A la persona que me lo propuse el mandé un correo poniéndole unas condiciones. Como son públicas las copio aquí:
1.- Si bien me presento bajo CCOO, sindicato al que estoy afiliado, no me comprometo a defender todas sus ideas ni propuestas. Sí me comprometo a informar de ellas pero no a defenderlas y me reservo el derecho, por tanto, a expresar públicamente, incluso en mi papel como representante, opiniones en contra de las mismas.
2.- Me comprometo a informar y asesorar a mis compañeros de instituto sobre los problemas que pudieran tener. Este compromiso viene determinado por el apoyo que me preste el sindicato aunque no descarto, por supuesto, el trabajo personal.
3.- Por supuesto me reservo el derecho a expresar mi opinión sobre las acciones del sindicato en cualquier campo e igualmente a no participar en ellas y criticarlas.
4.- Asimismo, y por último, en términos generales mi libertad de expresión y de acción estará determinada por mi conciencia y no por las órdenes del sindicato al cual considero como un elemento importante de lucha por mis derechos laborales y los de mis compañeros, por eso me afilio, pero no como la razón última de mi pensamiento.
No es que yo sea un tío guai, es que soy, solo eso, un tío y no un borrego.
6.- Pero esto tampoco está exento de problemas. Porque seamos sensatos, la gente no me vota a mí sino a CCOO. Es verdad, y sería absurdo pedirle a los futuros votantes que se leyeran todos los escritos de todos los candidatos hasta el 132 para conocer mis opiniones. Y por eso las expuse ante la organización antes de decidir. Ellos dijeron sí.
y 7.- Sigo dudando si esto es información, crítica o solamente afán de protagonismo.
1.- Las organizaciones suelen tener, ya lo hemos dicho en varias ocasiones, una tendencia a su propia conservación que puede ser independiente o no a la voluntad individual de sus miembros. Es decir, lo que importa a las organizaciones, constituidas como sujetos, es mantenerse. Por eso, es importante permanecer vigilantes ante ellas, evitando que esa tendencia acabe imponiendo. Hay que evitar, en efecto, que lo que se originó como instrumento social acabe teniendo como único objetivo su propia existencia, que puede implicar el privilegio, y como objetivo secundario aquello para lo que fue fundada o ideada. Así, por ejemplo, la iglesia católica como institución tiene ya como única finalidad mantener su condición privilegiada, y con ella la de sus miembros, frente al mensaje, equivocado o no, evangélico, y está dispuesta para ello a sacrificar, siempre momentáneamente cuentan, sus propios principios. Del mismo modo, los partidos políticos. Igual, por supuesto, los sindicatos.
2.- La labor de los sindicatos en los últimos años ha sido vergonzosa y miserable. Vendidos descaradamente al gobierno de Zapatero –desde siempre la UGT, especialmente a partir de Toxo CC.OO.- no fueron capaces de reaccionar en ningún momento ante la situación que se veía venir desde hace mucho. Incluso, cuando lo hicieron fue con tibieza, haciendo la primera huelga de la historia a plazos de vencimiento, convocada en junio y realizada en septiembre- como si tuvieran miedo de perder los privilegios de los que gozan: sobra el “como si”-. No se trata, no se malinterprete, de que sean unos individuos malvados sino de que la propia institución, como sujeto social,ha acabado siendo una realidad objetiva que se impone sobre lo humano –que siempre es individual-. Es parecido a como los empresarios ponen a gente en la calle y dicen: no es nada personal. Lo peor es que es verdad. No hay nada personal en una cosa ni en la otra.
3.- O sea, no estoy de acuerdo en absoluto con la labor sindical realizada durante los últimos seis años. Se ha permitido una tasa de temporalidad espeluznante, se ha permitido una clase trabajadora donde la baja cualificación no era un problema. Se vivió feliz, en fin, cuando el cuento de hadas estaba claro que era un cuento. Y un sindicato tenía que haberlo visto. Pero no lo vieron aunque fueron altamente recompensados. Quizás no sea “aunque” lo que había que poner.
4.- No hay cosa más idiota que un fanático. Militante y fanático, por desgracia, ha acabado siendo sinónimo. No hay cosa más triste que ver a alguien defender algo en público para que luego en privado te diga que no está en absoluto de acuerdo. No se trata ya del caso del que llega a un pacto y por tanto ha logrado algo y ha cedido algo, aún comprensible, sino de aquel que habiéndolo perdido todo en el resultado final lo defiende porque la organización ha decidido. El borreguismo es peligroso. La militancia ciega, ahora y siempre, también. La disciplina aquí no es más que el silencio del borrego.
5.- ¿Y yo? Me dijeron que si quería presentarme a delegado sindical. A la persona que me lo propuse el mandé un correo poniéndole unas condiciones. Como son públicas las copio aquí:
1.- Si bien me presento bajo CCOO, sindicato al que estoy afiliado, no me comprometo a defender todas sus ideas ni propuestas. Sí me comprometo a informar de ellas pero no a defenderlas y me reservo el derecho, por tanto, a expresar públicamente, incluso en mi papel como representante, opiniones en contra de las mismas.
2.- Me comprometo a informar y asesorar a mis compañeros de instituto sobre los problemas que pudieran tener. Este compromiso viene determinado por el apoyo que me preste el sindicato aunque no descarto, por supuesto, el trabajo personal.
3.- Por supuesto me reservo el derecho a expresar mi opinión sobre las acciones del sindicato en cualquier campo e igualmente a no participar en ellas y criticarlas.
4.- Asimismo, y por último, en términos generales mi libertad de expresión y de acción estará determinada por mi conciencia y no por las órdenes del sindicato al cual considero como un elemento importante de lucha por mis derechos laborales y los de mis compañeros, por eso me afilio, pero no como la razón última de mi pensamiento.
No es que yo sea un tío guai, es que soy, solo eso, un tío y no un borrego.
6.- Pero esto tampoco está exento de problemas. Porque seamos sensatos, la gente no me vota a mí sino a CCOO. Es verdad, y sería absurdo pedirle a los futuros votantes que se leyeran todos los escritos de todos los candidatos hasta el 132 para conocer mis opiniones. Y por eso las expuse ante la organización antes de decidir. Ellos dijeron sí.
y 7.- Sigo dudando si esto es información, crítica o solamente afán de protagonismo.
3 comentarios:
Bonito mensaje fuerte. Nunca pensé que era tan fácil. respetos a usted!
Grande, he encontrado lo que he estado buscando
He de confesar que a veces se aburre de leer toda la cosa sin embargo, creo que puede añadir valor . ¡Bravo!
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