domingo, enero 23, 2011

RAPIÑA EMPRESARIAL (de la pérdida de derechos sociales)

1.- Hay una diferencia entre lo necesario en un sistema económico y lo contigente, aquello que puede darse o no. Ya hemos señalado en este blog (1 y 2 ) que el capitalismo ya no funciona de acuerdo a la explotación de clase. Sin embargo, también señalábamos en ese artículo que esto no impedía que siguiera habiendo intereses de clase y que la clase dirigente, en cuanto a que poseía más poder, pretendía mantener sus privilegios sobre la llamada clase popular. Y esa pretensión publicitada política, social y mediáticamente como una necesidad, falsa, del sistema tiene como consecuencia la pérdida de derechos para la mayoría de la población en el terreno económico y social.

2.- Recientemente, se están dando una serie de reformas en toda Europa que tienden a eliminar derechos a los trabajadores. Estas contrarreformas se dan ya en un sentido amplio, en cuanto a reformas generales, ya en un sentido más concreto, en los distintos convenios y negociaciones sectoriales. Esto, a su vez, se está presentando por la prensa de derechas de acuerdo a la falacia naturalista más grosera: lo que sólo es el interés de la clase dominante en mantener su privilegio –o sea, el coche de lujo y el chalet- es lo que debe ser por la realidad pues no puede ser de otra forma y quienes no se lo quieren permitir –los malvados empleados para pagar su hipoteca- es que no se modernizan. La necesidad económica exige, pues y en su discurso, que con nuestra depauperación paguemos sus lujos.

3.- No se modernizan. Es curioso el empleo de este término: una regresión social e histórica, en cuanto a que expulsará a un importante colectivo a una mayor depauperación, se presenta como modernización. Es decir, la vuelta a condiciones laborales anteriores se sitúa ideológicamente como modernización de las obsoletas, sin embargo más cercanas en el tiempo, realidades actuales –que por cierto también permiten a la oligarquía tener coches de lujo y chalet-. La oligarquía detiene, como dicen que hacen los agujeros negros, el tiempo. Ellos se sitúan a sí mismos –y tal vez el número de sus coches- como el criterio del progreso.

4.- Parentesis. ¿Oligarquía? Uy, que antiguo. ¿Coches de lujo? Uy, que antiguo. Pues tampoco. Oligarquía es un grupo numéricamente pequeño pero con gran poder. Forma parte de la estratificación social que se corresponde, a su vez, con la distribución desigual del poder y la riqueza. La oligarquía posee así pocos integrantes pero mucho poder. Y su finalidad social última es la pervivencia como tal oligarquía.

5.- Y la idea clave de todo este entramado ideológico sobre la reducción de derechos y que se presenta así como una necesidad del sistema económico para poder sobrevivir no esconde más, por tanto, que el interés de esa oligarquía en mejorar sus ya magníficas condiciones de vida. Y presentarlo como necesidad matemática es la gran mentira de todo el proceso. Y una mentira curiosa porque por una vez, aunque no gratis pero eso es otra historia, el desarrollo del capitalismo va en contra del interés de la oligarquía europea que pretende sobrevivir, como ya lo intentaron otras, contra el propio sistema.

6.- ¿Qué queremos decir? Lo que se le está pidiendo a los trabajadores en particular y a los ciudadanos en general, excluyendo la oligarquía y la clase emergente que pretende serlo, es un sacrificio en dos sentidos. Por un lado, en el sentido social en cuanto a que se les pide vivir peor que antes. Por otro, en el sentido político en cuanto se les pide tener menos poder de decisión en las cuestiones fundamentales para provecho exclusivo de esa misma clase social dirigente. Y no es algo estructural al sistema capitalista, que va por otro lado, sino solo un interés de esa misma oligarquía.

7.- Así, lo que en definitiva se está jugando aquí es la implantación de una sociedad regresiva en cuanto a ser una que vivirá peor que la anterior, con menor protección social y menor renta. Pero se nos da una excusa voficerada por los expertos: es para preservar el estado actual de cosas que, curiosamente, se destruirá de seguir con las reformas.

8.- Desmontemos la excusa en un triple frente: económico, político y social.

9.- Económicamente se nos dice, e incluso se apela a las matemáticas, existe una necesidad de renuncia a los derechos y a la depauperación social y económica de los trabajadores: el sistema no permite más. El hecho matemático, sin embargo, es, como las propias matemáticas por otra parte, inconsistente. Y lo es en un sentido triple.
En cuanto al pasado porque la causa de la crisis no es el factor trabajo y producción directa, sino el factor financiero y además de cierto tipo. No han sido ni los sueldos ni las condiciones de trabajo lo que ha producido la crisis sino que su origen está en una determinada práctica bancaria – y tampoco en la especulación porque toda actividad financiera es especulación-. Así, la crisis no guarda relación con salarios ni trabajo.
En cuanto al prersente porque en España el factor trabajo ya está depauperado. Efectivamente, en España un 63% de los trabajadores cobran menos de 1.100 € al mes, el sueldo medio es un 20% menor a la media de la UE, la temporaliad es del 25% y el paro es del 20%. Es decir: la culpa de la crisis la tienen sin dudas las extraordinarias condiciones laborales de los trabajadores españoles. Lo único que queda, vistos los datos presentados y sin ser demagógicos, es permitir el trabajo infantil.
Pero lo más interesante es en cuanto al futuro. Aquí es donde se ve el cariz ideológico, y no técnico, de la propuesta presuntamente matemática. En una economía moderna capitalista, y por eso el análisis de Marx del salario hay que llevarlo más allá, el sueldo no paga la productiva directa sino la productividad total. Es decir, el sistema se sustenta no en cuanto a producción directa de mercancías sino también en cuanto a su consumo. Por ello, el sueldo, para hacer un país competitivo, no se entrega en cuanto a lo producido durante el mes en el trabajo, aunque este sea una variable en la cuenta, sino también por lo que se consumirá durante ese mes y que activará la economía. El sueldo es una mercancía más y en ella se sitúa no solo el aspecto productivamente directo, el trabajo, sino también la producción indirecta, el consumo. Es este equilibrio el que mantiene el orden capitalista y permite el beneficio. Henry Ford, que es el padre del capitalismo moderno, subió el sueldo a sus obreros y estos se compraron un Ford T, autoalimentando en el consumo la propia producción: fue el primero que comprendió la nueva realidad mercantil del salario. Así, condiciones de depauperación excesivas, y más en España donde el estado asistencial es inexistente en comparación con Europa, paralizan el consumo y mantienen la crisis porque la actividad económica no se reactiva al no poderse consumir. Por ello, las condiciones de depauperación solo pueden interesar a las oligarquías ya que mantiene su papel social como tal oligarquía, pero no a asalariados, autónomos y PYMES –que por cierto suponen dos tercios del empleo en la UE y el 89% en España- que viven fundamentalmente del consumo interno. Por ello, no interesan a la economía del país como tal. Y por ello, otra vez, la condición que exige esta depauperación no defiende un interés nacional sino de clase oligarca. (¿Y China? De China prometo escribir algo enseguida pero sus peculiares condiones no la hacen comparable. Aunque, sea el sueño de mucho empresario español: si hasta es una dictadura.)

10.- Políticamente, la excusa viene dada en cuanto a la idea de interés general para España y la pervivencia de una economía sostenible. Si analizamos lo expuesto más arriba veremos que las condiciones propuestas de depauperación no benefician en nada ni a los trabajadores ni a las PYMES: el principal tejido productivo de este país. Entonces, ¿por qué se proponen? Se proponen porque la oligarquía económica y social sí saldría ganando pues sus beneficos directos, y solo los suyos, crecerían al estar menos involucrados con el concreto estado económico del país. Es decir, encierra realmente un interés de clase frente a un interés general.

11.- Y socialmente lo que se busca es la destrucción del, escaso, tejido social que hay en España y que lo representa básicamente el convenio colectivo. La oligarquía económica reconoce que el carácter universal de algo, incluidos los derechos, impide su mayor expansión en riqueza pues permite que la ley sea abstracta y por tanto ajena, al menos formalmente, al chantaje social directo. Por eso, el convenio colectivo, un reducto de esa ley universal y abstracta, debe ser abolido y es una condición expresada: impide una maximalización de la explotación individual –traducción: comprar más coches de lujo-. Así, el sueño liberal de la sociedad individualista es en realidad, conformado por esa oligarquía, el de la lucha desigual entre la corporación oligarca y el individuo. La atomización social, es decir y de nuevo la regresión social, es el sueño de la oligarquía no por la libertad, como creen en su ingenuidad los liberales, sino porque les permite mejor el dominio.

y 12.-La oligarquía quiere, en definitiva, eliminar el estado democrático europeo tal y como se le conoce. Yo lo sé y usted lo sabe: ese estado no es perfecto. Pero si se le compara con el sueño oligarca, que no es EEUU sino China directamente, la valoración tiende a subir. El defenderlo no es, por supuesto, defender la revolución -y ya sé que hay gente que siempre que vuelve de las vacaciones de verano se propone ser antisistema-. Pero la civilización empieza por la mera oportunidad de tan solo imaginar un mundo mejor. Defender lo que ahora hay, con todas sus limitaciones, es darle esa oportunidad a las generaciones futuras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hay algo objetable.

¿Se trata apenas de contener y mantener las oligarquías tal y como están, especialmente la económica que ha demostrado grados delirantes de irracionalidad e injusticia y que ha demostrado que la oligarquía política está a su servicio exclusivo?

Poner por delante el apelativo "antisistema" sin especificar qué se propone desde esos márgenes (donde pueden caber tanto un marxista ortodoxo como un nacionalcatólico o un ecologismo radical) no es una actitud muy dialogante, filosófica, atenta ni comprensiva hacia quienes piensan -acertadamente o no- que hay otras formas de organizar la sociedad.

Es mi caso, y desde una constatación popperiana: es bastante evidente que el modelo ultraliberal con la ausencia de limitaciones y regulaciones al poder financiero es un fracaso histórico equivalente al de cualquier otro sistema basado en una metafísica totalitaria (todas aspiran a serlo cuando renuncian a la (auto)crítica y se convierten en dogmas y por tanto en supersticiones y por tanto en sistemas de dominación pura y directa).

Sin embargo, podemos seguir perdiendo el tiempo criticando el franquismo o el socialismo real, que ya no existen, pero proponer correcciones radicales al modelo liberal del capitalismo postfordista -que es lo que nos ha traído hasta aquí- no se puede.

Pues para eso, mejor no opinar. Aceptamos como un fatalismo que no puede haber nada mejor y defendemos... defendemos qué exactamente?

saludos.

Enrique P. Mesa García dijo...

D. anónimo: puede usted ver todas las críticas estructurales al capitalismo en este blog en la columna que hay referida a lo básico. Verá artículos en cuyo título ya pone la palabra capitalismo y donde se hace dicha crítica. Pero hay veces en que es imprescindible, también, hacer críticas de contenido reformista como esto, tal y como se explica en el punto 1.