Primero una nota histórica. A partir de que su derrota parecía ineludible, distintos enviados nazis pretendieron dialogar con los aliados occidentales. La idea era sencilla: se pactaba un armisticio en occidente y se continuaba la guerra con los soviéticos. Pero, los aliados se negaron. Tal vez, entonces, en circunstancias mucho peores que ahora, la paz no era la finalidad última. Había algo más, algo más importante: los nazis deberían desaparecer. O dicho de otro modo: no se pacta con el diablo. Y los nazis eran toda una nación, todo un estado, todo un sistema. Pero eran otros tiempos con menos talante y con más verdad.
Ya está. El presidente del gobierno ha señalado la clave de todo: diálogo con ETA. Y ha señalado, que no se negociará nada político en ella y que se hará, cito textualmente, manteniendo el principio irrenunciable de que las cuestiones políticas sólo se resuelven con los representantes legítimos de la voluntad popular.
No obstante, ya hay prevista una reunión con Batasuna. Y Batasuna no es un representante legítimo de la voluntad popular.
Sin embargo, hay una aclaración oscura pero clara para explicar esto:
Ya está. El presidente del gobierno ha señalado la clave de todo: diálogo con ETA. Y ha señalado, que no se negociará nada político en ella y que se hará, cito textualmente, manteniendo el principio irrenunciable de que las cuestiones políticas sólo se resuelven con los representantes legítimos de la voluntad popular.
No obstante, ya hay prevista una reunión con Batasuna. Y Batasuna no es un representante legítimo de la voluntad popular.
Sin embargo, hay una aclaración oscura pero clara para explicar esto:
La paz es una tarea de todos. La paz será fuerte si tiene profundas raíces sociales, si abarca al conjunto de la sociedad vasca. Hoy entiendo que los partidos políticos, los agentes sociales, económicos, sindicales, deben adoptar acuerdos para ese pacto de convivencia a través de los métodos de diálogo que estimen oportuno, y por supuesto a través de los métodos democráticos para trasladar dichos acuerdos a los distintos ámbitos institucionales.
Obsérvese: a través de los métodos de diálogo que estimen oportuno. Y luego algo más: y a través de los métodos democráticos para trasladar dichos acuerdos. Porque se establece una sutil distinción: por un lado el acuerdo no tiene que cumplir el requisito democrático (ah, la ilegal Batasuna), sino solo su traslación al parlamento (ah, los socios nacionalistas y la inefable, esa inefable y voz de su amo, IU).
Y un poco más adelante algo mejor. Porque cuando Zapatero señala que se mantendrá la Ley de Partidos hace una interesante distinción: se señala la política institucional a la que se le distingue de las relaciones arriba señaladas entre los, autodenominados, agentes sociales. Así, la política institucional debe cumplir la Ley de Partidos (¿hasta cuándo?) pero se eximirá de la misma a los “agentes sociales” pues estos podrán efectuar los métodos de diálogo que estimen oportunos (sic)
De esta forma, la idea del presidente es el doble rasero: por un lado, la política institucional que debe cumplir estrictamente la ley; por otro, la política social de la sociedad vasca –en realidad la política partidista extraparlamentaria- que no conoce reglas.
Pero cualquier político debe ser el enviado, y más cuando el horizonte cultural máximo es Matrix. Así, nuestro presidente –estoy tentado de llamarle cariñosamente presi- nos adelanta algo:
Obsérvese: a través de los métodos de diálogo que estimen oportuno. Y luego algo más: y a través de los métodos democráticos para trasladar dichos acuerdos. Porque se establece una sutil distinción: por un lado el acuerdo no tiene que cumplir el requisito democrático (ah, la ilegal Batasuna), sino solo su traslación al parlamento (ah, los socios nacionalistas y la inefable, esa inefable y voz de su amo, IU).
Y un poco más adelante algo mejor. Porque cuando Zapatero señala que se mantendrá la Ley de Partidos hace una interesante distinción: se señala la política institucional a la que se le distingue de las relaciones arriba señaladas entre los, autodenominados, agentes sociales. Así, la política institucional debe cumplir la Ley de Partidos (¿hasta cuándo?) pero se eximirá de la misma a los “agentes sociales” pues estos podrán efectuar los métodos de diálogo que estimen oportunos (sic)
De esta forma, la idea del presidente es el doble rasero: por un lado, la política institucional que debe cumplir estrictamente la ley; por otro, la política social de la sociedad vasca –en realidad la política partidista extraparlamentaria- que no conoce reglas.
Pero cualquier político debe ser el enviado, y más cuando el horizonte cultural máximo es Matrix. Así, nuestro presidente –estoy tentado de llamarle cariñosamente presi- nos adelanta algo:
Soy plenamente consciente de que los ciudadanos tienen un gran anhelo de paz y una exigencia de máximo respeto a las víctimas del terrorismo y a sus familias. Como presidente del Gobierno de España, asumo la responsabilidad de colmar ese anhelo de paz y esa exigencia de máximo respeto.
Ya antes, el parlamento catalán recogió el sentimiento de nacional y luego no votó ni el 50%. Pero no pasó nada.
Por cierto, en Madrid hay una calle que se llama Avenida de la Paz: es la M-30. La hizo Franco celebrando los veinticinco años de paz tras la guerra civil.
Por cierto, Kant presentaba una imagen muy ilustrativa de la propia paz perpetua: el cementerio.
Por cierto, tal vez sea el momento de que comience a sonar una idea que la gente calla. Por encima de la paz están la justicia y la democracia. Y cualquier paz no nos vale. Y no es esto por la memoria de las víctimas solamente o por un mero problema constitucional. Hay algo más. Hay una idea de democracia detrás que no consiste en una sociedad sin conflictos sino en una sociedad justa. Y mientras en el País Vasco no se consiga la rendición de ETA y sus cómplices no habrá justicia ni democracia. Aunque podrá haber paz.
Al fin y al cabo ellos ya han llenado los cementerios.
Por cierto, Kant presentaba una imagen muy ilustrativa de la propia paz perpetua: el cementerio.
Por cierto, tal vez sea el momento de que comience a sonar una idea que la gente calla. Por encima de la paz están la justicia y la democracia. Y cualquier paz no nos vale. Y no es esto por la memoria de las víctimas solamente o por un mero problema constitucional. Hay algo más. Hay una idea de democracia detrás que no consiste en una sociedad sin conflictos sino en una sociedad justa. Y mientras en el País Vasco no se consiga la rendición de ETA y sus cómplices no habrá justicia ni democracia. Aunque podrá haber paz.
Al fin y al cabo ellos ya han llenado los cementerios.