martes, agosto 31, 2010

VIDA INTERIOR/66 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/10

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz


Punto de fuga
(en el cementerio de Arlintong)

La perspectiva no es otra cosa que ver un lugar a través de un vidrio plano y perfectamente translúcido, sobre cuya superficie han sido dibujados todos los cuerpos que están del otro lado del cristal.
Leonardo da Vinci, Tratado de pintura

lunes, agosto 30, 2010

VIDA INTERIOR/65 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/9

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz

Paradoja

A la negación de la libertad, incluso de la posibilidad de libertad, corresponde la concesión de libertades cuando éstas fortalecen la represión

Herbert Marcuse, El hombre unidimensional


domingo, agosto 29, 2010

VIDA INTERIOR/64 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/8

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Y que el gobierno del pueblo

por el pueblo

y para el pueblo

no desaparecerá de la tierra.


VIDA INTERIOR/63 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/7

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz
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Donde Spiderman tiene sentido (el puente de Brooklyn)


Cuando muere un hombre, incluso uno como el Duende debería importar. No deberia ser un accidente, un accidente estúpido y absurdo. Tiene que tener sentido para que no parezca que vivimos en vano.
Curioso. Creía que ver morir al Duende me haría sentir mejor por lo de Gwen. Pero solo me siento vacío, agotado y puede que un poco más solo.


Spiderman, El último asalto del Duende


viernes, agosto 27, 2010

VIDA INTERIOR/62: PALETO EN NUEVA YORK (y Washington)/6

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.


Tres tristes tigres

(en el Metropolitan de Nueva York, en el monumento a Jefferson con el de Washington al fondo, en el cementerio de Arlintong)


Echad mano -prosiguió el caballero-, para todas esas finalidades, de dibujos matemáticos, combinados o modificados, en colores primarios, dibujos matemáticos, susceptibles de ser probados y demostrados. ¡He ahí el nuevo descubrimiento! Eso es realismo. Eso es buen gusto.

Charles Dickens, Tiempos difíciles


VIDA INTERIOR/61 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/5

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

La Libertad y la bandera


Patriota es quien siempre está dispuesto a apoyar causas justas y alentar esperanzas razonables en el pueblo, recordándole sin tregua sus derechos y animándole a reconocer y prevenir abusos.

Samuel Johnson, El patriota


miércoles, agosto 25, 2010

VIDA INTERIOR/60 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/4

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Grupo de gente con la Libertad al fondo


Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad

Declaración de Independencia, 1776


VIDA INTERIOR/59 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/3

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.


Autoretrato con Bacon al fondo, en el Metropolitan de Nueva York


Se preguntó si el retrato de la habitación cerrada habría cambiado. Seguramente no seguiría tan horrible como era. Quizá si su vida se purificaba sería capaz de expulsar toda señal de perversa pasión de su cara. Quizá las señales del mal habrían desaparecido ya. Iría a verlo.

Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray


domingo, agosto 22, 2010

VIDA INTERIOR/58 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/2

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.


Todo esto te daré si postrándote me adoras (Mateo 4,9)

Desde Rockefeller Center. Desde Central Park. Desde Empire State.

viernes, agosto 20, 2010

VIDA INTERIOR/57 : PALETO EN NUEVA YORK ( y Washington)/1

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.



Como Lorca, pero más salao


sábado, agosto 07, 2010

THAT'S ENTERTAINMENT! (o la gira del Papa)

Que la entrada al espectáculo –que incluso incluye números de magia- que el Papa y su conjunto van a dar en su gira por el Reino Unido cueste entre 6 y 30 euros tampoco me parece a mí que sea tan caro.

Al fin y al cabo,

¡Es entretenimiento!





Melodías de Broadway 1955 (The band wagon, 1953). Dir: Vicente Minnelli.

Y con el grandioso Fred Astaire

jueves, agosto 05, 2010

A MÍ ESO (no) ME LO HACE

¡A mí eso no me lo hacen!.Y luego, figurándose ante su jefe, habrá añadido: ¿quién te crees que eres?
¿Cuántas veces ha dicho eso en el bar?
Yo, varias.
¿Y usted?

Mañana Tomás Gómez, que quería ser candidato a la Comunidad de Madrid en lugar del candidato que decidieran sus jefes –lo que le daba la grandeza de Iznogud empeñado en ser califa en lugar del califa- ha sido citado por Zapatero.

Al final, usted y yo admitimos que nos lo hagan. Y mañana, Tomás Gómez. Lo llaman realismo, pero los nombres es lo que tienen.

martes, agosto 03, 2010

TOROS Y BARBARIE/ y 3

Un proceso clave del desarrollo de la civilización y la cultura debería ser la eliminación de todo sufrimiento, pero especialmente del innecesario. Por tal, se entiende aquel que o bien puede ser eliminado de forma absoluta pues su cometido carece de sentido -por ejemplo los sacrificios rituales con la muerte de seres vivos- o bien aquellos cuyo fin puede ser útil pero pueden ser paliados, por ejemplo empleando la anestesia en las operaciones quirúrgicas o en el parto -nota: eliminar el dolor del parto es clave en la emancipación humana sin duda alguna-. Así, al juzgar algo donde existe el dolor y, con él, sufrimiento deberemos pensar, básicamente, el para qué se genera ese dolor y, luego, si es que resulta inevitable pues con él se consigue algo provechoso, si puede ser reducido o eliminado. Y por tanto, al pretender criticar algo e incluso exigir su prohibición, deberemos plantearnos si ese objeto que criticamos es o no un sufrimiento innecesario posible de eliminar. Y no solo posible, sino civilizatorio el hacerlo.

Las corridas de toros son sin duda un espectáculo cruel. En él se da el sufrimiento de un animal para el regocijo de otros. La cosa a primera vista parece clara: la exhibición pública de un ser vivo para causarle dolor cuya finalidad es la mera diversión no debería sino producir repugnancia y tristeza moral. Sin embargo, hay gente, lo cual nos despierta cierta sorpresa, que defienden dicho acto amparándose en cuatro argumentos fundamentales: primero, que se trata de un acto cultural -incluso que responde a problemas existenciales profundos, según la ministra-; segundo, que es una tradición a respetar; tercero, que aquellos que comemos carne, bien rica que está por cierto, no podríamos criticar esto pues se trataría de lo mismo; y cuarto, que su prohibición implicaría ir contra la libertad personal de las personas en poder elegir este espectáculo u otro.

¿Son los toros cultura? Para contestar a esa pregunta habría primero que responder a otra y es qué entendemos por cultura. Existen al menos dos definiciones generales de cultura que, creemos, pueden resumir cualquier otra. En la primera, de raíz antropológica, cultura es el conjunto de usos y costumbres de una sociedad determinada. En esta primera definición, sin duda alguna los toros forman parte de la cultura del mismo modo que el sacrificio humano para los aztecas o el campo de exterminio para los nazis, pues son usos y costumbres propios. Sin embargo, creemos que cuando los partidarios de matar toros hablan de esto se refieren al otro significado de cultura: algo que escapa al uso social y que se relaciona con un elemento superior de humanidad. Así, podríamos decir que en estos términos la cultura sería un elemento de distinción y enriquecimiento para los individuos, pues la idea sería que es mejor ser culto que no serlo ya que nos hace más humanos. Ahora bien, ¿enriquecen humanamente los toros? Si asistimos a su espectáculo veremos que la clave del toreo estriba en la violencia real, no ficticia, el sufrimiento también real y la humillación, otra vez real, de un animal. Así, la tortura sistemática producida hacia el toro, que comienza con la situación de estrés de verse encerrado para acabar en la muerte tras una tortura física de unos veinte minutos, solo añade más sufrimiento real al mundo y no parece enriquecerlo ni hacerlo mejor. Antes bien, la fiesta de los toros, o mejor: contra los toros que son los que fundamentalmente no disfrutan de la fiesta, no es sino la reproducción de aquello que ha sido la norma propia de la historia hasta ahora: la crueldad del fuerte sobre el débil. Es decir, si la cultura nos hiciera más humanos no parece que su camino fuera la repetición sistemática y programada de aquello que hasta ahora nos ha impedido serlo y contra lo que la misma cultura lucharía: la crueldad innecesaria. Y no vale aquí señalar que hay otros espectáculos crueles en el teatro o en las figuraciones –a través de asesinatos o violencia extrema- pues en ellos prima un hecho clave que está fuera de la llamada fiesta: la representación y fingimiento de dicha violencia. Efectivamente, en Hamlet mueren muchos personajes pero ninguna persona; en los toros mueren, y de verdad tras ser torturados, seres vivos. Por eso los toros no representan como las obras de arte sino que son el mundo: un lugar cruel y espantoso del que solo la cultura debería sacarnos. Y por eso, la cultura es ajena, por principio, al mundo de los toros –como lo es a este mundo-.

Pero, ¿no son los toros una tradición? Sí lo son. Y esto es sin duda, pero ahora la pregunta ¿y qué? Lo único que señala una tradición es que algo se ha mantenido en el tiempo con el permiso social de la clase dominante. Por ejemplo, ha sido tradición que los pobres pasaran hambre pero no se convirtió en ella seccionar limpiamente la cabeza de la aristocracia. Así, que algo sea una tradición no indica nada sobre su bondad o maldad. De hecho, el burka puede ser una tradición o la ablación y no parece, salvo distorsiones multiculturales, que representen elementos de cultura. Así, que algo cruel sea una tradición solo puede hablar mal del desarrollo histórico. Precisamente los toros son un ritual porque presentan la historia de la humanidad hasta ahora: crueldad. Además, seamos sinceros, que algo sea una tradición no quiere decir sino que ha sido una barbarie perpetuada.

¿Pero no comemos nosotros la carne? -ha quedado bíblico sin duda-. Pues evidentemente sí. Y la tomamos primero porque está muy rica. Y la tomamos también porque es sano e imprescindible. Efectivamente, no solo resultó clave en el proceso evolutivo del cerebro humano sino que además la ingesta de proteína animal resulta buena para el organismo. Es decir, la razón de que hagamos sacrificios animales para alimentarnos es que es necesario. No los matamos por placer. Y aquí surge, en relación con lo anterior, algo importante como es la distinción entre este dolor necesario y el ritual o el sacrificio de los toros o de cualquier otra fiesta de maltrato animal. En el sacrificio se consagra la forma de ser de las cosas y por eso tiene la idea de lo tradicional y acaba siendo un ritual y una tradición, sin embargo al asumir un mal necesario perpetuamente se busca la disminución del dolor y por eso hay progreso. Así, nosotros abogamos porque el animal sacrificado en el matadero lo sea de la forma menos cruel y dolorosa posible. Incluso opinamos que deberían prohibirse aquellas prácticas alimenticias, como el paté de ganso por ejemplo, que generan una relación entre el dolor del animal y la necesidad del producto desproporcionada. Sin embargo, el taurino festeja el dolor. Así no solo hay diferencia en la necesidad del hecho, entre los toros innecesarios y el matadero nutritivamente necesario, sino también en la forma. Al comer carne se lleva a cabo una necesidad donde la muerte del animal no se festeja; al hacer una corrida se celebra el dolor de la bestia –ahora nos referimos en la plaza solo al bovino-. Es la diferencia entre un anhelo de civilización y un deseo de permanencia en la barbarie.

Pero, muy bien, clama el partidario de la fiesta de -contra los- toros: ¿no tengo derecho a ejercer mi libertad? ¿No puedo ver lo que me plazca? Por supuesto, la libertad individual es fundamental en democracia y el estado no debe ser, como aquí ya hemos defendido, un padre moral. Y precisamente por ello no puede prohibir, aunque pueda determinarse como inmoral por cualquier persona, cualquier práctica admitida entre todos sus integrantes. Así, la condición para realizar libremente una acción es, precisamente, primero que sus integrantes, todos aquellos que de un modo u otro intervienen, tengan capacidad de dar su consentimiento; y, segundo, que efectivamente lo den. Por eso, por ejemplo, el estado puede y debe prohibir la tortura pero no las prácticas sadomasoquistas. Sin embargo en el mundo del toreo hay un ser al que nadie le pide opinión: al toro. Efectivamente la libertad de asistir a los toros implica, de hecho, matar a un ser que no ha hecho nada con el único motivo de divertirse. El toro es una víctima inocente que sirve para la humillación, de hecho se llama engaño, y la crueldad.

Cuando uno va, especialmente antes, a un pueblo le llama la atención el desprecio con que los lugareños tratan a los perros: el mío va a mi lado. Tal vez sea hora de volver a señalar que la verdadera humanidad no está en contacto con lo sencillo, con la naturaleza y demás porquerías sino en la sofisticación del pensamiento. Precisamente, lo humano está en ver ese documental donde por fin el león capturó a la cebra y sentir lástima de ella mientras el resto del rebaño vuelve a comer sin remordimiento alguno: solamente existe el del espectador. La cultura es sofisticación y aquella, a su vez, exige desear el fin del siempre presente sufrimiento. Es ingenuo pensar que prohibir los toros sea un gran paso pero debemos considerar también que al menos ya no habrá seis animales torturados, seis, cada domingo en cualquier lugar de España si esto se consigue. Ni más sangre ni más moscas.