jueves, enero 31, 2008

CUENTA ATRÁS/4 : EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 25, 14-30 (y con admiración a Pasolini)

Como empresa privada que es la Iglesia Católica tiene todo el derecho del mundo a exhortar a sus accionistas, socios e incluso abonados -la mayoría lo son además desde pequeños- para que voten en un sentido o en otro. Como empresa privada que es, además, es lógico que la Iglesia Católica defienda sus inversiones económicas y negocios y pida el voto para el partido que mejores condicIones le ofrece.

Lo que ya no resulta tan claro es que el mismo grupo de pastores -y tal vez en esa baja cualificación profesional para los tiempos que corren esté el problema- que deja campar a sus anchas a Setién sin nunca criticarle , a la institución eclesial vasca y que nunca se haya preguntado la causa de que no haya un solo clérigo entre las víctimas de ETA se ponga ahora tiquismiquis con la organización terrorista. Esa es la parte que no entendemos.

Aunque, volviendo a pensar desde la recta razón, quizás sea porque el negocio pesa más que la ética. Y Dios proveerá.

miércoles, enero 30, 2008

DE ACUERDO CON EL SR. FIDALGO

Lo hemos dicho varias veces y, ante la idiotez general, lo seguiremos diciendo: Fidalgo, el secretario general de CCOO, es uno de los pocos políticos, pues un sindicalista de clase es un político también, serios de este país. Y uno de los pocos realmente socialdemócratas. Nosotros no somos socialdemócratas, eso ya se sabe, pero al menos la preocupación social de Fidalgo y su seriedad a la hora de analizar problemas nos llevan a considerarle como una persona de valía. Y, por eso, presentamos hoy aquí el artículo que ha publicado en esta misma fecha en El Mundo. Breve, sí, pero cargado de razón.

RETOS MULTIPLES Y EXIGENTES

Las circunstancias económicas han cambiado sensiblemente en poco tiempo, no sólo por la incertidumbre creada por la crisis de las hipotecas subprime y el encarecimiento del petróleo, sino por el deterioro de algunos cimientos de la economía española. El fuerte endeudamiento interno y el insostenible déficit exterior, junto con la falta de control de los precios, reflejan las deficiencias del tejido productivo español y el agotamiento de un modelo apoyado en exceso en la continua elevación del precio de la vivienda, hasta alcanzar una cifra desmesurada que impone barreras al acceso o, en el mejor de los casos, obliga a destinar una porción demasiado grande de los ingresos.

En este contexto, se dispone de unas finanzas públicas más saneadas si se mide la evolución de la deuda pública en relación al PIB, pero de menor calidad si se analiza su estructura anual: sólo hay un saldo positivo en la Seguridad Social, ya que tanto el Estado como las autonomías tienen déficit si se incluyen las múltiples partidas excluidas del cálculo del saldo presupuestario, con las que se financian buena parte de las abundantes inversiones públicas de las sociedades empresariales. Como ejemplo, cabe recordar que el presupuesto del Servicio Público de Empleo para 2008 tiene un déficit de 782,58 millones de euros, y eso que se elaboró con una perspectiva de crecimiento más optimista de la admitida ahora.

Los retos son exigentes: cambiar el modelo productivo, reforzar la red de protección social, integrar a un número importante de trabajadores inmigrantes y un proceso de envejecimiento de la población. La iniciativa pública, al lado de la privada, tiene un papel que desempeñar, y son necesarios los recursos financieros disponibles de todas las administraciones públicas. La sociedad española no tiene entre sus prioridades una bajada de impuestos, no sólo porque la presión fiscal es inferior a la media de la UE, sino porque la economía necesita, más que un impulso en el consumo, fortalecer su aparato productivo para mejorar la competitividad perdida y reforzar la red de protección social en un escenario más desfavorable.

Antes de rebajar los impuestos en un momento en el que la recaudación ya está mostrando una tendencia significativa a la baja, sería necesario articular una política pública de vivienda más ambiciosa y a la altura de las necesidades de los españoles; una política en I+D+i con más recursos y, sobre todo, más coordinada con las comunidades autónomas; una mejora sensible en la educación pública, con reflexión incluida sobre los resultados obtenidos a todos los niveles y la implantación de la enseñanza gratuita de 0 a 3 años. La Ley de Atención a las Personas Dependientes necesita de más recursos, y en esta situación sorprende que el cheque-bebé cuente con el doble de dotación presupuestaria que una política de servicios sociales que afecta a millones de personas.

La abundante y generalizada promesa de rebaja de impuestos del PP, el PSOE y otros partidos tiene un componente perverso que camina en dirección contraria de valores como el esfuerzo, la responsabilidad y el compromiso con los intereses comunes y colectivos. El mensaje cercano al gratis total, combinado con la promesa de mejoras generalizadas en las políticas públicas, intenta captar los votos dando la razón a todo el mundo -en algunos casos, con propuestas bastante improvisadas- sin incorporar esos valores comunes que toda sociedad necesita para progresar; y, lo que puede ser más grave, conociendo de antemano la imposibilidad de cumplir con las promesas, algo que deslegitima a quienes las realizan, pero también la política como elemento de gobierno.

lunes, enero 28, 2008

CUENTA ATRÁS/3: COMPRÁNDOME EL VOTO

Es esta una sección desleal, pues cree que el terrorismo se puede tratar en el debate político. Es antipatriota, pues cree que la economía se puede tratar en el debate político. Y es seguramente nihilista, pues está cansada de casi todo. E incluso, vamos a más, es una sección seguramente antidemocrática pues no sólo cree lo anterior sino que encima lo cree en época electoral.¡Cómo si se pudiera hablar de política en época electoral!

Zapatero me ofrece cuatrocientos euros. No está mal. Espero ansioso la oferta de Rajoy. Y, para que se vea que tengo amplias miras democráticas a la hora de venderme y no soy bipartidista, la de Llamazares, Ibarretxe, Carod, Mas o cualquier otro. El mercado no cierra.

¿Quién sube a quinientos?

miércoles, enero 23, 2008

IZQUIERDA Y FETICHISMO

Aunque ya nos hemos ocupado en otras ocasiones de Cuba en estas mismas páginas, no por ello debe caer en el olvido la dictadura que allí se vive ahora que se dan sus fraudulentas elecciones. Sin embargo, hoy, no pretendemos hablar estrictamente de ese país sino analizar, aprovechando el tema Cuba, lo que denominamos el fetichismo de la izquierda. Entendemos por este fetichismo la existencia de una serie de principios, prejuicios, de los cuales no se puede dudar si se quiere seguir siendo denominado como de izquierdas. Así, observamos ciertos fetiches de la izquierda que siguen vivos hoy en día y que representan, claramente, ideas totalitarias en cuanto a que no son objeto de reflexión y dudar sobre ellas implica ser expulsado a las tinieblas exteriores de la derecha o del tonto útil.

Desde siempre las palabras han sido algo más que meros instrumentos de transmisión de conocimientos o impresiones y han tenido una fuerza simbólica no exenta de cierta capacidad de conjuro. Las palabras no sólo expresan información, sino que además, y ahí es donde comienza su grandeza y su peligro, identifican los objetos del mundo, incluidos a nosotros mismos y a los otros, diciendo, realmente o no, el modo de ser de las cosas y siendo utilizadas para explicar, correcta o incorrectamente, la realidad. El nombre con el que algo se presenta sirve para que el otro se haga una imagen de aquello que le es presentado. Y esta imagen no es meramente descriptiva sino, a su vez, valorativa: no sólo nos explica lo que la cosa es sino que, muchas veces, nos señala un juicio sobre ella. Así, la palabra tiene fuerza expresiva y emocional: podemos no sólo entender lo que significa sino sentir una emoción o realizar un juicio de valor ante ella. Por esto, y aquí comienza el problema, las palabras no son neutrales y, ni tan siquiera, podemos dirigirlas dándole el significado que nosotros subjetivamente pretendemos.
Efectivamente, las palabras tienen un significado propio, una vida propia, que viene marcado por su tradición y por su uso actual, que en demasiadas ocasiones se nos impone. Y esa vida propia corresponde a una creación en la cual la palabra acaba tomando valor por sí misma, acaba no sólo queriendo decir algo, mero referente de lo real para enlazar con otros, sino queriendo decirlo todo y sustituyendo al argumento que ya no es necesario. Así, acaba habiendo palabras poderosas que aparentemente lo expresan todo cuando en realidad bien pueden carecer del contenido objetivo más mínimo. Por ejemplo, al hablar de solidaridad, igualdad o libertad -que ha acabado siendo, lo cual no es ajeno a este tema, el leiv motiv de varias campañas publicitarias- parece que uno está diciendo algo progresista de por sí y sin embargo no tiene porqué serlo. De esta forma, palabras que se emplean diariamente, especialmente en el campo de la política y el debate social que es el que nos interesa, han perdido significado y no son sino consignas o lemas que representan un ideario colectivo y aparente, pues carece precisamente de un significado concreto que se pueda discutir, imposible de definir de forma explícita. Y ese ideario colectivo corresponde en realidad a un fetiche, un prejuicio, que por un lado permite al individuo identificar e identificarse con su grupo -como buen totalitarismo- y, por otro, y como consecuencia precisamente de esa identificación acrítica y basada en lemas, le impide ir más allá y reflexionar sobre esa propia identificación. Por ejemplo, y en un ejemplo simple, cuando uno cita que alguien es de izquierdas rápidamente nos lo imaginamos con una pinta determinada -generalmente, y no es por nada, bastante deprimente- posible fumador, o tolerante con ello, de sustancias estupefacientes, partidario del aborto y presto a defender ciertas dictaduras sí -por ejemplo, Castro- y ciertas dictaduras no -por ejemplo, Franco-. Y sólo al hacer ver lo ridículo de esta imagen es cuando decimos aquello de que esto no tiene que ser así: al explicitar surgen las amplias miras. Pero, en realidad, ha sido al hacer explícito el discurso cuando su propia ridiculez nos ha hecho dudar. Sin embargo, la fuerza de los prejuicios es que son implícitos, no se explicitan nunca y nadie nos lo requiere porque su fuerza es social, y forman parte, a su vez, del discurso dominante dentro del colectivo.

Así, quien domina la utilización y la transmisión de esas palabras fetiches -es decir: aquellos que son capaces de categorizar de un modo determinado y determinante y, a su vez, pueden imponer esa categorización a la sociedad- domina el discurso pues dirige el pensamiento del otro, a través del lenguaje, hacia el punto al cual le interesa. Por eso, la propaganda es básica en política y los asesores de imagen -cada uno el suyo, claro está- van formando las campañas electorales, que ya se acercan, con frases consabidas y sin sentido. Lo que de poderoso tienen estas palabras no es sólo que presenten el discurso a priori sin necesidad ni tan siquiera de argumentarlo, uno se presenta de izquierdas y ya está todo dicho, sino que encima -lo cual es aún más interesante y, a su vez, demuestra el carácter totalitario de esta utilización del lenguaje- elimina del discurso al disidente. Efectivamente, éste es rápidamente expulsado del círculo protegido de, por ejemplo, la autoproclamada izquierda en cuanto ataca o pone en duda las palabras/ideas fetiche -Cuba y su dictadura, el proceso de paz, la idea de género, la democracia en la escuela, el aborto, el multiculturalismo,...-. Y, una vez eliminado del círculo de la tranquilidad, ya no importa lo que diga porque, como en la mafia, no es uno de los nuestros. Y encima, quién se cree que es para opinar así: basura intelectual.

De esta forma, la política se va convirtiendo en un conjunto de lemas rápidos y fáciles de digerir para situar en carteles, sin problemas de reflexión o explicación de nada, y teniendo como su máximo exponente el anuncio o, si se es muy progre, la pancarta -quizás con K-, el mensaje de móvil -siempre espontáneamente dirigido- o el himno. Las palabras fetiches van rellenando los huecos de un discurso que ya nadie lee y nadie hace y los sujetos se sienten identificado con los lemas creados por las compañías publicitarias sin preguntarse ni qué significan ni cuál es su diferencia con los puramente comerciales –porque la diferencia es ya inexistente-. La elaboración racional del discurso desaparece en aras de un pensamiento que es incapaz ya de seguir una argumentación medianamente compleja y que, sin embargo, se presenta a sí mismo como un conjunto de ideas estructurado de tal forma que incluso tiene la posibilidad de categorizarse políticamente con una sola palabra del tipo izquierda, progresista o -lo que aún es peor al traicionar todo aquello que una vez fue esperanza de emancipación- moderno.

Parece ser que el propio Marx siempre se negó a ser marxista y no creemos que fuera porque no pensara lo que escribía o no estuviera de acuerdo con ello, sino porque barruntaba el peligro de convertir aquello que es reflexión en identificación plena y sin conciencia con sólo una palabra. Pero, imaginamos que los propios textos de Marx -demasiado reflexivos, demasiado críticos- hoy ya no serían muy de izquierdas. ¿Apostamos?

domingo, enero 20, 2008

CUENTA ATRÁS/2: SUPERANDO LA CRISPACIÓN

Es esta una sección desleal, pues cree que el terrorismo se puede tratar en el debate político. Es antipatriota, pues cree que la economía se puede tratar en el debate político. Y es seguramente nihilista, pues está cansada de casi todo. E incluso, vamos a más, es una sección seguramente antidemocrática pues no sólo cree lo anterior sino que encima lo cree en época electoral.
¡Cómo si se pudiera hablar de política en época electoral!

Estaban todos preocupados por el clima de crispación debido, sin duda, a las profundas convicciones ideológicas de nuestros políticos y a la, sin duda, profundidad teórica de sus planteamientos. Parecía casi imposible la reconciliación y la patria (España, el estado español, este país, Catalunya, Euskadi, Euskalherria, Galitza, Lleida, A Coruña o pongan ustedes el pueblo o villorrio que deseen mientras se calan la boina) estaba en peligro. Se necesitaba un esfuerzo, un esfuerzo supremo, para conseguir llegar a un acuerdo en un asunto fundamental. Y ha llegado: aquí es donde se ve la madurez política.

miércoles, enero 16, 2008

CUENTA ATRÁS/1: NUESTROS MERECIMIENTOS.

Es esta una sección desleal, pues cree que el terrorismo se puede tratar en el debate político. Es antipatriota, pues cree que la economía se puede tratar en el debate político. Y es seguramente nihilista, pues está cansada de casi todo. E incluso, vamos a más, es una sección seguramente antidemocrática pues no sólo cree lo anterior sino que encima lo cree en época electoral.
¡Cómo si se pudiera hablar de política en época electoral!


Merecemos un gobierno que no nos mienta, dijo Rubalcaba.
Si es verdad, lo era antes y lo es ahora.

lunes, enero 14, 2008

EL FRACASO DEL YO

Se está llenando la televisión de una serie de programas con un denominador común: gente que busca la fama a toda costa. Y aún a costa de hacer el ridículo sin ninguna vergüenza. Este hecho podría parecer un suceso subjetivo y ocasional. Hay gente que lo hace y lo ha hecho siempre: no tener vergüenza. Sin embargo, que ahora lo hagan por televisión y en horario de máxima audiencia señala que este acontecimiento sobrepasa lo meramente individual y llega a más: al aspecto social. Además, mal que le pese a ese sector ridículo que una vez estuvo de paso en un país europeo y luego repite aquella frase de que eso solo pasa en España, resulta universal en los países industrializados: así, se puede ver no sólo en cualquier televisión del mundo sino en aquellas emisoras globales como MTV o, en internet, por Youtube. Por eso, es posible y necesario preguntarse qué significa este fenómeno no a un nivel psicológico sino sociológico. Preguntarse no por qué lo hace un determinado individuo sino por qué se da como forma social de entretenimiento en los medios de masa de las sociedades capitalistas avanzadas.

¿Por qué que la gente no tiene vergüenza? Y, ¿por qué la gente ve a otra con gusto perderla y lo comenta, a su vez, sin vergüenza alguna? ¿Y por qué se exhibe en los grandes grupos de comunicación? En primer lugar resulta interesante aclarar un hecho. Generalmente se habla como si la gente antes hubiera tenido vergüenza y, sin embargo, ahora la hubiera perdido: como si fuera un fenómeno nuevo. Esto sin embargo es falso. La existencia de determinados individuos que carecen en absoluto de sentido del ridículo e incluso de vergüenza propia es un hecho universal (y para comprobarlo bastaría buscar los pertinentes ejemplos en la historia de la literatura). Sin embargo, lo que sí es nuevo, pues el aspecto individual no lo es, es la aparición social a gran escala de dicha realidad: la irrupción como fuerza productiva y económica de esto en cuanto espectáculo. Y el desarrollo universal del capitalismo nos da la idea. Si algo caracteriza al capitalismo es precisamente la generación de excedentes como base económica del sistema: no se trata de una economía de subsistencia sino de ganancia y acumulación universales donde se produce y se tiene más de lo necesario. Ello, implica el consumo, por supuesto, y con él algo que ahora nos interesa sobremanera: la universalización de la explotación. La explotación económica se libera del estricto campo del trabajo para situarse también en el ocio y, con ello, en la vida misma tal y como está constituida. La vida así pasa a ser no solo resultado de la producción social, algo que siempre lo ha sido, sino también producción económica ella misma. Esa es la novedad biográfica de capitalismo: que el yo, la vida como biografía, se convierte en producción de mercancías como tal vida –y no sólo en las horas de trabajo-. Así, la vida como totalidad, y no sólo la esfera dedicada al trabajo, se transforma en producción de capital. Y esto es lo que choca con la promesa del pensamiento occidental.

Efectivamente, la historia de occidente es la de la construcción del yo. Lejos de ser algo innato en la naturaleza humana, la idea del yo es un producto cultural: la importancia del individuo sobre la colectividad y, como consecuencia, la necesidad de ésta de servir a aquel. Si uno repasa la idea occidental verá como desde Aquiles o Ulises, pasando por el cristianismo o la Ilustración con su sapere aude, la promesa permanente fue el yo: la vida como propia, al principio en su carácter heroico o trascendental y luego, con la Ilustración, con su carácter inmanente y social. Y la misma burguesía lo llevó a cabo con la idea de democracia en la política y del artista, bohemio a ser posible y de vida desastrada aunque asumida, en la división social del trabajo. De esta forma, la promesa de que la propia vida, el yo, sería fundamental estaba como eje en la elaboración de la mentalidad que desarrolló el capitalismo: el sistema debía estar a su servicio (tal y como pretendió el liberalismo).

Pero, el carácter ideológico, en cuanto a falsa conciencia, de esta misma promesa estalló con la consolidación de la economía de mercado: la universalización de la mercancía y la producción implicaba precisamente que no hubiera lugares emancipados de la producción económica y que, por tanto, la vida personal dejara de ser un privilegio liberado de la totalidad del sistema de producción: la vida pasó a formar parte de la cadena productiva como tal vida privada y no solo en el trabajo. Cada cosa que se hacía en la vida privada implicaba el consumo y con ello la producción. Así, la economía de mercado acabó engullendo al lechero no sólo como lechero en los intereses concretos de su negocio sino como individuo: la promesa se quebró cuando el sistema se colocó por encima del individuo. Y la vida real entró en el mercado como productora de capital: pura mercancía.

Pero los ideales ilustrados permanecen en el discurso ideológico (y no sólo como falsedades sino también, a veces y esa es su fuerza, como promesas quebradas y por ello aún presentes). Cualquier anuncio utiliza el tú y te promete la felicidad y los libros de autoayuda –y con ella de autoengaño- se convierten en grandes ventas. El yo, la vida propia como vivencia, permanece en el discurso y su forma de presentarse es no su presencia como actividad social, sino precisamente en aquello que hasta ahora se consideraba privado: el yo íntimo y familiar. La demostración del yo en la realidad capitalista avanzada se ve en su presencia en la realidad social como tal vida privada: el comportamiento que cualquiera puede tener en un momento íntimo, por ejemplo una celebración familiar cantando espantosamente, se presenta en público a través de la televisión o internet consolidando así la totalidad y la pérdida de la propia intimidad. La paradoja de pretender ser un yo a costa de perderlo es así la confirmación de la nueva realidad totalitaria del capitalismo avanzado. Los individuos, con un yo ya destruido, no conciben el mundo como lo otro guardando su esfera privada ante él, sino que se exhiben del mismo modo que los perros copulan en los parques pues no conciben su individualidad como algo distinto a lo real. La totalidad hace desaparecer la individualidad y la exhibición pública del individuo es su muestra en la reconciliación del mundo: no sentirse otro frente a dicho mundo sino plenamente integrado y cargado de mucha vida interior y espiritual, eso que nunca falte, que acaba siendo exhibida en la planta del gran supermercado en que se ha transformado la realidad. Pero, al tiempo y esa es la contradicción, exigiendo en ese ridículo comportamiento su yo como presencia.

El otro día me busqué en google: yo también existo en el catálogo de las mercancías.

miércoles, enero 09, 2008

ALGO SOBRE EL PAÍS VASCO

Eran los fieles guardianes de Auschwitz.
Aquí se ríen.
Luego, cuando los buenos -pues así hay que decirlo- liberaron el campo de exterminio se quejaron por la violencia. Pues, había que ser equidistantes.

LA PREGUNTA DE SEMANA/20

Veía yo un documental en la 2. Lo grabé, porque yo a esa hora duermo la siesta y la cultura y la Ilustración tienen un límite. Pero bueno, luego, por la noche, lo vi. Y me recordó un viejo tema que recuerdo leía de jovencito en los libros. Me trajo a la memoria un gráfico que representaba la teoría de Haeckel -no sé, por cierto, si las deducciones finales políticas de este artículo son correctas o no- y mostraba el desarrollo de un embrión con sus diferentes fases como un proceso que era similar a la evolución. Sé que la teoría es falsa, pero sin embargo, por lo que sé, resulta más o menos que es verdad que el desarrollo del embarazo de las diversas especies de mamífero sigue un proceso parecido al evolutivo en general. Y, entonces, no entiendo la causa de que efectivamente el embrión siga un desarrollo como sigue (con branquias o con cola al principio, por ejemplo). O sea, que la pregunta es simple: ¿por qué un embrión sigue ese desarrollo y por ejemplo, si es de mamífero, no le salen ya al principio los pulmones o la mano?

No sé si me he explicado bien…

miércoles, enero 02, 2008

HELIOS GUEVARA CASTRO: NAVIDADES ALTERNATIVAS

¿Quién es Helios Guevara Castro? Pues un ejemplar único, inclasificable tal vez, de la nueva y autoproclamada izquierda. Superador de Marx y de todas las corrientes etnocentristas, incluyendo la Ilustración, Helios Guevara preconiza el nuevo talante: tonto, muy tonto. Pero de izquierdas. Porque si no es del PP, es antiglobalización y apoya a Cuba , ¿de dónde podría ser?


Fui al gran almacén del centro de la deshumanizada ciudad y estaba lleno de gente que iba de compras. Casi ni puedo entrar por la puerta. Iba a comprar un disco para mi madre y estaba agotado. Todos queríais el mismo disco que yo. No tenéis personalidad.

Llevé mi coche y no pude aparcar en ningún lado. Hasta el parking estaba atestado de gente. Tuve que dejarlo en el carril del autobús. Y encima en doble fila. Todos vais con vuestro coche al centro de la ciudad. Todos contamináis. No sois ecologistas.

Fui a comprar mis tarjetas de felicitación navideñas. Fotos de Sebastián Salgado. Qué guapos son los niños pobres, así, en blanco y negro y con luces y sombras. No sé como hay gente que desprecia la pobreza. Con lo espiritual que es. Sois todos unos materialistas.

Fui a la pescadería ecológica: “El besugo radikal”. Allí compre once ostras (ya sabéis que no me gusta ser convencional ni burgués) y me la encontré llena de burguesas y marujas comprando marisco que no van a saber paladear. Sois consumistas.

Celebré el solsticio de invierno (estoy por encima de la religión, estoy por encima de la tradición y estoy por encima de las fiestas comerciales) con una cena alternativa de soja. Luego, fuimos a una fiesta gay y había alguno de ellos que no iban vestidos de homosexuales. Qué pasa, ¿qué se avergonzaban de lo que son? Sois todos unos insolidarios.

Estoy harto. Odio la navidad. Me voy a Cuba. Allí me han dicho que todo, pero todo-todo, es mucho más barato.
Y brindaremos por la revolución.
Y por el comandante.

Tiembla el sistema.
Yo soy alternativo.
Y, claro, de izquierdas.