1.- Una introducción. Hay un conflicto en la educación madrileña. El gobierno Aguirre ha realizado una serie de recortes en la educación pública y esto ha generado una respuesta por parte de un sector de los trabajadores y de las familias afectadas que ha incluido, entre otras cosas, varios días de huelga de profesores. Hasta la fecha, estas huelgas han sido convocadas por los sindicatos más votados y han resultado mayoritarias. Sin embargo, a partir de la semana que viene, parece que la cosa cambia. Efectivamente, algunos colectivos de profesores, y con ellos sindicatos minoritarios, han presentado una propuesta que se aleja de la de los sindicatos mayoritarios. Y así, para empezar, frente a solo el día 20 de huelga en octubre, ya la hicimos el 4 y el 5, y nos convocan para el 3 y 23 de noviembre, que propone la unión sindical de CCOO, UGT, CSIF, ANPE y STEM, estas asociaciones asamblearias proponen huelga el 19 y 20 en octubre y a partir de ahí una serie de huelgas en noviembre de acuerdo al esquema de dos días en semana alternas. Esta convocatoria, ajena a los sindicatos mayoritarios, se ampara bajo la razón de que la propuesta sindical no era la deseada por el profesorado. Precisamente este artículo es para analizar esto y explicar la causa por la que no voy a hacer huelga el 19, ni voy a seguir las directrices de las asambleas.
2.- Ahora, unos datos. Todo este problema estalla en una asamblea -nota: escribir otro artículo sobre el 15M y la moda asamblearia- que se celebra el 7 de octubre. En ella, se dan los
resultados de una consulta que se celebró en los centros sobre las formas de huelgas posibles. En la Comunidad de Madrid, para este año, están previstos 21.457 profesores de Secundaria. De ellos, en esta encuesta, votaron 4497 (un 20’95%). De estos, a favor de la huelga de más días de lo que luego convocó la unión sindical, hubo un total de 3205 votos (el 14’93% del total) -aunque al precisar, hubo votos en blanco y solo de decantaron por un tipo u otro 2555 personas (ya es el 11,9%). El lunes siguiente, la unión sindical, o sea los sindicatos mayoritarios, decide convocar huelga el 20 de octubre, 3 y 23 de noviembre. Y entonces las asambleas inmediatamente señalan que
el profesorado no está de acuerdo y está siendo traicionado.
3.- ¿
El profesorado? Hasta la fecha, las huelgas convocadas por la unión sindical han tenido un seguimiento alto así como las manifestaciones, mal que le pese al gobierno Aguirre. El viernes 7 de octubre sobre unos datos que el mejor de los casos implican al 15% de profesores surge un mito:
el profesorado quiere más huelgas y se siente traicionado por los sindicatos. Las asambleas se autonombran legítimas representantes d
el profesorado.
4.- Un inciso. ¿Cuál sería la perspectiva de una huelga convocada por las asambleas? Resultaría extraño que una huelga convocada por grupos minoritarios, cuando no desconocidos o escasamente conocidos en el mejor de los casos, pudieran modificar la relación de fuerzas y subir de ese 15%, somos muy optimistas, a una cifra como la de las huelgas pasadas y convocadas por los mayoritarios, en torno, en la peor previsión, al 60% como media. Así, con estos números asamblearios, resultaría difícil hacer mayoritaria una huelga que además exige un alto compromiso (solo en el sentido económico perder, mínimo en noviembre, un 25% del sueldo neto) y además implicaría un
problema moral como es la parada sustancial de un servicio público. Por lo tanto, estratégicamente parecería una acción destinada al absoluto fracaso. Y lo peor es que todos lo sabemos.
5.- ¿Todos lo sabemos? Pero, ¿entonces también lo saben los defensores asamblearios? Sería insultarles presentarles como tan ingenuos que no entienden esto. Claro que entienden perfectamente que la huelga no será un éxito cuantitativo. ¿Entonces?
6.- Volvamos al tema. Los asamblearios en su discurso se presentan como
el profesorado y como los representantes de los profesores. Parece ya claro que numéricamente el profesorado no está representado con una mayoría suficiente allí como para que se pueda hablar en su nombre. Sin embargo, el empleo del concepto genérico se mantiene porque nunca se pretendió que fuera numérico sino cualitativo. Y ahí está la clave auténtica del asunto.
7.- Efectivamente, todo el problema surge de un conflicto entro lo numérico, que la asamblea desprecia, y lo cualitativo, que la asamblea apoya: las asambleas defienden su representatividad como representantes d
el profesorado frente a los sindicatos porque tácitamente se entiende que ya solo forma parte d
el profesorado quien acude a la asamblea y obediente cumple lo que en ella se decide. Así, un concepto laboral y social, "profesor", pasa a ser moral: solo es profesor el asambleario. Y, en la circularidad del argumento, la asamblea ahora lógicamente representa al
profesorado. Hay
profesores, los que participan en las asambleas, y luego están aquellos sin conciencia que no son profesores para tener en cuenta. La huelga la harán, por tanto,
todos los profesores.
8.- Y aquí está el pensamiento totalitario de la pura identificación.
Profesor, de los de verdad, solo es quien opina como yo, que ya es nosotros. Al dotar de contenido moral al término, aparece la consecuencia de buenos y malos y con ella la descalificación. Quien no haga huelga ha vendido su conciencia y no es, curiosamente, independiente. Y por eso, por ese pensamiento totalitario que ya no puede escapar de sí mismo, los adjetivos que se aplican a las asambleas no son ya analíticos sino estéticos: la vivencia personal gana sobre la reflexión.
9.- Aparece la moral, sí. Pero esto no es lo grave, pues en toda política hay y debe haber moral, sino que la moral aquí vigente es la aristocrática: las definiciones sociales pasan a ser morales y, por tanto, los individuos como tales pierden valor. Los derechos ya no son universales e inalienables, independientes del individuo concreto y su circunstancia, sino discreccionales y solo quien tiene nuestro ideal debe ser sujeto: solo unos pocos son
el profesorado. Quien no está con nosotros, piensan, no es
profesor por tanto no tiene opinión propia y por tanto no puede ser tenido en cuenta.
Como los niños: cham, no existes.
Todos los valores así -desde el compromiso hasta la independencia mental- son los de los nuestros, el enemigo carece de categoría real de existencia. Ser
profesor es ser asambleario. Ser
revolucionario es ser bolchevique. Ser
español es ser nacional . Ser
humano es ser ario. No comparable en los efectos, sí en el esquema intelectual.
9. - ¿Pero esto no es lo mismo que en la democracia? ¿Acaso el que se abstiene debe ser tenido en cuenta? No es igual por tres motivos.
Primero, de nuevo, uno estratégico: en las asambleas de profesores se votaba realizar o no una acción bajo determinadas circunstancias. Acción que además solo tiene fuerza de ser masiva. Parece claro que no hay quorum y la acción será un fracaso.
Segundo, porque la idea de
profesor que subyace en la Asamblea, y que aquí hemos analizado, es lo contrario a la idea democrática de ciudadano. Esta es universal, nadie está ajeno a ella, y es inalienable incluso para el propio sujeto aunque él no lo deseara. Sin embargo, ya dicho, la idea de
profesor es discreccional, como ya hemos dicho. Por eso, la democracia no es meramente el triunfo de la mayoría sino un compromiso moral: frente a la moral aristocrática discreccional hay una moral democrática universal.
Y, tercero, algo curioso. Si muchos
estamos pidiendo una abstención activa en el proceso electoral y un sector de la izquierda apoya esto, ¿por qué en el proceso asambleario no debe tenerse en cuenta? ¿Por qué ahí solo vale el que vota? ¿Por qué el 15%, en una suprema ironía, de pronto sí nos representa?
10.- No soy un profesor asambleario porque creo que mis compañeros de ANPE o CSIF, y también mis compañeros que no hacen huelga o los asamblearios, son tan profesores como yo y se pueden preocupar, o no, tanto de la educación pública como yo. Incluso más. Pero fundamentalmente, no haré huelga el 19 por tres motivos:
Primero, porque la huelga es una estrategia de lucha y multiplicar las huelgas es una mala estrategia.
Segundo, porque la unidad de la defensa de la enseñanza pública implica también la máxima unidad del colectivo de profesores, algo que más o menos mantiene la unidad sindical, pues tan profesor es el democratacristiano como el del partido comunista. Sin embargo, la asamblea ha roto esa unidad.
Y por último, por un problema moral. Los criterios cualitativos aquí criticados, y en los que se basa la presunta credibilidad de la representación asamblearia, son parte de un pensamiento totalitario.
y 11.- A modo de anécdota.
De las asambleas ha salido una propuesta hermosa -me adapto al lenguaje-: remitirán una carta a las editoriales para advertirles que el año que viene no se mandarán libros de textos.
¿El año que viene?
Ah, ¿pero
el profesorado aún mandaba libros de texto?